Accidente #24: El contrato del pecado

El tiempo pasó, el sol había desaparecido por completo, la gente en la ciudad empezaba a reducir su aparición en la ciudad mientras las luces de los edificios y locales nocturnos brillaban de manera tintineante. La ciudad pasó a los inicios de su vida nocturna, la gente empezaba a recurrir más a los vehículos con tal de llegar lo más temprano posible a casa. La ciudad poseía grandes edificios en su zona centro, todos ellos rodeando de forma significativo el gran parque que exhibía con orgullo, teniendo así varias manzanas llenas de edificios de aproximadamente 300 metros antes de pasar hacía las edificaciones residenciales que no superaban los 100 metros cada uno, siendo esta una notable diferencia que no era percibida realmente por la forma en la que la ciudad había sido edificada, contando así con las depresiones constantes que le daban esa familiaridad con San francisco.

Es así como, en la parte exterior de un hospital, una albina se encontraba sentada en una de sus bancas, teniendo la mirada baja mientras apretaba sus manos con una ansiedad notable por su forma de perder la mirada con el cuerpo ligeramente estimulado por sus temblores. Ella estaba sentada en una zona muy concurrida debido a los constantes transeúntes que pasaban hacía el interior del recinto. Encontrándose curiosamente donde cuatro cámaras apuntaban hacía ella como en una convergencia, mientras se mantuviera ahí, todos serían exhibidos en actos en contra de ella. Una jugada a la cual su ansiedad la había llevado.

A su alrededor la gente iba y venía del hospital, así como mucha otra gente caminaba hacía un estacionamiento subterráneo que se encontraba enfrente del hospital, por debajo de un edificio que pudo ubicar como un hotel de lujo por las figuras de las sombras que se asomaban a su vista. Notando como la gente que salía del hospital, en su mayoría se quedaban viendo a un curioso payaso de mascara de arlequín de una amplía sonrisa cuyas vestiduras moradas eran notables por un componente fosforescente en estas partes. Ryoko lo llegó a mirar con sumo aburrimiento solo para notar como este se encontraba haciendo piruetas mientras movía un bastón con mucho equilibrio, casi como una animadora. Un acto al cual le restó importancia al volver a su paranoia.

No paso mucho tiempo como para que su piel se erizara con una tenue brisa que le hizo atraer la mirada a las puertas del hospital, notando así a un pequeño pelirrojo que se encontraba ligeramente temeroso al ver de lado a lado en la entrada del hospital. Un gesto que cesó por completo tras notar una cabellera blanca a la cual simplemente alzó de forma tímida la mano como si tratara de hacer un saludo. Un saludo que la albina ignoró y simplemente interpretó poniéndose de pie, a lo cual el pelirrojo simplemente se acercó a ella con la cabeza agachada, tanto por miedo como por pena.

—Lo siento... Una enfermera me dijo que aun debían quitarme el suero y verificar si mi papá había firmado mi salida... Fu~fue un caos— el chico agacho la mirada mientras abrazaba la caja en donde llevaba sus regalos de cumpleaños por su falta de mochila

—No me interesa... Nos vamos— sentenció la albina mientras se cruzaba de brazos y empezaba a caminar; pero cuando notó que estaba por salir de su zona segura, se detuvo —¿La rata está contigo? — cuestionó sin darle la cara

—E~el maestro... No— contestó mientras por su boca colaba un suspiro de calma —Pe~pero me dijo que estaría cerca por si surge algo

—Bien... Solo no te pierdas... Ya malgastamos nuestro día buscándote— la albina comenzó a caminar sin siquiera mirar al chico que con los brazos temblorosos le empezó a seguir a una distancia poco más de un metro

Caminar por las calles de la ciudad en ese ambiente nocturno era meramente aturdidor, no era mentira que martes sigue siendo un día poco atractivo para salir. Y así fue como con el pasar de las calles empezaron a notar la ausencia de personas, más que nada mientras atravesaban el parque Unity debido a que este estaba en medio de su camino a casa. Notaban como algunos de sus compañeros de preparatoria iban y venían del bosque, denotando más que nada una incomoda aura cuando pasaban a lado de ambos jóvenes, llevando una cierta mirada de preocupación por el pelirrojo y una de acuse sobre la albina. Un gesto que la mirada agachada del pelirrojo no pudo notar, mientras que la albina en cuestión procuró ignorar de forma fallida tras repetirse en sus adentros, "incluso en el campo de las máscaras... Cynthia Bellemore me venció, ¿acaso podré volver a cumplir éxito algo". Unas palabras internas que le hizo alterar levemente su mueca, una que ahora estaba sumida en una amarga colera producto de su notable racha de derrotas.

