✓5. Su habitación
-NOOOO... -Despierto sobresaltada y desorientada mirando en todas las direcciones.
Cuando descubro que estoy en mi habitación empiezo a tomar respiraciones profundas para tratar de calmarme.
-Estoy bien, estoy a salvo, nadie me hará daño -susurro para mí convenciéndome mientras las lágrimas corren como cascadas por mis mejillas.
Volvieron las pesadilla, siempre sucede lo mismo, es como si me dieran unos días de tregua y luego volvieran más fuertes. Esto es horrible, esa sensación que se me queda en el pecho cuando despierto es angustiante, pero por otra parte también es una sensación tranquila al saber que es solo eso, una pesadilla.
Seco mi rostro con las manos y veo la hora en el teléfono, ‹no puede ser›, realmente el mundo está en mi contra; son apenas las cuatro y media de la mañana. Dejo caer el peso de mi cuerpo nuevamente en la cama mientras observo el techo; me pondría a contar ovejas, pero se que no serviría de nada.
Luego de tener una pesadilla nunca puedo volver a dormir. El miedo a volver a tener otra y recrear esos escenarios me domina y como por arte de magia el sueño se disipa, pero luego me pasa factura por el día, es algo muy injusto.
Luego de unos minutos decido levantarme por fin iendo hacia la cocina. Sirvo un poco de agua y me pongo a observar por la ventana hacia las demás casas en silencio. En momento como estos, envidio a todos por poder dormir tan plácidamente. Después de unos minutos mirando el silencioso paisaje, dejo el vaso sobre la mesa y voy hacia mi escondite de la realidad. Entrando recorro con la mirada todos mis cuadros.
Tengo exposición en dos semanas en la galería de Ana, una amiga de mi madre que realmente me aprecia bastante y me dio esa oportunidad. Ya sería la segunda vez que expondré en ese lugar, la primera vez que lo hice no fue nada grande, solo algunas pinturas que Ana puso con muchas de las suyas. No tuve que presentar ni nada por el estilo, solo me mantuve como espectadora. Pero en esta ocasión si tendría que enfrentar al público, pero no voy a preocuparme por eso ahora.
Tomando el pincel, empiezo a trazar líneas en todas las direcciones sobre el lienzo en blanco. Al final, no le encuentro sentido a lo que hice, pero es un método de relajación muy efectivo que me dio la psicóloga cuando iba a terapia.
Mientras dejo el lienzo secando, me fijo en la hora dándome cuenta que es un poco temprano todavía. Decidida a gastar un poco el tiempo que me queda, entro a mi habitación poniéndome algo cómodo para salir a correr un rato. Van a ser las seis de la mañana por lo que ya se puede ver movimiento en las casas desde afuera. Poniendo música en mis audífonos, empiezo a trotar con Manuel Carrasco de fondo.
Una hora después ya estoy de regreso en la casa. Con mi cuerpo algo cansado entro directo al baño y me doy una buena y merecida ducha de veinte minutos. Al terminar me arreglo lo justo y necesario ya que realmente no tengo ganas de nada. Estando en la cocina, corto un poco de fruta y me siento a comer.
Cuando termino mi desayuno dejo el cuenco en el lavaplatos con agua y tomando mis cosas, salgo hacia mi coche con dirección a la universidad. Unos minutos después estoy estacionando en el aparcamiento. Al bajar del auto, camino hacia mis amigos los cuales esperan por mí recostados al coche de Marcos.
-Amiga te ves fatal -comenta este con una mueca haciendo que Marina le de un golpe en las costillas.
-¿Mala noche Manu? -pregunta mi rubia amiga tomando mi mano.
-Ni te imaginas. -Suspiro.
-Te vez cansada.
-Lo estoy, pero la profesora dijo que había examen sorpresa, aunque no es tan sorpresa porque lo dijo, pero da igual.
