Accidente #8: Tarde de caza

Una figura de cabellera roja se encontraba corriendo de una forma completamente agresiva. Chocaba su hombro constantemente con las personas que se hayan caminado en sentido contrario a él. Se disculpaba con un tono de voz irregular, era suave por la timidez, pero a su vez era muy rápido y apresurado, sencillamente no podía concentrarse, debía seguir corriendo. Su respiración se volvió pesada mientras su nariz y pulmones se veían muy fatigados por el aire frío que empezaba a circular por ellos. El sudor cubrió la frente del pelirrojo mientras a duras penas sujetaba la correa de su mochila.

Siguió corriendo por aquella calle transitada hasta frenar en una esquina donde el semáforo estaba en verde para los peatones. Apoyó medio cuerpo en el poste amarillo del semáforo mientras exhalaba e inhalaba de una forma muy rápida tratando de relajar la tensión que se alojaba en su pecho y la sensación de entumecimiento en sus pies y mano derecha.

Miro enfrente de sí mismo y contempló un centro comercial, el más grande que se hallaba en la ciudad. La gran cantidad de automóviles que pasaban le era sumamente curiosa, nunca había visto un embotellamiento más grande, e incluso comparándolo con la de las salidas y entradas de su escuela. Los chicos que entraban, las familias que salían, las parejas que gozaban de un gran rato... Todo eso lo pudo contemplar, aunque fuese solo de reojo, en realidad con solo llegar le fue suficiente.

Suspiro con alivio mientras a duras penas pudo pronunciar unas palabras...

—Lle~llegue— su habla fue débil, estaba cansado a más no poder

Escuela secundaria Obelisk, campo lateral [Hace 46 minutos]

—Q~qué ella... ¡¿Qué?!— el chico pelirrojo bramó mientras todo su rostro se tornaba pálido

Estaba contra la espada y la pared, de no ser por su maestro, él ya estaría muerto... Aunque fuese él quien lo metiera en tan bizarra situación.

—Es tu funeral— aquella chica de pelo blanco le dio una mirada tan fría que se asimilaba a una de repudio

—A no ser que sobrevivas...— el hurón rojo sacudió sus mofletes de una manera despabilante —Y yo estoy seguro de que lo harás... Eres mi capitán, ¿o no?

Tras finalizar su oración, el animal desapareció de la vista de ambos tras saltar directamente a un arbusto de la arboleda, siempre se iba sin decir un por qué... Y eso siempre le daba mala espina al pelirrojo.

—"Pero no me has enseñado a sobrevivir... ¡Ni me has enseñado algo útil!"— pensó mientras su cuerpo se colocaba en cuclillas como si de un sismo se tratase, un sismo que podría traerle la muerte —E~estoy muerto...— su murmuró triste fue tan bajo que solo fue percibido por sí mismo

—Solo hazme ese favor— la chica rompió los lamentos silenciosos del chico

El pelirrojo alzó la mirada. Sus ojos escarlatas se cruzaron con los cielos celestes que la chica tenía por ojos; pero esos cielos aun siendo brillantes, en realidad solo eran espejos, un reflejo que representaba un vacío que te engullía en su imperceptible trampa. El cebo perfecto para un cazador.

—Tienes hasta el primer rayo del atardecer, Nyron— el hurón saltó de los árboles mientras sujetaba una mochila de varios cierres de color negra —Aprovecha tu ventaja... Aprovéchalo todo en esta mochila— lanzó la mochila contra el rostro del chico, cosa que le hizo caer nuevamente de espaldas contra el césped

—"¡Como pesa!"— pensó con prisa mientras a duras penas hacía a un lado la mochila, a su perspectiva, pesaba tanto como su bicicleta cuando trato de sacarla del lago del parque central, otro penoso accidente que pesaba alrededor de 35 kg más la resistencia contra el agua —¡¿P~pero qué ventaja?!— habló con su rostro rojo por el esfuerzo empleado contra la maleta

—Tu maleta... Y por sobre todo esto— el hurón metió su pata derecha al pelaje de su pecho, y tras unos segundos hurgando en el interior de su pelaje, sacó un pergamino algo arrugado con letras casi ilegibles, y dos huellas dotadas de un color carmesí digno de la sangre al pie de dicho documento —Si el contrato que redacte está en lo correcto... Tienes una ventaja de una hora para ocultarte o huir del país... Lo que ocurra primero... Y en cuanto se acabe el tiempo...

—Voy a matarte con mis agujas— la chica desenfundó cuatro nuevas agujas en cada mano —Esto será dinero fácil

—Prácticamente estas cotizado por la jugosa cantidad de la deuda externa de un país promedio multiplicada por cinco... Corre, mi enrojecido alumno... Y recuerda que el último aliento siempre debe ser el más firme... Confía en tu pasión— el hurón hizo un leve chasquido con sus garras

Tras ello, la mochila se sintió tan ligera como una almohada, como si su carga fuera desplazada o desvanecida en un solo instante.

Nyron tomó la correa de la mochila y miró a su animalado maestro, las palabras que le habían dicho no tenían ningún sentido para él. Él no tenía ninguna pasión por escapar asustado de una presunta asesina de cabellera irregular como la de él. Tenía miedo... Y dicho miedo le hizo correr hasta el cansancio.