Siguieron caminando incluso hasta el punto de que separaba la zona rural de la urbana, notando así que ahora la calle no era más que una oscura vía que las pocas luces de las farolas y los automóviles les ayudaba a mantener los pies en el sendero sin caer en un desnivel. El pelirrojo al notar la hora y la lejanía de su domicilio, optó por recomendar el uso de algún servicio como un taxi. Una suposición que descarto de inmediato tras notar una mirada de despreció que la albina le propinó al sugerir dicho plan.

Su razón para negarse de esa forma tan hostil fue sencilla, le estaban cazando, y su única ventaja venía de la velocidad con la cual el maestro del pelirrojo pudiera intervenir como para sacarlos del apuro. Odiaba realmente admitirlo; pero si su racha de derrotas se mantenía así ella moriría esa misma noche y probablemente por ello debería volver a verlos. Se podía notar a leguas como sus propios nervios la comían por dentro, dejando ver como sus ojos titilantes se asomaban en cada lado en búsqueda de alguna señal de sus maestros; y una leve vibración que pudo escuchar a su espalda, fue la gota que derramo el vaso.

Con una mirada completamente alterada, sus piernas temblorosas y un pulso atroz; todo eso era lo que Ryoko pudo expresar mientras una aguja fue lanzada desde su mano hacía la pierna del pelirrojo. Nyron fue de una reacción rápida, una reacción que incluso sorprendió levemente a la albina que con la mirada perdida. El mismo pelirrojo pudo percatarse de la aguja como si se tratase de una corriente de aire frio que le dio de lleno en la espina, y con esa señal, elevó la caja de sus regalos con gran elocuencia mientras pegaba un brinco a su lado, quedando suspendido con la pierna que no había sido atacada, y percatándose como aquella aguja se encajaba fuertemente en una de las losas del suelo de Crystal Forest, haciendo que la albina se maravillara por la localización en la que estaban. Debido a su paranoia, no se había percatado como su caminar los había llevado aún más lejos.

—¡¿Y eso por qué fue?! — gritó el pelirrojo mientras volvía abrazar su caja y su cuerpo empezaba a temblar nuevamente, denotando varias gotas de sudor bajando por su frente —¡Es mi teléfono!

—Silencia esa maldita cosa— la albina gruñó mientras giraba su cabeza a varias direcciones, percatándose del peor escenario de todos, el parque estaba completamente desolado, lo cual era comprensible, la gente de la zona iba a sus hogares aproximadamente a las 8:30 de la noche, y eran las 9:21, la caminata a lo largo de la ciudad tomó más tiempo de lo que creyó

Así fue como Nyron se alteró al buscar la razón de dicha vibración, colocó su caja bajo su brazo izquierdo mientras que con su mano libre buscaba en su bolsillo trasero del pantalón que estaba al lado contrarió de su mano libre, una escena donde su nerviosismo le hacía ver sumamente torpe e irritante para la chica frente a él. Vio el nombre de la persona que le estaba marcando y suavizó levemente su mirada, denotando una leve sonrisa avergonzada.

—¿S~si... Hola Cynthia, ¿cómo estas hoy? — el pelirrojo se coloro levemente mientras notaba que sus palabras salían de su boca, el no era mucho de preguntar por el día de los demás, era un hábito que Sam le pegó por su trato con él todos los días

<<¡Ny!, tu papá dijo que vendrían antes de las 6, y te he estado esperando en tu casa de desde las 8, creo que te mencione que quería invitarte a ver una película con unos amigos, ¿estas bien?>> la voz chillona de la castaña fue audible por la albina por un fallo de Nyron de presionar con su oreja la pantalla para activar el altavoz <<Dime que estas bien, me preocupas>> su voz se suavizó mientras hacía que el pelirrojo se alterar de golpe, olvido el hecho que debía decirle que llegaría tarde

—Y~yo... — titubeo un poco solo para luego agachar la mirada con cierta pena —Estaba... En el hospital... Creo que colapse— tras sus palabras, se produjo un silencio severo que tanto el pelirrojo como la albina se extrañaron de presenciar —¿Cy~Cynthia?

