Capítulo XV

Jamás pensó que al decirle que se viniera en dos días a Grecia estuviera justamente hoy enfrente de su casa con maletas y todo. Una sonrisa en sus labios era lo que veía en el rostro del hombre que tenía al frente. Aún seguía en su transe, no podía creer eso, creía todo menos que él estuviera ahí presente, pero lo conocía como la palma de su mano y sabía perfectamente que él era capaz de dejar todo con tal de venir hasta donde él estaba.

—Degel vine tan rápido como pude, espero que no te enojes por qué me dijiste claramente que viniera en dos días, pero ya me conoces y sabes cómo soy, así que vine hoy por ti —sonrió.

Degel pestañeó un par de veces, escuchar esa voz y ver esa sonrisa le traía varios recuerdos. Suspiro y solo sonrió ante él.

—Hablaremos de eso adentro, ven pasa te ayudo con las maletas.

El peli verde había ayudado a entrar todas las maletas a su sala, el menor no le quitaba la mirada encima. Al mirarlo noto algo que le molestó un poco.

—Veo que creciste más de la cuenta —comentó.

— ¡Claro!, Ahora me encuentro más alto. Ahora que te veo bien puedo decir esto que esperé por mucho tiempo decirte, ¡¿Quién es el enano ahora eh?! —dijo burlón con una sonrisa victoriosa.

Degel solo se cruzó de brazos y lo miró de mala gana. Aún no podía creer que su pequeño había crecido más que él.

—Jum, solo creciste enano, más no creas que eso no quita que sigas siendo menor en la edad que yo —saco una sonrisa ante sus palabras.

El menor lo miró mal y solo se dedicó a mirar a otro lado.

—Tres años de diferencia de edad y tres centímetros de diferencia en estatura. Solo es eso —comento serio.

Degel solo río ante eso, sabía que su pequeño estaba molesto por recalcar su edad. Movió la cabeza levemente y le dedicó una sonrisa, el menor se calmó al ver las pocas sonrisas que había visto del francés.

— ¿Mami en dónde estás?

Ambos fijaron su mirada en el más pequeño que estaba en la entrada de la cocina observando con curiosidad al hombre que estaba al lado de su madre.

— ¿Mami quién es él? —preguntó mientras se acercaba a ambos. El pequeño francés había quedado al lado de su madre que solo lo miraba con amor.

Camus tenía la mirada puesta en aquel hombre de melena azulada. Le llamaba mucho la atención su melena y su sonrisa que le recordaba mucho a Milo. La verdad el menor había notado que ese hombre era idéntico a su pequeño muñequito. Ahora tenía mucha curiosidad de saber quién era él.

— ¿Mami él es un violador? —fue lo primero que se le vino a la cabeza para hacer caer mal a su madre por no haber respondido a su anterior pregunta.

Ambos se miraron ante la pregunta del más pequeño.

—No creo que sea un violador ¿O sí? —dijo extrañado el peliazul ante el francés mayor.

—Jamás lo has sido por qué no recuerdo haberte criado de esa manera ni mucho menos mi padre —comentó.

— ¿Mami si no es un violador que vino a robarnos quién es? —pregunto nuevamente.

Se escuchó tremenda carcajada por parte del peliazul que no paraba de reírse. Degel lo miró curioso sabiendo el por qué tanto escándalo.

—Lo siento, es que me sorprende que tú hijo piense que sea un violador que quiere robarlos, digamos que yo solo soy turista —bromeó.

Camus se estaba enojando cada vez más, quería saber quién era ese sujeto y miró a su madre con furia. Degel solo suspiro rezando por todos los cielos de que su hijo no hiciera más escándalos.

—Bien te lo presentaré —el semblante del menor había cambiado a uno emocionado y continuo—. Él es mi mejor amigo de la infancia, se llama Kardia Antares, él es el pequeñito que cuide cuando solo tenía seis añitos. Kardia y yo hemos estado juntos toda la vida y está aquí hoy para solucionar un problema conmigo y después se irá —dijo tranquilo.

Su pequeño miró al peliazul, ahora tenía muchas preguntas que hacerles a ambos. Kardia miró confuso a Degel y algo nervioso, el galo mayor había notado eso y no perdió mucho tiempo para preguntar qué pasaba.

— ¿Por qué miras así?, ¿Kardia hay algo que yo no sepa? —el menor afirmó eso algo inseguro de lo que diría. Degel solo espero a que este le dijera de qué se trataba.

—Pues veras yo... no vine solo para después irme si no que... —bajo su mirada jugando con sus dedos, sabía que el mayor se enojaría mucho por lo que le diría.

— Kardia solo dime qué está pasando —exigió.

—Yo dejé todo por ti... —susurro.

— ¿A qué te refieres con que dejaste todo? —pregunto enarcando una ceja.

—Es que... cuando me dijiste que viniera yo dejé todo, me refiero a que deje mi empleo, vendí mi casa y traje todas mis cosas para venir a vivir contigo —dijo cabizbajo.

Degel frunció más el ceño, ahora sí estaba enojado.

— ¡Solo te dije que vinieras no que dejaras todo!, ¡Ni tu trabajo ni que abandonaras tu casa!, ¿Por qué malinterpretar todo lo que te digo? —declaró molesto.

—Porque ya no quería estar solo ¿Sí?, Yo... yo pensé que querías que volviera a estar contigo como cuando vivíamos juntos y me cuidabas y esas cosas. Me había cansado de estar en Francia, me sentía aburrido ya que no conocía a nadie, no salía y me sentía muy solo, solo fui allí por qué tú me lo pediste por qué te juro que nunca lo hubiera hecho y me hubiera quedado contigo. No me importaría trabajar como mesero o cualquier trabajo como esos, solo quiero estar contigo y tu pequeño Camus —formuló exasperado.

Degel quedó en silencio ante eso. Camus los miraba a los dos con confusión, pero se hizo una idea del por qué su mamá lo había llamado a él.

—Mami el bebé.

Ambos lo miraron, Kardia nohabía entendió a lo que se refería el pequeño con el supuesto "bebé"y Degel ya sabía que su pequeño se había dado cuenta de su plan.

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