Capítulo 1: El comienzo

¡Hola muy buenas :D!

Ya había pasado tiempo desde que cree esta historia y luego la deshice para volver a crearla, pero en fin, olvidemos las versiones pasadas, pues esta es una nueva historia con una trama que yo considero mucho más interesante.

Había prometido volver a hacer la historia en diciembre y creo que ya me había tardado, pero bueno, aquí está y considerenlo como un regalo adelantado de navidad.

Y hablando de navidad, no se pierdan el especial que haré en "Mi vida Shinobi", que aunque será algo corto, lo hice con mucho amor.

Sin más, los dejo con la historia y espero les guste mucho :D

...

-Narrador Yo-

Caminaba como siempre, solitario entre la multitud, tratando de ignorar las malas palabras que eran dirigidas en mi contra, no entendía del todo sus motivos ni su comportamiento, ¿se supone que así es como los seres más "puros" tratan a sus semejantes?

Sé que soy algo diferente a ellos, eso es más que obvio por mi apariencia, mis habilidades y capacidades diferentes, pero aun así, yo estoy muy seguro de quien soy y en donde nací.

Como iba mirando el suelo, no me fije muy bien y termine chocando contra alguien, era un hombre joven, rubio y de ojos verdes, tenía, como todos los ángeles, una aureola sobre la cabeza.

-Lo sien...-, trate de disculparme, pero este simplemente me dio una mala mirada mientras rápidamente me ignoraba y seguía su camino con un bufido de molestia.

Yo mire tristemente hacia el suelo nuevamente mientras me levantaba, siempre era así, cada que trataba de comunicarme con alguien, estos solo me miraban mal y me ignoraban, los únicos que parecían reconocerme eran mis padres y los altos mandos del Cielo.

-No sé cómo es que nuestro señor Elohim deja estar a una "cosa" como tu deambulando como si nada en el cielo...-, lo escuche decir mientras se alejaba.

Los demás ángeles de alrededor comenzaron a murmurar nuevamente, esto en vez de ser el cielo, para mi parecía el mismo infierno.

Decidí ignorarlos a todos y apresurarme hacia mi hogar, fue una mala idea decidir salir de la protección y tranquilidad que este me ofrecía.

Llegue después de unos pocos minutos, allí ya estaba mi madre para recibirme, pero note algo, también se encontraba mi padre, ambos se encontraban preparándose para salir.

-Oh, Sariel que bueno que has vuelto, ¿no te ha pasado nada?-, pregunto mi madre mientras se arrodillaba a mi altura y comenzaba a revisar mi cara, brazos y todo lo que fuera visible.

Yo sonreí un poco, mis padres eran los únicos que se preocupaban por mí, las únicas personas que tenían afecto por mí.

-Estoy bien madre...-, dije apartándome un poco. -¿A dónde van?-, pregunte curiosamente, pero tuve un mal presentimiento cuando ambos se miraron entre sí.

Entonces repentinamente mi madre se lanzó a abrazarme fuertemente. Mi padre se acercó a mí y me tomo del hombro.

-El señor nos ha llamado al campo de batalla-, al momento de escuchar esas palabras, sentí que todo se derrumbaba para mí.

Mi madre prosiguió mientras lloraba en mi hombro.

-No... no te preocupes, permanecerás bajo la tutela de la señorita Gabriel, asi los demás no podrán hacerte daño-, me dijo tratando de reconfortarme, pero, no podía, mi cuerpo temblaba de solo pensar en que mis padres irían a luchar a ese inmenso rio de sangre apodado campo de batalla.

Estaba paralizado.

Mi padre me sacudió un poco.

-No te preocupes, volveremos pronto, la guerra durara poco, ya verás que todo estará bien-, me dijo mientras también me abrazaba.

Después de eso ellos se separaron de mí y esperamos a que la señorita Gabriel llegara, lo cual no tardo y ella apareció en un círculo mágico, era la primera vez que la veía y podría jurar que no volveré a ver a otra mujer con tanta belleza.

Mis padres se despidieron por última vez mientras desaparecían en un círculo mágico, yo estaba demasiado triste que una vez se fueron me derrumbe en el suelo.

-Vamos, todo estará bien, yo me encargare de ti-, Gabriel se arrodillo a mi lado, yo la mire con ojos llorosos.

Ella me miro un momento antes de darme una dulce sonrisa.

