18. Solo sé, que él estaba ahí
POV: MANU
Voy bajando las escaleras, mientras escucho el timbre sonar como loco y maldiciendo de todas las formas a Marina. Dios, ¿por qué le gusta interrumpir los buenos momentos?. Llego a la puerta y la abro, viendo a los dos seres que me envió Satanás.
—¿Acaso les gusto el botón del timbre o qué? —les suelto.
—Si, vibra cuando lo tocas y a mí me gusta mucho lo que vibra —dice Marcos moviendo las cejas.
—Marcos por dios —tapo mis ojos negando y los hago pasar.
—Manu, estás roja —habla Marina llamando la atención de Marcos
—¿Qué?, no estoy roja.
—Si lo estás, de hecho pareces un tomate —comenta mi amigo divertido haciendo que mire a otro lado.
—Es la calor chicos, me afecta bastante, ¿saben? —justifico mi color y me abanico con una mano.
—¿Calor? —cuestiona Marcos con el ceño fruncido —si está lloviendo y lo menos que hay es… —guarda silencio y veo que mira detrás de mí, entonces sonríe. —Aah ya, si la calor, la calor en forma de chico ¿no?.
—¿Qué? —escucho una risita a mis espaldas y volteo encontrándome a Santiago al pie de la escalera observándonos. ‹No puede ser›, volteo hacia mis amigos. —¿Por qué no suben a mi habitación?, les llevaré panqueques de Rita.
—Siii —dicen los dos a la vez y corren escalera arriba como dos niños pequeños. Niego y voy a seguir sus pasos cuando su voz me detiene.
—¿Sabes?, la calor no siempre te servirá de justificación —dice Santi divertido, le sonrío y sigo mi camino.
Llego a arriba y cuando abro la puerta de mí habitación, me encuentro a los maniáticos acostados en mi cama.
—¿Y los panqueques? —pregunta Marina cuando me siento en la esquina de la cama.
—¿Qué panqueques? —frunzo el ceño y con mi pregunta los dos se sientan en la cama como resortes.
—Dijiste que nos traerías panqueques, ¿o era para deshacerte de nosotros? —cuestiona ahora Marcos señalándome con el dedo.
‹Ups›
—Eeh…. Es que Rita no está —digo y me miran con los ojos entrecerrados —bueno, ¿qué hacen aquí, bajo esta lluvia?.
—¿Recuerdas el pirata de anoche en la fiesta? —pregunta Mari y mi cabeza maquina para recordar dicho pirata.
—Creo —respondo no muy convencida.
—Bueno, anoche cuando tú fuiste en busca del baño y Marcos cogiera su rumbo —lo mira y este sonríe —me quedé sola en la barra y a los minutos llego un chico disfrazado. Al principio no lo conocí, pero luego cuando se quitó la máscara…
—¿Quién era? —pregunto cuando calla.
—Era.. era él —ladeo la cabeza confundida —era Ricardo —abro los ojos como platos y miro a Marco el cual asiente
—Wow… ¿en serio?
—Si, conversamos un rato y quedamos en vernos otro día en un lugar más tranquilo.
—Eso es bueno Mari —digo sonriente —me alegro mucho por ti, Ricardo es buen chico.
—Al fin encontró a su lindo héroe —comenta Marcos haciendo que Marina se sonroje. —Hay mira que mona, se puso roja… —mi amiga lo manotea y este comienza a reír. —Y hablando de eso —me mira con una sonrisa pícara y miro hacia otro lado —¿y tú?.
—¿Yo qué?.
—Hay no te hagas la boba que sabes muy bien a lo que me refiero.
—No se de que hablas —entrecierra los ojos manteniendo su sonrisa y mira detrás de mí.
—Oh, hola Santiago —dice y volteo rápidamente encontrándome con… la puerta y entonces escucho sus risas a mis espaldas
—Serás.. —se encoje de hombros y sigue riendo —¡Marina! —pido ayuda a mi amiga, pero esta solo me mira divertida.
—Te cachó amiga, ya admítelo.
—Traidora —me cruzo de brazos y les saco la lengua.
En eso suena el móvil de Marcos, este para de reír, lo saca de su bolsillo y al ver la pantalla la cara se le ilumina.
—Mis amores, tengo que irme —nos informa con la vista puesta en la pantalla escribiendo algo.
—Pero sigue lloviendo —comento mirando hacia la ventana llamando así su atención.
—Tranquila, no me mojaré, traje mi coche.
—Pero… entonces quiere decir, que Marianita no tiene en que marcharse luego —señala ella misma haciendo puchero.
—Quiere decir, que Marianita tendrá que quedarse acompañando a Manuelita —dice Marcos dándole palmaditas en la cabeza. —Hasta luego nenas —nos da un beso en la mejilla a cada una y sale por la puerta sin darnos tiempo a hablar.
