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La mañana del lunes, Jeon se levantó muy temprano para ejercitarse en la sala de máquinas que estaba en la planta baja de la casa. El lugar era un templo de lujo y precisión. La luz del amanecer se derramaba por los ventanales y en el centro, él entrenaba en la press de pecho.

Ese día fue muy caluroso desde que salió el sol. Esto causó que Jimin se despertara varias veces esa noche, a pesar de que solo estaba en bóxer. Por el mismo motivo, despertó de madrugada y decidió buscar agua en la cocina. Se levantó y después de colocarse una camiseta y bajó las escaleras. Estando en la cocina, escuchó ruidos provenientes del zócalo y fue a ver. No sabía bien por donde ingresar, por lo que se dio algunas vueltas en vano antes de llegar al gimnasio y vio a Jeon, quien no pudo percibir su presencia debido a la música que resonaba en sus audífonos. Con el torso desnudo, cada movimiento era calculado, cada músculo estaba definido. Su piel impoluta brillaba con el sudor del esfuerzo. Gotas de sudor resbalaban lentamente por su abdomen marcado. Sus ojos, intensos reflejaban disciplina y algo más oscuro. Jimin lo observaba desde un rincón, en silencio. Sus ojos, atrapados en cada detalle, delataban una fascinación inevitable. "Eventualmente, él me pedirá tener sexo y tendré que dárselo si quiero permanecer en este lugar", pensó. Cuando Jeon se levantó de la máquina, listo para ejercitar otras partes de su cuerpo, Jimin reaccionó y se fue rápidamente a su habitación. Bebió lo que quedaba de agua en el vaso y se echó a dormir.

Horas después, bajó a tomar el desayuno preparado por la cocinera, quien se esmeró por atender al chico, instruida, por supuesto por el señor Jeon. Con la panza llena, Jimin fue a tomar el sol en la piscina. Pasó toda la mañana allí, escuchando música y tarareándola de vez en cuando. En la tranquilidad en la que se encontraba, por un momento, tomó conciencia de lo que estaba viviendo. Después de mucho tiempo, se sentía afortunado de estar en esa mansión, tal como se lo había dicho Taehyung. Su única preocupación era esperar el momento en que debería intimar con Jeon, aunque después de verlo haciendo ejercicio, eso ya no parecía tan mala idea.

—El señor Jeon te necesita, está en su oficina —le avisó, Suho, uno de sus hombres.

—¿Él está aquí? ¡Carajo! Dile que no me encontraste.

—No puedo decirle eso. Yo solo cumplo con transmitirte su orden —se retiró rápidamente, dejando a Jimin con las ganas de rebatir sus dichos.

—¿Qué querrá ahora? ¿Y dónde estará su oficina? —se levantó y fue a su encuentro. Jeon tenía una oficina en el primer piso. Allí trabajaba durante los fines de semana y durante algunas noches en los días de semana. Sin embargo, jamás recibía visitas en ese lugar. Jimin lo vio parado cerca del piano y se acercó a él.

—¿Qué quieres? —le preguntó fastidiado.

—¿Por qué esa actitud? —le dijo con el semblante serio.

—Estaba... ocupado —le mintió y esquivó su mirada,

—Pasa, necesito hablar contigo —abrió la puerta que tenía a su espalda y entró al cuarto. Jimin lo siguió y cerró la puerta.

Con la mano le indicó dónde debía sentarse y luego se acomodó en la silla que estaba detrás del escritorio. Acomodó su espalda en el respaldo del asiento y miró fijamente a Jimin, mientras este se acomodaba también. Cuando por fin sus miradas se cruzaron, Jeon comenzó a hablar.

—Esa noche, en la fiesta, las cosas no salieron como yo esperaba. Te pedí que me acompañes y pasaste la mayor parte del tiempo lejos de mí —comenzó su relato con una voz calmada y firme. Aunque su mirada era dura, su actitud parecía buscar una conciliación.

Desafortunadamente, Jimin, era un chico desafiante y orgulloso, no toleró ni por un segundo que Jeon hubiera tenido la intención de pedirle explicaciones, por lo que interrumpió abruptamente su discurso.

—Si piensas que voy a estar pegado a ti, debes estar soñando. ¿Acaso crees que soy tu mascota? —su rostro se veía burlesco —¿Por qué no le pediste a Taehyung que te acompañe a esa estúpida fiesta?