La chica se sentó en el césped en posición de mariposa, con tal e ignorar todo a su alrededor durante una hora, todo ruido le era sumamente irritable, el trabajo que le esperaba era uno de los más difíciles.

El hurón miró a su alrededor y luego a ese azabache que ya hacía en el suelo de dicho claro del área verde escolar. El joven estaba noqueado. La verdad, la situación solo le hizo bufar con gracia.

—Nyron... La paciencia es una virtud... Solo aguarda un poco... O morirás


Centro comercial "Grand Parade", zona centro [Presente]

A las orillas de la gran fuente que se encontraba en el centro del comercial, estaba ese mismo chico pelirrojo. La fuente estaba situada al exterior, debido a que el centro se encontraba completamente a la intemperie, era como una especie de miniparque central que dividía al centro comercial en cuatro zonas como si de una rosa de los vientos se tratase.

La zona era reconfortante, el viento era sumamente fresco y el sol calentaba lo suficiente para generar un balance entre caliente y frio. La leve brisa del agua le haría sentir una gran calma a cualquiera que se sentase a contemplar las zonas verdes que eran plagadas de flores coloridas y mesas donde las personas descansaban o tomaban algo, una situación muy agradable para un viernes por la tarde; pero dicho pelirrojo tenía la cabeza en otro lugar, o más bien, trataba de no perderla.

El joven se encontraba completamente alterado, sus pies se movían sin control alguno; sus manos las estrujaba una y otra vez entre ellas sin ningún motivo aparente; inhalaba y exhalaba de una forma muy brusca; y fuera de ese sentimiento de alerta, él se sentía completamente incómodo con el nuevo atuendo que llevaba. Su nuevo atuendo constaba de una remera negra de carácter deportivo bien pegada a su delgado torso, acompañada por una chaqueta de cuero negra con franjas rojas y cierres por doquier, unos pantalones algo ajustados de color gris con un par de cadenas negras cayendo por los bolsillos traseros, y unas botas de color rojo y negro; para sí mismo, se veía ridículo, como un intento de matón o algo por estilo. Resaltaba mucho, y eso le causaba incomodidad.

De la mochila que llevaba colocada bajo sus pies, sacó un reloj electrónico que llevaba una cuenta regresiva. No le dio importancia al tiempo, sino al cómo la gente que pasaba a su lado empezaba a murmurar o a mirarlo siquiera. Su rostro estaba colorado, estaba conteniendo una pena inmensa por sí mismo, a su vez de un constante dolor punzante en cada extremidad de su cuerpo, sus heridas aun no sanaban por completo (en especial las de su espalda recién apuñalada).

Suspiro pesadamente mientras recordaba como tuvo que cambiar su uniforme por esa ropa que para su percepción era de mal gusto. De hecho, seguía bastante anonadado sobre el "por qué" de su decisión, ¿por qué pensó que dicha ropa se vería bien en é? l; quizá se debía a que debía cambiar sus ropas maltratadas de la escuela, que por obvias razones (sangre) atraerían cierto bullicio y atención hacía una presa indefensa (sin mencionar que solo debía cumplir la simple tarea de sobrevivir incluso si significaba quedarse bajo una roca). Entre esos pensamientos, el reloj llevo su temporizador a cero, y un sonido tintineante empezó a ser percibido por sus oídos desde la palma de sus manos.

Apretó los dientes con mucha brusquedad, chilló levemente con miedo, y su piel se tornó muy pálida de un segundo a otro... El tiempo de la cacería había comenzado.

Con desesperación trató de pararse; pero su nerviosismo y la mochila que estaba en sus pies le hizo tambalearse levemente hacia enfrente y de manera milagrosa sostuvo su cuerpo con su mera fuerza en piernas. Recuperó la compostura y tras tomar la mochila, empezó a moverse hacia el interior del centro comercial. Teniendo una mínima de oportunidad por ocultarse de esa chica que tenía el filo de sus agujas con dirección a su yugular. Cabe aclarar, que dicho plan no fue originalmente suyo; sino que todo lo había encontrado en una libreta que su maestro había dejado para él en esa misma mochila, una mochila que envolvía un misterio que el chico no quería averiguar su respuesta.

Esa libreta solo anotaba unas pocas cosas: su nombre, un saludo, y una lista muy extraña de frases que el chico interpretaba de la única forma que su maestro maniático quisiese darle información útil. La primera orden en esa libreta que sujetaba con ambas manos frente a sus ojos fue: "La presa aislada, es presa muerta"

El chico hojeo la libreta tras haber abandonado el edificio escolar debido a que este se desprendió del interior de la mochila tras haberse tropezado en una de las escaleras de los callejones de la ciudad. El punto fue que el chico recibió el mensaje de su maestro, y como un buen chico que ha visto documentales sobre animales, decidió ocultarse. Y qué mejor, que alrededor de muchas personas que podrían acudir en su ayuda, según el...

