Capítulo 32
Cuando al fin había tomado la decisión de tomar riendas sobre mis problemas, como por ejemplo: Hablar con JungKook, hacerme el test de embarazo, etc. La vida me cambió los planes...
«Que no te siga afectando lo que dijo YoonGi, que no te siga afectando.»
Me repetía una y otra vez para que no influya en lo decido. También me había propuesto ser la misma Estefanía de antes, decida e impulsiva, la que nada le afectaba y para ello debía de pedirle ayuda a una persona: KiHyun. Puede sonar absurdo aquel nombre, pero de todas las personas en el mundo el único que me dió un indicio de saber lo que me pasaba y ofrecerme ayuda, fue él.
Llego al callejón y veo que ya se encontraban Jin y JungKook, detengo mis pasos como si una entidad ajena a mi me detuviera al saber que estaba JungKook. Pero recuerdo que debo volver a ser la misma de siempre, tomo aire y con una sonrisa voy hacia ellos.
Le hago seña a Jin que se encontraba de frente que haga silencio, tomo carrera y de un salto me trepo a la espalda de JungKook como en los viejos tiempos.
—Buenos días seres terrenales. —Jin estalla a carcajadas por mi payasada.
JungKook por puro instinto me sostiene de las piernas y por primera vez después de mucho tiempo, semanas, cuando voltea su cara hacia mi, lo vuelvo a ver sonreír.
—Buenos días... —piensa las palabras —ser del espacio. —Ambos sonriendo nos quedamos mirando a los ojos.
—Buenos días, extraña ser. —Jin extiende su puño.
Choco puños con él y antes de bajar de la espalda de JungKook le doy un beso a este, tomándolo totalmente por sorpresa.
—¿Los demás seres? —me arreglo la ropa cuando bajo y como una necesidad abrazo a JungKook por la cintura.
—Jimin viene un poco atrasado, —responde de inmediato Jin —y Tae entra luego del almuerzo.
—¿Hasta que hora trabajas hoy? —Me sorprende gratamente la pregunta de JungKook.
—Hasta las 6 p.m. ¿Vamos por un café? —propongo de inmediato.
—Era lo que estaba pensando, en el almuerzo arreglamos bien donde nos encontramos, salgo una hora antes que tú.
—Buenos días. —la voz seria de KiHyun me toma por sorpresa y de inmediato dejo de abrazar a JungKook.
—Buenos días señor. —Cual coro de ángeles contestamos los tres.
—Señor Kim, unos minutos antes del receso pase por mi oficina.
—Muy bien señor. —La expresión de preocupación en Jin nos preocupa también a JungKook y a mí.
El jefe parece haberse levantado con los cables cruzados, como patitos en fila siguiendo a mamá pata ingresamos detrás de KiHyun.
—Nos vemos a la hora del almuerzo. —le digo casi en un susurro a JungKook.
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—Buenos días... —pienso un instante como debo decirle —señor.
—Buenos días, Estefanía.
«Definitivamente no es un buen día.»
En total silencio comencé con mi día laboral, tocaba hacer recuento de mercadería y cargar al sistema, lo cual nos llevaría toda la semana. En medio de las tareas miraba a KiHyun intentando sacar valor para hablarle, llegué a la conclusión que lo mejor sería dejarlo en su mundo y no molestar por el momento.
Tal y como le había ordenado, diez minutos antes del almuerzo llega Jin al depósito.
—¿Señorita Estefanía?
—¿Si, señor?
—Puede retirarse al receso.
—Está bien, con permiso.
No hizo falta entender la indirecta muy directa para darme cuenta que quería quedar a solas con Jin, tomé mis cosas y salí.
Jimin fue el primero en salir al receso, sin embargo no se quedó conmigo. Debía ir a buscar algo para el padre a una tienda a unas pocas calles del negocio, si JungKook salía de inmediato sería el momento perfecto para hablar a solas con él.
—Vi que saliste mucho antes, ¿Qué pasó? —Al fin salió JungKook.
—Me echaron, no me dejaron estar en el chisme entre Jin y el jefe. —reí.
—Estefanía...