"Todo estará bien", la más grande y vil mentira de todas, pero aun así, quería tener esperanza, en que de verdad todo estará bien.

-Narrador normal-

Hace miles de años, el mundo y sus habitantes vivieron aterrorizados mientras observaban lo que se creía "el fin del mundo".

Seres sumamente poderosos se disputaban el cielo, la tierra y el mar a través de intensas y destructivas batallas, las cuales dejaban muerte y como es obvio, destrucción a su paso, los humanos veían el final de su pobre mundo.

Ángeles, seres de luz que habitan el cielo y lo defendían a toda costa, eran comandados por los diez Serafines, que a su vez seguían órdenes directas del mismo Dios.

Caídos, antes fueron Ángeles, pero cayeron debido a cometer ciertos pecados, a pesar de todo poseen aun consigo la capacidad de usar el poder de la luz, sus alas son negras como la noche, a diferencia de los Ángeles, cuyas alas son blancas, exceptuando a Dios, cuyas alas son majestuosas y doradas, los Caídos eran dirigidos por Azazel, el más poderoso de todos y fundador de Grigori, lugar donde habitan ellos, su población es la más pequeña comparada con las demás razas.

Demonios, llenos de maldad, ira e incontables emociones negativas, habitan el inframundo junto a los Caídos, sus alas son más comparadas a las de un murciélago y son dirigidos por los Cuatro Grandes Reyes Demonio, Lucifer, Beelzebub, Leviathan y Asmodeus, siendo Lucifer el más fuerte de todos ellos.

La Gran Guerra, como era conocida por los que vivieron de primera mano el conflicto entre estas Tres Grandes Facciones.

El mundo vivió una gran oscuridad, pues la guerra no solo arrebataba la vida de aquellos seres sobrenaturales, sino también la de los pobres mortales que se veían acorralados entre el fuego cruzado.

En sus últimos años, las cosas estaban muy mal dentro de las facciones y para todos aquellos que habían participado en la guerra.

Los números de población habían decaído hasta los niveles más bajos.

Elohim lamentaba la pérdida de varios de sus hijos y seguidores, pues creían que sólo habían muerto en vano.

Miles, millones murieron en todos esos siglos de lucha constante.

Los únicos que se mantenían al margen de esta guerra fueron los Dragones, a los cuales no les interesaban estas guerras, pero un día, dos dragones conocidos como los Dos Dragones Celestiales empezaron a luchar entre si, con el objetivo de eliminarse el uno al otro, estos dragones tomaron el campo de batalla en numerosas ocasiones aniquilando todo a su paso.

Estos Dos Dragones aniquilaron gran parte de los ejércitos de los Ángeles, Ángeles Caídos y Demonios pero veían como un obstáculo para sus peleas a la Gran Guerra.

Justo, por este motivo decidieron atacar a Dios, los Reyes demonios y al Líder de los Ángeles Caídos.

Para enfrentarlos Dios, inesperadamente y con desaprobación de muchos Ángeles, hizo una alianza con los Reyes Demonios y los Ángeles Caídos, derrotando a los Dos Dragones Celestiales a los cuales Sellaron en los Sacred Gear "Boosted Gear" y "Divine Dividing", los cuales a su poder forman parte de los 16 Longinus los Sacred Gear mas poderosos, las cuales solo pueden ser obtenidas por los humanos o mitad humanos.

Lamentablemente después de tan intensa lucha, Dios "falleció", junto a varios de sus Serafines más poderosos para aquel entonces.

No sólo fue el, pues los Cuatro Grandes Reyes Demonio también perecieron, llevándose consigo a varios demonios de élite.

El único sobreviviente había sido Azazel, pero inmediatamente se decidió retirar de la guerra, pues habían sufrido grandes bajas y las heridas de aquella batalla no le permitirían luchar con todo su poder en un buen tiempo, aunque lo más extraño es que el había escapado en plena batalla.

Los Demonios y los Ángeles también decidieron no luchar más, y por primera vez, parecía haber "paz".

Una paz armada, pues nunca se firmó un pacto de paz o algo por el estilo, por lo que los enfrentamientos seguían, pero en menor medida y de momento nadie quería comenzar una Segunda Guerra Bíblica.

-Narrador Yo-

El tiempo para un Ángel, y cualquier ser sobrenatural pasa mucho más lento de lo que debería, si para un humano pasan 30 años, para un Ángel esto es tan poco como unos meses o semanas.