Su caminar era directo pero descuidado, no dejaba de ver las anotaciones de su maestro sobre las hojas de dicha libreta. Era un caos de frases escritas en un orden incomprensible y una letra redactada a brocha y tinta; a su vez que había glifos del antigua lenguaje chino. Glifos que no significaban nada para él, no sabía nada de mandarín y chino tradicional, y por enésima vez se lo había recordado el destino durante esa semana. Con lo que no contó el chico, fue en su atuendo; y casi por acto de magia, con solo pensar en cómo confundirse con su ambiente, la mochila dejó ver un conjunto de ropa. Conjunto que no tardó en ponerse en los baños del centro comercial. Sus ojos hallaron una nueva frase: "El árbol enfermo requiere un soporte fuerte para sobrevivir"

Más acertijos que describen su actual situación, y fuera de la ocasión pasada... El no comprendía dicha frase del todo.

—Oh vamos... ¿Acaso se te acabaron las galletas de la fortuna fáciles? — bramó con suavidad mientras giraba la libreta de varias maneras —E~estoy muerto— dejó caer su mirada al suelo mientras su cabeza era refugiada por la capucha de la chaqueta que portaba

Tras ello, siguió caminando un par de pasos sin prestar mínima atención a su camino en ese mar de gente. Las risas y conversaciones de las personas eran audibles para él, cómo murmullos sin orden alguno. Murmullos que ignoraba por el simple hecho de seguir ojeando cada frase de su maestro con tal de ganar alguna ventaja. Esa chica ya debía estar cerca de alguna manera, él podía presentirlo.

No tardó mucho para que su concentración en esos papeles plagados de tinta se viera perturbada por el choque con una figura que no pudo contemplar, y que dicha solo le hizo caer de lleno en el suelo. Todo por el terrible dolor que seguía plagando su cuerpo debido a su reciente lucha en el cuadrilátero de su escuela, sintió como las heridas en su nariz buscaban abrirse y dejarse fluir por la piel del chico como un río. El chico no se quejó en lo absoluto, solo reprimió su mueca de dolor con su típico rostro neutro, rostro que se tornaría en una sonrisa nerviosa por los nervios de confrontar a una persona a la que le había ocasionado problemas, una más a la lista.

Se levantó de manera temblorosa hasta ponerse sobre una rodilla. Alzó levemente la mirada, y fue ahí donde pudo notar que alguien le extendía la libreta que se le había escapado de sus torpes manos, ahorró algo de valor y con ello sujetó la libreta por el lado opuesto por el que se lo extendían.

—¿Estas bien?, ¿No te lastime? — una voz femenina resonó frente al chico de una manera familiar

—N~no... Yo, lo sie...— miró a la chica que le hablaba, y sus ojos se percataron de la cabellera castaña destellante de su compañera y amiga de la infancia —C~Cyn~thia— la miró un instante como para sentir que su mente se desbordaba de un nerviosismo intenso. La emoción de verla fue reemplazada por un rostro ensombrecido más que por uno sorprendido, recordó cómo él se comportó con ella, como la lastimo, en como ella había buscado sin descanso con la mirada... Cosa que sus nervios le llevaron a pensar que le estaba evitando —E~en verdad lo siento

Tiró de la capucha que cubría su rostro con tal de que no le viese más, estaba muy avergonzado del cómo se había comportado, se sentía peor que una basura, peor de lo que se sentía día con día. Jaló el libro con fuerza y luego se paró con mucha prisa como para pasar a su lado. Y ella apenas y pudo reaccionar a la sorpresa de ver a su amigo, no esperaba verlo y por, sobre todo, no le reconoció con su nuevo atuendo; pero ya era tarde, el chico se apartó de ella a paso apresurado, y ella no pudo seguirle, por una razón que se hallaba alrededor de ella, las miradas expectantes de sus amigas y amigos.

El pelirrojo siguió corriendo a lo largo de las cuatro distintas zonas del centro comercial. La deslumbrante zona norte repleta de ropa; la zona sur con sus elocuentes locales de entretenimiento; la zona este con tiendas departamentales; y la zona oeste una zona peculiar como un "mercado" por así decirlo.

Nyron se hallaba en la zona sur, caminaba de manera agotada mientras su mano en su pecho remarcaba su falta de aliento. No sabía cuánto tiempo corrió, lo que él solo sabía, era que ya se había alejado lo suficiente de aquella chica que alteraba su temperatura corporal hasta el punto de colorarlo levemente. Caminó por el pabellón principal de la zona sur, esperando relajarse un poco después de tan incómoda situación. Además, era una ocasión peligrosa, una asesina le perseguía, y a su vez, su corazón estaba palpitando muy fuerte contra la pared de su tórax.

En eso, todo cambio a su alrededor, como si todo el mundo a su alrededor fuera sustituido por un páramo gélido y olvidado. Sintió como un escalofrío le hacía congelarse en plena marcha. Su piel se tornó de gallina, los capilares de su piel se erizaron junto con los cabellos de sus brazos a tal grado que parecía un gato. En un acto de reflejo, llevó su alterada vista hacía la libreta, en donde se encontró con la frase: "La muerte es la pareja de baile más caprichosa de todas". Tras leer dicha frase, los sentidos de Nyron se apagaron mientras una fría mano lo jalaba dentro de lo que parecía una cabina fotográfica. Cerró los ojos por la acción brusca a la que era sometida su cuerpo y simplemente no encontró fuerzas como para resistirse ante dicho agarre.