-Bueno como sea, vamos a entrar lindura. -Marco tomas nuestras manos incitándonos a caminar, cuando vamos subiendo las escaleras este se detiene-. Oh mira, ahí está tu chico guapo.
-¿Qué?, yo no tengo ningún chic.. -suelta mi mano y en cambio toma mi mentón girando mi rostro logrando ver así a Santiago bajándose de su moto. ‹Oh sí, chico lindo›-. Él no es mi chico guapo -digo soltándome de su agarre comenzando a caminar.
-Si tú lo dices -comenta el muy pesado con una sonrisa haciéndome rodar los ojos.
-Los veo en la cafetería más tarde. -Llegando al pasillo, cada uno toma caminos diferentes.
Cuando estoy llegando a la puerta del salón, veo a Santiago caminar hacia mí. ‹Espera, ¿hacia mí?, ¿por qué viene hacia mí?›
-Manu.
-Hola. -Su ceño se frunce mientras recorre mi rostro con la mirada.
-¿Estas bien?
-Si, ¿por qué la pregunta?
-Porque te ves algo cansada -responde lo que ya me esperaba.
-No pasa nada, solo no dormí bien anoche. -Asiente no muy convencido.
-Me dijo tu padre que en estos días te pasas por la casa. -Asiento-. Bien, porque necesito mostrarte unas ideas que tengo para el proyecto.
-Está bien, el viernes estaría iendo. - Sonríe.
-Ok, después nos vemos entonces. -Cuando pienso que va a dar media vuelta para irse, veo una de sus manos subir algo titubeante hasta dejarla posada en mi mejilla haciendo que mi respiración se detenga-. Y pequeña.. trata de descansar por favor -Pasa su dedo pulgar con delicadeza sobre una de las marcas grisáceas debajo de mis ojos, señal del poco sueño, causándome una agradable sensación.
Solo puedo asentir ante su petición mirando esos ojos verdes. Me da una sonrisa de boca cerrada y se marcha dejándome media aturdida por su acción. Sacudiendo la cabeza para despertar de su toque, entro al salón de una vez. A partir de ahí, el tiempo pasa muy lento para mí, yo diría que hasta demasiado y el sueño que tengo no ayuda en nada.
Entro a la cafetería buscando a alguno de mis amigos con la mirada hasta que logro ver a Marina en una mesa al fondo. Pido algo para comer y voy hacia ella.
-Mari.
-Hey Manu -Su atención cae en mí y una sonrisa divertida aparece en su rostro-. En serio amiga, pareces uno de los zombie de Dead Island, disculpa que lo diga.
-Tranquila, es lo más probable, cuando venía por uno de los pasillo muchos salieron huyendo al verme. -Una carcajada abandona su cuerpo haciéndome reír también a mí.
-¿De qué se ríen sin mí, señoritas? -pregunta Marcos acercándose.
-Que Manuela se parece a uno de los zombies de tu videojuego. -Este ríe asintiendo de acuerdo con ella mientras toma asiento, dejando su batido sobre la mesa.
-¿Recuerdan que ayer les comenté que mi padre me mandó a llamar?
-Si, ¿para qué te quería? -pregunta mi rubia amiga.
-Para que trabaje en un nuevo proyecto para la empresa -respondo dejando mis brazos apoyados sobre la mesa.
-Wow, eso es genial -expresa Marcos-. ¿Y en qué se basa?
-Es sobre la nueva tienda de perfumería que quiere abrir.
-Eso es muy bueno amiga -felicita Marina con una sonrisa.
-Si, es bueno, aunque mi mayor participación se basa en la decoración del lugar y cosas como esas. -Me encojo de hombros.
-Algo es algo -asiento ante las palabras de mi castaño amigo.
-Yo adoro todo lo que se vende en las tiendas de tu padre, soy una clienta fija -dice Marina mordiendo su sándwich.
-A mi también me encantan sus productos -concuerda Marcos.
-Lo sé. ¿Recuerdan cuándo se lo dijeron a mi padre?, yo creo que esa fue la clave para que se lo ganaran -comento divertida.
