8

Apareció Itto de la nada viendo la escena, tal vez medio rara a sus ojos. Azul arrastrándome de los hombros mientras yo pataleaba y tenía el rostro medianamente lloroso.

— ¿Qué te pasa, Itto? ¿Por qué tan molesto?

— ¿¡Qué es que acaso no sabes como tratar a una mujer!? ¡Déjala! — Gritó con una molestia innegable. Parecía incluso que una vena en su rostro iba a reventar.

Azul no me soltó incluso con eso. Parecía que había una disputa de poder entre esos dos en ese momento. Aunque más que disputa, era como que Itto estuviera tratando de ir contra normas establecidas. Lo digo, porque el único que no estaba en sus cabales era él.

— No sé que diablos te ocurre, pero ni en tus sueños TÚ me vas a hablar de esa manera ¿Qué mierda te pasa? Y solo lo preguntaré una vez— Respondió con voz firme y autoritaria, el mismo chico que se portó dulce toda la noche conmigo.

— A ti no te importa una mierda que me pasa. Solo déja-

Azul rápidamente me dejó caer sin importarle nada. En un abrir y cerrar de ojos este mismo se acercó a Itto y le dio un puñetazo directo al rostro, el cual lo tumbo al suelo violentamente.

Desde el piso veía a Azul, el cual estaba frente a Itto, dándome la espalda. En ningún momento bajó su rostro para ver el de aquel al que acababa de agredir. Se notaba tan poderoso y con grandeza, como un líder castigando a su súbdito. Sus hombros anchos, en los cuales los bordes reflejaba la iluminación que por delante lo alumbraba servía para aumentar ese poderío que la misma imagen daba a entender. Por otro lado Itto, en el suelo con las manos en su herida y tratando de evitar hacer contacto visual conmigo, era tan diminuto al lado de aquel hombre que lo había derribado de un golpe. Había sido humillado por Azul, quien afirmó no solo su posición, sino también su poder por sobre el de Itto.

Azul acabó dándole una patada en el estómago a Arataki el cual se revolvió de dolor y terminó escupiendo sangre. Era innegable la fuerza de Azul, así como la nula compasión que le tenía al que se supone que fue su compañero, o mejor dicho, que es su compañero.

— ¿Y en este estado te la quieres llevar? En el suelo a penas pudiendo moverte, con un ojo morado y escupiendo sangre, ¿crees que es lo mejor para ella? Empieza a actuar como un hombre ¿Qué acaso no sabes como tratar a una mujer?— Dijo Azul alzando medianamente la voz.

En todo momento tenía esa actitud; entre padre, maestro y verdugo. Era como que tuviera cólera, pero a la vez un cariño paternal; incluso dentro de lo que la agresión se trataba. Aún con lo raro que suene ello, con lo que demostraba poder, era a su vez una forma de demostrar amor ¿Por qué? Es que tenía la misma voz, no de un bully, sino de un padre tratando de explicarle a su hijo lo que es el bien y el mal. Aquella agresión tan bestial iba de la mano con el amor que sentía por él. Tal vez sea que en este mundo la compasión y el amor no son más que antónimos. Azul lo ama como un padre ama a un hijo, razón de ello es que no quiere que se equivoque y usará todos sus medios para lograrlo.

—Por favor— Gimió Itto con las pocas fuerzas que le quedaban— Solo llévala a casa ...

Azul se colocó de puntillas y tomó la mano de Arataki en señal de hermandad con un fuerte agarre y sacudida, como si nada hubiera pasado. Ello sin en ningún momento agachar la cabeza; supongo habrá bajado la mirada, sin embargo, su cabeza en ningún momento dejaba de tener esa postura de liderazgo. Él se le acercó un poco, se susurraron algo y luego volteo hacía mí.

No lo niego, me dio miedo. Ahora no quería yo terminar en el suelo gimoteando del dolor como Itto justo estaba. Supongo que mi mirada o mi comportamiento lo habrán hecho notado, pues lo primero en hacer fue reafirmarme que no me haría daño.

— No te voy a hacer nada— Dijo al voltear con una expresión de amabilidad, de nuevo, como si nada hubiera pasado; o por lo menos, como si lo que acababa de pasar fuera normal.

Viendo que no le contesté nada y seguía atónita, suspiro, supongo que de la frustración y cambió su actitud amigable por la misma que tenía con Itto.

— Mira, esto no es discutible. Me dirás donde queda tu casa y te dejaré ahí ¿Entendido?— Impuso de manera que solo él sabe.

— De ... acuerdo.

Y así esa larga noche terminó. (Entrar a casa no fue fácil, pero, diablos, no fue tan interesante).


Miau (Bombardeen a la universidad, como que la mayoría de mis notas son 17 y tengo pp de 16). Sorry por la tardanza, la universidad me tenía agarrada del cuello.

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