Capítulo 32

¡La hora! Color ya está por llegar, piensa la castaña mientras revisa que cada detalle esté en orden para su llegada. De repente Azul abrió la puerta, haciéndola saltar del susto.

-Sorpres... -Chiara se interrumpe cuando éste la abraza, lo siente temblar mucho y también lo ve muy sudoroso-. ¿Qué pasó? Estás muy asustado.

Ella trata de calmarlo frotándole la espalda mientras él tiembla en sus brazos, unos minutos después se separa y da unas profundas respiraciones. Se tranquiliza al ver que está en su departamento junto a la castaña, sin embargo nota el lugar muy diferente, con banderines de colores y serpentinas colgando del techo.

-Ya pasó Azul -murmura ella mientras lo toma de las mejillas.

-Fue aterrador... -responde al cerrar los ojos para disfrutar de su toque-. Me reencontré con mi madre.

-¿Tu madre? ¿Cómo fue? ¿Cómo se llama? ¿Dónde está?

-Quería que tenga sexo con ella -comenta, dejándola sin palabras-, su excusa era de que esa forma nos conoceríamos más y se fortalecería nuestro vínculo, cuando me negué comenzó a gritarme y también las personas del lugar. M-Me besó, ella me besó. -Azul vuelve a temblar, aferrándose a Chiara, quien continúa atónita por su relato.

La castaña finalmente sale del shock cuando él se aleja un poco para preguntar por el decorado del departamento. Entonces ella se pone de pie, toma aire y grita con todas sus fuerzas.

-¡Feliz cumpleaños!

-¿C-Cumpleaños? Si, e-es hoy, pero-

-Nada de peros, es una tradición de nuestro pueblo festejar el cumpleaños de los demás. Si estuviéramos ahí hubiéramos festejado todo el día. Al comienzo del día, a la media noche, los artesanos liberan lámparas de papel al cielo y luego despiertan al cumpleañero con música -le explica mientras trae un pastel que ella misma preparó-. Los agricultores preparan un pastel y la familia tiene ese día libre para festejar junto al cumpleañero sin preocuparse por sus tareas. A la noche todos nos reunimos y cantamos.

-Suena muy complicado, ¿qué hacen cuando varias personas cumplen años? ¿Qué pasa con los regalos? Deben hacer la celebración una y otra vez -cuestiona el rubio cuando Chiara deja el pastel frente a él con unas velas encendidas.

-Entonces así piensan los domonienses -comenta la castaña-. Haríamos los festejos que sean necesarios porque todos merecen sentirse especiales al menos una vez al año. Feliz cumpleaños Color -murmura antes de dejar un beso en su mejilla. Entonces él mira el pequeño pastel con una mueca.

-¿Qué debo hacer?

-Soplar las velas y pedir un deseo al mismo tiempo -indica ella mientras sonríe.

-Oh, está bien -asiente y piensa en un deseo. Toda esta situación es extraña para él, pero todo lo relacionado con Chiara lo es, fue así desde que se conocieron-. Deseo aprender más de ti -susurra para luego soplar.

En eso, Chiara salta sobre él para darle un abrazo, rodea el cuello del rubio con sus brazos y frota su rostro contra el de Azul.

-Me vas a hacer llorar -balbucea y luego se separa para secar sus lágrimas-. Es un deseo hermoso y lo voy a hacer realidad.

Mientras tanto Ferran se prepara para salir, llamando la atención de Marco, quien lo detiene frente a la puerta. El de ojos azules gira su cuerpo lentamente, pues creyó que a esa hora ya se encontraba dormido.

-Sales todas las noches a esta misma hora -comenta al dar unos pasos hacia él-. ¿A dónde vas?

-Voy a caminar, sólo es eso.

-¿Seguro? -insiste, haciendo que el menor baje la mirada-. Ten cuidado. Mañana quiero mi desayuno a tiempo, ¿okey?

-Okey -responde con una sonrisa antes de salir.

Ferran sale de la casa con destino a la galería de arte, ya que tiene un romance que surgió de manera espontánea, amor a primera vista como lo dirían en el pasado. Una sonrisa aparece en su rostro al recordar las melodías que crearon juntos y espera poder acariciar sus teclas nuevamente para hacerla cantar.

-¡¿Qué demonios?! -exclama al ver un fuerte resplandor a lo lejos. Él corre rápidamente y niega una y otra vez al notar que se trata de la galería envuelta en llamas.

