Capítulo 19
Me encuentro con la mirada fija en el café que se encontraba aún en la jarra de la cafetera, con la mente en blanco y caigo en cuenta de ello. Sirvo el café, me siento en el desayunador y me vuelvo a perder, esta vez con la taza entre mis manos; ¿Había perdido la capacidad de sentir el dolor? El café se encontraba casi hirviendo y apenas podía sentir el calor.
Los gritos de mis vecinas me traen a la realidad, otra vez la misma pelea de siempre que luego termina con las señoras reunidas con el conserje a las carcajadas. Desvío mi mirada a una de mis muñecas y veo la marca de las esposas, no son muy graves, nada que el maquillaje no pueda resolver.
Acaricio la "herida" y duele un poco, no de manera insoportable, leve. Miro la otra y en esa no hay rastro de nada, solo una molestia cuando roza la ropa; lo que duele y mucho es mi corazón al recordar que no tuve sus labios, que no lo tuve a él a mi lado como hubiese querido. Me duele recordar como me fui de aquel lugar...
*Recuerdo*
Mientras recuperaba el aliento, pensaba en las veces que tuve sexo casual y en lo equivocada que estaba al pensar que yo era la culpable por no llegar a tener un maldito orgasmo. Al mismo tiempo esperaba a que YoonGi ingrese a la habitación y se quedara a mi lado, pero no fue así, por esa razón busqué algo para cubrirme y salí a fijarme donde se encontraba.
Salgo de la habitación y él salía del cuarto de baño secando su cabello sin nada de ropa que cubra su torso.
—Puedes entrar, tienes todo lo necesario. También está tu ropa. —asentí y cabizbaja me fui al baño como si me hubiese dado una orden.
No eran justamente esas palabras las que quería oír, el espejo una vez más me reflejaba miserable y las marcas que había dejado en mi. A simple vista, de frente no había marcas, más que una pequeña marca rosada en medio de mis pechos.
Las marcas las encontré cuando giré, allí estaban todas. Las marcas de la fusta, sus manos en mi trasero, las marcas de sus mordidas en mi trasero y en la cintura, por último las marcas que no me había percatado que las había hecho: hematomas producidas por chupones.
El no sentir en qué momento me los hizo, los lugares donde los hizo, solo me hacía impresionarme de su sabiduría y habilidad. Las marcas si bien las veía, no eran visibles para las demás personas, al menos que esté en bikini o desnuda.
Me dí una ducha rápida y de pronto caí en cuenta que no sabía que hora era y si con lo de mi ropa allí, indirectamente me pidió que me vaya. Salgo y me lo encuentro prácticamente en la puerta ¿Me estaba esperando?
—El desayuno está listo, vamos —nuevamente asiento — ¿Te comieron la lengua los ratones?
—¿Qué?
—Estas muy callada, pensé que habías quedado muda. Desayunemos, a las 7am viene un auto por ti.
—¿Qué hora es?
—5:50, tenemos tiempo de sobra.
Nos sentamos frente a frente, la mesa del desayunador estaba llena de comida. Me serví solo un poco de café, un cuarto de taza, YoonGi sin mi permiso la llenó un poco más y le agregó algo de leche.
—No quiero... —me miró con mala cara.
—Toma. —me acercó el vaso de jugo de naranjas y una tostada. Luego tomó su celular y se perdió allí.
—¿Tú... nos iremos juntos? —me atreví a preguntar.
—No, —sin apartar la mirada de su celular me contestó —¿Por qué?
—Solo preguntaba. —me miró.
—Olvidé decirte que como sumisa, vendrás y te irás sin mi. —Tenía razón, solo era eso, su sumisa. ¿En qué momento y por qué me confundí que podía ser algo más?
Luego de desayunar por obligación, ayudé a levantar los platos y demás cosas. Me detuvo cuando vió que me disponía a querer lavar los trastes.
—Deja, de eso se encarga la señora de la limpieza.
—Faltan veinte minutos, puedo hacerlo.
—No. —Con ambas manos me tomó de la cintura y me alejó del lavabo.
Sentí su fuerte agarre y su cuerpo cuando chocamos, «Veinte minutos... suficientes para hacer algo.» pensé.
—Está bien. —quise girar para verlo o quizás provocarlo, pero no me dejó.
—Déjame ver. —levantó mi ropa — ¿Duele? —Tocó las marcas en mi cuerpo, en especial la mordida en mi cintura.
—No.
—¿Segura? —asentí. —Ven.
Fuimos hacia la sala y allí lo esperé, volvió con un pequeño botiquín de donde sacó un antiséptico y una crema. Quitó mi ropa y con mucho cuidado pasó el algodón mojado en aquel líquido y luego la crema. El tiempo que parecía sobrar, pasó rápido y el portero fue el encargado de hacernos saber que había llegado el momento de irme; el chofer había llegado.
Me acompañó hasta el ascensor en absoluto silencio, fue el encargado de llamarlo. Fue la despedida más fría que había tenido, si bien él se iba de mi casa sin previo aviso y en absoluto silencio, el que me despida con una fría reverencia fue más doloroso aún...
*Fin del recuerdo*
La pantalla de mi celular se enciende, JungKook me llamaba. Aclaré la voz para que no me escuche triste, quebrada y atendí.
*LLamada*
—¡¡Kookie!! —Intenté que me escuchara lo mejor posible.
—¡Pérdida! —sonreí —¿Aún estás en lo de tus padres?
—No, estoy en casa.
—Mmm... ¿Problemas? —cerré fuerte los ojos, había olvidado que me "había ido" a lo de mis padres.
—No, cuando nos veamos te cuento, ¿A qué debo esta llamada?