<<¡Enserio que eres un tonto, Ny!... ¡¿Sucedió algo más?!, ¿qué te dijo el médico?, ¿fue por tu corazón?, ¿tienes medicamentos?...

Y así fue como la voz de la chica se ensañó con un gran número de preguntas que reflejaban su evidente preocupación por su amigo, una serie de preguntas que la albina simplemente ignoraba mientras se acercaba al pelirrojo con tal de indicarle que se siguiera moviendo.

—Y~yo... Lo siento, supongo que debí decirte— el pelirrojo sumió su cabeza en una presencia melancólica —Y~ya estoy llegando a casa... Fue nada más un chequeo

<<Bien>> se escuchó como la chica colaba un suspiro algo cansado <<Pero cuando llegues debes prometer que serás mío hasta mañana... ¿Entendido, Ny?>> la voz de la chica sonó algo coqueta haciendo que la albina generara una vena punzándole la frente mientras que el pelirrojo se sonrojaba de sobremanera

—S~si... Seré todo tuyo— la voz tímida del chico hizo alterar aun más a la albina a su espalda mientras notaba como una risita se colaba por el altavoz

Cuando Nyron colgó la llamada, el silencio los envolvió durante un tiempo hasta que la albina con un suspiro empezó a caminar hacía el lado donde se encontraba su estancia; sin embargo, la ansiedad y malhumor que acumuló, le hizo sacar un comentario que no paso desapercibido por el propio chico.

—Que bien que esa bocona se callara, su voz chillona es muy molesta... Vaya mocosa ruidosa— espetó con molestia mientras seguía caminando, sin percatarse que los pasos a su espalda se habían frenado

—¡Y tu que sabes de ella!

La albina llevó una mirada ligeramente sorprendida hacia el pelirrojo que ahora ya no le veía de forma decaída; sino que ahora estaba frente a un pelirrojo que se hallaba con un semblante completamente nuevo para ella. Nyron se encontraba con el ceño sumamente fruncido mientras contenía su enojo con una mueca que dejaba ver como sus dientes estaba presionados entre si con suma fuerza, denotando también como la caja de sus regalos ahora se encontraba ligeramente aplastada por una presión inconsciente que generó con su brazo y su cuerpo.

—¡Respóndeme! ¡¿Tu que sabes de ella?! —la voz chillona del pelirrojo se sumió en un grito que denotaba como su garganta se desgarraba por el enojo que había adquirido —¡No sabes nada de ella, asesina de sexta!

—Así que esos son tus colmillos— la albina relajó su semblante mientras lo ensombrecía con aquella mueca inexpresiva que le provocaba miedo al pelirrojo, el cual simplemente emitió un tenue chillido de miedo en su garganta —¿Y los sacaras por defender a esa mocosa? — la albina se paró enfrente del chico, dejando ver su ventajosa altura con respecto al jovencito —Vamos, vamos... ¿Por qué no mostraste esta faceta tuya cuando intenté matarte? — el chico no pudo reaccionar cuando la chica frente a él empujó con brusquedad su hombro, haciéndole retroceder —Con esa patética reacción hubiera sido más fácil matarte, ¿sabes? — nuevamente le empujó; pero esta vez fue con más fuerza que la anterior —¿Acaso Nyron "doble cero" Zhongli puede tener esta clase de orgullo? — otro empujón —¿Acaso sabes lo que es el orgullo? — otro empujón, expresando en su rostro una mueca completamente perdida —Cierto... Eres el mismo chico patético que todos ignoran y evitan por su estúpida suerte... Sin mencionar que no tiene ni una pizca de amor propio; porque cuando se ríen de ti, te generan rumores o te golpean, tu simplemente agachas la cabeza y te dejas tragar como mera basura— se aferró a su camisa de golpe y lo acercó hasta su rostro —Estas solo... Te dejaron solo... Y morirás solo... Esa es la clase de persona que eres, así que no me jodas con que tienes un maldito orgullo por esa estúpida, cuando ni tienes un orgullo por ti mismo... Y lo que es peor... Incluso al saber eso, ¿por qué sigues vivo? — sin notarlo, ella ya había tomado por la parte del cuello de su camisa y lo pegó contra su cuerpo

