Capítulo 40⚠️
Seguramente en el negocio se estarán preguntando porque un día en la semana tenía libre, es más, ni yo entendía que hacía a mitad de semana sin trabajar y en una peluquería arreglando mí desastroso cabello para luego realizar un peinado que quede a la altura de las personas que asistirían a la fiesta. Seguía pensando que aceptar ser pareja de KiHyun era una locura, sin embargo ahí estaba nuevamente en mi casa maquillándome acorde al vestido, los zapatos y la bolsa de mano.
«Debemos estar más perras que nunca, debemos dejarlos con la mandíbula por el suelo»
Elijo lo imprescindible para poner en aquella diminuta bolsa de mano, pongo las gotas necesarias del perfume caro que me había regalado mí madre y que solo lo usaba en eventos importantes y salgo de mí humilde departamento decidida a poner a aquel tipo en su lugar.
«¿Si ahora nos ve YoonGi bajando así, qué explicación le daremos?»
El taxi que había pedido llega justo a tiempo y me dirijo a la dirección que me había pasado KiHyun.
—Disculpe, ¿Falta mucho para llegar a destino? —me surge la duda cuando veo que hay sólo edificios y no hay casas como me había dicho KiHyun que se haría la fiesta.
—No, de hecho ya llegamos a destino. —me responde mientras aparca.
—Muchas gracias. —Abono el viaje y bajo.
Fue imposible no percatarse de su presencia. Se encontraba levemente sentado en el capot de un auto deportivo de lujo color violeta, vestido en un traje color negro con los brazos cruzados a la altura del pecho.
De inmediato se pone de pie al verme y me recorre con su mirada de pies a cabeza, poniéndome nerviosa sin sentido alguno. Con una leve sonrisa y reverencia lo saludo cuando estoy cerca de él.
—Buenas noches. —toma mi mano y la besa.
—Buenas noches, pensé que el taxista estaba equivocado con la dirección que le había dicho.
—¿Por qué pensaste eso?
—Porque recordaba que me habías dicho que era en una casa, y por aquí solo hay edificios.
—Lo siento, por no aclarar que el punto de encuentro era en un lugar diferente al de la fiesta. No dejaría jamás que llegues sola.
—Está bien.
—¿Vamos? —extiende su mano, asiento y la tomo.
Abre la puerta del copiloto como un caballero para que suba, luego de esperar a que esté bien ubicada cierra la puerta y se va a su lugar.
Un aroma familiar invade mis fosas nasales, el aroma a cuero me lleva a aquel cuarto con luces tenues de inmediato. Acaricio mis muñecas al recordar las veces que fui privada de poder tocarlo, de poder usar mis manos para aferrarme a su cuerpo; inconsciente cierro los ojos al recordar las palmadas, los azotes en mi cuerpo y lo mucho que lo disfruto; aprieto mis muslos al recordarlo dentro de mí teniendo ese sexo salvaje que solo con él pude experimentar y que me hace llegar al orgasmo sin buscarlo.
Pero sobre todo, recuerdo nuestro último encuentro en donde experimenté el dolor y el placer al mismo tiempo sin saber que podía ser un camino sin salida,
*Recuerdo*
—Hay Estefanía... —agitado, hace una larga pausa —No te imaginas lo mucho que me sorprendes.
—¿Eso... —también debía detenerme para poder tomar bocanadas de aire para poder hablar —es bueno o malo amo?
—Depende de mí día, solo puedo decirte que quiero experimentar más cosas contigo. Quiero llevarte a tu límite, quiero escuchar de tu boca decir la palabra de seguridad aunque sea una puta vez.
El peso de su cuerpo desaparece de mí espalda, me gira y me encuentro con la maravillosa imagen de su cuerpo desnudo, su cabello mojado cubriendo parte de su cara que lo convierte en el demonio más sexi que jamás había visto.
—Ponte de pie. —me ordena y al mismo tiempo me ayuda.
Las piernas me tiemblan un poco, sin embargo pongo mi mayor esfuerzo por hacer lo que me ordenó, una vez de pie con una seña me ordena que lo siga.
Vamos hasta el pie de la cama.
«¿Nos va a volver a atar de las manos?»
