En el Gimnasio
La vida de un perro podrá parecer algo simple, sencillo y elemental. Cavar agujeros en la tierra, ladrarle al cartero cuando entrega correspondencia o corretear a los carros de la colonia. Seres simpáticos, inocentes e ingenuos en su vida temprana, pero una vez que llegan a la adultez han de despertar aquel instinto carnal, aquel impulso lascivo y pretencioso que los diferencia de todas las demás especies animales: Un hambre de sexo voraz que nunca parará hasta saciar los lujuriosos deseos del más perrón de la jauría.
Chase Magnum, un Lucario de veintiún años de edad lleva una vida bastante peculiar. A pesar de proceder de una familia pudiente y adinerada, siente que algo le falta en su vida. A diario se despierta con toda la muestra de su virilidad en alto, y por más que trate de apaciguar sus ansias pecaminosas, estos pensamientos solo acrecientan su libido con cada represión.
—Tsch, carajo... ¿otra vez ese sueño? Hng~ —Liberó un pequeño quejido al haber despertado con una tremenda erección—, maldito Zangoose...
Levantándose de la cama, estaba decidido a calmar sus ímpetus con una ducha de agua fría. Se quitó el pijama y su gorrito de noche, desvistiéndose en una desnudez inevitable. Esperó un par de minutos sentado en la orilla de la cama, pero su verga no bajaba, al contrario, palpitaba con cada movimiento que hacía, como si estuviera aumentando su emoción y sus ansias de coger.
Tomó velozmente la toalla y corrió semidesnudo por el pasillo hasta llegar al baño. Solo entonces abrió la regadera y se abalanzó hacia la fría agua. Las gotas rodaban por el pico de su pecho y tomaban velocidad a medida que recorrían su cintura hacia sus anchas caderas.
—Oh vamos...sí...—metió uno de sus dedos a la boca, babeándolo y dejándolo sumamente lubricado mientras con la otra mano masajeaba la punta de su venosa verga—, mmmmh~ Ah~
En un impulso inconsciente comenzó a agarrarse una nalga con su mano babeada, moviéndola circularmente y dándose una que otra nalgada. Sin poder aguantar más, se insertó todo el dedo por el ano, masajeando lentamente en un vaivén. Lo metía y lo sacaba, luego hacía pequeños círculos para expandir su esfínter y poder meterse el segundo dedo de lleno, todo esto mientras seguía jalándosela con la otra pata.
—Oh sí, vamos, sí, así, Ah~ —Los gemidos del perro se mezclaban con el sonido del chorro de agua—, ¡Ah! v-verga~ dame más, ¡s-sí~!
Incapaz de parar en aquel acto lujurioso, recargó la espalda contra la pared y con el brazo cruzando por su abdomen hacia su pubis, adoptó una nueva postura para seguir con la masturbación anal que tanto había perfeccionado ya. Estiró ambos dedos dentro de su recto hasta poder sentir una zona diferente a las cavidades carnosas y suavecitas de su interior. Solo entonces pudo tirar hacia arriba con todo su brazo, haciendo una presión constante en esa área. Con cada jalón que daba lograba masajear ferozmente su próstata, chorreando líquido pre seminal a cántaros a lo largo de toda su palpitante verga. El pegajoso líquido escurrió por todo el tronco de su miembro hasta llegar a sus bolas y de ahí chorreó hacia la palma con la que se estaba penetrando sin piedad. Esto lubricó aún más sus dedos, metiéndolos hasta el fondo y jalando incesantemente su verga con la intención de llegar al clímax.
Le fue inútil intentar contener el orgasmo, pues ya había llegado al clímax de su acto lascivo. En una penetrada final empujó ambos dedos con toda su fuerza y frotó todo el tronco de su pene con gran velocidad, eyaculando chorros y chorros de semen.
— ¡P-puta madre! ¡Q-qué ricooooo~! —No pudo mantenerse de pie y cayó de rodillas gracias a sus tambaleantes piernitas que habían perdido fuerzas. Después de jadear por un buen rato, recuperó la compostura y terminó de ducharse.
Sin más preámbulo, se alistó y partió hacia la escuela. Las clases en los últimos semestres eran más rejaladas, por lo que decidió ir al gimnasio en la hora libre antes de la siguiente clase.
Para su sorpresa, un Incineroar ya lo estaba esperando dentro del gimnasio. El fornido gato se encontraba haciendo estiramientos y calentamientos antes de irse a levantar pesas.
— ¡Chase! No pensé verte por aquí tan temprano, ¿listo para el entrenamiento de hoy? —comentó alegremente el gato rojo.
—No sé Bruce, hoy me siento algo...—volteó a ver la entrepierna de Incineroar avistando un gran bulto que sobresalía de sus shorts—,...eeeeeeeeeh... tieso de a madre...
— ¡No mames, necesitas desestresarte! ¿Estos trabajos de la escuela sí que han estado largos verdad? —Dejó de hacer sus estiramientos para tomar una pesa del soporte para mancuernas y se la ofreció a Lucario—, ten güey, agarra algo ligero primero, no quieras iniciar de golpe con las más gordas.
