6
Muy temprano, esa mañana, Jimin despertó de un sobresalto inusual en él. Inmediatamente, se levantó de la cama y con premura fue a buscar a Jeon. Esta vez, no para preguntarle sobre la decisión que había tomado, sino para pedirle, casi rogarle, que no lo venda. Saber que no volvería a las calles era un alivio enorme, sin embargo, no quería abusar de su suerte, pues no iba a arriesgarse a caer en manos de un psicópata.
—Hola, Nari
—Hola, joven Jimin.
—Dime Jimin solamente.
—Oh, no joven. El señor Jeon nos exige que lo llamemos así.
—Está bien. Um, ¿sabes dónde está él?
—Salió a correr.
—¿A correr? ¿Tan temprano?
—Sí, él siempre madruga. A veces se ejercita en el gimnasio y otras veces sale a correr —le explicó la mujer, que se mostró muy conversadora en ese momento.
—Lo esperaré en la sala—
—¿Quiere que le sirva el desayuno?
—Oh, no. Es muy temprano para mí. Esperaré a Jeon en la sala.
Jimin se sentó en el gran sofá blanco y comenzó su vigilia. Aunque estaba iracundo por la actitud que había tomado Jeon hacia él, también sentía un miedo a quedar desprotegido, como antes. Había aprendido que intentar intimidar a Jeon era inútil y burlarse de él, era como meterse en la boca del lobo.
El tiempo pasó lentamente. Su personalidad ansiosa lo hace sufrir cuando se trata de tener paciencia. Se quitó las pantuflas que traía puestas y apoyó su espalda sobre el asiento. Cuando Jeon llegó, Jimin ya se había quedado dormido. Diez minutos después, Jeon regresó y se sorprendió al verlo sobre el sofá, vistiendo una camiseta y un bóxer. Jimin estaba profundamente dormido. Nari observaba la escena desde la puerta entreabierta de la cocina. Temía lo peor para el chico, pero desafiando todas las expectativas, Jeon no reacciona molesto en contra de él. Ni siquiera lo despierta. Por el contrario, sube a su habitación y se prepara para salir. Nari vuelve a sus quehaceres.
Más tarde, cuando Jeon baja las escaleras, Nari le preguntó si debía servirle el desayuno —No, estoy retrasado —le respondió y salió de la mansión junto a uno de sus guardaespaldas.
Cuando el automóvil se alejó, Nari se acercó al chico y le tocó el hombro suavemente —Jimin —le susurro, causando una exaltada reacción.
—Mmm, me quedé dormido —le dijo sin parecer preocupado mientras se sentaba y miraba a su alrededor desorientado.
—El señor Jeon regresó y salió de inmediato —le explicó ella.
—¿Se fue? —preguntó con espanto —¿Y... no me vio? —concluyó la frase con una voz más delgada.
—Sí, lo vio dormido, pero no dijo nada. Subió a cambiarse de ropa y se fue.
—¿Y qué hizo cuando me vio durmiendo en su sofá?
—Nada. Lo vio y subió a su habitación.
—¡Carajo! ¿Por qué no me despertaste, Nari?
—Lo siento joven. Me di cuenta de que el señor Jeon había llegado cuando ya estaba en la sala.
—Uf, está bien. ¿Y dijo a qué hora volverá?
Nari esboza una sonrisa nerviosa —No, no lo dijo —Jimin se desconcierta con la actitud de Nari. Le causa curiosidad la mueca sonriente que hizo.
—¿Qué? ¿Por qué sonríes?
—No estoy sonriendo. Yo... solo...
—No importa.
Jimin sube raudo hasta su habitación. Cabreado, se tumba sobre la cama, enciende el televisor y se queda mirando el techo —Sé que lo está haciendo a propósito y solo quiere molestarme, lo sé. ¡Maldito Jeon! — tus palabras son duras debido a su frustración.
