Capítulo 3
Interrumpiendo el debate entre Jimin y JungKook por mis sueños eróticos, salí de la cocina con cerveza y soju
— Hablando enserio, es momento que superes a tu ex y a Tae, debes conseguirte un novio o alguien que te haga el favor - menudo consejos los de Jimin - ¿No extrañas tener sexo?
— A mi ex lo superé al siguiente día que nos separamos, y Tae... ¿Por que tendría que superarlo? Nunca fuimos, ni seremos nada. Cambiemos de tema quieren.
— Nosotros te buscaremos novio - me sonreí ante la nueva tontería de Jimin.
— Tratándome como una zorra que se va y se revuelca con cualquier tipo, dudo que alguien me tome enserio - «De todas formas no quiero una relación rosita».
— Es verdad Jimin, espero que las cosas que dices, solo las digas entre nosotros. Quien no la conoce tomaría tus palabras literal.
Me daba pena y ternura que JungKook se crea que soy una chica que está esperando su príncipe valiente cuando soy todo lo contrario, que crea mis mentiras, cuando él estaba por ser mi primera victima si no fuera por que mi borrachera me lo impidió de llevármelo a la cama. En cambio Jimin... creo que algo sospecha desde una salida...
Era la segunda vez que salíamos todos juntos y habíamos salido a una disco, habíamos ido a festejar el cumpleaños de una de nuestra compañera.
Me encontraba en la pista bailando, cuando a lo lejos vi a una presa, me alejé poco a poco de nuestro grupo hasta llegar aquella persona, bailamos y luego de unos cuantos roces me propuso que nos vayamos a un lugar un poco más reservado.
Nos fuimos al primer pasillo oscuro que encontramos, y allí tuvimos sexo. Era muy atractivo el muchacho, no lo voy a negar pero no había sentido absolutamente nada. La música me ahorró aquel patético trabajo de tener que fingir una vez más un orgasmo que jamás había tenido, tampoco tuve que hacerle sexo oral primero como a todos con los que había estado.
¿Por qué siempre debía chupársela para iniciar el acto? En fin, luego del polvo salí de aquel lugar primero y fue cuando me lo encontré sorpresivamente a Jimin. Le dije que debido al alcohol me había perdido tratando de encontrar el baño, cosa que me creyó hasta que vió salir al tipo del mismo lugar que yo...
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Día sábado igual a día libre, podía dormir a mi antojo, pero no, mi estúpido y rebelde cuerpo no tuvo mejor idea que despertarme temprano, aunque le di mil vueltas no pude conciliar el sueño de nuevo.
Mirando a la nada comencé a desayunar; dejé mis pensamientos de lado, tomé mi taza y salí al balcón a tomar aire fresco. El viento fresco del otoño ya oficialmente instalado me podía ayudar a despabilarme, pero no fue el viento quien me llevó abrir grande los ojos, sino él.
Vestía con ropa deportiva, tapó su cabello oscuro con la capucha del buzo y cruzó la calle perdiéndose de mi vista. Un mensaje de mi madre preguntando si había realizado las compras de la semana me saca de mis pensamientos. Me puse en marcha y comencé mi día oficialmente.
Mis compras eran ochenta porciento comida instantánea, quince porciento bebidas de todo tipo y cinco porciento de "comida saludable". Si mi madre supiera me mataría.
Regresaba cargada de bolsas pesadas pero, no fue impedimento de parar en una tienda y comprar un helado. Con dificultad intenté abrir la puerta, por suerte el conserje estaba allí y me abrió.
— Gracias - le sonreí.
— De nada, si apura el paso podrá tomar el ascensor.
— ¡Oh! gracias - hice caso a lo que me dijo y corrí.
Allí estaba él, ocupado con su celular apoyado en la pared. De no ser por mi torpeza de chocar las bolsas no se hubiese percatado que había subido, quedé quieta muerta de la vergüenza.
— ¿Qué piso? - llevó su mano a la botonera.
— Buenos días, cinco por favor. - otra vez como una boba había olvidado de presionar mi piso.
Con su blanca mano tocó el número de mi piso y allí me percaté que el piso siete estaba marcado, ¡Bingo! tenia un dato más de él. La puerta estaba a punto de cerrarse cuando una mujer ingresa por le diminuto espacio, haciendo que dé un paso hacia atrás por el susto y tropiece.
No caí al suelo por que YoonGi fue rápido y evitó que cayera tomándome de las caderas, sentí en mi espalda como si hubiese dado con la pared, sin embargo una pared no es cálida, como si lo era su cuerpo. Su agarre era fuerte, una oleada de calor instantáneamente se hizo presente.
