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Con 16 años puedo terminar en la cárcel; casi termine en la cárcel; invadí una empresa privada, hurte información privada, dos veces; ahora me meteré en una casa de personas adineradas, colocare camas y tengo sus celulares clonados. Con 16 años ya tengo suficiente material para mis antecedentes.

¿Ves lo que hago por ti, Londres?

****

Recorremos las calles de la avenida Brooklyn Park, nos dirigimos a la casa de los Spilemn, ya que recibí un SMS del teléfono de Sebastián; Tiene una reunión en la casa de su efe

"Nos vemos esta noche en mi casa, no vayas a faltar

Atte.: Franco Pernete "

Llegamos a la casa, las luces del exterior están encendidas, son apenas las 5 y 45 de la tarde, lo cual nos indica que llegaran muy de noche; saltamos la jardinera. Ya estamos invadiendo, se siente bien.

Juan coloca la primera cámara arriba del marco de la puerta así podremos saber quién sale y quien entra a la casa.

— Una lista. Sigamos.

—La puerta está cerrada.

—Déjamelo a mí— Carlos revisa su mochila y saca una especie de alambre perfectamente diseñado

— ¿Has abierto antes puertas así?— le pregunto

—Básicamente, cuando mis padres me dejan sin llave, así suelo entrar. — introduce el alambre y en un abrir y cerrar de ojos, la puerta está abierta de par en par. —Gracias a Dios no tiene alarma.

— ¿Y si la hubiera tenido?

—Ni de chiste, estas casas antiguas no tienen esa tecnología. Tranquilos. Sigamos.

—Alguien debe vigilar— indico; rápidamente Joaquín toma esa responsabilidad. Ahora si podemos entrar tranquilos.

La casa está sumergida en completa oscuridad; nuestra vista esta cegada por el sol, pero luego de unos minutos, se acostumbra y logro ver todo como lo recordaba; todo esta ordenado, los muebles, el comedor y el pasillo de terciopelo; las fotos recién colocas, la biblioteca y las tres habitaciones

Me descuelgo la mochila, cada uno de nosotros posee como mínimo seis cámaras. Manos a la obra.

No encendemos la luz, no queremos que las persona vean actividad en el interior; colocamos la cámaras en todas partes, en las lámparas, en los cuadros, en las entradas de las habitaciones, en los libros; toda la sala y cocina están rodeadas de cámaras tan diminutas como un grano de café.

Todos ya han colocado todas sus cámaras; a mí, me faltan cuatro.

Decido colocar dos en cada habitación, excluyendo la de visitas.

El cuarto de Londres aún tiene su aroma, aun esta todo como me lo imagine; no quiero tardar mucho, no quiero llorar, no quiero extrañarla

No quiero extrañarla aún más.

Ahora, el cuarto principal.

Tomo la perilla de la puerta y la giro, empujo hacia adentro y puedo visualizar la oscuridad que yace en el cuarto de los Spilemn, deslizo mi mano derecha por la pared, intentando dar con el apagador; al hallarlo, lo presiono, y dejo que la luz invada la habitación; el cuarto esta tan impecable que es como si nunca nadie hubiese dormido aquí; las sabanas están perfectamente dobladas; el piso está cubierto de una suave alfombra color crema, las paredes están pintadas de color marfil; hay un closet marrón resplandeciente, es tan brillante que parece recién comprado y armado; hay una pequeña mesita a cada lado de la cama, tiene dos lámparas colocadas y con ellas un reloj despertador; no quiero manchar la alfombra; me quito el calzado y dejo que mi dedos disfruten la suavidad de ella.

Coloco una cámara encima del gran espejo, y la otra la coloco encima del closet. Desde ahí, podre ver todo

<<Aunque no quisiera eso>>

— ¡Esteban!— gritan. — Salgo de la habitación, apago la luz, y me coloco los zapatos.

— ¿Qué sucede? , ¿Cuál es el alboroto?

— El Sr Spilemn envió un mensaje a un número desconocido, le informo que ya venían para acá, debemos irnos

— ¿Hace cuando fue eso?

—Hace unos minutos.

— ¿Ya colocaron todas las cámaras?

—Sí, ya están listas. Solo falta activarlas.

— ¿Activarlas? ¿No se suponía ya que lo habías hecho?

— ¡NO! Yo solo las registre, no las active; ¡TEN!— me lanzo un pequeño control— presiona el botón verde apuntando a cada cámara que colocaste, ¡Date prisa!

Regrese de donde venía, active todas las cámaras que coloque, excepto las del cuarto principal.

Me quite los zapatos, los metí en la mochila; gire la perilla y volví a entrar; recordé donde las coloque, las apunte con el control, presione el botón y nada pasaba; lo intente de nuevo

Una y otra vez. No funciono.

Un carro se estaciono.

— ¡Esteban, llegaron, apresúrate!

Volví a inténtalo; deje presionado el botón por cinco segundos; la luz verde se encendió.

Falta una.

Realice lo mismo con la siguiente.

La puerta principal se abrió.

Estamos fritos

Estoy frito.

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