Capítulo 8

ALEX

Cuando mi madre y mi abuela llegaron a la casa de los abuelos de Gabriela, pude escuchar ruidos y risas que venían de la otra casa de los abuelos de ella, por lo que me imagino que Gabriela se lo debe estar pasando bien, cosa que me alegra más que nada.

Debo admitir que estar con su familia era algo fácil después de que me perdonasen todo lo que le hice, y cada día quedaba más impresionado por la relación que mantenían entre ellos, sobre todo Gabriela y Kevin, por lo que me pude enterar en una de las comidas que hicimos antes de que Paula me disparase, la gente por lo general pensaba que eran pareja, lo cual me hacía gracia.

"¿Qué es lo que te tiene tan pensativo en este momento?" preguntó Carlota, apareciendo a mi lado de repente "Pues la verdad de todo." dije sinceramente "Cuéntale a tu amiga que es lo que te pasa. ¿Te sientes incómodo estando aquí?" cuestionó y negué, porque no estaba para nada incómodo la verdad "No es eso Carlota."

"¿Entonces?" continuó preguntando "Es que después de todo lo que pasó entre Gabriela y yo, no me esperaba que me fuesen a perdonar así de fácil." admití finalmente "No ha sido fácil." apuntó y negué, porque sí que lo había sido "Claro que lo fue, pudieron hacerme la vida imposible para intentar que dejara a Gabriela, y no hicieron nada, solo aceptaron a pesar de que pensaban que no le convenía a ella."

"Primera de todo, sabes de sobra que no ibas a dejarla, y mucho menos lo permitiría Gabriela. Segunda, ellos acabarían por entender que eres la persona que hace feliz a Gabriela, y todos la quieren ver feliz. Se puede decir que Gabriela creció antes de tiempo con lo de Rebeca, creo recordar que tenía como ocho años cuando empezó con la enfermedad y ya pudiste ver por ti mismo que siempre ayudaba a su madre, y luego se hizo madre de la nada, ¡¡¡¡vais a ser padres!!!! Ellos iban a tener que terminar por entenderlo. Además, en eso se basa su familia, en que todos sean felices, y como eres la felicidad de Gabriela, pues te tendrían que aceptar de una manera u otra." dijo con una sonrisa en el rostro "Es impresionante su familia, lo debo admitir."

"Verdad, pero te acostumbrarás a eso, no te preocupes, pasarás a pertenecer a su familia." aseguró y una pequeña sonrisa apareció en mi rostro "Y no veas como me alegra eso." respondí sinceramente "Se te ve, pero lo que me pregunto ahora mismo es porque todo está tan silencioso en la otra casa." dijo, mirando hacia la otra casa "Pues no sé, estarán hablando." contesté, encogiéndome de hombros "Eso no es normal, sabiendo como es Gabriela y como le gusta despertar a la gente, créeme que no es normal que todo esté tan silencioso."

"¿Por qué lo dices?" pregunté con curiosidad "Gabriela tiene una manera peculiar de despertar a la gente en los días que está como hoy." confesó y fruncí el ceño sin entender a que se refería exactamente "¿A cómo está hoy?" pregunté "Vamos Alex, tú mismo pudiste notar que no está enfurruñada con la vida ni nada." apuntó y negué "Nunca está enfurruñada con la vida." aseguré "¿En serio no dormiste con ella o qué?"

"Claro que dormí con ella, pero no entiendo que tiene que ver que esté enfurruñada con la vida." insistí, porque puede que mi prometida se despierte no del mejor humor, pero eso no quiere decir que esté enfurruñada con la vida "Gabriela es una de esas personas que siempre se despiertan de mal humor." respondió y negué "No despierta de tan mal humor como me quieres hacer creer, no sé de qué me estás hablando." admití "¿Me vas a decir que nunca viste a Gabriela de mal humor por la mañana?"