—De rodillas, —toma su miembro y comienza a masturbarse, se agacha y llevando su boca a mí oído me dice —ya que no utilizas tu bella boca para decir la palabra de seguridad, la vas a utilizar para complacerme. —lanza una risa traviesa —Tienes dos opciones: Hacerme acabar en tu boca o en tus pechos.
—¿Qué? —estúpidamente lanzo aquella pregunta cómo si no supiese lo que significa.
Me da un beso en los labios, me toma de la poca coleta que queda hecha y lleva su miembro a mí boca, comienzo de forma tímida, pero segura. Sé que comenzando poco a poco y lamiendo la punta lo puedo excitar de forma segura, tomo con una de mis manos su miembro y allí va mí acción de llevarla a lo largo, haciendo la justa presión y la llevo de la punta a la base y de la base a la punta sin dejar de lamer.
Su respiración comienza a cambiar dándome indicio de que estoy haciendo bien mí trabajo, dándome paso a proceder al siguiente nivel: llevar todo su miembro, o lo que pueda, dentro de mí boca. Disfruto hacerle sexo oral y aunque soy novata en esto, creo que se lo hago bien. Otra vez su mano va a mí cabeza y esta vez es para marcar el ritmo en el cual su miembro debe entrar y salir de la cavidad de mí boca.
—Mmm... —gime y puedo sentir como su miembro se va poniendo más erecto —No sabía de tus habilidades, —me embiste de manera sorpresiva provocando una arcada —¿Sabías que un hombre tarda varios, unos cuantos minutos para que su pene vuelva a estar erecto? —vuelve a repetir aquella acción —¿Cómo lo haces perra? ¿Cómo consigues calentarme de esta manera? —tira de mí coleta para que deje de chupársela y lo mire. Me encuentro con su mirada oscura —A veces pienso que eres un demonio disfrazado de ángel, pensé que te mostraría y llevaría a la oscuridad, pero ya estabas en ella.
«No estaba en la oscuridad, pero esperaba con ansias a alguien que me la muestre.»
—Amo...
—De pie. —tira de la coleta para que lo haga.
Me ordena que me tomé de los grilletes que cuelgan del parante de la cama en donde más de una ocasión fui atada, bruscamente me toma en sus brazos y fuertemente lleva mí espalda contra la columna de la cama y allí sin ningún tipo de aviso previo me penetra profundo.
De esa manera comienza una vez más ese sexo salvaje que me encanta, descarga toda su furia en mí y sin poner resistencia dejo que me utilice para ello. Mí espalda choca una y otra vez con la columna pero el dolor es opacado por el placer.
Sin salir de mí, caemos en la cama y allí todo se multiplica, lleva su mano a mí cuello y presiona mientras me folla con la misma intensidad que cuando estábamos de pie. Ambos expresamos lo que sentimos y pierdo todos los sentidos cuando llego a mi punto culmine, creo que es la primera vez que experimento un orgasmo y acabar al mismo tiempo. Vuelvo un poco a mis sentidos cuando me habla y sale de mi.
—Abre la boca perra. —Abro los ojos y me encuentro con él, masturbándose cerca de mi boca —Abre. —repite.
Jamás en mí vida había experimentado que un hombre acabe en mí boca y mucho menos sabía que debía hacer con aquel fluido. ¿Debía tragarlo, escupirlo o... esperar a hacer lo que él me ordene?. Tímidamente abro un poco la boca y vuelvo a cerrar los ojos.
—¿No quieres ver cómo tu amo acaba en tu boca, en tus pechos?
Abro los ojos sorprendida y veo su expresión de placer y maldad que me vuelve totalmente loca, comienza a caer sobre mi boca su secreción. Me toma del mentón para inmovilizar mí cabeza que sin querer había llevado hacía el costado por vergüenza y porque realmente no sabía qué hacer.
«Va a pensar que lo rechazas.»
Acelera su masturbación y termina por acabar en mis pechos, gimiendo como nunca antes lo había hecho.
*Fin del recuerdo*
—¿Estefanía? —vuelvo a mi por el llamado de atención de KiHyun —¿Te sientes bien?
—¿Qué? Si, estoy bien. Lo siento.
—¿Quieres que vayamos a otro lado? Dime, no quiero que te veas obligada a ir a un lugar en el cual no te sientas bien.
