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Un año estando casado y mi vida no podría haberse vuelto más aburrida. Apenas doce meses conviviendo y junto a Jungkook habíamos caído en la peor de las rutinas; él trabajando junto a mi padre y yo haciéndolo desde casa, almorzando por separado y cenando juntos en el mismo estúpido restaurante por las noches.
Yo trataba, juro que trataba que las cosas fueran mejores, pero simplemente no funcionaba. Las muchas cosas que no teníamos en común eran el principal impedimento para lograr encontrar algo que nos gustase hacer juntos.
Eso y el hecho de que yo seguía estúpidamente enamorado de otro tipo.
Jungkook no era malo, por el contrario, era una persona maravillosa, respetuoso, atento y un completo caballero. Todo lo contrario a lo que estaba acostumbrado; para mí no era suficiente.
Era la noche del miércoles y como ya es costumbre, estaba esperando a que Jungkook llegara para poder salir a cenar. Vestía completamente de negro mientras caminaba al rededor de la piscina, bebiendo un poco de vino y pensando en lo triste que era mi matrimonio. Mi celular vibró dentro de mi bolsillo anunciando un mensaje de texto, fruncí el ceño cuando vi que era de parte de mi esposo.
«Te ves hermoso. Te amo ♡»
Rodé los ojos exasperado, acostumbrado -y cansado- a los mensajitos cursis y empalagosos antes de girar y poner una falsa sonrisa en mi rostro. Jungkook estaba de pie en la puerta que llevaba al interior de la casa, mirándome embobado, como si fuese la cosa más maravillosa en el mundo.
-Hey -saludó mientras llegaba junto a él. Su brazo rodeó mi cintura y giré mi rostro para que su beso cayera en mi mejilla.
-Hola -sonreí y besé su mejilla tambien.
-¿Estás listo? -preguntó tomando mi mano y llevándome dentro. Bebí lo que quedaba de vino de un solo trago y asentí. Jungkook subió a cambiar su camisa y quince minutos más tarde salimos rumbo a cenar.
Llegamos no mucho tiempo después y como ya era costumbre, Jungkook abrió la puerta del auto para mí. La encargada de asignar las mesas nos sonrió como cada noche y nos escoltó a la misma mesa, ubicada discretamente al final del salón. La cena transcurrió tranquila, entre los comentarios de mi esposo sobre los asuntos de la empresa y la próxima cena de socios a la que teníamos que asistir.
-Tengo ganas de bailar, -dije en medio del postre, buscando mejorar la noche un poco -¿Te parece ir a algún club?
El ceño de Jungkook se frunció e inclinó ligeramente su cabeza, pensando en si mi comentario iba en serio.-¿Un miércoles por la noche? -preguntó - Aún tengo que trabajar mañana, Jimin.
-Lo sé, pero casi eres el jefe, no creo que haya problema si llegas un poco tarde.
-No creo que sea buena idea, mejor esperamos hasta el sábado.
-Por favor, -rogué poniendo ojitos de cachorro. -Prometo que volveremos temprano.
Meditó por unos minutos y estaba seguro que se negaría, el tipo era completamente aburrido. Pero yo necesitaba hacer algo más que leer un libro antes de dormir. Tomé su mano por encima de la mesa y volví a pedir por favor mientras la llevaba a mis labios y besaba su palma.
-De acuerdo. -aceptó y se inclinó a dejar un pequeño besito en mis labios. Sonreí y volví a terminar el postre. Cuando estuvimos en la puerta listos para irnos me detuve al recordar que había olvidado mi saco en la silla vacía junto a dónde había estado sentado.
-Olvidé mi saco. -dije y estuve apunto de regresar, pero Jungkook se ofreció a traerlo por mí. Salí del lugar y esperé por él en la acera antes de ir hacia el estacionamiento. Saqué un cigarrillo del bolsillo de mi pantalón y busqué el encendedor de oro que compré para mí luego de devolverle a Hoseok el de Yoongi, recordando después que lo tenía en el bolsillo interior de mi saco.
-¿Necesitas fuego, muñeco? -dijeron detrás de mí y mi cuerpo se tensó de inmediato. No reconocía la voz, pero seguía odiando el estúpido apodo. Un apuesto chico vestido completamente de negro,-y visiblemente más joven-sostenía un brillante encendedor verde para mí. Desordenado cabello negro, piel blanca como la porcelana y penetrantes ojos verdes me devolvieron la vista.
-No, gracias. -respondí y regresé el cigarrillo a la cajetilla en mi bolsillo.
