Capítulo 1 | Secretos Enterrados
Alphonse asintió, comprendiendo el peligro que corría al ofrecerse a ayudar a descifrar el misterioso diario del Sr. Aldrich. Pero no retrocedería en su empeño por develar la verdad detrás del asesinato y los poderes ocultos que manipulaban el tiempo. Era su oportunidad de descubrir los secretos que su propia familia guardaba celosamente.
Al regresar a la lúgubre escena del crimen, el Inspector Davies le permitió examinar con mayor detenimiento la siniestra habitación. El aire viciado aún olía a muerte y pergaminos añejos. Alphonse contuvo un escalofrío mientras buscaba más rastros del enigmático símbolo, alguna pista sobre su significado. Sus ojos recorrieron los rincones sombreados por la tenue luz de las velas, estudiando cada objeto fuera de lugar, cada mancha siniestra en la alfombra persa.
En una esquina oscura, encontró un libro viejo y desgastado esparcido entre los demás objetos. Al abrirlo, descubrió que era un tomo sobre alquimia y el control del tiempo. El polvoriento lomo de cuero lo identificaba como una edición del siglo XVI, una reliquia de los primeros estudios ocultistas. Un fragmento llamó su atención:
"El que aprende los secretos del péndulo universal puede tejer los hilos del destino. Pero el telar es traicionero y enreda al incauto entre sus espirales infinitas."
Alphonse frunció el ceño, las crípticas palabras haciendo eco en su mente como un presagio ominoso. Pasó los dedos por las páginas amarillentas, percibiendo la energía antinatural que emanaba del libro. El símbolo, ese tomo antiguo, los poderes que su familia resguardaba...todo parecía entrelazado en esta trama mortal.
Sacudió la cabeza, decidido a no distraerse del caso por ahora. La viuda del Sr. Aldrich sollozaba en un rincón, siendo consolada por un sirviente. El joven la observó con renovada curiosidad. ¿Estaría al tanto de las actividades oscuras de su esposo? ¿O era tan solo una desventurada más, envuelta en esta maraña de secretos?
De pronto, Alphonse notó algo más llamando su atención - un sobre blanco abandonado sobre la repisa de la chimenea. Los rayos de la luna incidían sobre él, casi como si lo iluminaran con propósito. Como atraído por una fuerza invisible, sus largos dedos recogieron el sobre con cuidado, abriéndolo para revelar una nota con un extraño acertijo en prosa:
"El reloj que marca las horas no siempre dice la verdad. El péndulo balancea entre luz y oscuridad. El que a la muerte se aferra, su última melodía ha cantado."
Un nudo se formó en la garganta de Alphonse. Las palabras parecían susurrar un funesto augurio, como una voz espectral deslizándose desde el más allá. ¿Sería una advertencia sobre la próxima víctima del asesino? ¿O quizás un desafío directo hacia él por inmiscuirse en este oscuro misterio?
La familiaridad con que la nota hacía referencia a las fuerzas del tiempo lo inquietó aún más. Era casi como si el autor supiera sobre sus propios poderes ocultos...los secretos de la familia Leclair. Un escalofrío lo sacudió al pensar que la misma amenaza pendía sobre su cabeza. No sólo por entrometerse, sino porque él también formaba parte de ese mundo prohibido de quienes podían manipular los hilos del destino.
Dobló la nota con dedos temblorosos y la guardó en el bolsillo interior de su abrigo. Sus pensamientos giraban en un torbellino, barajando teorías. ¿Y si esta serie de asesinatos eran sólo la primera fase de un plan más siniestro? ¿Un ritual para desatar antiguos poderes que nadie debería controlar? Debía descifrar el significado oculto de aquel críptico mensaje antes de que fuera demasiado tarde.
Alphonse se sobresaltó al sentir una mano en su hombro, arrancándolo de sus cavilaciones. Se volvió para encontrar la mirada inquisitiva del Inspector Davies sobre él.
"Veo que ha encontrado algo interesante, joven Leclair" señaló Davies con su dura voz de mando. Alphonse dudó un instante, pero supo que ocultarle esa potencial pista solo deterioraría más la precaria confianza entre ambos.
"Es una nota, Inspector. Con un mensaje confuso, casi como un...acertijo." Extrajo nuevamente el papel doblado y se lo tendió a Davies. "¿Cree que pueda significar algo?"
Los ojos expertos del policía escanearon las líneas con creciente interés. Una arruga de sospecha cruzó su frente al terminar de leer.
"No sé qué pensar, Leclair. Pero espero que nos ayude a encontrar más pistas sobre este asesino." Hizo una pausa, obervándolo atentamente. "¿Va a compartir todo lo que sepa sobre esto o aún guardará más secretos?"
El desafío estaba implícito en su tono. Alphonse sintió un repentino frío recorriéndole la espina dorsal. Davies intuía, o tal vez incluso sabía más de lo que aparentaba sobre los eventos extraños rodeando estos asesinatos. El joven tragó saliva antes de responder con cautela:
"Le aseguro, señor Inspector, que le diré todo lo que descubra." Una verdad a medias, se dijo, consciente de las capas de misterio que aún debía callar. "Pero no podemos avanzar si me oculta información también."
