Capítulo 15 ⚠️
Todos los chicos salían del trabajo tarde, era la única de nuestro grupo que salía temprano y una hora antes de lo habitual. Me despido de los chicos y nada más atravesar la puerta, me pongo mis amados e infaltables auriculares.
Presiono el botón de play y suena la canción en donde había quedado por la mañana, es un placer desconectarme del mundo aunque, algo me conecta nuevamente. En la entrada del callejón veo a un hombre de espaldas y a mi gerente cabizbaja como si estuviese siendo regañada, a medida que me acerco lentamente veo que sus manos se encuentran entrelazadas al frente, lo que me confirma que está siendo regañada por esa persona.
Cruella se percata de mi presencia y con solo mirarme unos escasos microsegundos, se siente avergonzada y me quiere matar al mismo tiempo, por lo que decido bajar mi mirada y huir de aquella embarazosa escena. Cuando paso por su lado escucho:
-Lo siento señor Yoo, no volverá a ocurrir.
«¿Señor Yoo?» Me surge esa pregunta, el señor Yoo, dueño de la tienda, el que yo conozco no era. El señor es de unos... cincuenta años, tal vez unos años más; a pesar de su edad es alto, de buen estado físico, no estoy diciendo que es guapo, solo que por su edad está bien físicamente.
Esta persona sería de mi estatura y de apariencia joven ¿Quién podría ser? Y por qué le pedía perdón.
Sin darme cuenta por estar pensando quien podría ser, llegué a la cafetería, hago mi pedido de siempre y continuo mi camino a casa. Vuelvo a reproducir las canciones que pasaron y no escuché por estar sumergida en aquel enigma.
Mi caminata iba en apariencia bien, normal, hasta que ingreso a la zona más "desértica", entre canción y canción el silencio me dejaba espacio para sentir el sonido ambiente de mi alrededor. Y fue entonces cuando comienzo a percibir que algo no andaba bien, una persona detrás de mí, todo cubierto se encontraba bastante cerca, algo que comenzó a molestarme.
Todo lo que pensé en ese instante fue que se trataba de una paranoia mía, la descarté cuando aceleré mis pasos y ese hombre hizo lo mismo. Me puse nerviosa, no tenía a quien llamar, tampoco quería tomar un taxi por unas calles. Lo único que se me ocurrió fue tomar de mi bolso, sin detener mis pasos, un bolígrafo. Si algo quería hacerme me podía defender momentáneamente con ese elemento.
Una vez más aceleré mis pasos, queriendo que el tipo desistiera. El final de la playlist que otra vez había pasado a un segundo plano, me deja escuchar con claridad:
-Me encantaría probar ese culo, si así se mueve cuando camina, no quiero imaginar en la cama. Te cogería duro, metería mi pene en ese delicioso culo.
El café de pronto se me subió a la garganta de la repulsión por lo que acababa de decir.
-¿Qué le parece si meto esta botella en su culo? - en seco detengo mis pasos al reconocer la voz - desaparezca si no quiere que lo haga, y lo digo enserio. -Mis ojos se llenaron de lágrimas y mi cuerpo temblaba, la corrida del tipo se escucharon claramente. Mis piernas no me respondían, reaccioné cuando una mano tocó mi brazo.
Giré y lo vi a él, la botella que de verdad tenía en la mano, la dejó en un cesto de basura que había allí, todo lo que pude hacer fue abrazarlo y largarme a llorar.
-Sshh... todo pasó. - me envolvió con uno de sus brazos por la cintura, y su otra mano llevó mi cabeza a su cuello. Sentía su respiración algo acelerada, su característico aroma y su calor, que me envolvió por completo.
~~~~~~~~~~~~~
-¿Estás bien?
Ya en mi departamento, me volvió a preguntar mientras me alcanzaba un segundo vaso de agua. Como si se encontrara en su casa, YoonGi se encargó de dejar mis cosas en mi habitación y de servirme el agua.
-Si, estoy bien.
-¿Por qué no reaccionaste y le pegaste una patada en los...?
-No lo sé. - lo interrumpí - Me tomó por sorpresa lo que dijo, además... si lo ignoraba iba a ser lo mejor.
-Debes de tener más cuidado, y si es necesario le partes la cara o las pelotas. - asentí.
-¿Tu... tú también me venías siguiendo?
-¿Me crees un acosador?
-No, - me apuré a contestar - por supuesto que no.
-Un compañero de trabajo se ofreció a alcanzarme hasta mi casa, le dije que me bajara antes. No me gusta que sepan donde vivo, fue cuando te ví caminar con prisa y al tipo hacer lo mismo. Me dí cuenta que algo no andaba bien y los comencé a seguir.
-Que loco, el tipo me seguía a mi, tú al tipo... - me sonreí forzada.
-Quería verte, - dijo de pronto - pero, no así.
-¿Me querías ver?
-Si, es que recordé que debía de hablar sobre una cosa.
-Dime.
-No es el momento, quizás mañana. - se puso de pie.
-¿Te vas? - asintió y de inmediato me puse de pie.
-Date una ducha, come y ve a descansar. - dijo aquellas palabras mientras se dirigía a la puerta, sin mirarme.
-Espera, - me acerqué de prisa, y tomándolo completamente desprevenido lo besé - gracias amo.
Me miró totalmente desconcertado, no decía nada. Tomé sus manos, las llevé hacia mi cintura y volví a besarlo; se negaba a devolverme los besos, fue tanta mi insistencia que cedió.
-Déjeme agradecerle, no me rechace. - le susurre al oído.
Una vez más llevé mi boca a la suya y correspondió mis besos, sin dejar de besarlo lo guié nuevamente hacia el sillón sin oposición de su parte. Me senté sobre él y con suaves movimientos me movía, haciendo que nuestras partes se rocen.
