18
El sol comenzó a colarse por las persianas dándole algo de calidez a la habitación. Jimin abrió sus ojos con lentitud, parpadeando contra la luz tenue que iluminaba el techo blanco.
Tardó un par de segundos en procesar el lugar en el que se encontraba. Trató de acomodarse y una tirantez en el costado de su cabeza, le recordó la cirugía que le habían practicado el día anterior. Con sus dedos, tocó la venda que cubría la herida y llegaron a su mente las imágenes de los golpes que recibió sin piedad. Observó la silla vacía que estaba al costado de la cama y notó que Jeon no estaba allí. Su estómago se apretó y un duro golpe en el pecho, le advirtió con brutalidad: él se había ido. La sentencia en su mente fue clara. Jeon se había ido de su lado. "Nuevamente, lo había abandonado". Un vacío oscuro comenzaba a invadir su interior. Sus dedos se aferraron con fuerza a la sábana mientras su mirada se clavaba en la silla, como esperando que él apareciera. Pero la silla seguía vacía, tal como se sentía su corazón cuando Jeon no estaba cerca. Los latidos en sus sienes se pronunciaron y sintió una punzada en la boca del estómago. El ardor en sus ojos, anticipaba el llanto. Los cerró con fuerza y apretó sus labios conteniendo la respiración. Suspiró hondo y volteó hacia su izquierda. Entonces lo vio durmiendo en el sillón. Tenía una postura relajada y las facciones de su rostro, que siempre se mantenían tensas, se veían suaves bajo el peso del sueño. Un alivio tan grande golpeó a Jimin que sintió el alma volvía a su cuerpo. Nuevamente, el aire entraba a sus pulmones. No se había ido. Estaba allí, acompañándolo, cuidando de él. Una candidez especial lo envolvió de tal manera que sintió que su corazón, antes apretado, ahora se expandió dentro de su pecho. Algo en su interior se encendió. Percibió un calor que no tenía que ver con los rayos de sol que entraban por la ventana. Era la seguridad que Jeon le brindaba. La certeza de que él estaba ahí para él. Y fue en ese momento, mientras lo veía respirar con calma, que se dio cuenta de algo. No supo bien qué era, pero sintió algo. Era algo que hacía estremecer su pecho y le erizaba la piel. Le daba felicidad y calma a la vez. Algo que no quería que estuviese allí, pero que tampoco quería apartar. De repente, todo pareció encajar de una manera que nunca antes había sentido.
El leve sonido de la puerta abriéndose hizo que Jimin girara hacia ella. Hoseok, entró a la habitación con su bata blanca y una sonrisa amable.
—Buenos días —saludó a ambos con ligereza mientras le echaba un vistazo a los monitores antes de posar sus ojos en Jimin. —¿Cómo te sientes?
Jimin se tomó un momento antes de responder. —Mejor... un poco adolorido aún, pero mucho mejor que ayer.
Hoseok asintió y se acercó.
—Has pasado por mucho —dijo con tono medido—. La cirugía fue un éxito, pero tu cuerpo aún está lidiando con el trauma. Además del golpe en la cabeza, tienes hematomas severos en el resto de tu cuerpo. Es normal que el dolor persista. ¿Sientes mareos? ¿Náuseas?
Jimin negó con un leve movimiento de cabeza. —Solo presión... aquí —murmuró, alzando una mano temblorosa para rozar su vendaje en la cabeza.
Hoseok observó el gesto y tomó su muñeca con cuidado, palpando su pulso.
—Entiendo. También tienes inflamación facial significativa. La hinchazón bajará poco a poco, pero necesitarás paciencia —explicó mientras revisaba el vendaje con delicadeza—. Si sientes un aumento repentino del dolor o algún cambio en la visión, quiero que me lo digas de inmediato.
Jimin solo asintió. Hoseok dejó su muñeca con suavidad y se enderezó, girándose hacia Jeon, quien se había incorporado en el sillón con expresión seria.
—¿Y tú? —preguntó, su tono adoptando un matiz evaluador—. ¿Has podido descansar?
Jeon se estiró ligeramente antes de responder con calma. —Sí, dormí bien.