—Estoy bien, solo... —pienso que mentira decir. Se detiene un momento y toma mi mano —Solo me estoy concentrando para comportarme a la altura y no partirle la cara al tipo que te trató mal. —Se le escapó una risa y mentira después de todo no había en mis palabras.
—Calma, no valen la pena. Además... —acaricia mí rostro —no debes opacar tu hermosura enojándote.
—No te preocupes te ayudaré en lo que pueda y no te dejaré mal. —ambos sonreímos.
Continuamos el viaje y esta vez iba prestando atención al camino, los edificios habían desaparecido y el paisaje era totalmente diferente a lo conocido. A los costados de la ruta se encontraban casas inmensas, imponentes, rodeadas de campos cuidados a la perfección.
—Estamos a nada de llegar. ¿Continuo o doy la vuelta y vamos a un restaurante con estrellas Michelin a cenar?
—¿Tteokbokki a lo de la ahjumma que fuimos? —reí.
—¿Quieres ir en estás pintas? Yo te llevo. Llamaremos un poco la atención.
—Nooo, es broma. No le demos el gusto de no verte.
—Ok, como órdenes.
Continuó los metros que faltaban y en la entrada de la casona gigante, la seguridad nos detiene y nos pide la invitación, verifican y nos dan el paso para poder seguir. Una persona en la puerta de la casa me abre la puerta y me ayuda brindándome su mano a bajar, luego toma las llaves del auto y desaparece de escena.
—Es nuestra última oportunidad, ¿Seguimos o nos vamos?.
—Seguimos. —respondo más que decidida. KiHyun me brinda una amplia sonrisa y su brazo para ingresar.
Nada más dar unos pasos ya me sentía observada y juzgada por la poca gente que se encontraba en ese lugar, me dejo llevar por KiHyun y nos detenemos enfrente de una pareja.
—Buenas noches señor Yoo. —Con un apretón de manos y una reverencia saluda al hombre —Señora Yoo. —repite la acción y yo saludo a ambos de la misma forma, solo que en silencio.
—Bienvenidos, enseguida estaremos con ustedes. Adelante. —Más rápido que la atención a un cliente molesto nos saludan.
—Acabas de conocer a tu jefe y a su tercer esposa. —me habla al oído KiHyun. Lo miro sorprendida y él me sonríe —Bueno, ahora la peor parte.
Entendí a la perfección a qué se refería, nada más pasar la puerta que nos llevaba al salón principal vi la cantidad de personas que en realidad había presente. Enseguida notó mí nerviosismo y con un apretón de manos me brindó calma.
Un mozo con copas de champagne se ubica enfrente nuestro y nos ofrece, KiHyun toma dos de las cuales claramente una es para mí. Para continuar apaciguando mis nervios me comienza a decir cada uno de los nombres y posición dentro de la compañía, si, esa noche descubrí que no era simplemente un negocio de cosmética, sino un imperio.
—¿Yoo? —Un muchacho con una bella y brillante sonrisa se nos acerca.
—¡Jung! —se sorprende para bien porque sonríe verdaderamente —¿Cómo estás? Ya no me llamas.
—Iaa... ¿Y tú tampoco lo haces? —me mira de una manera pícara y le devuelve la misma mirada —¿No me presentas a la hermosa dama que se encuentra contigo? —bajo la mirada avergonzada.
—Lo siento. Estefanía, él es Jung HoSeok. HoSeok ella es Estefanía.
—Un gusto. —Esbozo una sonrisa de cortesía y una reverencia.
—El placer es mío. —Con sumo respeto me devuelve la sonrisa y reverencia.
—HoSeok es un gran amigo, el único que vale la pena de toda esta gente. —ambos de manera cómplice ríen.
HoSeok nos hizo el tiempo más ameno, si bien entre ellos hablaban de cosas que no entendía me integraban a la conversación y de vez en cuando entre los dos me quitaban una sonrisa
—Por cierto KiHyun, no vayas para aquel lado y menos con esta hermosa dama. —De pronto le advierte HoSeok.
—¿Por qué?
—Está el séquito de idiotas; JaeMin, Hyuk y el gran y respetado arquitecto... —HoSeok se hace a un lado para darnos paso a la vista y en ese instante mí mundo, mí pulso y corazón se detienen al verlo con una mujer colgada de su brazo —Min YoonGi.
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