—¿Qué es lo que te ocurre, Jimin? ¿Crees que eres un huésped aquí? Esto no es un hotel de cinco estrellas...

—Claro que no es un hotel. ¡Esto es una cárcel y yo soy tu prisionero!

—No eres mi prisionero. Eres mi...

—¿Tú qué? —le preguntó altanero. Retándolo a que dijera lo que realmente piensa.

—Mi acompañante —le explicó manteniéndose serio y calmado.

Jimin resopló cabreado —Uf, en ese caso preferiría ser tu prisionero.

—Hablaremos mañana, parece que tomar tanto sol, te ha puesto de mal humor —le dijo con una calma envidiable.

—No estoy de mal humor, este es mi carácter y es mejor que te vayas acostumbrando porque no cambiaré —lo miró con el ceño fruncido y salió de la oficina. Jeon quedó perplejo ante la arrogancia del chico y antes de que este pudiera abandonar la oficina, intentó detenerlo.

—¡Espera! —Jeon se puso de pie.

—Buenas noches, señor Jeon —finalizó mirándolo de reojo y mostrándole una incipiente y burlesca sonrisa.

El hombre se dejó caer en la silla y con los dedos entrelazados sobre su regazo, entrecerró sus ojos y apretó sus labios. Soslayó cansado. Discutir con Jimin le causaba un inusual agotamiento, pero también una extraña sensación de curiosidad. Se cuestionaba ¿Por qué Jimin no se siente intimidado ante su reputación de peligroso criminal? Era insólito que el chico pareciese ser la única persona que no cedía ante sus requerimientos. Sin embargo, Jeon era un hombre prudente en sus apreciaciones y asertivo en sus decisiones. Intuía que Jimin actuaba de manera defensiva porque quería protegerse. "Alguien tiene que haberlo dañado profundamente y su vida en las calles tiene que haber sido muy dura", pensó. Un llamado en la puerta, disipó su malestar rápidamente.

—Adelante.

—Señor, su invitado acaba de llegar —le avisó una joven empleada.

—Hazlo pasar a la sala y avísale a Taehyung y a Jimin que bajen a almorzar en veinte minutos.

—Sí señor.

Jeon tenía un invitado ese día. Su amigo y abogado Jung Hoseok, con el que tenía plena confianza para compartir con él todos sus asuntos, inclusive aquellos relacionados con sus actividades ilícitas y también los temas ligados a Taehyung y Jimin.

Al volver a su habitación, Jimin se dio cuenta de que el televisor y el parlante que había pedido, ya estaba instalado. Se sorprendió gratamente y pensó: "Parece que me dará lo que yo le pida". Una apresurada conclusión.

Luego de una breve conversación, Jeon invitó a su amigo Hoseok a pasar a la mesa del comedor.

—¿Dónde está Jimin? —le preguntó a Taehyung al verlo ya acomodado en la mesa.

—No lo sé. ¿Quieres que vaya por él?

—No —le respondió de inmediato —Nari, dile a Jimin que baje enseguida.

La joven empleada asintió con la cabeza y presurosamente subió a la habitación del chico —Joven, el señor Jeon dice que baje de inmediato.

—Dile que no iré —le contestó mientras veía una película.

—Um, ¿está seguro?

—Sí. Ahora estoy ocupado. Puedes decirle eso también —finalizó con una carcajada.

—Solo le diré que no bajará. Permiso —le dijo antes de volver al comedor.

Con nerviosismo, Nari caminó hasta donde estaba sentado su jefe y le susurró:

—No vendrá, señor.

La expresión de Jeon se volvió rígida y estiró su cuello hacia ambos lados, buscando relajarse.

—¿Pasa algo? —le preguntó Suho. Aunque la respuesta para él y para todos los presentes era obvia.

—Nada importante —le mintió y luego hizo un ademán para que les sirvieran la comida. Nadie se atrevió a comentar nada más al respecto.

Taehyung miró de reojo a "su hombre", como él le decía. Percibió su malestar ante la desobediencia de Jimin, lo que para él era incomprensible, pues veía a Jeon como su señor por lo que le debía sumisión incondicional. Se sintió secretamente satisfecho de que Jimin no estuviese allí, ya que su ausencia le permitía disfrutar de una sensación de poderío oculto, mientras sus celos hacia Jeon crecían en silencio peligrosamente.

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