Un Ángel alcanza la edad adulta, o la madurez cuando cumple 1,000 años de vida y aún asi esto no se nota nunca, pues si de algo se caracterizan los seres sobrenaturales es de su inmortalidad.

Desde que mis padres fueron llamados al campo de batalla para luchar contra las demas razas "malignas", yo estuve bajo la tutela de "la mujer más bella del cielo".

Me sorprendía su inmensa bondad e inocencia, además su benevolencia y gran corazón.

Algo que para mi estaba demasiado mal, pues esto tal vez le pueda causar grandes problemas.

Ella no tenía odio por los Demonios y no sentía repugnancia por los Caídos, ella siempre me explicaba que todos éramos iguales, al final de todo, todos fuimos creados por un mismo ser divino, Dios.

Aparte de mis padres, y demás, ella era de los pocos seres que no me veía con malos ojos.

Sólo podía sentir el amor fluir en su corazón.

A pesar de su actitud tan bondadosa, no por nada tenía el título de Serafín, ella era sumamente poderosa y conocía de una gran infinidad de técnicas.

A parte de cuidarme de los demás, ella me enseñó el como combatir, me entrenó para las peores situaciones y me enseñó a no poseer ese racismo que tenían los demás Ángeles por las otras razas.

Nunca tuve amigos en el cielo, pero con ella me sentía feliz, si ella está conmigo, todo estaría realmente bien.

No solo convivi con ella, tambien tuve la oportunidad de convivir y aprender de los demás Serafines, como Michael, Raphael, Uriel, Metatron, Sandalphon, Raguel, Raziel y Remiel

Lamentablemente no todo fue felicidad.

Años más tarde, cuando ya era un poco mayor, mi cuerpo ya estaba más desarrollado y tenía la apariencia de un joven, recibí una trágica noticia.

Nunca deje de pensar en mis padres y sólo entrenaba duramente para poder hacerme fuerte e ir junto a ellos.

Pero Michael un día regreso algo decaído.

-¿Que ha sucedido?-, pregunté al verlo en un estado emocional algo deprimente, parecía haber regresado lo más rápido posible de su puesto y había venido directamente conmigo, al lugar en donde yo solía entrenar, hacia tiempo que no entrenaba con Gabriel, pues ella había regresado al frente y yo sólo me encontraba haciéndome más fuerte para a la hora de ser llamado, ya estar completamente listo.

-Lo lamentó...-, me dijo, yo me comenzaba a asustar.

-Michael...-, dije algo desesperado por saber, aunque como siempre, comencé a sentir un mal presentimiento sobre todo esto.

-Tus padres han muerto en combate-, me dijo seriamente.

Todo parecía haberse detenido, sentía como mi corazón, mis sueños, mis esperanzas y todo se rompía dentro de mi.

Lleve mis manos a mi pecho mientras bajaba la mirada, varias lagrimas comenzaron a caer de mis ojos.

-Debe ser mentira...-, repetía constantemente queriendo alejarme de la realidad, la triste y cruda realidad. -¡Tiene que ser mentira!-, grite mientras comenzaba a sollozar, Michael me dio un abrazo en forma de apoyo.

Una profunda tristeza me comenzó a consumir desde ese momento.

Los demás días fueron muy grises para mi, no me interesaba nada, lo había perdido todo, estaba completamente sólo, en el cielo no era bienvenido, siempre me insultaban y decían que mejor abandonará el lugar, ¿pero a donde podría ir?, es mas no quiero irme de aquí.

¿El motivo por el cual tanto odio y desprecio contra mi?

Es simple, ¡Soy un maldito error!

No debi nacer, no soy un Ángel puro como los demás, mis alas no son completamente blancas, mi poder no es el mismo.

Mis a las están divididas, las del lado derecho son color blanco, como las de los demás Ángeles, pero las del lado izquierdo, el motivo de todos mis problemas, son color negro, y ese tipo de color para un Ángel, representa la impureza.

Si esto no fuera poco, puedo ocupar el poder sagrado de la luz y el poder oscuro demoníaco.

Los demás tienen miedo de sólo verme y todos se han apartado completamente de mi.

Incluso para Dios, yo debo ser un ser una simple herramienta para poder usar.

¿Como saque tales conclusiones?