"Ver sí que la vi, pero eso no tiene nada que ver con que despierte de mal humor." aseguré "Bueno, igual cuando duerme contigo no despierta de mal humor, pero cuando no lo hace, despierta de muy mal humor, motivo por el que nadie se atreve a despertarla, hay que tener agallas para ir a despertar a Gabriela, y ya no te cuento el humor que le queda cuando no puede tomar su café."

"Sé que no tomar café la enfurruña, pero eso a que esté todo el día enfurruñado no me encaja con Gabriela." informé y esta rodó los ojos "Pues sí, pero a lo que me refería, hoy está de un gran humor, hace tiempo que no se la ve así de contenta, y por lo general, cuando está así de contenta, es cuando le gusta molestar a los demás."

"¿A qué te refieres?" pregunté con curiosidad "Por lo general, Gabriela es tranquila y no mataría a una mosca y mucho menos molestaría a alguien, pero hoy es uno de esos días en que lo hace, es su momento de ser una niña pequeña." admitió "Pero eso es bueno, no siempre va a ser la madura." dije con una gran sonrisa "Y lo sé, solo te aviso para que no te lleves una sorpresa y para decirte que no te separes de ella demasiado tiempo."

"¿Por?" pregunté, esta vez frunciendo el ceño "Porque hoy es imposible, o al menos casi imposible controlar que no haga algo, y como sabes, no puede hacer esfuerzos." apuntó "Si, lo sé, pero no creo que lo haga." dije, pero no completamente seguro "Hoy más que cualquier otro día tiene mucha energía, la tendrá que gastar de algún modo." Estaba seguro de que Gabriela no haría nada que pusiese la vida de nuestro hijo en riesgo, y aunque casi siempre intentaba convencernos de que la dejáramos hacer algo y se enfurruñaba, sé que en el fondo lo entendía y por eso no insistía mucho en eso.

"Está bien, si te quedas tranquila con eso, no me separaré de ella en cuanto llegue." Es en ese momento en el que entran por la puerta sus primos, Ana y luego ella, y es cuando me fijo en su mano, lo que hace que me preocupe y me levante para ir junto ella. "Hermosa, ¿Qué es lo que te ha pasado?" pregunté "Nada, solo me caí." dijo como si nada "¿Te caíste y lo dices así tan tranquila?" cuestionó su mejor amiga con el ceño fruncido "Carlota, no me pasó nada."

"Bueno, yo no diría que un esguince no es nada." dijo Roberta por detrás de mi prometida "No es nada Roberta teniendo en cuenta que pudo haber pasado algo mucho peor." comentó Gabriela con una sonrisa en el rostro "Lo sé, lo sé, pero no digas que no es nada." se defendió la chica "¿Te hiciste daño en algún otro sitio que no sea la mano mi reina? Y contéstame con la verdad, no te preocupes por preocuparme."

"Amor, de verdad que estoy bien, solo me lastimé la mano. No me duele nada más, en serio." aseguró "Lo que te dice es cierto, la revisé y le pregunto si llevó algún golpe en el estómago, todo está bien." respondió Roberta lo que hace que respire un poco más tranquilo. No es que no me fiase de ella, porque era la persona de la que más me fiaba, pero teniendo en cuenta que no le gusta preocupar a nadie, se podía estar guardando que le dolía algo más para no preocuparnos a ninguno de nosotros.

La hora de comer no tardó nada en llegar y nosotros estábamos sentados hablando. Gabriela se veía feliz y eso era genial, me encantaba verla así. Lo que más me llamó la atención esta vez es que no fuese a ayudarlos a poner la mesa en cuanto dijeron que era de ponerla, pero luego pensé que igual no iba a ayudar por la mano.

Aun no entiendo muy bien qué es lo que pasó para que Gabriela saliera corriendo hacia no sé dónde en el momento en el que llegó la comida a la mesa y todos se quedaron mirando extraño entre ellos, pero yo no tardé nada en seguirla y cuando me la encontré vomitando, por lo que me acerco a ella para aguantarle del pelo y pasarle la mano por la espalda. Cuando terminó, se sentó en la silla que había allí y se apoyó en la pared.