-No se acerquen, es peligroso. -Los pocos policías del lugar no dejan que las personas se acerquen al desastre. Pero no pueden controlar a Ferran con su arranque de ira.

-¡Malditos, ustedes hicieron esto! ¡Las Señorías se los ordenó! -grita en voz alta y, debido a su estado exaltado, los oficiales tratan de reducirlo. Sin embargo ninguno de ellos es capaz de contener la fuerza del hombre, en un momento Ferran se libera y toma el rostro de un oficial para golpearlo con su cabeza, dejando un reguero de sangre que baja desde su frente-. ¡Lo arruinaron todo! ¡Todo, todo! Nuestro... trabajo -Ferran cae arrodillado mientras da unos golpes al asfalto.

-Deténgalo. -Los oficiales consigue reducirlo.

-¡Ferran, suéltenlo! -Azul y Chiara corren hacia él y tratan de ayudarlo, sin embargo los oficiales los detienen también.

-Es el responsable del fuego y queda arrestado por golpear a los guardias -le dice la jefa de los uniformados.

-Es imposible -niega el rubio-. Ferran no lo hubiera hecho.

-El museo también está ardiendo -comenta Chiara.

-¿También el museo? -Ferran maldice una y otra vez, en ese momento ve como la pareja también es arrestada y son dejados inconscientes con una descarga eléctrica.

Chiara es la primera en despertar cuando se recupera y nota que están dentro de una habitación vacía, no hay ningún mueble y las paredes son completamente grises.

-Color, despierta. -Ella se acerca al rubio y le palmea el rostro, sonríe cuando sus ojitos mieles la miran, un poco asustados.

-¿Dónde estamos? -pregunta al ver a su alrededor y no pierde tiempo en abrazarla-. Oh no, son Las Señorías, ¿cierto? Llamamos su atención.

-Tarde o temprano iba a pasar -habla Ferran mientras está sentado en un rincón. Su rostro pegado a la esquina.

-¿Qué estás haciendo?

-De esta forma no puedo ver lo vacío que está este lugar... siempre odié el vacío -contesta en un tono de voz bajo, cosa que sorprende a los otros dos.

-Nosotros estamos aquí, deja de darnos la espalda -habla Azul mientras se acerca a él para colocar su mano sobre la espalda del ojiazul, Chiara hace lo mismo por una seña que le hacen el rubio y ambos consiguen que Ferran se gire hacia ellos.

-No volveré a hacerlo -murmura mientras le da una sonrisa leve a ambos-. Seguramente no tardarán en llevarnos con Las Señorías -agrega al mirar hacia la puerta y, como lo suponía, un grupo de oficiales entran a la habitación.

-El juicio va a comenzar, los están esperando en el gran salón -les dice una mujer de traje.

-Usted debe ser nuestra abogada -responde Chiara al acercarse. Los tres son escoltados hacia dicho salón

-Si, vengo a llevarlos para que escuchen la sentencia, los cargo son disturbios, incitación al caos, robo, invasión a la propiedad privada, violación al toque de queda, resistencia a la autoridad y agresiones a oficiales -enumera sus delitos de los tres, haciendo que la castaña chasquee la lengua.

-Sus servicios no serán necesarios, está despedida.

-¿Qué? ¿Despedida? -repite la mujer.

-Nosotros nos defenderemos, chau -Chiara la despide antes de cruzar unas grandes puertas de cristal, el lugar es igual a como Marco lo describió, sin embargo sólo hay diez de las once Señorías.

-Chi, ¿está bien despedirla? -pregunta Azul en voz baja.

-Ya la oíste, quería enviarnos directamente a la sentencia -comenta y se detienen por orden de los uniformados.

-El juicio ha iniciado, los acusados son Azul Santana, Ferran Llagaria y... ¿Quién es esta individuo? No hay datos en los registros -dice una de esas mujeres-. ¿Dónde está su abogada?

-La despedimos y yo soy Chiara Cazadores, un gusto conocerlas -se presenta la castaña, aunque ellas la ignoran para enfocar su atención en Ferran.

-¿Por qué nos dejaste? ¿No piensas tomar nuevamente tu lugar? Nadie te lo impedirá.

-¡¿Queeeeee?! -exclama Azul, aunque no está tan sorprendido como Chiara.

-¡¿Eres mujer?!

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