Los Serafines no se toman el tiempo de cuidar ni de entrenar a nadie, ellos sólo reciben y cumplen la voluntad de Dios.

Gracias a todos estos pensamientos decidí salir y dar la cara al destino.

Si mi destino era ser despreciado por todos, lo aceptare, vivire en las sombras para no causar molestias, protegere el cielo con todo mi poder, protegere a esos pocos que se preocuparon aunque sea una vez por mi.

Llegue al Séptimo Cielo, un gran lugar, un sagrado lugar, el sagrado hogar de Dios.

-Señor...-, me incline ante el, junto a este se encontraba Michael que parecía estar sorprendido de verme.

-¿Que sucede hijo?-, me preguntó con su voz grave y profunda.

Dios era un ser tan hermoso que irradia una gran calidez.

-Permiteme unirme a las filas de tu Ejército-, pedí aún inclinado.

-¿Estas seguro de lo que me estas pidiendo?-, me preguntó y yo levante un poco la mirada para verlo directamente a los ojos y mostrarle lo seguro que estoy, Michael negaba con la cabeza.

-Si, señor, es hora de cumplir con mi deber como tu siervo-, respondí con voz tranquila.

El me miro por unos instantes, pero luego cerró los ojos, como pensando en que hacer, poco después los abrió.

-No eres un error, Sariel, ni mucho menos una herramienta-, me dijo aún mirandome con aquella mirada tranquila y serena que sólo el poseía.

Yo me sorprendí por un momento, pero luego comprendi, había leído mi mente y mis pensamientos, no por nada es Dios.

-Tal vez los demás no lo vean, pero tu eres un ser especial, con un gran corazón, pues a pesar de todo, aún sigues en pie y quieres proteger a todos-, me dijo.

-Gracias señor-, dije realmente agradecido, escuchar esto de Dios, saber que en realidad no soy sólo una herramienta me hace verdaderamente feliz.

-Aclarado todo esto, ¿aún deseas ir a la Guerra?-, me preguntó y yo siempre tuve mi respuesta, jamás cedería.

-Si señor-, dije decidido y determinado.

El sonrió un poco para luego darme indicaciones.

Así comenzó la guerra para mi.

Había sido enviado al Ejército comandado por Gabriel, allí nos volvimos a reencontrar.

En verdad fue muy bonito, pues no nos habiamos visto en mucho tiempo.

Mis padres fallcieron en una emboscada, no se pudo hacer nada, pues cuando la ayuda llegó por fin, todo ya había terminado.

Nunca había luchado contra alguien a matar, pero rápidamente me acostumbré.

Comenzaba a sentir un placer bizarro al matar demonios, en mi mente yo sólo los purificaba, purificaba a los traidores de Dios.

Pronto mi nombre fue reconocido por todo aquel que estuviera en la guerra, notaba como nuevamente era temido, pero esta vez no me molestaba o me sentía apartado por eso, esta vez lo disfrutaba, disfrutaba ver como sus caras cambiaban de esperanza a total desesperación cuando conocían de mi nombre.

Mi poder era único, era una falla del sistema, podía usar la luz y la oscuridad a mi antojo, al menos esos eran mis elementos más fuertes.

Mi combate era más destructivo, yo no buscaba intercambiar golpes, o pelear con pequeñas lanzas, mi objetivo era aniquilar, ataques masivos, con mucho poder de destrucción, lo suficiente para dejar menos que polvo, ese era mi estilo de lucha.

Siempre eh sido poderoso y el entrenamiento sólo era para potenciarlo todo.

Incluso podía estar a la par de Leviathan, el segundo rey demonio más poderoso, y podía luchar con todos los Cadres a la vez.

Ejércitos enteros derrotados por mi mismo, Demonios sumamente poderosos murieron ante mi, ni siquiera los Cadres, los más fuertes de los Ángeles caídos podían en mi contra.

El racismo se comenzó a reflejar, por algún motivo no tenía muchos problemas con los Caídos, ellos aún podían utilizar el poder de la luz, por lo que no eran seres tan malignos y repugnantes como los Demonios, aunque tampoco es que yo pudiera opinar, después de todo yo podía utilizar ese poder "sucio".

Sariel, el Ángel capaz de usar poder demoníaco y el poder sagrado, el Ángel capaz de destruir Ejércitos enteros, el Ángel que se rumoraba ni los propios Serafines podrían vencer.

