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Cinco años después...
-¿De dónde vienes? -papá preguntó como si no fuese obvio.
-De casa de Taehyung. -mentí, simplemente porque quería verlo ponerse rojo de la ira y que tal vez la vena en su frente explotase.
-No me mientas, Jimin. Compórtate como un hombre y da la cara.
Me detuve al pie de la escalera y giré para encararlo. Mi padre vestía un elegante smokin negro hecho a la medida y brillantes zapatos de piel. Su ceño estaba fruncido y yo estaba dispuesto a arruinarle la noche.
-¿No es obvio? -pregunté sarcástico. - Vengo de visitar a mi vándalo novio en la prisión. Te envía saludos por cierto.
-¡Te prohibí expresamente que volvieras a ese lugar- ShiHoo gritó, mientras mamá aparecía en lo más alto de la escalera, elegantemente vestida y con una expresión clara de horror en el rostro. -Puedes ser mayor de edad y creerte muy maduro y correcto, pero sabes que sigues siendo el mismo mocoso mimado que se encaprichó por un delincuente mal nacido que... -
Ignorando a mi padre y su ya conocido discurso sobre Yoongi, empecé a subir los escalones uno a uno. Besé la mejilla de mamá en cuanto pasé por su lado y me encerré en mi habitación.
Encontré un traje gris sobre mi cama, impecable y listo para ser usado. Sabía que aquella noche era la cena de gala dada por la empresa de mi padre, pero ni siquiera me importaba. El dolor en mi pecho no disminuía y estaba cansado de llorar a cada momento. Ya habían pasado cinco años desde que Yoongi había sido arrestado y condenado a quince años de prisión por tráfico ilícito de drogas y el dolor seguía siendo el mismo. No soportaba sólo verlo a través de un vidrio y escuchar su voz a través de un auricular. Lo necesitaba conmigo, como siempre habíamos planeado y él me había prometido.
Volví a llorar en la ducha, bajo el chorro de agua caliente. Sentía que una parte de mi moría y con ella, mi esperanza. No sabía si iba a soportar diez años más sin Yoongi a mi lado, habiendo pasado los últimos cinco como si tuviera sólo la mitad de mi corazón. Sin embargo, lo amaba. No había dejado de hacerlo y sabía que probablemente no iba a hacerlo nunca.
***
-...y este es Jimin, mi hijo.- papá me presentó por décima vez a uno de sus tantos socios.
El hombre delante de mí sonrió y estrechó mi mano, como los otros nueve anteriores. Mamá saludó y sonrió de manera cortés, dándome un disimulado pellizco cuando el tipo se presentó y yo no me acerqué a saludarlo, como se suponía tenía que hacerlo un "caballero".
-Mucho gusto. -sonreí fingido y ni siquiera me importó si se notaba.- Yo iré afuera un momento. Ha sido un gusto, señor... -
-Vandor.- respondió al darse cuenta que yo no recordaba su apellido.
-Claro.- sonreí una vez más y caminé fuera del salón; el cual estaba lleno de viejos superficiales y estúpidos, cabe resaltar.
El hotel en dónde se daba la fiesta tenía un jardín precioso y las pequeñas luces brillaban por todo lo amplio del verde prado. Tomé asiento sobre el césped, sin importarme la humedad o el hecho de que arruinaría los costosos pantalones que llevaba. Elevé mi mirada al cielo, para sólo recibir oscuridad; era típico de Daegu no tener estrellas. Mi mano se hundió inmediatamente en el bolsillo de mi pantalón y empezó a acariciar el frío metal del pesado encendedor. El encendedor favorito de Yoongi. Lo extrañaba tanto que necesitaba del artefacto que alguna vez odié para sentirlo, de alguna manera, junto a mí. Necesitaba tanto un beso o un abrazo suyo, lo necesitaba escabulléndose por mi ventana sólo para acurrucarnos y dormir juntos. Lo necesitaba para decirme que todo iba a estar bien y para poder decirle lo mucho que me arrepentía por no haber aceptado su propuesta hace cinco años.
Sentí mis ojos arder y los cerré fuertemente para evitar que las lágrimas cayeran. Recordé la visita a Yoongi esa misma tarde y mi promesa sobre dejar de llorar por él, aunque fuera imposible. Alguien se aclaró la garganta a mi lado y mirando hacia arriba me encontré con un hombre observándome.
