12
Una leve brisa yace en la avenida.
Las calles están solitarias; son las 8 y media de la mañana; me imagino que todos deben de estar durmiendo. Los muchachos y yo nos dirigimos a la sala de registro.
El registro es un gran fuerte antiguo de ladrillos, construido ya hace varios años, cuyo principal motivo era ser un museo histórico, pero Minnesota no tenía mucho que contar así que fue cerrado, y luego tomado como una entidad gubernamental.
Ya no queremos más pleitos, y menos queremos seguirnos entrometiendo en la página del gobierno; así que por eso es mejor hablar con alguien autorizado.
Por suerte conozco a Lucí, una joven de cabellera castaña, con unos ojos de un color similar a la crema de maní; ella ha sido amiga de la familia desde que tengo memoria.
Tiene 21 años y es la encargada de todo lo que tenga que ver con los datos del país, es la persona correcta.
Abrimos las recién instaladas puertas de cristal.
Al entrar la ubico de inmediato.
—Hola Lucí, ¿Cómo has estado?
—Hola Esteban, que gusto volver a verte, dime ¿En qué puedo ayudarte?
—Necesito obtener información sobre unas personas. ¿Podrías ayudarme en eso?
—Dio una pausa— Déjame ver en qué te ayudo— Agrego— no es común este tipo de favores.
—Sé que es contra la leyes obtener información sin el consentimiento judicial; pero es urgente— agregue— Necesito saber algo sobre los Spilemn ¿Me ayudas? Te lo agradecería.
—Muy bien, te ayudare, espero que no me descubran. —realizo un par de clics, y continuo—hay cuatro personas registradas aquí en Minnesota, dos en Australia, una en New York y diez en México; ¿te sirve de algo?
—Sí, me sirve, ¿podrías decirme los nombres de los resididos en Australia?
—.......... son dos personas mayores una tiene 67 años y se llama Beatriz Landaeta de Spilemn, y el señor tiene 69 años y se llama Alexander Spilemn; su Dirección es: hacienda santa Mónica, campos privados, cerca de la residencia de animales salvajes.
—Muy bien, gracias Lucí, nos vemos pronto.
— ¡Espera un momento! Ya va; ¿para que necesitas esta información?
—No puedo explicártelo aquí, será en otra ocasión. Nos vemos
—Tengo la tarde libre— añadió— si quieres me acompañas a almorzar.
—Esta bien—accedí— nos vemos al mediodía en el coffe's.
—Nos vemos—su voz era tranquila y serena— hasta entonces Esteban.
****
Ya tengo la dirección.
Solo me queda una tarea antes de partir "confesarle todo a Lucí".
****
Acompañe a los muchachos a la torre de internet.
Su horario de trabajo culmina a las tres de la tarde; quedamos en vernos en mi casa.
****
El aeropuerto no esta tan retirado de Coffe's, decidí ir antes y realizar unas diligencias
Tome un taxi.
Un par de minutos me dejo en el aeropuerto de Minnesota.
Deslice las grandes puertas de cristal y contemple el caos que en el interior existía. La cola era infernal y obligatoriamente debía hacerla si quería consultar los precios.
Luego de una hora, al fin di con la recepcionista
— Buenas tardes ¿en qué puedo ayudarle?— su amabilidad era increíble, nada fingida, o de ser así, era muy buena actriz.
— ¿Podría decirme el costo de los boletos con destino a Australia?
— ¿Qué tipo de clase?
— Económica.
—Son quinientos dólares
—Y— Agregue— ¿A qué hora son los vuelos?
—El último sale de aquí a las once de la noche.
—Muy bien, Gracias señorita.
—No hay de que— Sonrió. — ¡Siguiente!
Necesito 2500 dólares para comprarlos.
<< Es increíble, ¡ni siquiera tengo para esto!>>
Mucho menos para rescatar a mis padres.
****
Salgo del aeropuerto.
No hay ningún taxi disponible.
Miro mi teléfono, es mediodía; deben estar almorzando.
Deberé caminar a coffe's
<<Gracias al cielo está literalmente cerca>>
****
Mis pies me palpitan.
Estoy a solo seis calles de Coffe's
Lo ideal sería que yo llegara antes que Lucí. Pero en este caso que no sea así.
Me da igual.
****
Empujo las puertas de cristal del coffe's
Ubico una mesa cerca de la ventana, para que así ella pueda verme con facilidad.
Me quito mi bufanda; afuera, en la ciudad hace frio, pero aquí, esta tibio y confortable.
Lo primero que percibes aquí es el aroma a café recién hecho; invade tus fosas nasales.
No puedo esperar más; me adelanto al mostrador y pido dos cappuccino, de esta forma cuando lucí llegue tendrá un café tibio y espumoso esperándola
El mesero me trae mi pedido, justamente cuando Lucí entra a Coffe's.
Se sienta en la silla frente de mí; se desprende su bufanda y bolso, respira fuertemente y luego toma un trago del sabroso café.
No quiero imitarla, pero el cappuccino es tan tentador que le doy un fuerte sorbo, disfrutando de ese líquido caliente y dulce que recorre mi garganta hasta mí estómago.
—Y— limpio sus labios con sus guantes— dime, ¿Para qué querías esa información?
Le cuento todo.
Desde el mas mínimo detalle hasta lo que ha sucedido recientemente, su cara de asombro es inquietante, desea más, quiere saber todo, y por desgracia no tengo nada más que contarle.
— ¿Así que piensas viajar a Australia?
— ¡Sí!, ese es mi próximo paso.
— ¿Puedo ir?
— ¡Claro! — respire— Aunque—caí en cuenta— no hay casi dinero para pagar todos los boletos.
—Tranquilo, tengo una idea—termino su café. — Asaltemos un banco.
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