El pelirrojo se perdió en sus pensamientos por un segundo. El ambiente no le afectó, ni el frio, la oscuridad, los ruidos de ciertas especies a su alrededor, la presión de la chica a su propio ser, el hecho que estaba de puntas mientras la chica buscaba dar con su rostro que el joven había agachado; nada importaba mientras varios pensamientos se volvían un caos en su cabeza. Finalmente, alguien le decía la verdad, le describía como realmente era; y en vez que este lo aceptara como era de costumbre, ahora simplemente se encontraba constantemente en una colera inmensa que se había despertado desde el momento que habían ofendido a su querida y única amiga.

—Y si te molesta todo eso de mi... Si viste que era patético y eso te molestaba... ¡¿Por qué no me ayudaste?! — el pelirrojo elevó la mirada con aquel mismo ceño con el cual tomó por sorpresa a la albina, sin sentir como su mano tomaba su saco escolar y parte de su camisa bajo esta, por la zona de su busto; pero tenía muchas cosas en la cabeza como para que eso le importara (no se dio cuenta) —¿Crees que me gusta como soy?... ¿Qué todos me miren con burla o pena?, ¿qué la única razón por la cual la gente se me acerca es por interés o por querer burlarse de mí?, ¿qué de la nada todos en la secundaria ya tenían un apodo para mí?... ¡¿Acaso crees que me gusta ser Nyron Zhongli?! — el chico apretó más su agarre mientras soltaba su caja y apresaba a la chica con la otra mano de la misma forma —¡No me gusta ser un saco de boxeo!, ¡no me gusta sufrir accidentes!, ¡no me gusta pelear!... ¡¿Pero qué puedo hacer yo si así es mi vida?! — agachó la mirada de ella mientras sentía como su garganta le dolía por el desgarre en sus cuerdas vocales que ni el mismo notaba que estaba dando —Cynthia es la única que comprende eso... Ella es la única que no me ha abandonado y la única que se ha mantenido a mi lado sin importar lo que digan de mi... No me gustan muchas cosas. Le temo a muchas cosas... Y aun así es ella se las ha arreglado para hacerme olvidar por momentos de lo patético que soy— sin que ella lo sintiera, su agarre sobre el chico se intensifico mientras notaba un leve aire caliente brotar por las manos del chico, sintiendo ella un frio que buscaba escapar de su pecho, notando también como su tono de voz se quebraba —Por culpa del maestro y de sus clases estupi... Sus clases... Ya no la he visto como antes, y lo único que le he hecho ha sido hacerla llorar... Ella me ha querido ayudar, me busca y esta al pendiente de mi... Ella me... ¿Por qué incluso a la chica que me gusta la hago sufrir con mi suerte?... ¿Por qué deben pagar los que llegan a quererme, aunque sea un poco? — la albina resultó en un color aun más blanco que su cabello mientras soltaba al pelirrojo tras notar como su voz se rompía ante sus palabras —No me gusta que las personas sufran por mi culpa... Yo soy el único que debe sufrir por su propia suerte... Tú no sabes nada sobre mi— sentenció con un tono melancólico al devolverle la mirada, demostrando un rostro completamente roto y con lágrimas escurriendo por sus lágrimas, un gesto que mantuvo a la albina en silencio mientras se notaba su rostro temblar por la mezcla de emociones encontradas que estaba experimentando tras mirar y escuchar al pelirrojo

"Te amo, Byako"

Una voz infantil empezó a recorrer su cabeza sin para mientras enfrente suya la imagen del propio pelirrojo empezaba a distorsionarse como si de una falla a un televisor se tratara. Su voz aguda, su forma alegre de expresar esas palabras, la ternura que expresaba, todo eso le punzaba el corazón a la par que se tapaba los oídos con suma presión, un gesto que hizo alterar al pelirrojo que le soltó de golpe tras notar esta ultima acción de la albina. Cerró sus ojos con fuerza al mismo tiempo que empezaba a murmurar cosas en su idioma natal, japones.