-Si, fue un buen día, de hecho, uno de los que nos hemos comportado civilizadamente -dice nuestro castaño amigo haciéndonos reír.
-Seguro, y por eso los clasificó como los revoltosos ¿No? -cuestiono con una sonrisa haciéndolos reír.
-Ese es nuestro encanto querida, ¿Qué esperabas? -pregunta Mari sin dejar de reír haciéndome negar divertida.
-Bueno chicos, me encanta estar con ustedes, pero me tengo que ir.
-¿Tan pronto? -refunfuña Marina haciendo un puchero.
-Si, por hoy terminé mis clases y necesito con urgencia una cama -digo poniéndome de pie.
-Está bien, vete a dormir, pero que te quede el cargo de conciencia de que dejaste a tu amiga con un demente. -Marcos se queda con el batido a medio camino de llegar a su boca mirándola mal, provocándome una carcajada.
-Tranquila, a él también lo dejo con una loca -digo chocando los cinco con Marcos, quien está muy complacido con mi comentario.
-Traidora -expresa Marina indignada.
-Adiós chicos.
-Adiós Manu -dicen al unísono.
Llegando al estacionamiento le saco la alarma al coche. Monto y arranco en dirección a mi casa. Nada más llegar, después de dejar mi bebé en el garaje, entro directo a mi habitación dejando caer mi cuerpo en el verdadero paraíso llamado cama. Nada más cerrar los ojos dejo de estar en el plano terrenal.
Dirigiéndome a cada de mi padre me deleito con la suave vos de Rihanna que sale por la radio en un volumen bajo. Hoy al despertar no tenía ganas de estar sola en casa y aprovechando del pedido de mi padre hace unos días decidí darle una visita.
Estacionando fuera de la casa aseguro el coche mientras me dirijo hacia la puerta de entrada. Sacando las llaves -que hoy si traje- entro y al notar todo en silencio decido ir hacia la cocina. Cuando voy acercándome al comedor puedo escuchar en un volumen bajo algo de música proveniente de la cocina. Al entrar a dicho lugar me encuentro con una señora moviéndose de aquí para allá al ritmo del suave sonido. ‹Algo de grabar vale decir›. En un momento voltea sobresaltándose.
-Niña por tu padre, ¿acaso me quieres matar de un infarto? -Pone su mano en el pecho haciéndome reír.
-Claro que no, como pensar siquiera en matar a la mejor cocinera del mundo. -Me acerco abrazándola.
-Halagadora -sonríe pegándome con el paño que sostiene en su mano.
-¿Por qué está todo tan silencioso, aparte de la cocina claro? -pregunto mientras tomo asiento en uno de los banquillos de la isla.
-Bueno, tu padre está trabajando, la señora Clara vino hace un rato por aquí, así que me imagino que esté en su habitación, la pequeña Sara en su cuarto jugando y el joven Santiago durmiendo todavía.
-Wow, repertorio completo. -Encogiéndose de hombros sigue en su labor de preparar el desayuno.
-Tú lo pediste, ahora respóndeme algo, ¿por qué tú y Santiago no están en la universidad?
-Nos dieron dos semanas libres para prepararnos para los exámenes que realizarán al entrar.
-Ah bueno, me alegro por ustedes entonces. -Asiento ante sus palabras.
-Buenos días -escucho a mis espaldas, volteándome ante la voz algo ronca y sexi, veo a Santiago con su cabello echo un desastre, señal de haber acabado de despertar.
-Buenos días Santi -saluda Rita con una sonrisa-. ¿Quieres algo de desayunar? -El mencionado se encoge de hombros tomando asiento a mi lado, deja los brazos sobre la isla apoyando la cabeza en ellos con los ojos cerrados.
-Tienes una cara de sueño horrible. -Me mira con una mini sonrisa manteniendo su cabeza apoyada en sus brazos.
