Capítulo 22
Aunque la galería también es un éxito, Chiara se siente muy agotada y frustrada, porque no tiene tiempo para empezar su nuevo proyecto además debe hacer funciones que duran horas junto a Azul. Para el cuarto día ya se siente muy cansada.
—Chi, debemos irnos.
—Mmm, no. —Ella se encuentra boca a bajo en el sillón.— Ferran nos va a cubrir hoy.
—¿Qué pasa? —le pregunta al sentarse a su lado.
—Debo seguir con otro proyecto pero estoy muy cansada —responde al levantar la mirada, Azul hace una mueca la ver las ojeras de la castaña, entonces va a la habitación y regresa con un almohada y manta—. ¿Qué haces?
Chiara levanta las cejas, le sorprende ser arropada por el rubio y escucharlo tararear. El relajante sonido, pero sobre todo su cansancio hacen que quede dormida en poco tiempo. Él la ve dormida y sonríe, entonces se levanta para ir a la cocina y tomar el folleto que arrojó al bote de la basura.
Unos minutos después la clase comienza y la persona encargada hace que cada uno se presente y le diga al resto porqué están allí.
—Hola, soy Lexia, mujer, pueden usar el femenino conmigo. Estoy aquí porque soy muy exigentes con mis parejas, quiero que sean de una determinada forma como tener el cabello corto o una voz... diferente —inicia la primera, todos van presentándose y diciendo sus problemas, recibiendo una opinión de quien preside la reunión, hasta que media hora después llega el turno de Azul.
—Soy Azul Santana, vine a aquí porque mi pareja se acuesta con otras dos personas y me puse celoso —habla en voz alta para luego fruncir el ceño—. Traté de reclamarle pero... Sam se molestó más.
—Tenemos un problema grave entonces Azul, debes entender que es su vida y pude hacer lo que quiera con ella —le dice la profesora.
—Yo también tengo ese problema pero lo superaremos juntos —habla el sujeto que está a su lado y le palmea la espalda con su permiso.
—Pero ese no es el problema —murmura el rubio, manteniendo la mirada abajo—. Cuando amas a alguien quieres ser todo para esa persona, así como lo es para ti. S-Seguro ustedes no me entienden, yo tampoco lo hago.
—Vaya, eso es... es muy profundo.
—¿Estaría mal si yo comenzara a querer a alguien más? —pregunta mirando a su alrededor y todos concuerdan que no, mientras no lastime a su pareja todo está bien.
—Bueno, continuemos.
Las tres horas de la clase pasan rápidamente mientras simulan situaciones y la encargada les dice a los alumnos si actuaron bien o mal con respecto a sus problemas, Azul escuchó y observó atentamente a cada persona a su alrededor y sorprendentemente notó rasgos similares con su comportamiento o el de Chiara. Algunos incluso se cuestionaban el porqué llueve debajo del domo o qué hay más allá de él.
Al terminar con la clase pudo hablar hablar con cinco de los presentes, topándose con ellos en la parada del autobús.
—¿Tienen un momento? —les dice al acercarse.
—Claro Azul, ¿de qué se trata? —responde Lexia con una gran sonrisa en su rostro.
—Noté que muchos de ustedes quieren saber cosas.
—Ni lo menciones, ya saben que mis preguntas cansaron a mi pareja y por eso me fue a vivir con su compañero de trabajo —dice un muchacho, teniendo una nerviosa sonrisa en su rostro.
—No está mal preguntarse cómo funciona el mundo que nos rodea —comenta Azul, imitando a Chiara porque eso es lo que ella diría.
—¿No está mal?
—¿Visitaron el museo o la galería? —pregunta y algunos responden que si mientras otros niegan—. Si les interesa vayan mañana, una hora antes de que abra la exhibición.
—Está bien, nos vemos allá.
Cuando llega a su departamento Azul encuentra a Chiara todavía durmiendo, aunque ahora su cabello es un desastre y está desparramada en el sillón. No puede evitar soltar una risa que controla para no despertarla.
—Está roncando otra vez —murmura al caminar hacia la cocina para hacer la merienda. Coloca agua caliente para el té y comienza a tostar el pan libre de soja, además saca un tarro de jalea de bayas que Marco les envió.
—Cuidado... los lobos no son mascotas —murmura la castaña, Azul cree que habla con él pero continúa dormida—. Louis, s-sal de mi cama.
—También habla dormida —susurra sonriendo. En ese momento alguien llama a la puerta y, para no perder la costumbre, se trata de Sam.
—Hola Azul, la encargada me contó que estabas en la clase de control de sentimientos tóxicos. —La de ojos azules sonríe, batiendo sus pestañas, aunque la atención del rubio está en su cuello y brazos, los cuales se encuentran marcados—. ¿Cómo te sientes? —pregunta, sacando a Azul de sus pensamientos.
—¿Qué quieres? ¿Por qué me haces estas visitas?
—¿Te molesta? Es por los buenos tiempos que pasamos juntos, me preocupo por ti. —Sam acuna el rostro de Azul con sus manos, al tocarlo siente su piel más áspera debido a su barba que comenzó a crecer nuevamente—. Oh no, tu enfermedad empeoró pero... te ves bien —habla y baja sus manos hacia los brazos del rubio.
—Gracias por preocuparte por mí —responde al alejarse un poco—. ¿Algo más?
—Puedo ayudarte a controlar lo que sientes si las clases no son suficientes. —Sam intenta entrar al departamento, pero Azul la detiene en la puerta colocando sus manos en el marco.
—Mejor no, debo hacerlo solo. Entiende, no quiero seguir lastimándote —dice manteniendo la vista baja.
—Si entiendo... estaremos en contacto, ¿si? —Sam se despide dándole un beso en la mejilla y él acaba cerrando la puerta lentamente.
Azul regresa a la cocina para, minutos después, despertar a Chiara con la mesa preparada. Ella huele el pan tostado mientras frota sus ojos y le da las gracias luego de dar el primer mordisco, él también la acompaña comiendo en silencio.
—Estás muy callado —murmura y fija su mirada en él. Azul trata de mantener el contacto visual, pero los iris marrones de la chica son demasiado—. Color.
—Sólo pienso —responde luego de que ella insistiera.
—¿En qué?
—En cómo sabes si estás haciendo lo correcto. ¿Cómo sabías que dejar a tu familia estaba bien? —cuestiona pensativo—. Dejaste lo que más querías para acompañarme.
—Lo sé. Pero de no venir no hubiera sabido que somos los últimos ni que el señor Marco estaba aquí —murmura la castaña—. Sólo lo hice y ya, era momento de cambiar. La verdad nunca se sabe si estás haciendo las cosas bien, sólo te queda confiar.
Azul asiente mientras toma el último sorbo de té. Él toma la bandeja para llevar las tazas vacías a la cocina pero se percata de la presencia de Chiara a su lado para decirle que ella hará la cena esta vez.
—No hace falta, tú debes comenzar tu nuevo proyecto —le recuerda, pero ella mueve su mano para restarle importancia al asunto.
—Tú siempre cocinas, ahora es mi turno. —Chiara se coloca las zapatillas y luego se coloca su abrigo—. Voy a buscar más comida de la huerta de Ferran —dice antes de cerrar la puerta.
—Pero... —Azul revisa el refrigerador y efectivamente está repleto de vegetales y fruta como temía.
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