Se dejó llevar como una hoja por la corriente del viento de otoño. Dejó que su espalda fuera azotada rotundamente contra la pared de dicha cabina mientras cada terminal nerviosa y músculo de su cuerpo reclamaba un respiro de tan dolorosa situación, tanto así que el pelirrojo en cuestión estaba por aullar de dolor, pero una delicada mano femenina le hizo callar abruptamente.

Tras ello, Nyron contempló a su reciente captor, y no era nada más y nada menos que esa misma chica de cabello blanco y ojos azules. Su asesina logró encontrarlo y peor aún... Arrinconarlo.

—¡PHMMMMM! — intentó gritar por auxilio; pero no se lo permitieron

—Eres demasiado estúpido si creíste que me perderías... Muchachito— el pelirrojo se tornó pálido con solo escuchar la voz despreciante y fría de la chica que le sujetaba con su cuerpo contra la pared

Ella era más alta que el chico por un aproximado de más de media cabeza, era completamente imponente ante el pelirrojo que dominaba bajo su brazo derecho y callaba con mano izquierda.

El pelirrojo siguió forcejeando inútilmente contra la albina, en una desesperada necesidad de mantenerse con vida. Sentía un vacío en su estómago, y como su sudor bajaba por su cuerpo, este se tornaba helado conforme pasaban los segundos. La chica parecía imperturbable, mantenía su rostro lleno de asco hacía el chico, era un desprecio completo ante dicha situación... Como si fuese un insulto a ella misma.

—Lastimosamente el contrato me obliga a dejarte hablar una última vez... Habla rápido para que pueda largarme de este país— liberó la boca del chico mientras en la misma mano izquierda dejaba notar una aguja tan grande como una daga que no dudó en apuntar contra su mentón

—V~voy... Vo~voy a... Mo~rir— el tono tambaleante de Nyron era una combinación entre shock y miedo

La albina se mostró aún más irritada de no haber conseguido una frase clara proveniente del chico que acorralaba.

—¡Habla fuerte, mocoso! — sus nervios explotaron

Y la curiosidad mató al gato. La chica se acercó al pelirrojo mientras bajaba la aguja del joven, no quería que dicha frase se le escapara.

—¡AYUDA! — el pelirrojo aulló con fuerza mientras zarandeaba su cabeza fuertemente hacía enfrente

La chica se vio sorprendida por el chillido agudo que le hizo tintinear sus oídos, y de no ser suficiente, el pelirrojo con su zarandeada, le propinó un golpe en la quijada que le hizo retroceder mientras le hizo marear levemente. No se lo esperaba proviniendo de un chico depresivo como el que tenía enfrente, ella había esperado un llanto ahogado o un lamento personal, ¿qué le hizo gritar de esa manera?

En la cabeza del chico nació una nueva necesidad, mantenerse con vida. ¿La razón?, una disculpa que quería dar... Una castaña a la que quería volver a ver... Y por, sobre todo, sencillamente aun con su suerte, él se rehusaba a morir... Era pesimista, pero no lo suficiente como para escoger la muerte, aun con tantos accidentes, nunca había estado en rose con ella misma.

La chica tomó por la remera deportiva al pelirrojo, lo alzó lo suficiente como para verle directamente a los ojos. Su rostro ya no era tan despreciable, ahora se veía desesperado.

—Tu... ¿Por qué no me quieres hacer el favor de...— la chica desprendió una aguja de su manga

En eso, una vibración por la cortina de dicha cabina atrajo la atención de ambos jóvenes arrinconados en dicho lugar. La acción fue la misma por parte de ambos. Dirigieron sus miradas al exterior de la cabina.

—¿Escuchaste algo? — una tierna voz femenina resultó familiar para el pelirrojo

—No... Seguramente fue solo un niño que busca a su mamá— una voz masculina hizo recorrer un escalofrío al pelirrojo, también la reconoció

Las voces por fin revelaron sus rostros despectivos. Y resultaron ser Cynthia con un acompañante que ni el mismo Nyron se esperaba, el capitán de boxeo de la escuela y el principal culpable del mal estado del pelirrojo, Jhon Stroud.

Aquel joven pelinegro con una altura sobresaliente con respecto a la chica de 1,63 que se hallaba a su lado y se encontraba aferrando contra su cuerpo con un agarre por detrás de su cabeza. Eso mientras que la chica con ambas mejillas coloradas sujetaba firmemente la chaqueta de su acompañante o pareja. Ella parecía estar completamente deslumbrada por su acompañante; y él se hallaba con una buena sonrisa de satisfacción. Como una verdadera pareja. Pero esas sonrisas se apagarían tras ver a la otra "pareja" que habían interrumpido. Por su perspectiva, parecía que la chica atrajo al pelirrojo en una peligrosa situación de cercanía entre hombre y mujer.

Jhon fue el primero en percatarse de la cabellera rojiza que era sujetada contra la pared, ocultando su sorpresa por la belleza de la chica, y tras notar en qué y con quien se encontraba el pelirrojo solamente pudo sentir sorpresa y ligeros celos, una discreción perfecta que solo pudo ocultar con un bufido de gracia. Mientras que la chica de cabello castaño se tornó algo pálida mientras dejaba de aferrarse a la chaqueta que el joven a su lado llevaba; parecía como si dicha imagen le hubiese afectado en cierta manera. Sudó en frío mientras sus palabras se ahogaban con tartamudeos indescifrables e inaudibles.