-Uhm, disculpa...- sonrío de manera encantadora y acomodó el reloj sobre su muñeca izquierda.- Me preguntaba si tendrías cerillos o algún encendedor que puedas prestarme.
Mi mano se cerró posesivamente alrededor del encendedor en mi bolsillo y negué de inmediato. -Lo siento, no fumo.
Alejé mi vista del atractivo hombre y por el rabillo de mi ojo noté que se alejaba; sin embargo, sólo dio un par de pasos antes de regresar -En realidad... yo tampoco lo hago. -dijo de prisa y pasó una mano por su arreglado cabello -Sólo quería tener un pretexto para acercarme.
Sonreí ligeramente ante la mirada avergonzada que me dedicó. Y me dí cuenta, que era la primera sonrisa sincera que le dedicaba a alguien que no fuera Yoongi.
-¿Qué habría pasado si yo hubiera tenido un encendedor?- pregunté, aun acariciando el metal en mi bolsillo.
-Supongo que no pensé en eso.- dijo y no pude evitar reír cuando su grueso tono de voz bajó un par de milésimas. -Pero mirándole el lado positivo, logré hablar contigo.
Hizo una seña hacia el lugar a mi lado, pidiendo permiso para sentarse junto conmigo y asentí sin pensarlo. Tal vez un poco de compañía no sea mala.
-Mi nombre es Jungkook.- dijo una vez estuvo sentado a mi lado, extendiendo su mano. -Jeon Jungkook.
-Park Jimin.- respondí estrechándola.
-Lindo nombre.- halagó- Y dime, Jimin, ¿por qué estás aquí afuera?
-Quería pensar un poco.- murmuré alzándome de hombros.
-¿Ahora?- preguntó divertido.- ¿En medio de una fiesta?
Me encogí de hombros, demostrando realmente que no me importaba en absoluto.
-Deberías entrar y disfrutar.- volvió a hablar a la vez que se ponía de pie y me extendía una mano para tomarla y ponerme de pie.
-¿Por qué?- inquirí un tanto incómodo.
-No lo sé, tal vez algo cambie tu vida...
°°°
-¡Por favor, Minnie! -Taehyung había rogado por décimo-novena vez durante las dos horas que llevábamos en mi habitación. -Esta fiesta podría cambiar tu vida.
- ¿De qué manera una tonta fiesta puede cambiarme la vida, Taehyung? -pregunté sin despegar la mirada del libro que leía en aquel momento.
-¡No lo sé! -medio gritó, en tono irritado debido a mi constante negativa- -Habrá gente nueva a la qué conocer. Gente fuera de la tonta escuela... -murmuró esto último.- ¡Jin, dile!
El rubio sonrió de manera engreída, como si supiera algo que nosotros no; yo sabía que así era. Jin era nuestro amigo desde el jardín de niños, de familia acomodada al igual que la de Taehyung y mía. Pero cuando el momento de entrar a la secundaria llegó, Jin se reveló exigiendo entrar a una escuela pública en vez de a la privada-aburrida institución a la que asistíamos Tae y yo. Su mamá le cumplió el capricho y ahora el rubio contaba con una enorme cantidad -y variedad- de amigos.
-Si Jimin no quiere ir, no voy a obligarlo, Tae- Jin respondió.- Supongo que es mejor así, Jimin no se hallaría en aquel lugar.
- Pero-
- ¿A qué te refieres? -interrumpí a Taehyung, de pronto viéndome interesado en a lo que Jin se refería.
-Bueno, ya sabes- se encogió de hombros, restándole importancia.- La fiesta de esta noche no es como a las que estás acostumbrado. No será en un enorme hotel, no tendrá la mejor iluminación y probablemente todo lo que ahí se consuma será ilegal.
- ¿Crees que no puedo ir a un lugar como ese? -pregunté un tanto ofendido.
-No lo creo, estoy seguro.- Jin sentenció con una sonrisita de come mierda que me hizo sentir peor.
Estaba cansado de ser visto como el niño modelo, aquel que jamás tomaba malas decisiones y seguía al pie de la letra todo lo que sus padres ordenaban. Por otro lado estaba el hecho de tener dieciséis y no conocer nada fuera de la burbuja que mis padres construyeron a mi alrededor..