-Me acosté súper tarde ayer y Sara me despertó hace unos momento.
-Aquí tienes Santi -Rita deja su desayuno sobre la isla con una sonrisa.
-Gracias Rita -dice Sentándose correctamente.
-¿Tú quieres algo cariño? -pregunta en mi dirección.
-No nana, estoy bien. Voy a ir a ver a Sara. -Asiente volviendo a lo suyo.
Antes de salir, le doy una última mirada a Santi, encontrándome con su mirada esmeralda ya puesta mí. Apartando rápido la vista sigo mi camino hacia las escaleras subiendo hasta el segundo piso. Estando frente a la habitación de Sara doy unos toques a la puerta.
-Pasa. -Su voz suave me da la entrada. Abriendo la puerta la encuentro sentada en el suelo frente a la cama rodeada de sus juguetes.
-Sara. -Al escucharme voltea y una sonrisa aparece en su dulce rostro
-Manu. -Poniéndose de pie viene hacia mí abrazándose a mis piernas, ‹que linda›. -¿Cuándo viniste?
-Hace un ratico.
-¿Te quedarás a jugar conmigo? -pregunta mientras acaricio su cabello.
-¿Quieres qué juegue contigo? -Asiente-. Está bien, entonces me quedaré un rato contigo
-Siii -aplaude emocionada-. Santi no quiso -susurra haciendo un tierno puchero.
-¿Por qué? -cuestiono imaginándome ya el porque.
-Lo fui a buscar a su habitación y estaba durmiendo, lo desperté y se enojó conmigo -responde con su labio inferior comenzando a temblar, ‹cosita›.
-Seguro solo estaba cansado, no te preocupes, mejor vamos a jugar -asiente tomando asiento nuevamente en el suelo.
Comenzando a jugar con sus juguetes Sara olvidó el tema de su hermano. Y realmente me sentí rara en el buen sentido, hace tiempo no jugaba con muñecas y recordé los tiempos de mi niñez. Nos distrajimos por unos cuantos minutos, hasta que a la pequeña le dio hambre.
Saliendo de la habitación, ella sale conmigo siguiendo sus pasos. Al llegar a la escalera veo a Santiago subiendo y la niña al percatarse de su presencia lo observa mientras sus labios forma un puchero.
-¿Qué pasa princesa? -pregunta este al ver su expresión. Sara sin responder, acorta la distancia entre ellos abrazándose a sus piernas. Santi ante tal acción busca mi mirada pidiendo una explicación.
-Piensa que estás enojado con ella -respondo su silenciosa pregunta ganándome una mirada confundida-porque te despertó y no quisiste jugar con ella. -Cierra los ojos y sonríe.
-Sara mírame -pide mientras toca su cabello haciendo que la nena levanté la cabeza en su dirección.
-¿No estas enojado conmigo? -pregunta con sus ojitos llorosos, ‹cosita tierna›.
-No princesa, no jugué contigo porque estaba un poco cansado, no porque estuviera enojado. Sabes que siempre que puedo paso tiempo contigo. -La niña estira los brazos en su dirección, él la toma en brazos dejando un beso en una de las rosadas mejillas-. Sabes que te quiero.
-Yo también te quiero. -Toma el rostro de Santi con sus dos manitas y deja un besito en su nariz haciéndolo sonreír.
Este la deja en el suelo después de unos segundos y Sara baja la escalera con sonrisa y pasitos apresurados con dirección a la cocina me imagino. Cuando estoy decidida a seguir a la pequeña, una de las puertas se abre y sale Clara de la habitación de mi padre, bueno ahora suya también.
-Manuela querida, que lindo verte -dice abrazándome cuando está cerca de mí.
-Le dije a mi padre que vendría en estos días y como hoy no quería estar sola en casa... -me encojo de hombros, ella asiente.
-Santi ¿te levantaste ahora? -pregunta poniendo su atención en su hijo.
-Hace un rato -Clara sonríe y acaricia su mejilla.