Volteamos hacia la puerta la cual cierra al salir, no miramos y sonreímos.
—Este chico se trae algo entre manos —comenta Mari.
—Si, esa cara de felicidad no aparece todos los días. Me huele a cita, ¿qué tú crees?.
—Lo mismo que tú —asiento y me dejo caer en la cama boca arriba —oye, volviendo a mi fase chismosa, ¿por qué estabas roja hace un rato? —dice moviendo las cejas haciéndome soltar una carcajada.
—En serio eres chismosa.
—Ah tonterías —mueve la mano restándole importancia —ahora habla.
—No tienes remedio, en serio —voltea los ojos y me anima a hablar con la mano. —Estaba con Santiago en la habitación cuando llegaron y…
—Aaah morí en este momento, ¿interrumpimos algo? —habla y me mira con los ojos bien grandes.
—No… bueno si, pero…
—Lo sabía, lo sabía… solo te digo algo —me apunta con el dedo —para la próxima, no olvides usar condón.
Abro los ojos como platos y siento mis cara arder. Me siento en la cama de golpe y con la almohada le pego en la cabeza.
—Marina no estábamos haciendo nada de eso.
—Pero…
—Solo era un beso.
—Ah… bueno pero interrumpimos igual —se encoge de hombros.
—Bueno eso sí —vuelvo a dejar caer mi cuerpo hacia atrás y mirando el techo recuerdo la noche anterior. —Volvieron —digo de repente perdida en mis pensamientos.
—¿Qué? —pregunta confundida por el cambio de tema.
—Las pesadillas… volvieron —su cara cambia de confundida a preocupada en un segundo.
—Oh Manu.
—Anoche tuve una horrible.
—¿Y alguien te escuchó? —pregunta y me siento en la cama abrazando la almohada.
—Santi —sus ojos se abren y toma mi mano —solo recuerdo que cuando salí de mi trance, él estaba junto a mí en la cama y mi primer impulso fue abrazarlo. Lo necesitaba y no me rechazó, solo me abrazó fuerte y consiguió que volviera a dormir.
—¿En serio?.
—Yo tampoco me lo creo, sabes que luego de una de mis pesadillas no puedo volver a dormir.
—Al parecer Santiago lo consiguió —sonríe y asiento.
—No me pidió explicaciones ni nada, solo dijo que estaría siempre que lo necesitara y luego me trajo el desayuno a la cama —digo esto último con una sonrisa.
—Haay que lindo, yo quiero a uno así —dice haciendo ojitos.
—Boba, quizás ya llegó —se encoge de hombros y sonríe. —Luego llegaron ustedes.
—A interrumpir —dice divertida y cuando voy hablar tocan la puerta.
—¿Manu puedo pasar? —pregunta una voz dulce desde afuera.
—Si bonita, pasa.
La puerta es abierta y por esta entra un pequeño desastre de rizos rubios y pijama rosa. Cierra la puerta y viene hasta la cama.
—Hola Sarita —habla Marina llamando su atención y la pequeña le sonríe.
—Hola Mari, Manu —estira sus brazos y la siento en la cama.
—Hola nena, ¿cómo dormiste? —le pregunto.
—Bien.
—¿Comiste algo o todavía no?.
—Si, Santi me dio panqueques —dice y sonrío —estaban muy ricos.
—Que bien y ¿qué haces aquí?.
—Estaba aburrida y sola en mi habitación —se encoge de hombros y me mira.
—¿Quieres ver dibujos animados?.
—Siiii —chilla feliz.
Me levanto y tomo mi laptop de encima del escritorio. Entro al canal infantil de Netflix en línea y busco una película animada para la niña.
—Aquí tienes bonita.
—Gracias Manu —agradece con una sonrisa y se acuesta boca abajo en la cama, mirando la pantalla.
—Vamos a la cocina —le digo a mi amiga.
—Ok pero, ¿seguirás en pijama? —pregunta sonriendo y es cuando recuerdo como ando vestida.
—Lo había olvidado.
—Estas algo distraída últimamente, Sant… —pongo la mano en su boca, haciendo que me mire confundida. Le señalo a Sara con la vista y entiende —lo siento —se disculpa cuando retiro la mano. —Cámbiate, te espero abajo.
Me cambio el pijama por algo cómodo para estar en casa y salgo, dándole antes una mirada a Sara acostada en la cama. Llego a la cocina y encuentro a Marina sentada en la isla, comiendo panqueques.
—¿Y eso de dónde lo sacaste? —pregunto divertida al verla con la boca llena.