-Te equivocas.- respondí mientras me ponía de pie.- Y te lo voy a demostrar, Jin. Vamos a ir a esa tonta fiesta.
Taehyung saltó fuera de mi cama, riendo y agradeciendo como un bobo; mientras Jin sonreía engreído. Tiempo después me di cuenta que había utilizado la psicología inversa o alguna mierda como esa, pero ya no importaba. No después de lo que aquella noche significó.
°°°
-¿Ya vamos a llegar? -había preguntado Taehyung desde el asiento del copiloto, claramente entusiasmado.
Y es que habíamos salido de mi casa hacia la casa de Jin con la tonta excusa de una fiesta de pijamas, luego el rubio nos hizo esperar la media noche para tomar prestado el auto de Eunwoo y salir para la fiesta con un permiso de conducir falso. Llevábamos más de media hora recorriendo las solitarias calles de Daegu y el rizado se estaba desesperando, al igual que yo.
-No lo sé- Jin respondió- ¿no ves que estoy tratando de encontrar el lugar?
-¿No sabes en dónde es la fiesta? -pregunté irritado. Lo único que faltaba era que conociera a dónde íbamos y termináramos perdidos, asaltados, violados y asesinados en algún sucio callejón.
No, no estaba exagerando. O quizá sí.
-Obviamente no, nadie nunca lo sabe. Te envían la dirección una hora antes, así se evitan problemas con la policía.
No dije nada después de eso, no sabía que decir exactamente y todo rastro de valentía estaba escapando de mi cuerpo. No sabía qué me esperaba y me arrepentía de haber accedido a esa locura. Taehyung, por otro lado, sonreía como niño en la mañana de Navidad. Al chico parecía no importarle a donde estaba siendo conducido, lo único que quería era llegar.
Cuando por fin el auto se detuvo, lo hizo en una larga y casi solitaria calle. Había una gran cantidad de autos estacionados a un lado de ambas aceras y gente caminando hacia la misma dirección. Chicas con muy poca ropa y chicos gritando y bromeando por doquier, Jin nos hizo una seña para que lo sigamos y Taehyung lo siguió dando saltitos, parecía que el único que no estaba disfrutando era yo.
-¡Wow, esto es como en las películas! -Taehyung chilló cuando llegamos al final de la calle y un enorme edificio se alzaba en toda la esquina. La estruendosa música electrónica hacía que el piso vibrara ligeramente, mientras que los reflejos de las luces de neón se escapaban por las viejas ventanas.
-Okay, aquí vamos, chicos -Jin aplaudió y se detuvo a mirarnos.- No se separen y no se metan en problemas, si ven que alguien quiere golpearlos, huyan y no miren atrás.
Abrí mis ojos sorprendido por las palabras del rubio e iba a protestar, pero Jin ya estaba alejándose seguido por Taehyung. Me apresuré en seguirlo, ignorando las miradas indiscretas que nos estaban dedicando las personas al rededor. Jin saludó a un par de chicos cerca de la puerta y luego el ruido explotó en mis oídos. El aire ahí dentro estaba bastante viciado y caliente, a pesar de que el lugar contaba con techos altos. El frío de Daegu quedó en el olvido, dando paso al insoportable calor y la necesidad de beber algo refrescante. Todo el mundo bailaba y bebía, los cuerpos se rozaban entre sí haciendo que me preguntara cuántas personas aproximadamente habían ahí dentro. Una barra improvisada apareció ante nosotros, detrás de ella, un rubio chico con algunas perforaciones en el rostro repartía cervezas a diestra y siniestra, mientras reía con la gente que le hablaba.
-¡Hey, Mark! -Jin gritó sobre el ruido. El nombrado observó a Jin y se impulsó sobre la barra para tomar a mi amigo de la camiseta robándole un candente beso, con lengua y todo. Taehyung giró a mirarme con sus enormes ojos pardos apunto de salirse de sus cuencas y estoy seguro que yo tenía la misma expresión.
-¡Ew, Marcos! ¡No seas guarra! -Jin gritó riendo y limpiándose los labios.
-¡Guarra tú, rubia mal teñida! -el tal Mark respondió, volviendo a su lugar.- ¿Quiénes son tus amigos?