En la oscura vista que su cerebro procesaba, imágenes de una pequeña niña de cabellos largos de color blanco le venían a la mente, dicha niña se veía alegre mientras corría por pasillos de lo que parecía un templo rustico de su país de origen, rodando y recostándose en un pasto verde que brillaba por los rayos del sol, corriendo siempre acompañada de varios niños que compartían su distintivo cabello. Sin embargo, sus ojos se centraron en otra chica que le tomaba por la mano, una chica de su mismo tamaño y ojos, con la ligera diferencia que su cabello era corto hasta casi confundirse con el de un niño; pero que compartía cierta similaridad con un chico pelirrojo que conocía.

La chica en sus memorias se veía completamente cerca de ella, nunca se separaban, jugaban y jugaban, cantaban y cantaban; entre ellas se había tejido un verdadero amor entre amigas sin que sus inocentes mentes interpretaran que dicha palabra era aún más compleja.

—¿Qué significa el amor? — cuestionó una voz aguda similar a la de la asesina que se hallaba perdida en sus memorias

No lo sé— dicha niña aun le sujetaba por la mano mientras veían las estrellas mientras estaban en el tejado de un templo —Pero yo solo se que... Te amo, Byako— sentenció con una enorme sonrisa que provocó un escalofrió intenso en la asesina, haciendo que por un segundo su pecho se entumeciera como un paro cardiaco

Fueron esas palabras las que le hicieron abrir los ojos de golpe, todo mientras se percataba de que la imagen del pelirrojo frente a ella se distorsionaba completamente por la imagen de esa misma niña que veía en sus memorias. Una cuestión que le hizo ahogar un sollozo mientras su rostro rompía aquella fina mascara de indiferencia, llevándola a denotar un rostro traicionado por una lagrima involuntaria y la incredulidad de la imagen que se plasmaba frente a ella.

Tomó por el hombro aquella imagen que contemplaba, rogando porque no fuese una pesadilla. Pero en cuanto la tocó, el tacto se tornó helado mientras una fina capa de escarcha empezaba a cubrir la piel de la niña, a su vez que varias placas de hielo cyan se formaban en partes de sus brazos y rostro. Sin mencionar como su piel se tornaba pálida mientras que en la zona de los ojos nacían unas ojeras profundas que se remarcaban en aquella piel parecida al mármol, notando también como sus labios se teñian de un color azulado. Todo mientras unas lágrimas involuntarias nacían de su espejismo y un sutil hilo de sangre acompañaba dicha escena desde la zona de su frente que ocultaba su cabello.

Kudoku

Con esa sencilla palabra que el reflejo le dirigió, la chica emitió un notable quejido temeroso mientras daba varios pasos atrás. Su rostro se vio sumamente empalidecido hasta el punto de parecer un fantasma. En uno de sus pasos tropezó con su propio pie y termino cayendo de sentón mientras un pelirrojo miraba dicha escena con mucha incomprensión que simplemente le hizo anidar un miedo indescriptible tras notar el rostro de la albina. Era una asesina y lo que sea que él hizo, la pudo horrorizar.

El pelirrojo llevó su mirada a su espalda, percatándose que sea lo que le había horrorizado, ya no estaba. Se acercó a la albina con algo de miedo a la par que le extendía su mano de una forma muy temerosa, ya que en si reconocía que pudo haberla hecho enojar. No quería tener más problemas con ella. Aunque su gesto no iba con otras intenciones, la albina simplemente golpeó su mano con brusquedad mientras se levantaba con velocidad de donde ella había caído. Algo que le permitió al pelirrojo percatarse de su rostro, y este estaba completamente asustado de ver el simple rostro del chico, notando también como ella empezó a abrazar su torso como si tratara de protegerse del frio notable de la noche.

—¿Ry~Ryo~ko? — masculló el pelirrojo mientras su cuerpo empezaba a temblar por el miedo a la presencia que daba la albina

Sin embargo, no tuvo mucho tiempo como para estudiar bien sus facciones y asustarse más a si mismo; pues una tensión inundo completamente el escenario donde se encontraban, haciendo que su propia respiración se tornara pesada y se la impidiera por una fracción de segundo. Su mano se dirigió a su cuello donde se encontraban su anillo como su dije de astramalium, siendo esa la primera vez en la cual su guardia se había levantado desde aquella vez que Ryoko le había cazado, solo que, en esta ocasión, su corazón se mostró impasible por contratacar al sentir que no podría huir esa vez, no tenía esperanzas como en aquella ocasión.