Davies enarcó una ceja, casi divertido ante el ligero desafío en la voz del muchacho. Pero lo dejó pasar, entendiendo que habrían de hilar una tenue relación de cooperación si querían resolver este caso.
"Muy bien, joven Leclair. Mientras me diga lo esencial, acepto su ayuda. Por ahora, debemos enfocarnos en revisar las últimas pistas y preparar interrogatorios."
Alphonse asintió y le siguió de regreso hacia el salón principal de la comisaría. Al pasar, sus ojos volvieron a posarse en el misterioso libro sobre el tiempo que había encontrado en la escena del crimen. Una idea comenzaba a tomar forma en su mente, pero necesitaba más información para confirmarla.
Aguardó hasta que Davies terminara de dar instrucciones a sus oficiales. Luego se le acercó nuevamente:
"Inspector, hay algo más que es prudente acordar. Mientras investigo estos extraños asesinatos, debo poder acceder al diario del Sr. Aldrich y cualquier otro objeto relacionado. Usted mismo ha visto que nos enfrentamos a fuerzas...inusuales aquí."
Davies lo evaluó con la mirada, midiendo sus palabras antes de asentir lentamente.
"Muy bien, joven. Puede estudiar todas las pruebas que estime convenientes. Pero le advierto, no tolero imprudencias que arriesguen mi investigación. Y si determino que usted mismo está involucrado en estos crímenes..." La amenaza quedó flotando en el aire, tácita.
"Descuide, Inspector. Solo busco lo mismo que usted - poner fin a esta terrible situación."
Era verdad, se dijo Alphonse. Pero mientras lograra hacerlo sin exponer sus propios secretos, sin perder el control sobre su don familiar. El juego había comenzado.
Tras revisar las últimas pistas con el Inspector y los oficiales, Alphonse les dijo que necesitaba tomar aire fresco para despejar su mente. Davies lo observó con recelo, pero asintió. Era evidente que aún no confiaba del todo en este joven entremetido con sus misteriosas ideas.
Una vez afuera en la noche londinense, lejos de miradas indiscretas, Alphonse activó su reloj de bolsillo. El mecanismo emitió un suave zumbido y una tenue luz azul comenzó a envolverlo. Era la señal de que la magia del tiempo estaba haciendo efecto.
Su cuerpo se estremeció al sentir el conocido tirón en las entrañas, como si un gancho invisible lo arrastrara a través del continuo. Cerró los ojos con fuerza, intentando hacer a un lado las náuseas que lo asaltaban. Nunca se acostumbraba del todo a las sacudidas del viaje temporal.
Cuando los abrió nuevamente, se encontró de vuelta en la comisaría, pero esta vez unos minutos más tarde en su línea de tiempo original. La escena era un caos de oficiales corriendo de un lado a otro con papeles y fotografías. Davies lo miró con desconfianza al verlo aparecer súbitamente.
"¿Dónde diablos estabas? No puedes simplemente desaparecer así en medio de una investigación tan importante" bramó, acercándose con pasos agitados. Su rostro había adquirido un tono más amoratado por la frustración.
Alphonse tuvo que pensar rápido. No podía revelar su habilidad especial para manipular el tiempo, pero tampoco mentir al policía de forma obvia lo ayudaría a ganarse su confianza.
-"Disculpe Inspector, necesitaba reponerme un momento después de lo que vimos. Esas escenas tan... perturbadoras pueden ser abrumadoras para un civil."
Forzó una mirada de disculpa, esperando que su excusa improvisada sonara creíble. Davies entornó los ojos con suspicacia, pero pareció aceptar la explicación por ahora. Su atención estaba enfocada en asuntos más acuciantes.
-"Muy bien, no importa. Tenemos otro asesinato con el mismo escalofriante modus operandi. Y esta vez la víctima es alguien muy cercano al círculo del señor Aldrich."
Alphonse contuvo el aliento, temiendo haber retrocedido demasiado en el tiempo y encontrarse desconectado de los acontecimientos recientes. Pero al ver las notas y fotografías en el pizarrón de la oficina, se dio cuenta que sólo había avanzado unas horas adelante. La línea temporal concordaba con los últimos hallazgos.
Una oleada de alivio lo invadió, aunque rápidamente fue reemplazada por la cruda realidad - un nuevo inocente había sido asesinado mientras él tejedora con los hilos del tiempo. La culpa lo incomodó por un instante, antes de sacudir la cabeza y reenfocarse. No podía salvarlo a todos, pero aún podía atrapar al responsable de estas macabras muertes.
"Cuénteme los detalles de esta nueva víctima, Inspector. Entre más pronto lo resolvamos, más rápido el asesino dejará de golpear."
Davies asintió y comenzó a relatarle los últimos hallazgos mientras que Alphonse, con la mente enfocada en el misterio, deslizaba una mano hacia el bolsillo donde reposaba la críptica nota. Tenía la corazonada de que solo desentrañando esas palabras podrían atrapar al asesino y poner fin a la espiral mortal de asesinatos. Costara lo que costara, no se detendría hasta lograrlo.
Por ahora, se concentró en los detalles que el Inspector recitaba sobre el nuevo asesinato...
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