-Taehyung y Jimin -Jin respondió señalándonos rápidamente. Mark agitó su mano en nuestra dirección y le respondimos de la misma forma. -Danos algo de beber.
El chico rodó los ojos, pero sacó tres pequeñas botellas de Corona y las destapó en tiempo récord. Jin agradeció rápidamente antes dde tomar las botellas y entregárnoslas. Taehyung -quien parecía estar pasándosela de lo mejor- hizo alguna especie de brindis y un par de minutos después, Jin y él habían vaciado sus botellas.
No sé en qué momento pasó, pero Jin desapareció y vi a Taehyung junto a un grupo de chicas, riendo y bailando como si fueran amigas de toda la vida. Sólo recuerdo que Jumpman de Drake sonaba a todo volumen y la gente bailaba y se rozaba, mientras vagaba por todo el lugar evitando ser aplastado. Llegué a una de las esquinas del lugar, en donde parecía estar más despejado y encontré un viejo sofá de cuero detrás de un viejo baúl que funcionaba como mesa. Un grupo de chicos reían, fumaban y bebían, como el resto de la gente en el lugar. Sin embargo, uno de ellos llamó mi atención; inclinado sobre el baúl, un billete enrollado en un tubo sostenido a la altura de una de sus fosas nasales y una pequeña línea blanca siendo aspirada de forma rápida. Su cincelada mandíbula fue dejada a la vista cuando se inclinó hacia atrás, ojos cerrados y largas pestañas cayendo sobre sus mejillas, una sonrisa perezosa -pero no por eso menos hermosa- en su rostro y nariz perfecta. Su rostro era hermoso y si no lo hubiera visto esnifando cocaína, probablemente habría pensado que estaba durmiendo.
Si creen que Yoongi no dio la primera impresión, esperen a saber cómo fue cuando abrió la boca.
Sabía que tenía que alejarme, algunos chicos empezaban a mirarme con desconfianza; pero en cuanto él abrió los ojos, estuve perdido. Su mirada conectó con la mía y sus hipnotizantes ojos me petrificaron, no logré moverme aun cuando alguien pasó por mi lado y golpeó mi hombro, no lo hice aun cuando él se puso de pie y se acercó a mí con paso seguro y mirada depredadora. Estaba perdido, lo supe en el momento en el que vi sus ojos.
-Bueno, mira nada más lo que me trajo el gato.- su gruesa y rasposa voz se escuchó aun sobre le ruido debido a la cercanía, mi cuerpo se estremeció cuando su aliento chocó contra mi rostro.
Sus ojos me recorrieron de pies a cabeza en dos pasadas bastante obvias, antes de que mordiera su labio de manera seductora y sonriera de forma engreída.
-¿Es uno de tus chicos, RM? -preguntó sobre su hombro, sin dejar de mirarme.- ¿Buscas diversión y un poco de dinero, muñeco?
La última pregunta fue, obviamente, para mí y tardé un par de segundos en salir de mi aturdimiento para entender el significado de sus palabras. El agarre sobre la botella de mi mano se apretó y lo miré indignado.
¿Quién se creía el muy imbécil?
-¿Para dónde vas? -preguntó en mi oído, cuando intenté pasar por su lado para alejarme. La calidez de su aliento me hizo estremecer y odié la sensación.- No tienes porqué avergonzarte, no eres ni el primero ni el último... de la noche.
-¡Suéltame!- exigí sin mirarlo a los ojos. Ignorándome olímpicamente, posó una de sus manos en mis caderas y la otra en mi cuello, acercándome a su cuerpo y acarició mi oreja con sus labios. Quería matarlo, empezaba a sentirme sucio y tenía unas inmensas ganas de llorar de pura impotencia. Un segundo después, en un movimiento rápido, sus labios estaban sobre los míos haciéndome chillar de la impresión.
¡El muy idiota estaba besándome!
Mis manos soltaron la botella que sostenía y fueron a parar en su fuerte pecho intentando poner distancia y romper el beso, pero al ver que eso no funcionaba, opté por otra opción.
-¡¿Qué mierda?! -el pálido gritó, empujándome y llevando una de sus manos a sus labios; los cuales había mordido lo más fuerte que pude. El chico había sido rápido en separarse, pues no había sangre, simplemente tenía el labio inferior rojo y muy hinchado.