-Tiene carácter, JongSuk . -dijo una voz diferente.
-Lo sé, YoungJae -respondió el primero -Justo como me gustan.
Ambos me rodearon y aparecieron frente a mí. El otro chico -al que no había visto en un principio- fue quien llamó mi atención. Alto, cabello negro, ojos grises y piel levemente pálida. Era tan parecido y diferente a él a la vez que hizo mi estómago revolverse.
-¿Qué hace un pollito tan bonito y tan solo? -el oji-verde preguntó. No respondí, simplemente dí un paso al costado tratando de alejarme de ellos y esperando que Jungkook saliera pronto.
-Vamos amor, -el tal JongSuk volvió a hablar -¿No quieres un poco de diversión?
-No estoy solo, ¿de acuerdo? -respondí incómodo. -Estoy esperando a mi esposo.
-Oh, ¿hablas del tonto que acaba de salir?
Giré sobre mis talones para ver a Jungkook acercándose a nosotros con una mirada confundida y mi saco en un brazo.
-¿Algún problema? -preguntó mirando de mí a los chicos y viceversa.
-No. -respondí tomando su brazo para salir de ahí.
-¿En serio vienes con él, bombón? -el tipo preguntó burlón -Mereces algo mejor.
-¿Los conoces? -Jungkook preguntó.
-No, vamonos.
-¿Cuántas veces has tenido que fingir orgasmos con él? - JongSuk preguntó, sin embargo su atención estaba puesta en Jungkook -Estoy seguro que puedo follarte mejor que este idiota.
-No le permito que hable de esa forma frente a mi esposo. -Jungkook respondió en su acostumbrado tono formal. El oji-verde soltó una fuerte carcajada acompañado del moreno.
-¿Puede si quiera ponerte duro? -dijo, su mirada volvió a mí y su tonito burlón me irritó. -Cariño, yo puedo hacer tus muslos temblar. -continuó, mirando a Jungkook de forma desafiante -Ven conmigo y en treinta minutos estarás pidiendo por más.
Esperaba una reacción por parte de Jungkook, algún golpe o insulto que demostrara su hombría y me hiciera sentir seguro. Pero nada llegó. Suspiré derrotado y tomé su mano para empezar a alejarnos de aquellos tipos. Seguimos escuchando sus insultos y risas aun cuando llegamos al estacionamiento por nuestra camioneta.
-Vagos infelices. -Jungkook escupió de forma asqueada una vez encendió el auto.
-Vamos a casa. -dije molesto.
-Creí que querías ir a bailar.
-Quiero ir a casa, ahora. -exigí, mis ojos llenándose de lágrimas al invadirme los recuerdos, ya nada era igual.
(...)
No recuerdo haber salido a cenar con Yoongi alguna vez, porque nunca lo hicimos. Yoongi no era esa clase de persona y no porque no pudiera costearnoslo. El tipo era un jodido traficante, tenía dinero. Él simplemente no era parte del cliché, no seguía multitudes, no respetaba las reglas y a mi eso me encantaba. Luego de una vida tomando decisiones correctas, un poco de desequilibrio no venía mal.
Recuerdo el último aniversario que celebramos juntos. Yoongi armó una enorme fiesta llena de drogas, alcohol, musica y sexo sólo para que todo el mundo se enterara que cumplíamos tres años juntos. Para muchos, una forma poco romántica de hacerlo, para mí no era importante, siempre y cuando él estuviera conmigo.
-¡Felicidades chicos! -un desconocido nos felicitó cuando pasó frente a nosotros.
-Gracias... ¿quién era? -pregunté girando mi rostro para ver a Yoongi, quien estaba detrás de mi, abrazándome por la cintura.
-Ni puta idea. -dijo riendo, antes de hundir la nariz en mi cuello y respirar aire caliente haciéndome estremecer.
»-Te amo, mi niño precioso -dijo un par de minutos después, estrechandome en sus brazos y pegandome más a su pecho.
Dejé mi cabeza sobre su hombro y besé su cuello, sintiendo que el corazón se me calentaba de manera deliciosa. -Te amo tambien, bebé.
La fiesta estaba avanzada y algunas personas ya iban haciendo el ridículo de sí mismas por lo ebrias que estaban, sin embargo Yoongi seguía repartiendo alcohol para todos. Mi ojigris nos balanceaba de un lado a otro y de vez en cuándo llevaba el ritmo de la música, bailando o intentándolo. Finalmente sólo nos abrazabamos y reíamos con cada broma que el resto de los chicos-amigos de Yoongi-hacían.
