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Por primera vez, desde que está en la mansión, Jimin sintió temor. Un escalofrío recorrió su espalda. Siguió a Jeon hasta el pasillo.

-¡Jeon, espera! -le dijo en un tono alto que no alcanzó a ser un grito. Jeon se volteó y lo miró sin ninguna expresión en el rostro. Atónito con seguridad.

-Hablaré contigo por la noche. Ahora debo irme -le respondió antes de bajar por la escalera.

-¡Carajo! -musitó y cerró la puerta de su habitación.

"¿Qué es lo que hará? ¿Me obligará a estar con él? ¿Quizás me eche a la calle?"

Al parecer, Jeon había perdido la paciencia con Jimin y la suerte de este ya estaba en manos y de la decisión que tomaría esa noche. A lo mejor, la decisión estaba tomada y solo faltaba comunicársela al chico.

Durante toda esa mañana, Jimin elucubró sobre la probable decisión que Jeon tomó acerca del destino de uno de sus cautivos: uno de los prisioneros de lujos que gozaban de todas las comodidades que jamás imaginaron. Gozaban de la despreocupación total de cómo conseguir alimento y un techo para refugiarse de frío. Para el infortunio de Jimin, Jeon había llegado al límite de su paciencia con él. Y junto con ello, la diplomacia que lo caracterizaba, se han ido. La templanza de soportar la agresividad en las palabras de Jimin y su altanería.

Las horas se volvieron a interminables. La eterna espera de que Jeon regresara a casa lo agobiaba. Intenta distraerse viendo algunos videos musicales en la televisión que el mismo Jeon procuró conseguir para él antes, cuando era el centro de atención de Jeon.

-¡Ese maldito me tiene entre la espada y la pared! No quiero volver a la calle. No volveré.

Se le ocurrió que Taehyung podrías saber algo. "Él es cercano a Jeon", pensó. Aunque dudó que quisiera compartirle cualquier información sobre Jeon. Ese chico era más fiel que un cachorro. Igualmente lo intentó.

Al salir de su habitación se dio cuenta de que no sabía dónde encontrarlo, nunca lo vio entrar en ninguna de las interminables puertas del segundo nivel de la mansión. Decidió entonces ir a averiguarlo. Bajó las escaleras en busca de alguien del personal. Recorrió los salones de la planta baja y llegó hasta la cocina. Allí se encontró con Nari.

-Hola, estoy buscando a Taehyung. ¿Lo ha visto?

-Buenos días, joven Jimin. Hoy no lo he visto. Debe estar en su habitación.

-¿Cuál es su habitación?

-Es la que está a dos puertas después de la suya. Subiendo la escalera hacia la izquierda.

-Gracias -le dijo y salió corriendo de allí. Tocó la puerta con recelo, por si se había equivocado.

-Pase -dijo Taehyung.

-Hola, soy yo... ¿Necesito hablar contigo? -le dijo al asomarse.

-Hola Jimin... ¿Sobre qué?

-Tú... ¿Sabes o has escuchado algo sobre lo que pasará conmigo? -Jimin no sabía cómo preguntarle. Se sentía avergonzado al sentirse expuesto ante Taehyung. No obstante, luego de haber pronunciado esas palabras tuvo una actitud altiva nuevamente -Supongo que irá a verme a mi habitación, como cada noche.

Taehyung lo miró con desconfianza, clavando su mirada en él por varios segundos. Las palabras de Jimin le causaron escozor. Su animadversión hacia el rubio se incrementó.

-No sé de qué estás hablando, Jimin. No sé nada sobre tus problemas con Jeon. Lo siento, pero no puedo ayudarte.

-¿Cómo que no sabes nada? ¡Tú eres cercano a Jeon! ¡Debes saber algo! -Jimin insistió, frustrado por la falta de cooperación de Taehyung.

-Lo siento, Jimin. Pero no puedo decirte nada. Debes resolver tus asuntos con Jeon por ti mismo.

Jimin se sintió derrotado. Había esperado encontrar en Taehyung una fuente de información que pudiera ayudarle a enfrentar la situación con Jeon, pero estaba claro que no iba a obtener respuestas de él. Regresó a su habitación, con la certeza de que estaba solo en esta lucha.

La noche llegó y con ella, también llegó Jeon. Jimin escuchó sus pasos en el pasillo y sintió un nudo en la garganta. Estaba decidido a enfrentar lo que fuera que Jeon tuviera que decirle. Se preparó mentalmente para lo peor y esperó a que Jeon entrara a su habitación.

-Jimin, necesitamos hablar -dijo Jeon con seriedad, cerrando la puerta detrás de él. Jimin se enderezó en su asiento, listo para escuchar lo que el hombre tenía que decirle.

-He tomado una decisión respecto a tu permanencia en esta mansión. Es hora de que pongas tus cartas sobre la mesa, Jimin. ¿Qué estás dispuesto a hacer para quedarte?

Jimin respiró hondo antes de enfrentar a Jeon. Determinado, se acercó lentamente y lo besó en los labios. El contacto fue suave y seguro, mostrando su deseo de quedarse en la mansión a cualquier costo. Jeon permaneció inexpresivo y sin mostrar ninguna reacción física, aunque tampoco rechazó la ofrenda de paz del chico. En su interior, un sentimiento desconocido se agitaba, lo intentaba ocultar detrás de su fría fachada.

-No quiero volver a las calles, haré todo lo que me pidas -dijo Jimin, rompiendo el silencio que se había instalado en la habitación.

Jeon lo miró fijamente, aún sin emoción en su rostro.

-No debes sentirte obligado a estar conmigo solo para poder vivir aquí -respondió Jeon, con un tono duro.

-No me siento obligado Jeon. Yo... quiero estar aquí... por ti.

-Lo pensaré. Buenas noches -seguidamente salió de la habitación y bajó al primer piso, dirigiéndose a su oficina donde lo esperaba su amigo Suho.

En tanto, Jimin se sintió más nervioso que antes. Ciertamente, la conversación con Jeon, le dejó más dudas que certezas. Necesitaba darle una conclusión al tema, por lo que también bajó a la planta baja.

Con paso decidido, atravesó la sala y se acercó a la puerta entreabierta de la oficina donde Jeon y Suho conversaban. Sus oídos captaron fragmentos de la conversación que le helaron la sangre, y su corazón latió con fuerza en su pecho. Jimin respiró ligero y se prepara para enfrentar lo que sea que venga.

-Consideré devolverlo a los encargados de la subasta donde lo compré, pero no me lo permitieron -le cuenta Jeon a su amigo -Entonces decidí venderlo.

-¿Venderlo? ¿Y a quién?

-A un tipo que estaba ofreciendo mucho dinero por él en la subasta. Un sujeto con el cual he hecho algunos negocios en el pasado.

Jeon se refería a un criminal con apariencia de hombre de negocios millonario. La misma imagen que aparenta él ante la sociedad.

Jimin sube apresuradamente las escaleras hacia su habitación, con la respiración agitada y los nervios a flor de piel. Al llegar, entra rápidamente y se detiene en seco al ver su reflejo en el espejo. Se ve desaliñado, con la camiseta arrugada y el cabello revuelto por el estrés que lo embarga. Sus ojos brillan con miedo y desesperación, mientras sus manos tiemblan ligeramente. Esa noche apenas pudo conciliar el sueño, atormentado por los pensamientos de lo que podría suceder. Tenía una sensación de enojo en contra de sí mismo por haber subestimado a Jeon. Su irreverencia le había jugado una mala pasada.

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