El pelirrojo miró a la pareja con unos ojos lleno de impresión, todo mientras una aguja se encajaba en su pecho... Metafóricamente... Y literalmente... Nyron se estremeció de golpe mientras empujaba a la albina con mucha brusquedad contra el asiento que ya hacía atrás de ella. ¿Ella se dejó vencer?... No... Ella se encontraba mucho peor de lo que uno podía imaginar. Todo pasó de golpe ante ella, sus nervios ya estaban alterados y eso mismo le hizo atravesar el pecho del joven. Y en cuanto ella sintió como perdía parte de su preciada arma contra el pecho del chico, ella se hizo a un lado como si de un fallo crucial se tratase.

—"¡Mierda!"— fue lo único que pudo pensar mientras sentía como su ojo derecho palpitaba inconscientemente y sus manos temblaban de manera brusca

El joven empezó a precipitarse contra la salida de la cabina, cosa que fue notada por una alterada asesina. De hecho, el simple acto de alterarse en pleno trabajo, ¿no indicaba que había fallado como asesina? Eso solo lo sabía en sus adentros, y con ello en mente no podía controlar su mano temblorosa que se había hecho con un par de gotas de la sangre del pelo escarlata.

—¡No escaparás! — de su mano lanzó tres agujas en dirección a la puerta, podría darle a cualquiera... Ya no le importaba tanto el cuidado en su estado actual

El pelirrojo se percató de las agujas que iban dirigidas hacía la entrada como unas saetas furiosas.

—¡Cuidado! — Nyron se lanzó contra la pareja frente a él, por un mero instinto, los tiró con tal de que ellos no recibieran un ataque mortal. No obstante, las agujas alcanzaron un objetivo, la espalda del joven pelirrojo

—"¡¿Por qué a mí?!"— fue lo único que pudo pensar el pelirrojo mientras sentía como caía al suelo

Por mera carga de adrenalina, él recibió un par de pinchazos antes de sentir una paralizante sensación en su espalda. Ni siquiera una chaqueta de cuero pudo contra un par de agujas, ella disparaba a matar y con una velocidad que sobrepasaba la comprensión humana.

Nyron miro a las personas que tenía por debajo. Un capitán algo adolorido por un golpe de su cabeza contra el suelo, y una castaña que tenía su mirada clavada en los ojos escarlata del chico sobre ella, no podía dejar de verlos... Solo lo hizo hasta sentir como una gota de un líquido caliente caía en su mano sobre su pecho, era la sangre de Nyron.

Tras percatarse del color de la gota llevó su mirar al pecho del joven, y pudo ver como una aguja blanca se encajaba y desprendía un líquido rojo como una jeringa, una imagen que le hizo ahogar un sollozo mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. No podía comprender que sucedía por completo. Primero, su mejor amigo estaba en una posición muy sugestiva con una chica que ni conocía y a sus ojos era más bella que ella; y segundo... Su amigo tenía una de las peores heridas que le había visto... Hasta ese momento, nunca lo había visto tan lastimado y asustado como lo vió al ver sus ojos... Realmente le dolía en el alma ver a dicho chico en ese estado y que este no se atrevió a decirle o pedirle ayuda antes.

Nyron no pudo reaccionar como era debido, tras mirar a la chica a punto del llanto, este mismo se sujetó la aguja y con mucha prisa empezó a correr lejos de esa cabina... Lejos de su cazadora, todo mientras su aliento se volvía pesado por la carga que soportaba su dañado cuerpo.

La castaña se levantó con mucha rapidez y giró su mirada a muchas direcciones con tal de encontrar a su amigo; pero este mismo ya había desaparecido de aquel lugar, dejando solo una leve mancha sobre la mano de la chica. Miro a cada persona sobre el mismo pabellón, pero todos parecían no haber visto algo, era como si dicha situación no les importase gracias a qué parecía una riña entre adolescentes. Intentó dar un paso con tal de ir en su ayuda, con tal de ayudar a apaciguar sus heridas y reconfortarlo como tanto le gustaba a ella... Pero olvido un pequeño detalle... Su pareja en el suelo se quejó al mismo tiempo que se levantaba por su cuenta.

—¿Ese no era Zhongli? — cuestionó el pelinegro a la castaña con algo de molestia en su cabeza

La chica asintió levemente mientras miraba dentro de la cabina con tal de ver a quien acompañaba a su preciado amigo. Sentía con mucho interés en la chica, y más aún, quería preguntar qué hacía ella con su querido pelirrojo. Ambos llevaron su mirada hacia adentro... Pero no encontraron nada, la chica albina ya se había ido. Dejando a un capitán confundido, y a una amiga de la infancia completamente inmersa en sus pensamientos y con el celular en la mano... Dispuesta a llamar a alguien.

Mientras tanto, un pelirrojo llegó con mucha suerte al elevador que llevaba a la planta baja dónde se hallaba el estacionamiento del centro comercial. Aprovechó la soledad y tranquilidad del estacionamiento, y se dejó caer en el piso mientras a duras penas mantenía su respiración estable. La única forma en la que llegó sin que alguien lo notara, fue debido a que cubrió la herida con la chaqueta y presionó con tal de frenar el sangrado, idea estúpida que le termino doliendo mucho más; pero todo era para no llamar más la atención de personas indeseadas.

