Capítulo 3: El Caballo Destripado

Carson no se olvidó por supuesto de llevarse el libro antes de dejar la plaza. Carson se sentía terrible por lo que le había pasado a Asia y al volver a casa, se dirigió a su habitación y se hecho a la cama. Permaneció mirando al techo por un momento y estiro su mano derecha hacia el portalámparas que tenía al lado. Tomo la fotografía que estaba sobre el portalámparas y se puso a mirarla con melancolía. La fotografía era de Carson y Asia juntos en un parque de diversiones cuando eran niños. Miro la fotografía unos minutos y luego dirigió su mirada al libro que había dejado sobre la mesa en la cual tenía sus cuadernos y útiles escolares. Carson dejo la foto en la cama y se levantó. Se dirigió a la mesa y tomo el libro. Por curiosidad, Carson comenzó a leer el libro y le llamo la atención lo que decía el 1er capitulo:

“En una librería antigua, Carson iba de camino a comprar un manuscrito literario para su querida amiga Asia. Desde que eran niños, Carson y Asia siempre disfrutaban pasar tiempos juntos dedicándose a leer textos literarios. Pero lo que a Asia le apasionaba mas era los relatos de terror. Incluso Asia disfrutaba ver películas no aptas para niños incluyendo las que habían sido censuradas por la industria cinematográfica. Carson pensó varias veces que de seguro, Asia tenía pensamientos macabros y tal vez un lado morboso. Pero la verdad es que Asia siempre fue muy buena amiga y ayudaba a Carson con los estudios y tareas escolares. Sin duda eran inseparables y ya que habían llegado finalmente al último año escolar y ya se estaban por graduar, Carson quería comprarle un obsequio a Asia. Entro a una librería y exploro por diversos rincones a buscar algún buen texto para Asia.”

Carson pensó al principio que se trataba de una simple coincidencia, pero no fue así cuando siguió leyendo hasta llegar a la parte de los colibríes y el momento actual en el que estaba leyendo el manuscrito. Carson se asustó y soltó el libro dejándolo caer en el suelo. No podía creer que lo que estaba sucediendo, estaba ahí mismo escrito. Carson tomo el manuscrito y decidió dirigirse a la librería para que el bibliotecario le diera una explicación de que estaba sucediendo. Carson camino por las calles mientras leía el manuscrito. Estaba escrito detalladamente todo lo que estaba haciendo. De pronto escucho la voz de alguien pidiendo ayuda. Carson alejo sus ojos del manuscrito por un momento y miro a aquella persona que pedía ayuda. Era un cartonero que estaba sentado cerca de una plaza y su caballo estaba recostado en el césped. Carson se acercó al cartonero para averiguar cuál era el problema.

-¿Le ocurre algo malo?

-Es mi caballo. Se siente mal. Creo que comió algo que no le cayó bien.

-¿Qué comió?

-No lo sé. Lo deje solo por un momento, mientras revisaba la basura y luego no quiso levantarse.

-¿Quiere que lo ayude a ponerse de pie?

-Sí. Hace mucho que pido ayuda, pero nadie me quiere ayudar.

-Pues menos mal que estoy aquí.

El cartonero se puso de pie y se colocó al lado del caballo. Ambos colocaron sus brazos sobre el caballo tratando de hacer que se levantara. El caballo daba chillidos, lo cual señalaba que estaba muy adolorido.
-Vamos, amigo. Levántate. – Dijo Carson.

El caballo seguía reusándose a levantarse, pero ambos siguieron insistiendo. Le hablaron suavemente y con ternura para convencer al animal de levantarse. El caballo movió sus brazos y lentamente comenzó a levantarse.

-Eso es, muchacho. Vamos. Ya casi lo logras. – Dijo Carson.

El caballo ya estaba casi parado, pero su panza comenzó a hincharse como si tuviese algo pesado en si interior. El caballo comenzó a rechinar y ambos sujetos se preguntaban que le estaba sucediendo. El caballo ya estaba de pie y los 2 se alejaron para darle un poco de espacio.
-¿Qué pasa amigo? – Dijo el cartonero preocupado.

Carson bajo la mirada y noto que su panza se hinchaba y unas formas puntiagudas estaban creciendo. De la piel surgieron unas puntas filosas que brillaban y chorros de sangre brotaban. La panza del caballo se abrió de forma inesperada y las vísceras del animal comenzaron a caer al suelo pintando el césped de color rojo. Carson y el cartonero se espantaron al ver la horripilante escena. El caballo chillo de dolor y se podía ver sus tripas colgando. El caballo cayó de pronto al suelo sobre un charco de su propia sangre. Se podía notar que la horrible escena se debía a unos trozos de vidrio que se encontraban entre los intestinos del corcel. El caballo debió habérselos comido, pero la cuestión era ¿Cómo hizo semejante cosa? El cartonero corrió a abrazar a su querido caballo que murió en el instante y mientras derramaba lagrimas por su pobre corcel, Carson se puso a pensar si el manuscrito decía que esto iba a pasar. Carson saco tomo el libro que dejo en el suelo y comenzó a hojearlo. Reviso el capítulo donde se había quedado y no cabía duda que hay estaba escrito la horripilante escena que acababa de suceder. Carson no podía creerlo y eso le hizo recordar que debía ir a la librería  inmediatamente.  Carson se alejó de la horrible escena y siguió su camino.

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