Quité su saco, corbata y uno a uno desabroché los botones de su camisa dejando al descubierto su pecho. Podía sentir como su erección se hacía presente con cada roce, lo cual hacía salir de él un suave sonido de placer; me sentía muy bien al saber lo que podía causarle.
Una de sus manos se coló por debajo de mi ropa y al compás de sus besos acariciaba mi espalda, su hábil lengua jugando con la mía, sus suaves mordidas en mis labios me generaban las ganas de querer complacerlo de una manera más carnal. Quitó mi ropa y centímetro a centímetro besó mi piel hasta llegar a mis senos.
Lamía, besaba y mordía como solo él lo sabía hacer, turnándose con cada uno. No sabía que podía excitarme tanto con solo ese acto, algo que experimentaba por primera vez también gracias a él.
El lugar se había inundado con una armoniosa y suave melodía entre el ruido de sus besos y mis suaves casi inaudibles gemidos.
-Mírame. - las primeras órdenes se hacían presentes.
Con algo de pudor bajé mi mirada, me encontré con unos bellos y brillosos ojos. ¿Qué clase de hechizo me había hecho este hombre? Mis dedos jugaban en su cabello, mientras era la espectadora de cómo disfrutaba de mis pechos.
Decidí que era mi turno, desprendí su pantalón y con total educación dí por terminado su juego. Me coloqué de rodillas y liberé su miembro, mordí mi labio inferior al verlo erecto y listo para mí. Lo tomé con una de mis manos y lo llevé a mi boca, lamí suavemente. Sabía a YoonGi, sabía a la perdición hecha persona.
«Eso es maldita zorra, chupa sin parar. ¿Acaso no es eso lo que tanto te agrada hacer?» Mi lado oscuro salió a la luz.
Entraba y salía de mi boca al mismo tiempo que mi mano subía y bajaba haciendo una leve presión, escuchaba como contenía sus gemidos. Su respiración agitada lo delataba y mi demonio me alentaba a que lo haga más rápido para así hacerlo acabar y llevarme el triunfo.
-¡Aahh...! - ya no pudo contenerlo más - Detente. - suavemente me quita su miembro de mi boca. Toma mi rostro y lo guía hasta el suyo - Es mi turno. - sus ojos brillantes fueron reemplazados por su oscura y tenebrosa mirada.
Me ayudó a ponerme de pie, quedando frente a él. Llevó su boca a mi vientre al mismo tiempo que bajó mí pantalón con mis bragas, me besaba, quedando totalmente desnuda.
-Ponte en cuatro sobre el sillón. -Ya no era YoonGi mí vecino heroico, era mí demandante amo - Una pierna sobre el sillón y haz apoyo con la rodilla, la otra pierna fuera, estirada sosteniéndote con el pie.
Supongo que mí cara de no entender habría sido evidente, ya que me ayudó a colocarme como debía. Se ubicó detrás de mí y con su mano verificó la humedad de mi intimidad.
-Mmm... - acarició lenta y deliciosamente. - Tenía razón el maldito desgraciado, - abandonó mi intimidad y acarició mi glúteo derecho - tienes un hermoso... - apoyó su erecto miembro en mi trasero - y tentador... - introdujo la punta de su miembro en mi cavidad - culo. - entró en mi por completo, haciéndome gemir.
Me embestía lento pero, profundo. Quizás por la pose en la que estábamos lo sentía por completo en mí, poco a poco aumentó el ritmo sintiendo aquellas cosas que solo él lograba una vez más.
-Aahh... - salía de mi.
-¿Te gusta? - asentí - Con palabras.
-Si... amo. - las palabras salían entrecortadas por el placer y el movimiento.
Mi respuesta positiva lo incentivó a ir más rápido, estaba a punto de llegar al clímax, cuando se detuvo de repente. Acarició mi trasero nuevamente y lo siguiente fue una palmada que me tomó por sorpresa.
-Hay... - había salido de mí, en algo así como un gemido y una queja de dolor.
-Esto es por no defenderte de esa mierda, - repite la acción una vez más - esto es por preocuparme. - esta vez lanzo un gemido muy claro, no distingo si lo que me excita son sus palmadas o sus palabras - Y esto, porque no me agrada que siempre me provoques a estas situaciones. - me sonreí al escucharlo.
-Perdón. - me sale de forma aniñada.
Vuelve a embestirme, entra y sale de mi, otra vez nuestros sonidos de placer se vuelven a escuchar. Siento su peso y es entonces que un gemido incontrolable y fuerte sale de mi, que lo calla poniendo su mano en mi boca. Una vez silenciado, su dedo índice ingresa a mi boca y comienzo a lamerlo.
Ya no distingo en donde me encuentro, un fuego invade mi cuerpo, empiezo a perder los sentidos. Mis piernas tiemblan, mi vientre se contrae, no hay duda que estoy sintiendo el mayor orgasmo de puta vida.
«¿Esto es lo que estabas buscando y ningún inservible hombre te lo pudo dar?» Mi demonio me habla una vez más «Eres una maldita puta que le gusta que la follen»
-Eso es nena, - la voz de YoonGi acalla a mi demonio - acaba para tu amo.
Me siento liberada y no hizo falta más que una fuerte embestida para llegar al orgasmo.
-¡Mierda! - maldijo fuerte - disculpa nena.
Retira su miembro rápido y no entiendo porque las disculpas, hasta que siento un líquido recorrer mi espalda. Había acabado sobre mí, con la poca conciencia que me quedaba, me di cuenta que habíamos quebrantado una de las reglas.
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