Dejé de disfrutar los besitos que Yoongi repartía por mi cuello y barbilla cuando una conocida figura se acercó a nuestro grupo. Mi cuerpo se tensó de inmediato y no pude evitar que Yoongi lo notara.
Minho, el guapo castaño de ojos oscuros con el que Yoongi tuvo una aventura durante los primeros meses de nuestra relación llegó y saludó a todos. Yoongi se enderezó completamente detrás de mí, su agarre fijo en mi cintura y mi espalda aun pegada a su pecho.
-Hola, Evil -saludó frente a nosotros. -Felicidades por su aniversario.
Asentí simple, tratando de evitar algún escándalo innecesario. Lo que pasó entre Minho y Yoongi fue realmente un enorme problema para nuestra relación, sin embargo pudimos solucionarlo y llegué a recuperar la confianza en mi novio. En aquel momento yo podía poner las manos al fuego por Yoongi sin ninguna duda.
-¿Quién dejó entrar a esta puta? -Yoongi escupió. -Largo.
-¡Yoongi! -exclamé debido a lo tosco que sonó. El chico no era de mi entero agrado-obviamente-pero no iba a permitir que Yoongi lo insultara de esa manera.
-Yo- lo siento um- Adiós. -Minho sonrió pero noté las lágrimas en sus ojos antes de que diera media vuelta y desapareciera entre la gente.
-¿Qué sucede contigo? -reclamé golpeando a Yoongi en el pecho. -Eso fue mal educado de tu parte.
-Amor, yo no tengo modales. -respondió burlón -Además, no entiendo porqué lo defiendes. Él se metió en nuestra relación, ¿recuerdas? No tiene nada que hacer aquí.
-Sí y tambien recuerdo que tú pusiste tu pene en su culo, aún así no ando llamándote puta, ¿verdad?
La mandíbula de Yoongi se tensó luciendo aun más perfecta de lo que era. No dejé que eso me distrajera sin embargo y salí de ahí en busca del chico. Quería saber si estaba bien y talvez encontrar a alguno de los chicos que trabajaban para Yoongi y pedirle que lo llevaran a casa.
El aire frío golpeó mi rostro una vez estuve fuera del enorme edificio que Yoongi usaba como guarida. Algunas persona recien llegadas me saludaron a lo lejos antes de ingresar a la fiesta y otras se perdían calle abajo. Minho no estaba por ningun lado y caminé un poco para asegurarme de que no se encontraba al rededor, al mismo tiempo un auto negro se estacionó frente a la acera.
-Buena fiesta. -el desconocido de ojos azules dentro del auto dijo, dedicándome una sonrisa antes de que su vista se enfocara en el edificio rebosante de gente.
Simplemente asentí y di media vuelta para volver dentro. El sonido de la puerta del auto siendo cerrada me dijo que el recién llegado chico había salido de él.
-¡Hey! -llamó haciendo que me detuviera y girara para saber qué era lo que quería. -¿Puedo entrar?
Lo observé por unos segundos, no lo había visto antes y la expresión curiosa con la que observaba todo me dejó saber que no era de la zona. Yoongi me había enseñado a no confiar en nadie y hacer respetar tu territorio, por lo que negué.
-Es una fiesta privada. -dije, lo cual fue una gran mentira puesto que medio mundo estaba aquí.
Giré una vez más para alejarme, pero un fuerte tirón en mi muñeca me hizo volver. Mis manos fueron a parar sobre los pectorales del extraño y su agarre en mi muñeca no cedió. Sus fríos ojos azules me miraban divertidos y mi cuerpo estaba completamente tenso.
-¡Suéltame, idiota! ¿Qué está mal contigo? -exigí, removiendome en un vano intento porque me soltara.
-Tranquilo, cariño -sonrió envolviendo mi cintura con uno de sus brazos -Pensé, ya que no puedo entrar ahí, quizá querrías venir conmigo y armar nuestra propia fiesta.
Lo miré por un instante antes de soltar una carcajada y negar de forma burlona -Ni aunque estuviera ebrio, amigo.
Mi respuesta pareció no gustarle, sin embargo sonrió y llevó su mano de mi cintura a mi trasero, tocandome de manera obscena, haciéndome jadear por la sorpresa. Iba a gritarle en la cara que me soltara, pero no fue necesario cuando fui alejado de su agarre de forma brusca.
-¡Aleja tus sucias manos de él! -escuché gritar a Yoongi, seguido del sonido de un hueso siendo quebrado.