-¡No vuelvas a besarme, idiota! -grité de regreso y luego me arrepentí cuando vi sus ojos volverse oscuros de la ira. Sus puños se apretaron y estaba seguro que iba a golpearme de no haber sido por el oportuno oji-azul que apareció tras él.
-¡Hey, Evil!- el chico tomó al pelinegro por un hombro, reteniéndolo en su lugar y mirándolo con precaución.- No es uno de los chicos de RM, déjalo en paz.
-¡La pequeña mierda me mordió!
-Bien, eso te enseñará a no ir besando a cualquiera.- el ojiazul dijo en claro tono de reproche.
-Vete a la mierda, Jung.- el pelinegro apodado "Evil" respondió y luego su fría mirada se clavó en la mía. -Nos veremos por ahí, muñeco. -dijo antes de pasar la lengua sobre su hinchado labio y volver al sofá en donde había estado.
-Está bien, chico -el ojiazul frente a mí habló, haciendo que volviera la vista a él -Puedes ir a seguir disfrutando de la fiesta.
-Uh, sí... gracias.- asentí y sin mirar atrás volví a perderme en el tumulto de gente.
Las horas pasaron después de eso y no volví a ver a Jin ni a Taehyung, quería salir de ahí cuanto antes. Empezaba a preocuparme y todo empeoró cuando la música se detuvo y alguien gritó "¡Viene la policía!" logrando que absolutamente todos empezaran a desesperarse. Sentí los empujones y pisotones, pero aun así logré mantenerme de pie. La pequeña puerta de entrada se convirtió en un enorme portón abierto y todos empezaron a huir despavoridos.
Me mantuve atento todo el camino hacia la salida en caso de ver a Taehyung o Jin por algún lugar, pero no estaban. El irritante sonido de las sirenas policíacas aumentó una vez estuve afuera y se hacía cada vez más fuerte. Empecé a correr calle abajo hacia donde recordaba estaba estacionado el auto de Jin pero las luces rojas y azules viniendo en esa dirección me hicieron cambiar de rumbo.
De ninguna jodida manera iba a dejar que me atraparan, mis padres me castigarían de por vida y probablemente no volvería a ver la luz del sol en años.
Corrí calle arriba, siguiendo a algunos otros chicos, la adrenalina estallando en mi sistema al ver como algunos eran atrapados y esposados a mis espaldas. Algunos oficiales empezaron a correr detrás de nosotros pidiendo que nos detengamos, cosa que no pensaba hacer por nada del mundo.
Sin embargo, las veces en las que mentí sobre sufrir asma para no estar en la clase de deportes en la escuela me pasaron la factura algunos metros después. Mis piernas quemaban y parecía que iba a rasgarme un pulmón si seguía exigiéndome respirar de esa manera. Disminuí mi carrera y estaba a punto de tirarme al suelo, rendido y llorando porque no llamen a mis padres, cuando sentí que tiraban de mí dentro de un oscuro callejón. Una enorme mano tapó mis labios para evitar el grito que amenazaba con salir y un cálido cuerpo me presionó contra la pared.
-Shhh -aliento cálido golpeó mi rostro a la vez que un largo dedo se presionaba contra un par de hinchados labios frente a mí. -Te voy a soltar, pero no debes gritar, ¿de acuerdo?.- Evil advirtió, mi ceño se frunció y empecé a insultarlo aun con su mano sobre mis labios.- ¡Joder, que insoportable eres!- gritó en un susurro.
Ignorándolo empecé a removerme bajo su agarre para que me soltara, sin embargo él no cedió.
-¡Deja de pelear! -volvió a susurrar.- Voy a soltarte pero si gritas, te disparo.
Mis ojos se abrieron enormes ante sus palabras y por alguna razón, creí en ellas, lo creí capaz de hacerlo. Así que siendo un buen niño asentí y me tranquilicé. Su mano abandonó mis labios, pero su cuerpo no se movió ni un sólo centímetro lejos del mío.
-Aléjate.- intenté pedir en un susurro, pero salió un poco más alto de lo planeado.