—Dime.
—Necesito que hablemos. —Perfecto, las cosas estaban saliendo a mi favor.
—Claro, te escucho.
—Aquí no, hay muchos oídos. ¿Te parece que hablemos a solas en tu departamento o en el mío? —quedé pensando en lo último que dijo.
—¿El... mío?
—Si, una de las cosas que quería contarte era esa. Me fui de casa de mis padres y estoy rentando un departamento solo.
—¿Enserio? —me dijo que sí sonriente. —Te... ¿Felicito?
—Si, felicítame. Para tu tranquilidad me fui por propia voluntad, no me echaron. —abrió sus brazos —¿No vas a felicitarme como se debe? ¿Con un abrazo?
Súper feliz lo abrazo, cuando me envuelve en sus brazos mi corazón se siente aliviado, al saber que aún me acepta en su vida. Cierro los ojos y disfruto del momento, del aroma de JungKook que me hace pensar que el paraíso huele de esa manera.
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En medio de la tarde, voy en busca de una caja para cargar al sistema. Cuando la tomo siento un dolor en la parte baja de mi vientre, dolor que trato de ignorar.
Tomo asiento y una vez más aquel dolor.
—¿Estefanía? —me llama la atención KiHyun.
—¿Si?
—¿Se siente bien?
—Si, señor. ¿Por qué?
—¿Señor? —le sonrío —Estefanía perdón, lo siento de verdad. —me sorprenden sus palabras y por mi expresión parece que adivina lo que estoy pensando: ¿Por que dice que lo siente? —Hoy desde que inició el día que no es un buen día, lo siento porque pagan mi mal humor la gente que se encuentra a mi alrededor.
—No se preocupe, lo entiendo.
—No me trates de usted, por favor. Lo siento, ¿Me perdonas? —sonrío y le dije que sí con un movimiento de cabeza.
—Te perdono. —Al terminar de escuchar mis palabras su rostro se relaja y al fin lo veo sonreír en el día.
—Volviendo a mi pregunta inicial, ¿Te sientes bien?
—Si.
—No me mientas, con lo de recién fueron tres veces que te vi hacer una expresión como de dolor.
—No te preocupes es... es el pie. —mentí —Pisé mal al bajar del autobús y quedó resentido.
Sé muy bien que no me creyó, aun así, por el bien de ambos, también me mintió haciéndose el que me creía. Era el momento perfecto para pedirle ayuda, pero lo que parecía tan sencillo de hacer no salía.
«—Lleva esa caja y cuando regreses le hablas, no falta mucho para irnos.» Me ordenaba mi conciencia.
Y así lo hice, o... intenté hacerlo. Cargué al sistema el último producto, guardé el mismo y sellé la caja; me dispongo a llevarla y al dar unos pasos aquel dolor de nuevo, esta vez más intenso que hace que detenga mis pasos unos segundo y continuo.
Al momento de levantar la caja para ubicarla en su lugar aquel dolor que había comenzado en mi bajo vientre se extiende a todo el abdomen y es cien veces más fuerte haciendo que suelte la caja y esta caiga al suelo resonando en todo el lugar.
—¡Hay! —de mi escapa aquel grito de dolor insoportable. Me desplomo en el suelo, abrazándome por instinto en el abdomen.
—¡Estefanía! —el grito de un preocupado KiHyun, hace que lleve mi cabeza hacia donde provenía su voz —¿Qué te sucede? —enseguida se pone de rodillas a mi lado.
Sin poder contestarle intento quitar una de mis manos de mi vientre para poder tomar su mano y es en ese instante en el que llevo mi mirada hacía abajo, me doy cuenta que el pantalón de mi uniforme en medio de mis piernas, se encontraba cubierto de sangre, formando un charco en el suelo.
Una ola de miedo me invade, mis ojos automáticamente se llenan de lágrimas, miro a KiHyun y sin decir palabra alguna le ruego que me ayude.
—Tranquila, aquí estoy. Respira tranquila, —me muestra como debo hacerlo —no estás sola. —me toma entre sus brazos y sale corriendo de aquel lugar conmigo.
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