—Nunca creí verte en una situación tan patética... Pride— una voz ronca y obstruida nació a la lejanía de ellos, su tono serio era meramente despreciable

Fue así como la albina dio un salto exagerado a uno de sus costados mientras desplegaba varias agujas en los dedos de ambas manos, girando su torso con velocidad y apuro; mientras que el pelirrojo simplemente tuvo que ajustar su mirada ante una figura de abrigo invernal de color negro que se había colado atrás de donde hace poco estaba la albina. La presencia que transmitía dicha persona era sumamente pesada, era completamente diferente a la que Ryoko transmitía con su campo invernal. Sus ojos azules eran aún más oscuros que los de ella, mientras su cabello blanco y piel contrastaban de manera efectiva sus ropajes formales de color negro.

Entre ellos se mantuvo un silencio que la brisa nocturna rompía sutilmente con el crujir de las ramas de los árboles. Ambos jóvenes eran observados por aquellos orbes azul neón que de manera casi vacía conseguían captar por completo los movimientos de aquellos que mantenía enfrente, un gesto que sus presas eran consientes y les paralizaba desde las plantas de los pies hasta la zona baja de su cabeza, dejándoles anidar una desesperación intensa por mover al menos un milímetro sus propias extremidades.

Nyron tensó su rostro en uno completamente asustado, y por azares del destino, decidió mover su mirada hacía la albina que estaba casi a lado de él, quizá buscando alguna señal de esperanza con que esta le ayude a huir debido a su alerta como asesina. Pero lo que encontró solo le hizo tensar su cuerpo mientras su cerebro se apagaba y se centraba en la nada, lo que vio fue a la propia asesina número uno de Asia, inmersa en una enorme desesperación. La albina temblaba sin parar mientras se veía como sus agujas se deslizaban y casi caían por sus temblores y el sudor que producía, todo esto al mismo tiempo que su rostro se arrugaba en una boca que apretaba sus dientes y sus ojos estaban abiertos con tal de expresar su gran impotencia ante lo que aquella presencia significaba para ella. Un demonio.

—Mucho gusto, capitán de Asia— el hombre frente a ellos dio un paso al frente mientras hacía una reverencia educada con una de sus manos en su pecho y la otra en su espalda, algo a lo que los chicos reaccionaron con un paso sincronizado hacía atrás —Jo... Veo que te han entrenado bien, detectar el peligro es parte vital de un asesino, aunque usted está siendo entrenado más para el camino del guerrero— la voz calmada de aquella persona era perfectamente audible incluso cuando poseía un cubrebocas de tela negra cubriéndole su rostro, y tras sus ultimas palabras, su ceño se ensañó con la chica que se encontraba en la escena —En cambio tu...— de su saco deslizó un bisturí hacía la palma de su mano, un instrumento con el que luego apuntó a la chica a la que se refería —Tu sentido es demasiado sensible, reaccionaste de una manera justa y te percataste del peligro... Y eso fue una mierda

Sin siquiera retraer su mano el bisturí salió disparado de su mano como una saeta hacía la albina. Una acción que la propia asesina logró repeler con el lanzamiento de cinco agujas que dieron en su blanco y lograron hacer rebotar aquel bisturí hacía el cielo nocturno solo para hacerlo caer hasta el punto de encajarlo en la piedra del camino de aquel parque; sin embargo, esto fue en vano. El sujeto que estaba frente a ellos ya se encontraba justo en la retaguardia de la chica mientras apuntaba con uno de sus bisturís a la nuca de la chica, un hecho que hizo ahogar un grito de miedo al pelirrojo cuando notó su aspecto similar a una sombra estar tan cerca de él. El chico y la chica no se habían percatado de su movimiento y mucho menos del momento en el cual había actuado, ¿cómo se había desplazado tan rápido?