Tocó levemente la aguja que ya hacía en su pecho y se retorció por el dolor. Él ya había tratado astillas en sus manos, así que lo único que necesitaría sería su chaqueta... Y algo muy fuerte que morder si planeaba hacer lo mismo que siempre hacía con las astillas; pero, aun así, tras retirarse la chaqueta, sintió como las otras agujas se separaban de su espalda mientras dejaban fluir la sangre. Envolvió la aguja de su pecho con la chaqueta y luego la separó de un solo tiro, la sangre salió como si hubiese salido de una burbuja; pero no era tanta como para exagerar, era un hilo de sangre cuya hemorragia era frenada por la playera. Una hemorragia que ceso su avance al convertirse en un coágulo con una velocidad algo rápida.

Liberó un sollozo de agonía mientras unas lágrimas traicioneras caían por sus ojos, le dolió mucho. Se introdujo en sus pensamientos aun estando en pánico: ¿ahora que la hizo enojar?, ¿cómo escapará?... ¿Qué hacía ella con él?, refiriéndose a Cynthia. Su cabeza se volvió un lío mientras su corazón producía muchos espasmos que le hacía hiperventilarse por la presión y el hecho que varias partes de su cuerpo ahora parecían haberse entumido de una manera sofocante. Estaba al borde de las lágrimas producidas por su desesperación... Pero un objeto se cayó de su mochila, era la libreta de frases. El chico la recogió mientras sus ojos alcanzaron una frasecilla que le hizo abrir la libreta por completo: "El querer... Es poder"

Nyron solo pensó en una cosa que quería, quería liberarse de esa maldita situación. Quería vivir.

En eso la mochila se sintió un poco más pesada, y por su curiosidad introdujo su mano dentro de la mochila. Siguió introduciéndose hasta que su mano chocó con una interesante bolsa que sacó sin dudarlo. La contempló y luego la agitó, se sentía llena de canicas. Abrió la bolsa, y lo que encontró dentro, le hizo sudar en frío.

Pasó el tiempo, y cierta chica albina se encontraba caminando a lo largo del pabellón norte con tal de dar con su presa, sentía que su dichoso blanco se encontraba por las cercanías de dicho lugar, ¿cómo lo sabía con exactitud?... Llamémosle una "herramienta de asesinos".

Su mano derecha seguía tambaleante mientras con su otra mano bebía una soda de cola que había tomado de alguna persona sin suerte. Su cabello y figura la hacía resaltar de gran manera, robándose la atención de varios jóvenes de por ahí, tanto hombres como mujeres. Ciertamente se sentía incómoda al estar a la vista de todos ahí, debido a que resaltar de esa manera solo le traería problemas si planeaba terminar el trabajo debidamente. Siempre se las arreglaba cambiando su aspecto, o simplemente yendo por las sombras de los lugares con tal de no ser vista como la asesina digna del nombre de la Diosa de la muerte de Asia. No obstante, en su único chance de matarlo en un área muy transitada... Falló por un descuido de novatos, un error que le hacía hervir la sangre. Se sentía frustrada, pero no con el chico... Sino con ella misma. Se sentía culpable, pero no quería admitirlo. Estaba completamente incomoda, nuevamente consigo misma... Se sentía como basura.

Su plan era sólo tomar la vida del chico de manera rápida, para luego solo irse y olvidarlo todo. Tenía muchas maneras de hacerlo sin verle a los ojos: Envenenarlo, dispararle a una distancia razonable, atropellarlo, e incluso ejecutarlo por la espalda como si se tratase de un animal. Cada idea era alentadora... Sin embargo... No se sentía a gusto consigo misma por pensar en ello, además que no podía, tenía que cumplir con un estúpido contrato.

El contrato tenía tres decretos inquebrantables:

+1. El chico debe morir cara a cara, siendo el arma de asesinato las agujas de la chica. No podía hacerlo a distancia o el contrato se anularía y ella pagaría una grandiosa regalía.

+2. El chico debe pronunciar una oración que debe pasarse a su maestro, debe tener un último aliento y chance de arrepentirse de cualquier cosa.

+3. No puede haber testigos, todo debe ser anónimo por el bien de todos los involucrados.

Dichos decretos procuro ejecutarlos al pie de la letra... No obstante, le falló a uno solo. No fue capaz de concentrarse y modular sus emociones. El corazón le ganó... Y por ello mismo se sentía aún más ansiosa. Pero en el fondo, ella se sentía levemente aliviada de haberle dejado escapar... Aunque le costara admitirlo, si lo mataba en esas condiciones, fallaría como una asesina implacable y solo se vería como una amateur. La chica miraba en cada dirección mientras su cabeza dejaba de producirle una indeseable migraña, finalmente se estaba relajando. Dejó la soda en un contenedor de basura y luego solo miro una de sus agujas que ocultaba con mucho cuidado bajo su manga, no llevaba una sonrisa con ella, solo una mueca de mera tristeza.

En eso, la aguja empezó a girar por la palma de la chica.

La chica solo suspiro con algo de pesadez, chasqueo la lengua con mucha molestia y luego coloco la aguja en su boca como si se tratase de un cigarro. Empezó a caminar en dirección a la salida del centro comercial mientras se amarraba el cabello haciendo una cola de caballo. El siguiente ataque no lo desperdiciará. Acertará... Y lo matará.