— ¿Estas bien querida? Perdón - se disculpó enseguida la mujer.
— Estoy bien - «Mejor no podría estar»
YoonGi se dio cuenta que había quedado con sus manos en mi cuerpo, lentamente acariciándome las retiró y se disculpó con una reverencia. La mujer bajó en el piso dos, quedando solo los dos en aquel pequeño lugar.
Quería darles las gracias con palabras por no dejarme caer, ¿Adivinen que? Mis nervios no me dejaban. Una vez más recurrí al reflejo de la puerta para admirar su seriedad, de pronto el ascensor se detiene entre el piso tres y cuatro, agradecida que no soy fóbica y ya había experimentado que quede el bendito ascensor.
Al mismo tiempo llevamos nuestros dedos al botón de emergencia.
— Perdón - dije retirando de inmediato mi mano.
Él solo asintió y volvió a su lugar, queria distraerme con cualquier cosa, no queria traer mis fantasías de tener sexo en un ascensor, y mucho menos con él; pero el muchacho no ayudaba mucho.
Tomó su celular y mientras escribía mordía sus labios, luego realizó una llamada llevando una de sus manos al bolsillo del pantalón. Sus manos dentro del bolsillo se movían de una manera algo... particular, «¿Se estaba... mastur...? No, no, dudo que sea un maldito psicópata sexual para hacer eso». Mis ojos se quedaron hipnotizados por aquel movimiento.
— Buenos días señor, el ascensor quedó nuevamente en el piso tres y cuatro. Si... si... muy bien, gracias.
Aclaró su garganta sacándome de la hipnosis «¿Estúpida no te das cuenta que así como tu lo ves por el reflejo, también él puede verte?» Cerré los ojos ante mi conclusión, cuando los abrí nuevamente pude ver una leve sonrisa en su cara.
Sacó su mano del bolsillo y junto con su mano un llavero con el que comenzó a jugar haciendo aquel movimiento que había hecho dentro del bolsillo. Un fuerte calor se apoderó de mi otra vez de vergüenza.
— No sufre ningún tipo de fobia, ¿Verdad?
— ¿Perdón?
— ¿Sufre de claustrofobia o algo?
— Por suerte no.
— Perdón, pero creo que nunca me presente. Min YoonGi - extendió su mano.
— Estefanía - torpemente solté una de las bolsas para devolver el saludo, cayendo algunas cosas de las compras.
Su mano era cálida, su apretón de mano hizo que desde las puntas de mis dedos una extraña sensación recorra mi cuerpo.
— La ayudo - se agachó para buscar lo que se había caído.
— Gracias, no hacia falta.
Me ayudó volviendo las cosas a la bolsa, nos pusimos de pie. Imaginando que iba a volver a su lugar quedó a mi lado mirándome. Lamia y mordía sus labios, lo que hacia me avergüence una vez más, tanto que hizo que baje mi mirada.
¿Qué rayos me pasaba? ¿Ahora a TaeHyung se sumaba mi vecino?
— Disculpa, ¿Puedo? - acercó su pulgar a mi labio inferior - tienes... tienes chocolate.
— ¿Enserio? - asintió «Hay ya llévame diosito»
Intenté llevar mi mano a mi boca para limpiarme, negó y detuvo mi mano.
— Deja, lo hago por ti.
Pasó su dedo delicadamente desde la comisura hasta mitad del labio, a su segunda pasada no pude evitar cerrar mis ojos y abrí levemente mi boca. Con su solo toque sentí el placer que no había sentido con los últimos hombres con quien tuve sexo.
No sé, si fue imaginación mia o que, sentí como si se hubiese acercado a mí; mi trance sexual con él se vió interrumpido por el movimiento brusco del ascensor al ponerse otra vez en marcha, haciendo que ambos volvamos a nuestra realidad. Deseaba que el ascensor llegue a mi piso lo más rápido posible.
Como estúpida por los nervios casi vuelve a caer una de las bolsas.
— La ayudo - tomó dos de las bolsas que llevaba en la mano.
— Está bien, enserio.
— Insisto.
La puerta del ascensor se abrió y bajamos en mi piso, giró para que pueda ingresar los dígitos de la puerta.
— Muchas gracias - tomé mis bolsas.
— No es nada, cualquier cosa mi departamento es el 703.
— Bueno... el mío es... ya ve - me sonreí como estúpida.
Quedamos un momento en silencio mirándonos, dio un paso y se acercó a mi.
— Buenos días - nos interrumpió mi vecina.
En ese momento volvió a taparse con su capucha, hizo una reverencia y se fue.
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