—Te extraño. —quedé helada por lo que me acababa de decir. Enseguida se rió —No te creas, solo quería saber como iba la visita a tus padres.
—Ven y hablamos bien.
—Eso estaba esperando que me digas, enseguida voy para allá. Espérame.
—Vale, te espero.
*Fin de la llamada*
Dejé la taza casi llena en el lavabo y arreglé un poco el desastre habitual de mi hogar, mientras limpiaba pensé alguna mentira que decirle a JungKook, siempre que me iba a casa de mis padres lo hacía por dos o tres días. Segundos antes de que llegue me maquillé las marcas en mi muñeca y me coloqué una sudadera, si bien no hacía frío en mi departamento no tenía opción de cómo ocultar las marcas.
El timbre de la puerta de abajo me indicaba que JungKook había llegado, lo esperé en la puerta, cuando el ascensor se abrió la cara seria de él cambió totalmente por una cara sonriente.
—Cerveza para la cena. —Levanta la bolsa que traía en su mano.
—Parece que alguien organizó lo que queda del día. —reí.
—Parece que alguien no quiere que me quede mucho tiempo, me vuelvo a mi casa o voy a lo de Jimin. —giró.
—¡No! Tú te quedas aquí. —Lo tomé del brazo y lo jalé hacia mi, haciendo que el brazo de JungKook me abrace por la cintura. Nos sonreímos algo incomodos e ingresamos. —Primero debemos merendar.
Como era nuestra costumbre, nos sentamos en el suelo, enfrente del televisor absurdamente encendido y allí con café de por medio comenzamos a hablar.
—Dime la verdad, ¿Por qué te volviste de tus padres?
—Tenían organizado una salida desde hacía mucho tiempo.
—¿No te tuvieron en cuenta sabiendo que ibas?
—Ahí estuvo el problema, fui sin avisar. Les quise dar una sorpresa y la sorpresa me la llevé yo. Habían planeado una salida para dos, me invitaron, pero...
—No quedaba bien intervenir en una cita.
—Exacto, así que pues nada. Tomé mis cosas y regresé temprano.
—Me toca, tengo chisme.
—Ya decía que no ibas a venir a verme por que si.
—Siempre vengo, en cualquier momento me quedo a vivir contigo. —sonrió —Ayer por salir temprano te perdiste de la gran novedad, tenemos jefe nuevo.
—¿Cómo así?
—Tenemos dudas de que relación pueda tener con el dueño.
—¿Por qué?
—Lleva el mismo apellido del dueño, Yoo... Yoo Ki... —hizo un esfuerzo por recordar el nombre —Bueno, Yoo estoy seguro que es.
En ese instante recordé a nuestra gerente con aquel hombre en el callejón, ella lo llamó señor Yoo. No había escuchado mal.
—¿Y será nuestro jefe?
—Si, mañana Jin, Tú y los que salieron temprano tendrán una reunión con él. El tipo tiene actitudes un tanto altaneras, ya me cayó mal. —me sonreí —Lo peor es que debe tener nuestra edad, a lo sumo dos años más.
—Gracias por el dato,
—¿No tienes calor con esa sudadera? —«Oh, no...» Negué —Eres extraña Estefanía.
Pasó su brazo por encima de mis hombros y me acercó a él, quedamos un instante mirándonos a los ojos. Su mirada pasó a mi boca, su mano fue hacia mi nuca, acercándome poco a poco a él, estábamos a nada de besarnos.
Con la excusa de que ya era hora de pedir la cena, salí de aquella situación poniéndome de pie. Lo que restó del día, lo pasamos con Jimin, quien llegó junto con el pollo frito.
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Como es habitual en mi, los días lunes siempre llego sobre la hora. En la puerta de ingreso estaba Jin quien con señas me dá el aviso que apure mis pasos, corro, lo saludo con un choque de puños y nada más al poner un pie dentro me encuentro con un hombre que no había visto nunca; deduzco por la seriedad que se trata del nuevo jefe del que me había hablado ayer JungKook.
Me miró de pies a cabeza con los brazos cruzados, enseguida lo saludé con una reverencia.
—¿Estamos todos? —preguntó sin devolver el saludo. «Idiota.»
—Si. —contestaron dos de mis compañeros.
—Ok, síganme.
Como patitos, en fila lo seguimos hasta el comedor y allí fue la reunión. Éramos bastantes pocos y aún así estábamos juntos enfrente de él.
—Mi nombre es Yoo KiHyun y a partir de hoy seré su nuevo gerente de sucursal, espero nos llevemos bien. Hablé con la anterior gerente y me habló de una persona en particular, con lo cual cuando termine de hablar con todos, esa persona debe quedar para poder hablar a solas. —Mis compañeros comenzaron a murmurar.
¿De quién habrá hablado Cruella? ¿Qué habrá dicho? ¿Qué pasó con ella?
Muchas preguntas comenzaron a surgir, y una pregunta en particular daba vueltas. ¿Quién será esa persona? Jin me dá un golpe en el brazo para que preste atención a lo que decía el tipo, JungKook tenía razón, es bastante arrogante y cae mal nada más al verlo.
—Eso es todo por el momento, como ya les dije, soy muy exigente. Espero nos llevemos bien, por el bien de todos. Se pueden retirar a excepción de... Estefanía. — miró su celular para consultar el nombre que debía decir, abrí grandes los ojos y todas las miradas de mis compañeros se posaron en mi. —¿Quién es?
—Yo. —dije tímida.
Volvió a mirarme, estoy segura que con esa mirada supo como estaba de salud. Me indicó que tome asiento, mordió su labio inferior y una vez que se retiraron todos comenzó a hablar; me sentía nerviosa ¿Por que tenía el presentimiento que su presencia podría traer complicaciones?
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