La chica salió del centro comercial, siendo llevada por la tensión que generaba su aguja con tal de llegar a un punto que ella desconocía por completo; pero su presa no. Caminó hasta llegar al complejo de edificios que rodeaban la plaza, todos apartamentos o despachos. Siguió la guía de su arma hasta llegar a la entrada de un callejón con una reja con puerta. Miró el callejón, estaba completamente desolado, y se veía muy bien el otro lado de la calle, a su vez que los contenedores de basura que se encontraban a los lados de dicho lugar. Finalmente, soltó la aguja de sus labios y esta misma salió disparada hacía un contenedor de basura de manera automática.

Tras notar eso, la chica se colocó la capucha que llevaba su saco negro de carácter informal, pieza que le hacía juego a sus jeans de mezclilla ajustados.

—Se acabó Zhonlgi... Hazme ya el favor de morir— su mano derecha dejó de temblar y en ella deslizó 4 nuevas agujas

El chico pelirrojo salió por detrás del contenedor donde se encajó la aguja, ya no había caso esconderse. El chico la miró con su típico rostro triste que inclinaba levemente la cabeza al suelo. Ya no llevaba la chaqueta de cuero que su maestro le había dejado en la mochila, está ya la tenía envolviendo su cintura como un cinturón.

—Y~yo... No de~dejare que te... ¡Acerques! — la voz del chico intentó ser fuerte, pero el miedo le hizo romper dicha frase con un constante tono agudo

—Esas palabras servirán— acto seguido lanzó sus agujas con dirección al chico

Nyron reaccionó de la misma manera que como lo hizo en su pelea de boxeo, llevó su peso a un lado y desplazó la cabeza como si se tratase de un jab... Al menos aprendió algo más allá de cuanto podía doler un golpe con un guante de boxeo. En eso, la chica desplazo otra aguja de gran tamaño de su mano derecha. El pelirrojo chocó contra la pared y vio como su asesina se acercaba con mucha rapidez.

—"¡No debe avanzar más!"— pensó con mucha prisa mientras llevaba su mano al bolsillo derecho de su pantalón que se encontraba oculto por la chaqueta y tomo un objeto diminuto como una canica y lo arrojó hacia el camino que empezaba a tomar la chica

La chica miró su acción; pero no le importó, ya estaba cerca de terminar con ese maldito contrato. Sin embargo, no contó con lo que Nyron le había arrojado frente a ella, un objeto que al mínimo choque con el suelo... Explotó en un destello blanco que hizo resonar las paredes que los rodeaba, dejando una pequeña mancha de hollín en la zona de la explosión.

La chica dio un brinco muy amplió hacía atrás mientras se cubría con su brazo izquierdo. Reaccionó tras el sonido de la explosión y su cuerpo hizo el resto de manera instintiva.

—Parece que alguien recibió ayuda...— miró el rastro de hollín que su reciente truco había generado —¡Eso es trampa! — lanzó su aguja de gran tamaño contra el chico

El chico se lanzó hacia un lado hasta que su hombro chocó bruscamente contra el suelo. Dolor que fue ahogado tras ver como la chica volvía a correr hacía él. Llevó su mano hacía el bolsillo derecho nuevamente, pero esta vez tomó un puño entero de esos objetos explosivos. Y con mucho apuro, los lanzó sin siquiera preocuparse por la puntería. Era todo o nada.

La chica solo vio el gran número de objetos volar hacia ella. Ajustó su mirada y los pudo ver mejor.

—"¿Semillas?"— su cuestionamiento fue interrumpido tras sentir un gran número de espasmos provenientes de su pecho y rostro, dichos espasmos eran parecidos como a los pinchazos de una aguja —Maldi...— puso sus antebrazos como una especie de escudo para dichos impactos

Las semillas explotaron sobre el cuerpo de la chica. La chica retrocedió de manera brusca hasta chocar contra la reja que señalaba la entrada del callejón. Su cuerpo solo sintió el impacto de la reja y las quemaduras de las explosiones, dolor que pudo manejar... Pero su ropa... Perdió en su mayoría el saco informal que llevaba, solo restaba la parte del torso, los antebrazos fueron carbonizados; pero dicha explosión no fue tan fuerte como para quemar la camisa blanca que llevaba bajo ese saco.

—¡¿De dónde las sacaste?!— reaccionó con mucha brusquedad mientras se levantaba lentamente, a partir de ahí, sus emociones se desbordaron —¡Eres molesto!

—¿P~por qué...— el joven tragó saliva mientras sentía como su corazón se aceleraba —¡¿P~por querer vivir?!

—¡Exacto! — le regresó la chica con aún más molestia que antes

El pelirrojo sintió una sensación desagradable proveniente de su corazón, era como un gran peso encima suyo. Sintió como los sentimientos de la chica le presionaban de una manera muy asfixiante, la furia de una chica era algo de temer. Llevó su mano derecha hacía su bolsillo... Ya no le quedaban más semillas. Cosa que le hizo sentirse aún más acorralado.

La chica tragó saliva mientras sentía que la rabia sería incontrolable hasta el punto de abalanzarse sin piedad; pero algo le detenía.