Pero en su rostro también hay un sesgo de tristeza. Tus ojos cristalizados eran el reflejo de la soledad que inundaba su corazón. Desde hace mucho tiempo, Jimin había estado solo y había sentido que no tenía a nadie. Y era verdad, No tenía a nadie. Por eso creía que debía convencer a Jeon de que desistiera de la idea de venderlo. Deberé tragarme mi orgullo, pensó.
Otro día interminable para el pobre chico.
Ese día, cada cierto rato, bajó a la sala y pasó por la cocina también para preguntar si Jeon había llegado. No obstante, el hombre tardó más de lo usual en regresar a casa.
—Jeon me dijo que hay una sala para ver televisión aquí en la casa...
— Sí joven Jimin. Le mostraré —respondió Nari mientras se dirigía hacia la escalera.
Jimin la siguió hasta el tercer piso de la propiedad y entró a una sala ubicada al final del pasillo. Al abrirla pesada puerta, se encontró con un verdadero cine.
—¡Rayos! ¡Esto es... increíble! —Jimin quedó deslumbrado ante la revelación del lugar. Una pantalla gigantesca en una habitación que estaba rodeada de equipos de sonido de última tecnología. El lugar parecía estar inmaculado, como si nadie hubiese estado allí jamás.
—Debí haber venido antes —dijo Jimin, como pensando en voz alta—. Nari, ¿me puedes avisar si Jeon regresa y yo aún estoy aquí?
—Por supuesto. Permiso —la mujer cerró la puerta, dejando al chico embelesado y emocionado por pasar el día en la sala de cine.
"Espero que Jeon llegué tarde", pensó. Luego se acomodó a sus anchas y pasó horas navegando por las interminables aplicaciones que encontró en el dispositivo. Solo fue interrumpido por Nari, quien le preguntó si quería almorzar. La mujer tenía la instrucción ineludible de preocuparse por el bienestar de Jimin y estar atenta a todas sus necesidades, incluyendo su alimentación. A pesar de aquello y debido a su pérdida de la noción del tiempo y del espacio, Jimin desestimó el ofrecimiento.
Horas después, un toque ligero y rápido en la puerta lo alertó —El señor Jeon llegó —le avisó Nari.
Jimin saltó del asiento y sin siquiera apagar el equipo, salió del lugar y fue a la sala en donde se quedó parado, esperando que Jeon entrara a la casa.
Casi inmediatamente, Jeon ingresa. Vestido impecablemente con un elegante traje color grafito. Tan impoluto estaba que parecía que recién se lo había puesto. Nadie pensaría que estuvo vestido así durante todo el día.
—Hola —le dijo Jimin con los ojos clavados en los suyos.
—Hola, Jimin. Necesito que te alistes. Saldremos dentro de una hora —dijo con la falta de calidez que lo caracterizaba.
—¿A dónde? —preguntó con los ojos saltones.
—Iremos al club.
—¿Al club? Pensé que habías dicho que yo no podía ir.
—Pues cambié de idea —contestó sin mostrar ninguna expresión. "¡Carajo! Seguro ya me vendió y nos encontraremos con mi nuevo dueño", imaginó —¿Hay algún problema?
—¿Por qué quieres que vaya? —le preguntó Jimin con el ceño fruncido.
—¡Solo haz lo que te digo! —dijo con un tono profundo y pausado, Sus ojos estaban clavados en el rostro de disconformidad del rubio.
—No quiero ir al club... —su voz era suave y desesperada.
—¿Irás al club? —vociferó Taehyung desde lo alto de la escalera —¿Por qué? —su mirada se posó en Jeon.
El hombre no dijo nada, solo resopló hondo y subió la escalera a paso lento. Al acercarse a Taehyung, se detuvo frente a él. Lo miró fijamente. Su mirada era cortante. El chico tragó saliva y quiso decirle algo, no obstante, Jeon continuó su andar hasta entrar a su habitación.
Taehyung le lanzó una mirada fulminante a Jimin, mientras bajaba la escalera. Finalmente, salió a la terraza. Jimin, en tanto, subió las escaleras bufando de la frustración. No le quedó más que obedecer a Jeon. Se vistió y se peinó. Sentado sobre su cama, esperó a que Jeon fuera por él.
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