Dios al parecer vio esto, y me llamo nuevamente a su hogar, habían pasado varios años desde la última vez que lo vi, su apariencia había cambiado un poco, se había dejado crecer la barba y se veía en cierto modo más viejo, sabio y maduro.

-Ángel Sariel, debido a tus grandes habilidades y hazañas demostradas...-, había varios Ángeles más y estaban Michael y Gabriel junto a el.

Los demás Ángeles se veían algo disgustados.

-Desde hoy, te nombró como el décimo Serafín de los cielos-, dijo sorprendiendome de sobremanera.

Todos aplaudieron esto, aunque claro, sus aplausos eran muy forzados, Michael me dedicaba una sonrisa tranquila, mientras que Gabriel se lanzó a abrazarme con fuerza.

-Gracias señor-, dije muy feliz.

-Padre-, corrigió mientras me daba una sonrisa.

-Gracias padre-, dije sintiendo las lágrimas de felicidad acumularse en mis ojos.

Ya no era más un simple Ángel poderoso, desde ese día porte con orgullo el título de Serafín Sariel.

Tuvieron que pasar varios años más de guerra, para que llegará el momento en el cual todo parecía acabar.

Los Dragones Celestiales, quienes a habían mantenido al margen de todo, de un dia para otro aparecieron en el campo de batalla, sosteniendo luchas intensas, los dejaríamos estar, pero sus luchas nos afectaban mucho, varias tropas murieron en el fuego cruzado.

Fuimos enviados Michael, Gabriel, Uriel, Raphael y yo para tratar de enfrentarlos y hacer que pararán con todo.

¿Porque tantos?

El motivo era de que se había corrido la noticia de que estos dragones habían derrotado anteriormente a los Cadres y a tres de los Reyes Demonio, Leviathan, Beelzebub y Asmodeus.

Al llegar parecían ya esperarnos, alrededor de ellos, había varios cuerpos de nuestros hermanos y demas razas.

Comenzó una de las luchas más intensas de toda la guerra, cinco Serafines contra los Dos Dragones Celestiales.

Todos peleamos a nuestro máximo poder y aunque hubo veces que parecíamos dominar, aquellos dragones siempre tenían un az bajo la manga, uno dividía el poder y el otro aumentaba su fuerza cuantas veces quisiera.

La ignorancia y el optimismo que teníamos al ser cinco de los más poderosos del cielo, nos hizo perder, y al final decidimos retirarnos, pues nos dimos cuenta de que nosotros no seríamos suficientes, yo estaba muy frustrado, me había hecho fuerte, pero no podía derrotar al Sekiryuutei ni al Hakuryuukou.

Después de esa batalla, las masacres a los ejércitos continuaron y está vez no solo fue contra los Ángeles y demas razas en el campo de batalla, aquellos dragones habían decidido atacar directamente al mismo Dios.

Pero hubo algo mucho más impactante e histórico hasta el momento, Dios, Los Cuatro Reyes Demonio y el líder de los Ángeles Caidos se habían reunido y habían decidido hacer una alianza temporal para poder enfrentar juntos a los Dragones Celestiales.

Esto sorprendió mucho a todos, incluso los serafines estaban sorprendidos, ¿Aliarse con Demonios?

Esto era muy absurdo para varios Ángeles, pero aún asi, no desobedecerian las órdenes de Padre, además de que comprendían las circunstancias.

La batalla final entre todos comenzó, Dios, Los Cuatro Grandes Reyes Demonio y Azazel, contra los Dos Dragones Celestiales.

Los Cadres, Demonios de alto poder y los serafines habíamos ido como apoyo para esa batalla.

La batalla fue de proporciones majestuosas, era increíble y admiraba el poder de aquellos dragones, no sólo nos enfrentaban a todos juntos, no sólo enfrentaban a Dios, que era el más fuerte de nosotros, si no que aveces nos dominaban, pero la desventaja numérica y de poder se comenzó a hacer presente.

Los Dragones poco a poco comenzaron a caer.

Estaba seguro que en el cielo, en la tierra y en el infierno veían todo asombrados.

Pero tambien notaba algo en padre, el se miraba cansado y resignado.

-Los tendremos que sellar-, dijo Padre muy serio, tenia varias heridas en su cuerpo.

Los demonios y Azazel asintieron al comprender.

Poco después yo también lo hice.

-¡No Padre!-, grité alarmado, alguien preciado para mi se iría de nuevo.