Evil gruñó bajito y acercó sus labios a mi rostro para susurrar -Mira muñeco, sé que parezco una persona a la que todos aman, pero aunque no lo creas mi relación con la policía no es la mejor.- rodó los ojos e hizo una mueca con los labios que por alguna razón me pareció adorable. El bastardo era guapo, no lo iba a negar.- Y si por tu culpa llegan a atraparme, te juro que la vas a pasar muy mal.
-No me importa si-
-Shhh- volvió a arrullar interrumpiéndome, su dedo se sintió suave contra mis labios y su cuerpo se apretó más al mío. La respiración se me atascó y me ruboricé cuando lo sentí tan cerca, cada parte de su cuerpo amoldándose al mío. Me sentí extraño y estaba apunto de protestar, pero su dedo volvió a presionar mis labios al tiempo que un par de oficiales pasaron por la calle junto a una patrulla con las luces encendidas. El cuerpo de Yoongi se presionó aun más contra el mío, si eso era posible, cuando el callejón se iluminó sutilmente. Agradecí mentalmente que el chico estuviera completamente de negro y fuera más alto que yo, cuando el auto siguió su camino y no quedó más que el silencio y la oscuridad.
-Buen chico. -el pelinegro halagó tiempo después, aun sin alejarse. Pese a la poca iluminación podía ver su sonrisita burlona de mierda y sus intensos ojos brillando con diversión.
Gruñendo y haciendo uso de la poca fuerza que me quedaba lo empujé, logrando quitármelo de encima antes de asomarme y salir del callejón cuando vi las calles despejadas. Tenía que encontrar a Jin y Tae cuanto antes.
-No soy una persona modelo de las buenas costumbres, pero sé que cuando alguien te ayuda se le agradece, muñeco.
Decidí ignorarlo y seguir caminando, pero mi paciencia llegó al límite luego de escucharlo seguirme por todo el camino.
-¡Deja de seguirme!
-No te estoy siguiendo -respondió burlón, un cigarrillo en sus labios y un pequeño encendedor de metal con la bandera de Jamaica en su mano derecha.- Simplemente voy a la misma dirección, muñeco.
-Deja de llamarme así, o mejor, deja de hablarme.- gruñí y di media vuelta para seguir mi camino.
-Lo haría si supiera tu nombre, muñeco.
Ignorando -o tratando- caminé hasta donde había sido la fiesta y saqué mi celular dispuesto a llamar a Jin y Taehyung para que vinieran por mí, sólo para darme con la sorpresa de que el estúpido aparato estaba muerto.
-Mierda. -gruñí y tiré mi cabello. No tenía idea de dónde estaba, ni qué tan lejos estaba de la casa de Jin y no era una opción tomar un taxi en esa zona.
-¿Pasa algo, muñeco? -la forma en la que decía el estúpido apodo me tenía los nervios de punta, imaginando las mil maneras en las que podía asesinarlo.
-Deja de llamarme así.
-¿Necesitas hacer una llamada? -preguntó ignorando mi comentario.- ¿Enviar algún mensaje? ¿Alguien que te lleve a casa? -ofreció sacando un juego de llaves de su bolsillo y haciéndolas tintinear.
-No me subiría a un auto contigo ni muerto.
-Que bueno, porque no conduzco uno.-sonrió ganador.- ¿Seguro que no quieres que te lleve a casa?
-Jódete.
-Oh, entonces quieres que te lleve a mi casa.
El humo del cigarrillo salió expulsado entre sus dientes cuando me giré a verlo indignado y él sonreía de esa forma engreída que tanto odiaba y con el tiempo llegué a amar.
-Sólo préstame tu jodido teléfono, ¿si?- pregunté sin mirarlo, en un vano intento de retener el poco orgullo que sentía que me quedaba luego de aceptar su ayuda.
-Que mal, muñeco -negó con una falsa mueca de decepción.- Tan bonito y educado que te veías, pero no sabes agradecer ni pedir por favor. Lastima.- se encogió de hombros y dió una calda más a su cigarrillo antes de pasar delante de mí y empezar a alejarse.
Gruñendo por lo idiota que era al aprovecharse de mi penosa situación lo seguí y tomé un par de respiraciones para hacer lo que hice. Si quería volver a casa sano y salvo me tocaba rebajarme con un posible delincuente.
-¡Evi!- grité llamando su atención.- Lo siento. Yo-
-Mi nombre es Yoongi- interrumpió, deteniéndose para arrojar la colilla de su cigarrillo y mirarme atento.- Min Yoongi.