Hoseok le dirigió una mirada escéptica. —No pareces convencido ni me convences a mí —murmuró, suspirando antes de hacer una anotación rápida en su tabla.
Jeon no respondió, solo sostuvo su mirada en un desafío silencioso. Hoseok resopló con resignación y volvió a concentrarse en Jimin.
—Más tarde pasaré a verte.
Jimin asintió levemente y Hoseok se despidió con un gesto antes de salir de la habitación.
Inmediatamente, Jeon se acercó a la cama. —Te ves mejor —dijo con la voz inusualmente suave.
Jimin lo miró con algo de incredulidad, considerando los hematomas en su rostro.
—Eso es difícil de creer —murmuró con una media sonrisa antes de soltar un suspiro. —Me siento mejor, pero... —desvió la mirada, sus dedos jugueteando con la sábana, —no es necesario que te quedes aquí. Podrías haber ido a descansar y haber vuelto hoy temprano.
Jeon lo observó en silencio con una expresión impenetrable por un momento. Luego, con su voz firme, le respondió:
—No voy a dejarte solo. Nunca más.
Jimin sintió un nudo formarse en su garganta. Era solo una frase, pero el peso de aquellas palabras se instaló en su pecho con una calidez inesperada.
No estaba solo.
Y, por primera vez en mucho tiempo, dejó que ese pensamiento lo tranquilizara.
Mientras tanto en la mansión, el aroma a café flotaba en el aire cuando Taehyung bajaba las escaleras en dirección al comedor. Siguió el sonido de la vajilla y se encontró con Suho. No esperaba verlo allí, sentado con una taza entre las manos y con los ojos ligeramente cansados. El abogado apenas levantó la mirada cuando el chico entró, pero Taehyung notó enseguida la tensión en su postura.
—No sabía que habías dormido aquí —dijo con voz neutra acercándose a la mesa.
—Llegué tarde de la clínica. Jeon me pidió que me quedara aquí —respondió Suho antes de beber otro sorbo de café.
Taehyung se sirvió jugo manteniéndose de pie. —Fuiste a verlo.
Suho asintió. —Sí.
El chico dejó el vaso en la mesa con más fuerza de la necesaria. —¿Y cómo está?
Levantando la vista, Suho notó que Taehyung apretaba sus labios. —Se está recuperando. Estaba durmiendo cuando llegué.
Taehyung rio por debajo sin rastro de diversión. —Me alegra que todos estén tan preocupados por él.
Suho frunció el ceño. —Taehyung...
—No en serio. Es impresionante lo rápido que alguien puede transformarse en el centro de todo.
El abogado suspiró, dejando la taza sobre el plato con suavidad. —Jimin no tiene la culpa de nada —dijo mirándolo fijamente a los ojos.
—¿Y eso qué importa? —replicó Taehyung con una mueca. Luego desvió la mirada y murmuró: —Jeon solía dormir aquí todas las noches.
Suho lo observó en silencio notando algo distinto en su tono. —Jeon sigue siendo el mismo —le miente.
—No —susurró Taehyung sin mirarlo. —No lo es.
Un silencio denso se instaló entre ambos. Suho quiso decir algo más. Recordarle al chico que Jeon siempre había sido protector con los que le importaban. Sin embargo, la mirada ensombrecida de Taehyung lo detuvo. Lo vio frustrado, enojado e incluso triste. La indiferencia de Jeon era dolorosa para él.
Taehyung suspiró y bebió de su vaso en silencio. Suho quiso apartar la mirada, pero sus ojos se quedaron atrapados en él. En la forma en que la luz de la mañana se reflejaba en su piel, el leve temblor de sus pestañas cuando parpadeaba. Pequeñas cosas, insignificantes, pero que, se tornaron significativas para él. Eso lo inquietó. Desvió la mirada y aclaró su garganta.
—Deberías comer algo.
El chico alzó una ceja, sorprendido por el cambio de tema.
Suho alzó la taza y tomó lo que restaba de café, intentando ignorar el calor que le subía hasta la nuca. Quería evitar pensar en eso. Taehyung es el chico de Jeon. No puedo fijarme en él. No puedo.
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