—S~solo...— la albina respiró hondo —¡Hazme el favor de callar y morir! — su rostro denotó como ella misma se mordía el labio inferior con mucha desesperación

—"¿Por qué necesita pedírmelo?"— el pelirrojo dio un paso hacia atrás mientras su mano izquierda titubeaba con tomar un objeto esférico aún más grande que las semillas que recientemente había usado

—¡Se acabó! — la chica lanzó con suma furia una aguja grande hacia el hombro derecho del pelirrojo, y el no pudo reaccionar a tiempo

Nyron se quejó con un grito lleno de dolor mientras empezaba a notar la falta de movilidad de su brazo, la herida ya no le daba la sensación de haberle provocado una hemorragia; pero sentía claramente como dicho objeto había ido más profundo de su carne superficial. Literalmente ya no sentía el brazo derecho mientras este pendía rendido completamente a la gravedad.

En eso, el chico ya no vacilo. Tomó el objeto redondo de la izquierda con gran fuerza y lo lanzó hacía la chica sin dudarlo un segundo. Sin darle tiempo para que pudiese correr o levantarse. Ese tiro era todo o nada... Rezó por no fallar.

La chica miró como esa brillante esfera iba dirigida hacia ella, la vio mucho más grande y amenazante que las anteriores. Así que con mucha precisión lanzó una aguja hacía esta, y la dejó clavada contra el contenedor a un lado del chico pelirrojo.

—¡Se acabó!

El pelirrojo notó como la semilla se tornó aún más brillante y esta simplemente ocasionó una explosión diminuta e inaudible como un fuego artificial defectuoso. El pelirrojo sudo de manera agresiva mientras veía como el humo de su última esperanza se desvanecía con el viento. La chica se paró por completo, estaba dispuesta a ir a terminar el trabajo de una vez... Pero algo llegó a su cabeza...


En la mañana de dicho día, departamento de la familia Zhongli

El pelirrojo se hallaba somnoliento mientras seguía humeando un poco por la reciente explosión despertadora. Su adolorido ser no contaba con el factor "hurón endemoniado" del día. Se hallaba atando sus zapatos mientras veía como su maestro movía con sumo cuidado una caja de vidrio donde se hallaba sobre un cojín azulado un objeto esférico de color rojo destellante con lunares negro hundidos en su corteza, se veía peligroso... Y si lo sujetaba el hurón, que Dios lo ampare.

—N~no me lanzara e~eso... ¿Ve~verdad? — preguntó con algo de cansancio característico de la mañana y unos tartamudeos dignos de un miedo incondicional

El hurón negó con su cabeza mientras bufaba con gracia.

—Para nada, mi estimado alumno— señaló el contenido de la caja de vidrio —Esta es una semilla "Bàohàza"... O en un término más cotidiano, una "semilla de control"... Si te la lanzara esta, es probable que todo el edificio explotase con todos sus inquilinos

El pelirrojo ladeó la cabeza con ambos ojos entrecerrados. El hurón solo suspiró levemente mientras miraba a los ojos de su alumno y de su pecho sacaba una semilla explosiva.

—Si la semilla de control explota... El resto hará lo mismo en un rango de 100 metros... Y no sabes cuantas tengo en mi preciada caja con mi equipaje

El chico abrió los ojos con mucho miedo...

—¡¿Cuántas dices que traes?!— se levantó y paró en una pierna buscando una pared donde apoyarse, como si hubiese visto una cucaracha

—No lo sé... Nunca importa el cuánto tienes... Sino el cómo lo usas— el maestro empezó a hacer katas de estilo marcial

—¡E~eso no responde mi pregunta!


Callejón de la zona centro de la ciudad [Presente]

Eran agujas... Agujas... Agujas... ¡Y MÁS AGUJAS!... La chica sentía como todo su cuerpo era perforado por un millar de agujas, plagando cada rincón de su cuerpo.

Alteró su mirada en un milisegundo y empezó a rebuscar por todo el lugar... ¿De dónde provenía el siguiente golpe del chico? Su mirada fue robada por un gran número de bolsas a los costados del callejón. Dichas bolsas se estaban iluminando de manera brusca con un color carmesí intenso. Fue ahí donde contempló como su propio desnivel emocional, le había llevado a la trampa del chico... Y lo pagaría con su cuerpo... A lo que solo pudo cubrirse con sus brazos, esperando sobrevivir.

Lo siguiente que sucedió fue una gran explosión que arrojó al pelirrojo hacía la reja contraria de donde se encontraban dichos jóvenes. Miró al lugar donde todo explotó. Los edificios estaban plagados de hollín hasta una altura de cinco metros de altura y longitud desde el lugar de la explosión, las grietas eran evidentes, la reja contraria salió disparada hacía la otra calle, el edificio a su derecha tenía un gran cráter que conectaba con el interior de este... Y no había señales de la chica... Hasta que... Pudo ver como una mano se sujetaba por el marco del cráter en el edificio, una mano tambaleante cubierta de sangre y polvo. Las voces de las personas aledañas que escucharon lo ocurrido le regresaron a la realidad mientras las sirenas comenzaban a ser audibles por toda la zona.


La cacería estaba lejos de terminar... Y con ese pensamiento... El chico, volvió a correr.

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