-Bien, voy a bajar, luego los veo chicos. -Comienza a bajar las escaleras. Cuando la voy a seguir, cierto chico me detiene.
-Pequeña, ¿tienes algo qué hacer? -Volteo ante su pregunta y me encojo de hombros.
-¿Necesitas algo?
-No, solo quería mostrarte algunas cosas para el proyecto, ¿puedes ahora? -Asiento-. Perfecto, ven las tengo en mi habitación.
-¿En tu habitación? -Me mira con diversión asintiendo.
-Si, ¿Cuál es el problema? -Levanto una ceja haciéndolo sonreír ante mi duda-. Solo es una habitación normal, no es como si fuera el cuarto rojo de Christian Grey. -Me sonrojo ante sus palabras.
-No dije eso -susurro.
-Como sea, vamos.
Siguiéndolo con cierta duda en mi interior llegamos frente a la puerta de su habitación, dándome cuenta que está precisamente frente a la mía. Abre la puerta haciendo que pase primero, siguiéndome de cerca cierra a sus espaldas. Indicándome que me sienta cómoda, se dirige a una de las puertas, ya sea el closet o el baño, perdiéndose de mi vista.
Llevando mi atención a mí alrededor, me sorprendo al ver su habitación tan limpia y ordenada. Es grande y espaciosa igual a la mía. Los colores gris y blancos decoran las paredes, una cama talla king con sábanas azul oscuro adorna el centro y una televisión pantalla plana cuelga de la pared frente a la cama.
Cerca de la entrada reposan dos escritorios, uno con algunos libros sobre él y otro con algunas reglas, lápices y hojas esparcidas. En la pared contraria a las dos puertas, un librero repleto de libros ocupa la mayoría de espacio. Mientras que en la pared del final un ventanal con cortinas a juego con la cama ilumina la habitación.
‹Huele muy bien aquí la verdad›.
-Pequeña. -Su vos me hace voltear a verlo dándome cuenta que cambió su vestimenta-. Ven, quiero mostrarte lo que tengo hecho y saber tu opinión.
Acercándome veo como toma asiento frente a uno de los escritorios, específicamente en el que hay varias hojas esparcidas y, lo que puedo identificar ahora de cerca, como una especie de plano. Así como su cuarto está ordenando, este escritorio es todo un caos.
-Según lo que me ha dicho tu padre de sus otras tiendas, quiere que esta sea diferente en algún sentido, por lo que he tenido varias ideas y anoche intente plasmarlas todas en papel .
-¿Por eso te acostaste tarde? -pregunto inclinándome un poco hacia adelante para ver mejor los bocetos.
-Si, no quería perder las ideas luego, fue algo rápido y sin medidas, pero...
-Me dices que esto fue algo rápido -menciono señalando el plano con excelentes trazos a la vista, asiente-. ¿Hablas en serio? -insisto incrédula.
-Que si mujer, pero cuando me digas si quieres agregar algo o tienes alguna idea que sirva en el proyecto, ya lo haría con calma y más precisión, con los toques finales. -Se encoge de hombros-. Además tendría que ir al terreno, pero eso es más adelante.
-¿Al terreno para qué? -pregunto confundida.
-Para poder tomar medidas, ver el tipo de suelo y esas cosas. -Asiento no entendiendo mucho-. Bueno, échale un vistazo y dime qué tal. -Tomando la silla del otro escritorio, me siento a su lado y empiezo a mirar con ojo crítico los trazos frente a mí.
A las personitas que han llegado hasta este punto de la historia, quiero agradecerles por la oportunidad, que sepan que me hacen muy feliz. Además quiero invitarlos a seguir con la lectura y que no se vayan sin dejar su estrellita ★, que aunque no lo crean ilumina mi corazón. 😊
Este de aquí es mi Instagram: soy_thati_3000 donde estaré publicando cositas sobre la historia así que los invito a darle un vistazo.
Se les quiere linduras. ❤️
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