-Uhm, de acuerdo- asentí y aclaré mi garganta.-Yo... lo siento, Yoongi. Gracias por ayudarme hace rato.
Él simplemente asintió, acariciando su barbilla y lamiendo sus labios en un pobre intento de evitar la sonrisa burlona que probablemente quería partir su cara por la mitad.
-De acuerdo, muñeco.
-Jimin.- me vi respondiendo y arrepintiéndome luego, pero no deteniéndome.- Park Jimin.
-Bonito nombre.- halagó y esta vez si sonrió. Una sonrisa brillante, como si hubiera ganado la lotería o algo parecido.
-Gracias.- susurré cuando estuvo lo suficientemente cerca.-Uhm... ¿podrías- por favor, podrías prestarme tu teléfono?
-Puedo llevarte a casa, Jimin.
Mi cuerpo se estremeció sin poder evitarlo cuando mi nombre fue pronunciado y casi acariciado por sus labios. Era extraño que se escuchara tan bien viniendo de él.
-No.- sacudí la cabeza intentando alejar los pensamientos que atacaron mi mente.- Gracias, pero me quedaré en casa de un amigo y necesito llegar con él.
Sus ojos analizaron mi rostro, buscando algún rastro de falsedad respecto a lo dicho, finalmente sonrió y sacó un teléfono bastante bonito de su bolsillo.
-Llama todo lo que quieras.- dijo simple y se alejó un poco dándome privacidad, lo cual agradecí.
Rápidamente tecleé el número de Taehyung, el cual me sabía de memoria y luego de marcarle dos veces, respondió. Dijo que había estado junto con Jin buscándome y acordaron pasar por mí, obviamente.
-¿Todo en orden?- Yoongi preguntó en cuanto me vió colgar. Tenía otro cigarrillo encendido y se veía más amigable que antes.
-Si, gracias.- sonreí ligeramente antes de tenderle de regreso su teléfono.
Él simplemente asintió mientras le daba una nueva calada al tubito de tabaco entre sus dedos. Lo cual me hizo caer en cuenta de que el chico estaba bastante tranquilo para alguien quien se suponía estaba drogado. La curiosidad me carcomía pero no iba a arriesgarme a ser golpeado, así que lo dejé pasar. Un silencio un tanto incómodo se instaló entre nosotros antes de que fuera roto por él.
-No te has disculpado por casi haberme arrancado el labio.
Mis ojos volaron a su rostro, buscando algún rastro de burla, pero el muy idiota hablaba en serio.
-¿Qué hay de mí? -pregunté cruzando mis brazos sobre mi pecho y mirándolo a través de mis ojos estrechados.- ¿No merezco una disculpa también?
-¿Por qué? -se atrevió a preguntar.
-¡Me trataste como un puto ahí dentro! -grité obvio -No deberías sacar conclusiones apresuradas.
-Lo siento, lucías como uno de los chicos de RM.- dijo encogiéndose de hombros de lo más simple. Implícitamente diciendo que sí, lucía como un puto.
-Idiota.- escupí furioso.- Te odio, imbécil.
En un parpadeo sus labios se presionaron contra los míos, sus manos tomaron mis mejillas y mis manos fueron a los bordes de su chaqueta de cuero, empuñándola. Sólo una presión de labios, antes de que sus hermosos ojos me miraran brillantes y volviera a besarme. Suave esta vez, sólo sintiendo sus labios y las caricias que sus pulgares hacían en mis mejillas. Fue el mejor beso de mi vida, hasta ese momento, no podría olvidarlo nunca.
Todo iba bien hasta que el idiota volvió a abrir la boca.
-Puedes odiarme, amarme o masturbarte gritando mi nombre, todo eso está bien por mí.- dijo dejando un pequeño beso sobre mis labios, antes de empezar a caminar.- Adiós, Jimin.
Me quedé ahí, mirándolo alejarse hasta que el sonido de la bocina de un auto sonó a mis espaladas. Los faros del auto de Jin me iluminaron y arrastrando los pies fui hasta él, abriendo la puerta trasera y dejándome caer en el asiento completamente agotado. Lo único que escuché fue a Jin gritar:
-¡¿Qué demonios hacías con Evil?!
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