Era una noche fría, de esas noches gélidas de invierno, un hombre recostado sobre su cama pensaba sobre las jugarretas que le dio la vida, su largo cabello blanco hasta la base del cuello, su barba un poco desalineada y sus ojeras,  mostraban las incontables noches de desvelo que tenía desde hace unos años, pues todo empezó exactamente 6 años atrás, un antiguo amor de la infancia, un amor que duró hasta casi ser un matrimonio, pero la cosas nunca salen como uno planea y él debía vivir con ello.

De pronto un llamado sacudió al peliblanco de sus pensamientos, una pequeña figura en la oscuridad hacía acto de presencia un niño de no más de 6 años de edad, el pequeño Laín, con ligeras lágrimas en sus ojos sujetando un peluche de conejito en sus manos, llamaba a su padre pues una pesadilla había levantado al pequeño de sus sueños, el hombre de inmediato se levantó y tomó al niño entre sus brazos, lo calmo y junto a él se acomodo en aquella cama tan amplia para dos personas, mientras tranquilizaba a su hijo y éste procedía otra vez al mundo de los sueños.

-Mi pequeño Laín- Decía el hombre con unas cuantas lágrimas en los ojos, pues aún le dolía que la persona que más amaba lo haya abandonado a él y a su hijo

-Espero estar haciendo un buen trabajo como padre para ti, lamento mucho no poder hacer que tu madre se quedará al menos por ti, aun así yo siempre estaré aquí para ti, cuidándote y protegiendote, te amo hijo - Mientras decía esto, le daba un tierno y amoroso beso en su frente, cayendo después rendido ante el sueño.

La mañana de aquel Domingo de invierno, en fechas próximas a las festividades de Nochebuena y Navidad, el peliblanco había decidido salir a un paseo por el centro comercial junto a su pequeño Laín, un niño de tez, blanca, cabello negro y ligeramente rizado, con unos ojos café y un par de dientes sobré salientes como de conejo, iba tomado de la mano de su padre.

-Laín, hijo quieres comer un helado

-Sí papi, quiero uno de chocolate con pistacho- Decía alegremente el niño, pues hoy era un día especial para ellos, debido a su trabajo su padre pocas veces puede salir de paseo con el.

-Ok hijo, vamos entonces, después del helado iremos a los juegos te parece bien- Él había pensado esta salida con su hijo a modo de compensación por no poder estar con él, pues su trabajo como editor gráfico consumía gran parte de su tiempo

Así pasaron el día, padre e hijo se divertían disfrutaron su salida como nunca, todo era felicidad para el joven hombre pues no disfrutaba de otra cosa más que hacer feliz a su hijo, qué más daba si aquella latina se fue cuando su pequeño apenas y tenía unas semanas de nacido, él estaría ahí para su pequeño Laín siempre.

A solo dos días de Nochebuena, y tres de Navidad, algo o alguien observaba a la pequeña familia conformada por el hombre peliblanco y el pequeño niño, una figura de tez morena miraba con melancolía y arrepentimiento reflejado en sus ojos, la joven mujer se alejó de ahí con un ligero sollozo, mientras maldecia sus acciones del pasado.

Han pasado dos días, estamos en Nochebuena y la pequeña familia se encontraba desayunando, el joven padre hacía los pancakes favoritos de su hijo, al terminar se preparó su café de siempre, justo en ese momento sonaba su teléfono.

-Buenos días, residencia Loud, Lincoln Loud al habla en que le puedo ayudar- El peliblanco contestó una llamada, llamada que llevaba un largo tiempo evitando

-¿Hijo eres tú? Lincoln soy yo tu madre, no sabes la alegría que siento de al fin poder contactar contigo- El peliblanco se quedó perplejo, trago saliva y se dispuso a responder, pero que debía decir, llevaba 6 años sin ver a su familia, y todo por la vergüenza de decirles a sus padres que había dejado la universidad, y más que eso era padre soltero.

-Mamá… Yo… También… Me alegro  de oírte, dime mamá cuál es el motivo de tu llamada- Trato de sonar lo más tranquilo posible, pero por dentro sus emociones eran un caos, miedo, vergüenza, decepción, tristeza y melancolía, todo se iba juntando en su interior.

-Hijo, Lincoln crees que este año puedas pasar Navidad en casa, tus hermanas también vendrán eres el único que no ha venido desde hace 6 años, y me gustaría, digo nos gustaría saber, porque hijo.

Él se quedó callado no sabía cómo responder a tan sencilla pregunta, el solo hizo lo único que creyó correcto en ese momento, sin detenerse a pensar en lo que dijo

-Sí iré madre- después de dichas palabras colgó el teléfono, estaba nervioso y pálido más de lo normal, para cuando se detuvo a pensar en su respuesta dada hacia su madre, el tiempo se detuvo por un instante.

Cómo explicaría el haber dejado la universidad inconclusa, precisamente cuando él había afirmado que la terminó con honores, como haría para decir que su ex prometida y madre de su único hijo lo abandonó, y más aún cómo explicaría que es padre desde hace poco más de 6 años, todo esto llenaba de dudas al hombre, pero estaba seguro de una cosa, su hijo jamás ha sido un error, ni motivo de vergüenza.

-Debo hacerlo, tengo que pedirle perdón a él y a mi hijo, que he sido una idiota por dejarlos, por un tonto sueño que jamás funcionó- Decía una joven mujer de tez morena, tras años lejos de la persona que juró amar por siempre y más aún, lejos del pequeño que juró proteger

-Estás segura de esto, digo dejaste solo a Lincoln con el pequeño Laín por 6 años, tal vez te vea como una amenaza para su hijo, mira cómo su mejor amigo y amigo tuyo también, creo que deberías tener cierto tacto al hablar con él- El joven McBride había sido contactado por su antigua amiga, a espaldas del peliblanco para que la ayudara en su labor de volver a ver al hombre que ella aún ama, y también de ver a la persona más importante en su vida, su hijo.

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Mi segundo Fanfic de esta increíble serie, me inspire a hacer este fic, debido a unos sucesos que han acontecido en mi corta experiencia de vida, espero que les guste nos vemos en el próximo capítulo

Mi primer Fic el Secreto de 2 Loud's aún está proceso y el próximo sábado subiré el tercer capítulo apoyen la historia si les está gustando.

Que está cuarentena pase ya por favor