Capítulo 20
Al final el día resultó satisfactorio para Chiara, hasta piensa que el regreso de Sam no es tan malo y a considerado mudarse con Marcos y Ferran para no incomodar a los tortolitos.
—Se lo diré a Color, necesitan más privacidad después de todo —susurra mientras está en el ascensor.
Las puertas se abren al llegar al piso indicado y camina al departamento, pero se lleva una desagradable sorpresa al oír unos gemidos bajos provenientes de la habitación. Extrañada mira la hora y faltan 20 minutos para la llegada del rubio. Su curiosidad la lleva a la habitación, encontrando a Sam pero este se encuentra acompañado por Rose y Georgiano.
—¡¿Qué estás haciendo?! —exclama, haciendo que los tres se detengan y la miren.
—¿Por qué entras sin avisar? —responde Sam mientras se apresura a vestir—. Nosotros sólo nos damos cariño, ¿quieres unirte?
—¡No, tú...! ¡Se supone que volviste con Azul!
—Deja de gritarle —interviene Rose. Aunque Chiara no se deja intimidar por su adorable ceño fruncido.
—Ustedes no se metan, ¡largo de este departamento! —sus gritos asustan a las femeninas, por ello el pelirrojo se atreve a darle un empujón.
—Sólo tuvimos una pelea con Samy pero ya lo arreglamos —dice él y es callado por un golpe de puño que impacta de lleno en su rostro, fue tan fuerte que lo lanzó a un lado.
—¿Cómo puedes hacerle esto? ¡Ya quisiera yo tener a alguien como Azul! Alguien que se esfuerce tanto por mí... no tienes idea lo mucho que cambió por ti. —Chiara ve a Sam negar a cada palabras mientras tiembla, estando abrazado por Rose.
—Eso es muy tóxico, cambiar para gustarle a alguien. Además me quiere sólo para él como si le perteneciera —responde con la voz temblorosa—. Pensé darle una oportunidad pero-
—¡Él te ama!
—¡Si me amara aceptaría a Rose y a Ge también!
—¡Imbécil, hijo de...! ¡Largo! —Chiara termina corriendo a todos del departamento.
Sam y los demás tomaron rápidamente sus pertenencias, pero se toparon con Azul en la sala, como si ya no tuvieran suficientes problemas. El rubio mira directamente a Sam con una expresión neutral y se hace a un lado para dejarlos pasar.
—Parece que ya encontraste mi reemplazo, igual de tóxica que tú —murmura antes de salir, pero no recibe respuesta.
El departamento se sumerge en un profundo silencio luego de que la puerta fuera azotada con fuerza, hasta que escucha los quejidos de la castaña. Él la ve arrodillada en la alfombra, abrazándose a sí misma mientras intenta controlar su llanto.
—Chiara —la llama luego de que el nudo de su garganta lo deje hablar.
—A-Azul... —Ella se apresura en limpiar su rostro—. ¿Cuándo llegaste?
—Escuché todo lo que pasó —contesta y le da una sonrisa para tranquilizarla, sin embargo el llanto de Chiara se intensifica mientras sostiene la camisa del rubio.
—Lo siento, yo me equivoqué... t-te hice tener esperanzas con Sam p-pero es imposible que vuelvan a estar juntos. Discúlpame Azul. —Lo abraza, sintiendo los brazos del rubio rodearla.
—Oh Chiara... oh Chiara...
Ella triste está, sus ojos húmedos están
Será por notar su genio tal malo o su cabello sin peinar,
a veces ronca al dormir y otras no para de sonreír.
Es fácil contar sus defectos en la canción pero
nombrar sus virtudes sería imposible porque tiene un montón.
Oh Chiara... oh Chiara...
Azul termina de cantar, sintiéndose mejor al verla sonreír, pero ella se aleja para corregirle diciendo que no tiene mal genio. Él suelta una risa para luego entregarle un pañuelo que usa para limpiar su rostro.
—Esa canción... pensé que la harías para Sam —comenta luego recuperarse, Chiara hace una mueca al ver el desastre de la cama y rápidamente quita las sábanas para lavarlas.
—También pensé en una para ti —contesta Azul.
—Gracias.
—¿Por qué le gritaste a Sam? —pregunta el rubio—. T-Te oías muy molesta.
—Si, si. Perdí el control. —Chiara coloca las sábanas con ayuda del rubio mientras charlan—. ¿Cómo te sientes?
—No es la primera vez que Sam hace esto —comenta luego de tomar una gran bocanada de aire.
—Me molestó mucho que tenga sexo en tu departamento, en tu cama luego de venir llorando y dando lástima. Es que... te has esforzado mucho y que él haga esto, me enoja que te lastime c-como si nada —le confiesa y levanta la mirada hacia él. Le sorprende con la calma que Azul se toma lo sucedido.
—Chi, está bien. —Él da una pausa para sentarse a los pies de la cama—. Es curioso, fui fuera del domo por Sam pero te encontré y ahora sé que estamos en peligro. Mis problemas son insignificantes ahora.
—No digas eso Color.
—Es cierto, ya escuchaste a Sam. Aunque cambie... Creo que es mi turno de ayudarte. —Es sorprendido por otro abrazo de la castaña, el cual corresponde pero pierde el control de su cuerpo, los temblores se apoderan de él y se aferra a Chiara.
—Está bien, suéltalo —murmura mientras le frota la espalda, ella siente su hombro humedecerse rápidamente—. Ya me estás ayudando mucho —agrega. Los quejidos de Azul son desgarradores para ella, también quiere llorar pero si no contiene al rubio nadie más lo hará.
Los minutos pasan, entonces una alarma llama la atención de él, y se aleja diciendo que en una hora debe volver al trabajo. Pero Chiara se niega, dándole un golpe al aparato para callarlo.
—No, estás muy agotado. Yo llamaré para decirles que volverás a trabajar a tu horario normal. —Le ordena quitarse los zapatos y acostarse en la cama, a lo que él obedece sin mucho ánimo.
—Chi, ¿q-qué haces? —pregunta cuando la ve regresar con unas tiras secas en sus manos—. ¿Había más? —suelta para luego apretar los labios.
—Entonces tú comiste mi otra reserva —dice Chiara y consigue sacarle una pequeña sonrisa—. ¿Sabes que es carne seca?
—Si... cuando las probé, pero no pude dejar de comerlas. Tomé una tira por día, lo siento Chi —confiesa, aunque ella no se molesta, en cambio deja la comida que trajo en sus manos.
—Son tuyas. —Chiara se las entrega y sonríe al verlo comer con lágrimas en los ojos—. ¿Sabes lo que descubrí? La comida dentro del domo es modificada con hormonas, por eso se ve y sabe diferente. Esa comida parece que también impide que se desarrollen, por eso se ven más jóvenes de lo que son y sus ancianos parecen tener 30 años —le explica mientras él continúa comiendo, intenta distraerlo para que poco a poco olvide su pena.
—Pero Ferran nos trae la comida.
—Si, natural y libre de alteraciones. —Chiara va al baño y regresa con el espejo de mano. Así enseña al rubio su reflejo, uno demacrado, con los ojos y la nariz roja. Azul traga duro para luego soltar un suspiro—. Así no puedes ver lo que quiero mostrarte.
—¿Ver q-qué? —cuestiona, arrugando su nariz.
—A Azul Santana, integrante de la familia de los cazadores. Antes te quejabas que eras un inútil y que deberías verte como yo —comenta al quitar la humedad de su rostro, además le palmea suavemente las mejillas—. Mira, hasta comenzó a crecerte la barba.
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