Cuando mi cerebro procesó lo que había y estaba pasando, ví la camiseta blanca del tipo manchada con la sangre proveniente de su rota nariz. Yoongi ni siquiera le dió tiempo para reaccionar cuando propinó otro golpe a su rostro, seguido de otro y luego de otro más. Él jodidamente iba a matarlo.
-¡Yoongi! -grité tratando de llamar su atención y dejara de golpear al idiota recién llegado. Funcionó, él volvió su atención a mi. -Dejalo ya, vámonos por favor.
El pecho de Yoongi subía y bajaba debido a la agitación por la adrenalina, sus ojos se suavizaron cuando empezó a caminar hacia mí y extendió su mano para que yo la tomara.
-Pudiste haber disfrutado de una buena follada, cariño.
La agitada y ronca voz se escuchó aun sobre la música, logrando que Yoongi se detuviera de forma abrupta y girara sobre su eje. Llevó una mano a su espalda, por debajo de su chaqueta de cuero y saco una brillante arma plateada, apuntando de inmediato al oji-azul. La respiración se me atascó y mi corazón se saltó un latido al verlo caminar hacia él, sin que la mano le temblara.
-¡Repite lo que dijiste, grandísimo hijo de puta!
Los ojos del tipo estaba casi fuera de sus órbitas, con las manos elevadas en señal de rendición, su nariz sangrando al igual que su labio y ceja izquierda, tan blanco como el papel. Parecía apunto de echarse a llorar. Esperaba que Yoongi no lo dañara, era sólo para asustarlo, ¿verdad?
-¡¿Qué te pasa?! -el oji-azul gritó -¡Baja eso!
La mano de Yoongi se movió unos centímetros y entonces disparó. La bala pasó por un lado del hombre y yo por poco tengo un ataque. La gente alrededor dejó escapar jadeos y gritos al unísono.
-¡La próxima irá a tu frente! - Yoongi escupió, rabia destilando de su tono. -¡Pídele una puta disculpa a mi novio!
-¡Estás loco! -el otro respondió, mientras retrocedía lentamente.
-¡Error! -Yoongi gritó y cargó el arma.
El sonido del arma siendo cargada me heló la sangre y no tuve una mejor idea que correr y abrazar a Yoongi por la cintura. Su cuerpo se tensó al instante, sin embargo su mano siguió fuertemente aferrada a el arma.
-Yoongi, vamos -susurré en su cuello, mientras dejaba besitos ahí -Dejalo bebé, vámonos. No vale la pena, amor. Vamos a casa.
Yoongi tragó saliva y parpadeó un par de veces, enfocándose. Su mano libre tocó las mías entrelazadas sobre su estómago y sin bajar el arma habló.
-No quiero volver a verte y no quiero que te acerques a él. No lo mires, ni siquiera lo pienses. -escupió, su voz sonaba tan diferente que asustaba -Si vuelvo a verte, llenaré tu cuerpo de plomo, ¿entendido?
El tipo no respondió, un tanto sorprendido por todo lo que pasaba. Yoongi dió un paso hacia él con el arma en alto y apreté mi agarre en su cintura recordandole que estaba ahí, entonces se detuvo una vez más.
-¡¿Te quedó claro o quieres que te lo escriba?! -exigió y pude ver como RM se acercaba con una navaja en la mano.
-Entendí. -respondió al fin, su vista viajando de Yoongi a RM y vicerversa.
-Pues sigues frente a mí, imbécil.
El oji-azul corrió hacia su auto y luego de encenderlo salió disparado sin preocuparse en cerrar la puerta. Los amigos de Yoongi vitorearon en victoria y agradecí mentalmente cuando Hoseok se acercó a nosotros y quitó el arma de la mano de Yoongi. Él ni siquiera protestó y cuando todos volvieron a la fiesta giró inmediatamente, llevandome a su pecho de manera protectora.
-¿Estás bien? -preguntó tomando mi rostro entre sus manos y revisandome a detalle. Asentí antes de sentir sus labios sobre los míos de manera desesperada. -Lo siento si te asusté -dijo un momento después -Odié ver que alguien más te tocaba. No pueden, amor, no pueden.
Asentí y volvió a besarme, su lengua acariciando cada rincón de mi boca.
-Mi Jimin, sólo mío -susurraba entre besos -Mi Jimin, ¿sí?
Asentía como un bobo, sintiendo que el corazón se me hinchaba dentro del pecho. Era su Jimin.
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Prometo no poner de mal tercio a Jungkook en otras historias futuras nansnsnsn, ya me da penita que siempre sea él ;(.
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