—Cuando salí de tú habitación, Santiago iba entrando a la suya y me dijo que había panqueques en la cocina, así que… —se encoge de hombros y sigue comiendo.
—Tragona —sube su dedo pulgar hacia arriba en aprobación haciéndome reír.
Luego de que Marina acabara con todos los panqueques que hizo Santi, empezamos hablar de cosas sin importancia que iban saliendo de la nada. Rita llegó para el almuerzo y hizo una comida deliciosa, de la cual mi amiga no se perdió.
Luego de eso, pasamos todo el tiempo con la niña, jugando y divirtiéndonos con sus ocurrencias. Por la tarde la lluvia cesó un poco y pude pedir un taxi para Mari. Al anochecer la cena transcurrió tranquila, como siempre entre los tres. Al terminar y ayudar a Rita a recoger, subí a mi habitación.
Entro a esta y voy directo a la cama. Me acuesto boca arriba y volteo el rostro hacia la ventana. La noche está oscura y comenzó a llover de nuevo. Miro el techo y me levanto. Voy hasta el escritorio, tomo mi cuaderno de dibujo, algunos lápices y vuelvo a la cama. Me dieron ganas de dibujar, hace algunos días no hago nada.
Me siento en la cama y recuesto mi espalda a la cabecera de esta. Tomo un lápiz y hago la primera línea y a partir de ahí, todo fluye como magia. Esto me encanta. Luego de unas horas he terminando mi dibujo y le doy color con los lápices de colores. Hace rato no los utilizaba, casi siempre utilizo óleo o pintura.
El dibujo consiste en un columpio que cuelga de un árbol, mientras una niña pequeña de risos rubios se balancea en este, mientras sonríe. Mirando el dibujo recuerdo a Sara y sonrío.
—Niña traviesa —comento en el mismo momento que tocan la puerta —pasa.
La puerta se abre y por ella aparece un chico de ojos verdes.
—Hola —dice con una sonrisa que le devuelvo.
—Hola —Viene hasta donde estoy y se sienta en la cama viendo el desorden.
—Si estás ocupada puedo irme.
—No, ya terminé.
—¿Puedo ver? —pregunta y le extiendo el cuaderno y al ver el dibujo sonríe —se parece a Sara —sonrío y me devuelve el dibujo —muy lindo.
—Gracias —digo y comienzo a recoger los lápices. —¿Qué haces aquí?, no creo que vinieras a ver mis dibujos —escucho que ríe y se acerca más a mí.
—Me atrapaste —toma mis manos, quitándome los lápices y los vuelve a poner en la cama. Hace que lo mire con una de sus manos en mi mentón. —Vine a terminar lo que empecé en la mañana.
Mi respiración se acelera con sus palabras y no despego mi vista de sus ojos verdes. Acerca su rostro al mío aún sosteniendo mi mentón con su mano y roza sus labios con los míos.
—¿Quieres? —pregunta en un susurro que hace que mis labios cosquilleen. Miro sus labios un segundo, vuelvo a sus ojos y… solo asiento.
Con mi afirmación sonríe y pega sus boca a la mía. Empieza a mover sus labios en un beso lento, pero delicioso. Una de sus mano desciende a mi cintura y hace que me acerque más a él. Llevo las mías a su cuello y enredo los dedos en su cabello. Profundiza un poco el beso y con sus manos hace que me siente a horcajadas encima de su cuerpo.
Muerde mi labio inferior y luego pasa la lengua por el mismo, al momento que retumba un sonoro trueno con relámpago incluido por toda la habitación sobresaltándome y haciendo que pegue un brinco encima de él.
—Hey tranquila —dice en voz baja cerca de mis labios y acaricia mi cintura con sus dedos.
—Lo siento.
—No te disculpes —vuelvo a saltar cuando se escucha otro. —Sshh, estoy aquí —dice y sonríe. Me da un corto beso en los labios y me deja en la cama de nuevo, haciendo que me ponga nerviosa.
—No te vayas —le pido en un susurro sin saber si es por el miedo a la tormenta, a que vuelvan las pesadillas o simplemente si es que quiero tenerlo cerca.
—No iba hacerlo —acaricia mi mejilla y se levanta. Toma el cuaderno, los lápices y los lleva hacia el escritorio. Vuelve conmigo y se recuesta en la cama. —Ven pequeña —me acuesto a su lado y me envuelve en sus brazos, ‹esto se siente muy bien›.
Los truenos no paran y cada que escucho uno, me aprieto más contra su cuerpo. Mientras, él reparte caricias en mi cabello. No se en que momento me quedo dormida, solo sé, que él estaba ahí.
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¡¡Hola!! Espero que les halla gustado el cap.
(Yo quiero un Santi 😁🥰)
Espero que tengan buena semana, hasta el próximo lunes. 😘😘
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