—Ya tengo experiencia, pero bueno...—tomó la mancuerna, se sentó en una de las bancas y comenzó a hacer repeticiones con su brazo izquierdo sin retirar la mirada delbulto de su amigo.
Incineroar se percató de inmediato de aquellas miradas, pero no le tomó importancia al inicio. Fue por una barra y le puso algunos kilos para levantar. Al flexionar sus rodillas le dio pauta a Lucario para barrer todo su cuerpo con la mirada, observando cómo se ensanchaban sus músculos y cómo sobresalía su trasero, casi como si fuera a partir el short por la mitad. Lucario cambió de mano la mancuerna para apreciar mejor la maciza figura viril de su camarada, admirando cómo trabajaba todos músculos. El sudor corría por sus pectorales, dándoles un brillo sensual acompañado de los piercings que tenía en las tetillas.
Bruce volteó a ver a su amigo quien se relamía el hocico con la mirada fija en el contorno de su gran miembro. Solo entonces supo de lo que se trataba y forzó una erección para darle un show de primer plano al perro azul.
—Si quieres te puedo enseñar a trabajar los músculos así, papi —le comentó mientras daba una sentadilla—para que se te ponga bien dura...la carne... y tengas más aguante —terminó de hacer las repeticiones y dejó caer la pesada barra en el suelo; después de estirar los brazos, con su mano derecha se agarró la verga sobre el short, marcando los picos de la misma sobre la tela y moviéndola un poco—, solo tienes que consumir proteína de la buena, je je je...—después de eso, le guiñó el ojo y le hizo un ademán con la cabeza para que lo siguiera.
— ¿E-eh? ¿Ya nos vamos? —Lucario ya ruborizado se hizo el que no sabía.
— ¿Qué te parece si nos tomamos un descanso en los vestidores, Chase? Puedo recomendarte unos tips para que trabajes tu cuerpo después~ —le dijo mostrando una sonrisa pícara y golpeando suavemente una de las mejillas de Lucario con su cola.
Como todo un obediente perro, Lucario se levantó de la banca y siguió a su nuevo amo sin titubear. El también cargaba con una erección, pero no le importó que los demás pokémon le vieran pues su mente estaba fija en una cosa, pasar un buen tiempo con su compañero en los vestidores. Yendo hasta sus casilleros para relajarse un poco, Incineroar fue el primero en cambiarse, quitándose los shorts y dejando ver un paquetote que apenas y cabía dentro de su sensual suspensorio.
— ¿Te gusta? Puedo recomendarte una tienda de ropa cerca de mi casa, perrito~
— ¿¡E-eh!? ¡Qué grande! —Con una expresión de asombro y rubor en su rostro, no apartaba la mirada de la entrepierna del gran gato—, p-puedo, uh... ¿pero y si Nat–
—No te preocupes por ella güey, esto va a ser de compas nomás, no homo bro, je je.
Tragando un poco de saliva, Chase se acercó y puso la nariz justo frente el bulto de su amigo, olfateando con gusto el aroma de sudor y feromonas de pura hombría que expelía el pelaje de Incineroar. Este fuerte olor penetró hasta la región más recóndita de su nariz, esnifando una y otra vez el paquete, toqueteándolo con la punta de su naricita y recibiendo a cambio palpitaciones de la gran verga del gato tratando de salir.
—Pérate' güey, ¡me haces cosquillas jaja!
—Te voy a hacer mucho más que eso~ —Le respondió con picardía, viéndolo desde abajo en una postura de completa sumisión.
Con su mano derecha jaló lentamente la tira elástica de la lencería, llegando a un tope en el cual se comenzaban a apreciar los picos del miembro del gato. Este, al ser tipo fuego, no pudo evitar elevar su temperatura corporal a tal grado en el que un pequeño humito salía de toda su piel, acrecentando el rico aroma a sobaco recién sudado y a verga fermentada por el calor. Lucario no pudo evitar respirar todo esto, y sin ser capaz de detenerse, retiró la prenda completamente. La gruesa verga picuda de Incineroar golpeó el cachete de Chase, haciéndole una pequeña marquita roja al haber salido con fuerza de aquel suspensorio.
Pero al perrito le valió y este pasó toda su lengua desde la base del miembro hasta la punta del mismo, chupando y saboreando lo saladito del líquido pre seminal que ya salía de la punta de la verga. Besó un par de veces el glande y lo insertó de lleno en su boca, evitando que sus colmillos se frotaran contra la carnosa y rosada piel de aquel exquisito manjar de mediodía. Ahora iniciaba el verdadero entrenamiento.
El hocico de Lucario subía y bajaba frenéticamente hasta la mitad del miembro de Incineroar. Muy apenas y cabía dentro de su boca, pero hizo todo lo que pudo para que ningún líquido se le escapara de los cachetes. El gato no pudo contener sus impulsos tampoco y tomándolo de sus receptores de aura, lo jaló con fuerza empujando toda su verga hasta la garganta, y así lo mantuvo durante unos segundos, haciendo palpitar su verga a voluntad y elevando aún más su temperatura corporal.