-¡Padre!-, por primera vez vi a Michael alterado.

Gabriel se encontraba llorando.

Los demás serafines y las demas razas no se encontraban mejor.

Pero vimos como Azazel se alejaba de ellos.

-Lo lamentó, no pienso morir aqui-, fue lo último que dijo antes de alejarse con sus súbditos.

No lo podía creer.

Ni siquiera los Reyes Demonio eran tan cobardes.

El sellado comenzó, lo cual dio varios problemas, pues los Dragones seguían luchando.

Todos estábamos muy nerviosos por lo que sucedería.

En un último intento por sellarlos, padre y los Demonios dieron todo su poder.

-¡Deben irse!-, gritó Padre muy alto para que todos escucharamos.

Pero no queríamos, no le dejaríamos aquí.

-¡Te ayudaremos padre!-, gritó Michael.

Pero padre volvió a negar.

-¡Si no se van, morirán todos!-, gritó por ultima vez.

Michael con lágrimas en los ojos ordenó la retirada, todos con sumo pesar lo hicimos.

Nos alejamos lo más que pudimos, pero aún asi desde lo lejos podíamos sentir los inmensos poderes y podíamos ver toda la acción.

En determinado momento una luz brillante lo cubrió casi todo en donde estaban ellos.

Me comencé a mover sólo, no me quedaría sin hacer nada.

-¡Sariel!-, escuche el grito de Gabriel detrás de mi, pero decidí seguir mi camino.

Llegue rápidamente con ellos.

-¡Sariel!-, Padre me llamo sorprendido.

-Si tengo que morir, quisiera que fuera a tu lado padre-, dije seriamente mientras ayudaba con el sellado y la luz se hacía más brillante.

Padre me sonrió serenamente.

-Es muy estúpido, pero admirable-, escuche decir a Lucifer riendo un poco.

Yo me mantuve serio.

Mientras todos aumentabamos nuestro poder al máximo, la luz intensa nos cubrió a todos

-Narrador normal-

Gabriel habia querido ir con Sariel, pero Michael la detuvo.

-¡Hermano, necesito ir!-, gritó ella desesperada.

-Comprendo tus sentimientos, pero si vas sólo moriras-, dijo Michael serio.

-Pero...-, ella estaba a punto de replicar, pero una intensa luz lo cubrió todo.

-¡¿Que?!-, gritó Uriel al ver esa luz y sentir grandes poderes irradiar de allí.

-¡No, Padre, Sariel!-, gritó Gabriel aterrada.

Pronto la luz a apagó y sólo a pudo ver dos puntos de luz irse en direcciones contrarias a gran velocidad.

Los Serafines y demonios llegaron a lugar, sólo para encontrar los cuerpos sin vida de Dios y los Reyes Demonio, pero no había rastro de Sariel por ningún lado.

-No...-, Gabriel y los Serafines se arrodillaron junto al cuerpo de Dios, y todos se preguntaban que habia sido de Sariel, Gabriel era de las que más sufrían por esto.

-Tiempo después-

Después de esa batalla, todas las razas se retiraron de la Guerra, nadie quería luchar más, además de que las pérdidas fueron muy grandes.

Michael decidió tomar el mando del cielo, como el nuevo Overlord, tomando el título de Arcángel.

El mundo desde entonces había cambiado, los enfrentamientos seguian, pero nadie quería iniciar una guerra de momento.

El mundo humano cambio y se volvió más moderno, Michael había hecho lo posible para mantener el Sistema de los Cielos y la religión.

Pero Gabriel aún no superaba la pérdida de su padre y la desaparición de Sariel.

Todos le decían que probablemente ya este muerto, pues habían pasado cientos de años desde ese evento, pero ella en el fondo, sabía que no era así, sabía que pronto lo volvería volvería ver.

Sabía que Sariel nunca la dejaría, y ella esperaría por él, después de todo, el no es alguien de romper promesas y el mismo sabe el daño que le haría al no estar con ella.

Es por eso que esperaría a su regreso.

Aunque tengan que pasar miles de años más.

...

Bueno, esto ha sido por por este comienzo y no sé a ustedes, pero a mí me encantó y la primera vez que lo leí (porque leo un capítulo después de terminarlo), me quede flipando.

Nos vemos a la próxima y no olviden votar y comentar, que se agradece mucho :D

Bye bye ^^

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