"¿Segura que estás bien, hermosa?" pregunté y esta asintió "Si, no te preocupes." aseguró "¿Cómo no me voy a preocupar si esta mañana estabas bien y ahora estás vomitando?" pregunté preocupado "No te preocupes, en serio, estoy bien. Sólo es que ese olor me hace vomitar, eso es todo." respondió "¿Qué olor?" pregunté un poco confundido "El de la leche. Al hacer la salsa, le tuvieron que echar mucha leche, y ahora mismo no la puedo ver de delante, odio el olor. Lo mismo me pasó a la mañana cuando estaba abajo."

"¿Tendrás una alergia o algo?" cuestioné, intentando encontrar una explicación lógica "No, el embarazo." dijo "¿Ahora te hace mal la leche?" cuestioné y esta negó con una pequeña sonrisa en el rostro "Es que ni la llego a probar, solo es el olor que es horrendo." Justo en ese momento aparece la abuela de Gabriela por la puerta con cara de preocupación y acaba por ponerse delante de ella.

"¿Estás bien Gabriela?" preguntó Ángela "Si, no te preocupes, pero no puedo ir a comer junto a vosotros ahora mismo." informó mi prometida y su abuela frunció el ceño "¿Por? ¿Te encuentras mal?" preguntó y Gabriela negó "No, solo que ahora mismo no soporto el olor a la leche." confesó "¿Y eso?"

"Os lo explicaremos una vez acabéis de comer." respondió Gabriela con una sonrisa en el rostro "Pero entonces ¿Qué vas a comer? Porque déjame decirte que debes comer." apuntó Ángela y asentí con una sonrisa "Y lo hará Ángela, no te preocupes por eso. Me encargaré yo mismo de que lo haga." aseguré "Está bien, te la dejo. Encárgate de que coma." pidió y nuevamente asentí "Obviamente que lo haré."

"Bueno, pues te avisamos cuando terminemos de comer. ¿Nos cuentas luego lo que te pasa?" preguntó y Gabriela asintió "Si abuela, es algo que debéis de saber todos, va siendo hora." respondió "Si lo quieres decir nosotros te escucharemos encantados. Hasta dentro de un rato." se despidió "Hasta dentro de un rato abuelo." Con eso su abuela se fue y nosotros nos quedamos en el baño, más que nada porque Gabriela seguía sentada.

"Bueno hermosa, debes comer." dije "Lo sé, pero déjame lavarme los dientes." pidió "Yo te esperaré aquí, por eso no te preocupes." aseguré "Hazme un favor." dijo Gabriela echando pasta de dientes en el cepillo "El que quieras." respondí rápidamente "Ve junto a Kev y pídele las llaves de la casa."

"¿Para qué las necesitas?" cuestioné con el ceño fruncido intentando entender que es lo que pasaba por su mente "Solo las necesito." respondió "Está bien, no tardo nada." Iba a besarla, pero se apartó antes de que pudiese hacerlo lo que hace que me quede mirando para ella sin entender que es lo que estaba pasando, pero en su cara se podía ver una gran sonrisa. "No pienso besarte con este sabor horrendo de boca, amor."

"A mí no me molestaría." aseguré "Pero a mí sí, luego te doy todos los que quieras." aseguró y elevé una ceja "¿Eso es una promesa?" pregunté con una sonrisa empezando a formarse en mi rostro "Lo es, ahora vete a por las llaves anda."

Con eso salí en la dirección en la que estaban los demás y en cuanto entré en la casa noté un olor desagradable que me producían algo así como arcadas, por lo que salí rápidamente de allí, fui a la huerta y le pedí las llaves a Kevin, que me las había pedido Gabriela, lo que no duda en dármelas, ni si quiera me pregunta para que las quiere, cosa que tampoco le podría contestar.

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