Una pequeña lágrima rodó de los uno de los ojos de Lucario, pero este dolor le excitaba aún más. Si iba a morir atragantado, qué mejor manera de hacerlo que con una gruesa y carnosa verga dentro de su boca. Casi medio minuto estuvo así, y cuando Incineroar por fin lo soltó, Chase salió despedido hacia el casillero, impactando con fuerza la puerta de metal y estremeciendo todos los demás casilleros aledaños. Estos ruidos llamaron la atención de los demás pokémon dentro de los vestidores, percatándose de aquel acto lujurioso de inmediato. Algunos abandonaron la escena rápidamente, otros apartaron la mirada y unos pocos se acercaron para tener una vista de primer plano, entre ellos un Floatzel muy amanerado y un Thyplosion con chaleco de pescador.
— ¿Estás bien, Chase? Creo que me pasé un poqui–
El gato se vio interrumpido por el Lucario, quien ya se había recuperado de aquel incidente y ahora se encontraba con la cola parata y el culo apuntando hacia la verga de su amigo. Meneando sensualmente su colita de un lado a otro, pudo captar la mirada de Incineroar lo suficiente como para sorprenderlo con aquel delicioso bocadillo que tanto se había esforzado en preparar para él. Bajó sus delicadas braguitas algo tembloroso, pues no creía lo que estaba a punto de hacer. Su corazón palpitaba con mucho fervor al escuchar las frases de varios pokémon que observaban su gran culazo.
—Ay mana, pero qué atrevido es ese perrito, ¿verdad amiguis?~ —Comentó con gran picardía el Floatzel de pestañas largas al Thyplosion que tenía a un lado.
—Qué rico culo tiene, mis respetos... la delicia que se va a echar nuestro compañero Bruce, ¡dalo todo mi rey! —Echó porras la almohada a Lucario con un silbido.
Bien emocionado por los comentarios de los demás, Incineroar tomó a Chase de la cintura y frotó la verga entre sus nalgas, llenándolas de pre seminal y dándole pequeños golpecitos en la rendija, preparó esos glúteos con su firma personal. No avisó a Chase que ya entraría, pues era más que obvio que el perrito estaba esperándolo con ansias desde hacía un buen rato ya.
Introdujo lentamente el glande por el esfínter de Lucario, haciéndole sacar un buen gemido al sentir cómo su culo se expandía con el grosor de aquella vergota. Los pinchos de su pene rozaban y picoteaban sus entrañas, estremeciendo el abdomen del perro y haciendo que este doblegara un poco sus piernitas.
Pero Incineroar no le dio chance de tomar aire, pues lo jaló de la cadera hacia él y comenzó a penetrar con furia aquel culito bien rosado ya por la fiereza del felino. Todos los casilleros se estremecieron con las potentes embestidas de Incineroar, quien aumentó la velocidad de las penetradas al escuchar una porra grupal por parte de todos los demás.
— ¡Bruce, Bruce, Bruce, Bruce, Bruce! —Repetían todos al unísono con un aplauso cada que decían su nombre.
—E-esp-Ah~ Espera, ah~ Ay~ m-más despa–
—Shhhhh, relájate güey, ¡lo estás tomando como todo un campeón! —Le ronroneó al oído sin darle espacio para responder al embestirlo con potencia una vez más, golpeando justo en el punto G dentro del culo de Lucario, sacándole un gran gemido de dulzura.
A punto de llegar al clímax de la obra, Incineroar aumentó la revolución de las embestidas, ahora sacando llamas de su nariz y quemando las entrañas de Lucario con su semen casi en estado de ebullición. La viscosa sustancia se propagó por todas las cavidades internas de Lucario, haciéndolo retorcerse frenéticamente en un estado de éxtasis total y eyaculando semen en todas las partes del casillero.
Completamente rendido, sus piernas dejaron de funcionar y estuvo a punto de caerse, pero Incineroar no lo iba a dejar salir de ahí tan rápido.
—Papi, todavía falta el segundo round~ —Y siguió embistiendo sin piedad el desgarrado culo de Lucario una y otra vez, eyaculando múltiples veces dentro del culo de su amigo, quien ya no podía hacer algo más que temblar y llorar cada que los pinchos de la verga de Incineroar le raspaban su recto cerca de la próstata.
El sonido del timbre indicó a los dos que ya se había acabado toda la hora libre, y con esto, Bruce tiró al suelo a Lucario. Tenía el culo rojísimo y bien abierto, tanto que los demás podían ver hacia adentro. Se encontraba en un estado deplorable, y aun así seguía eyaculando en el suelo lo poco de semen que todavía le quedaba.
—Ya quedó güey, ahora pon a trabajar esa lengua que mi casillero no se va a limpiar solo, ¡jajajaja! —Le dio una fuerte nalgada marcándole toda su garra y lo dejó ahí tirado a merced de las miradas de los demás—, eres todo un perro Chase, el más perro de aquí, apúrate o te vas a perder las demás clases, si es que todavía puedes caminar después de esto... ¡nos vemos campeón!~
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