—Te has vuelto débil... Ya te has olvidado de la primera ley— con un simple empujón de su pierna, sometió sobre una rodilla a la chica, y posteriormente empezó a aplastar con brusquedad parte de su talón —Para ser una daga... Debes ser fría ante todo... Incluso ante el miedo— meció su cuerpo hacía un costado mientras podía sentir una corriente de viento que se creaba desde sus piernas y empezaba a rozar su rostro

Lo que paso fue que la propia Ryoko había intentado propinarle una patada ascendente con su pierna que no estaba siendo apresada, ejecutando un movimiento similar a los que los gimnastas de alto rendimiento, haciendo que su cuerpo se meciera hacía enfrente. Falló el impacto; pero en cuestión de segundos la albina consiguió liberar su pierna por la inercia de su movimiento y el descontrol que le propinó a su maestro con su impacto, después de esto apoyó sus manos en el suelo con gran destreza se puso de pie tras arquear la espalda con suma gracia y flexibilidad denominada como inhumana por el espectador que tenían en aquel momento.

Ryoko no perdió el momento justo como para atacar, y en cuanto se puso de pie, lanzó un gran número de agujas en varias direcciones, unas que incluso casi llegan a dar al pelirrojo, algo que hizo a este ultimo con la reacción de tirarse al suelo mientras contemplaba como el asesino frente a él se retiraba el saco invernal y lo colocaba enfrente suya y lo arrastraba por el aire hasta el punto de repeler las agujas casi en su totalidad, a diferencia de unas cuantas que lograron rasgar parte de su camisa formal que ahora era visible. Y sin perder el tiempo, el asesino lanzó el abrigo hacía la albina, algo que le hizo alterar mientras pegaba un brinco a su espalda, un grave error.

El peliblanco deslizó nuevamente otro bisturí a su mano y nuevamente lo hizo disparar fuera de esta hacía el exterior; pero este no fue disparado hacía la albina, sino que impacto contra el suelo, algo que la chica interpretó como una oportunidad y se dispuso a deslizar más agujas a su mano libre, otro grave error. El bisturí que impacto en el suelo rebotó de este y dio una trayectoria limpia hacía el rostro de la albina, cosa que le hizo dar un nuevo salto brusco a su lateral, con lo cual se plantó nuevamente de manera temblorosa en un ambiente que ahora no le pertenecía, no le daban tiempo de reacción.

Su atacante se percató de este desequilibrio y prosiguió a cargar hacía ella con un puño listo para impactar sobre su objetivo, cosa que su adversaria notó y deslizó una aguja larga como una estaca a su mano lista para el combate mano a mano; aunque su ambiente nuevamente cambiaría, no contempló cuando un sonido metálico a su espalda provocó que en la creación de unas chispas, su espalda baja por la parte de sus oblicuos fue apuñalada por el mismo bisturí que se había clavado en el árbol tras ella, cayó en la trampa. Ryoko ahogó un quejido mientras sentía todo su cuerpo paralizarse de golpe, sintiendo desde su herida una helada sensación que le impidió mover su cuerpo desde ese momento, todo esto paso de manera simultanea a como el asesino se desplazaba a un costado de la albina y la sometió sobre una rodilla al tomar el bisturí y darle una vuelta en el interior de la carne de la chica, la cual empezaba a manchar a borbotones su uniforme escolar.

—¿Este es el final adecuado para un monstruo como tú? — el hombre cuestionó mientras encajaba más el arma y con su mano libre tiraba del cabello de la albina —Patético... Sencillamente eres patética... Esa forma de perder el control de tu asquerosa aura es un sacrilegio incluso para tu propio pecado— su tono frio fue acompañado a como sus ojos ganaban cierto brillo

Tras sus palabras, el notable rostro adolorido de la albina dejo de emitir signos de conciencia al mirar a la nada, solo para luego retorcer su mueca en una completamente horrorizada. Todo mientras se notaban quejidos que intentaban sacar un grito desgarrador ahogado en balbuceos.

El pelirrojo que había visto por completo la escena de combate y ahora la sumisión de la que fue su cazadora le había dejado sin palabras. Estando en el suelo solo pudo mirar todo mientras el miedo se apropiaba de sus sentidos, sintiendo una impotencia enorme por ordenarle a sus piernas por correr o levantarse, percatándose de lo cobarde que era como para congelarse en un momento en el cual incluso él podría salir herido. Sus emociones egoístas salieron a flote tras recordar aquel fin de semana cuando sus heridas de cortes y perforaciones le brindaron un fin de semana infernal con el mínimo movimiento que hiciera, recordó perfectamente la sensación de su carne al ser perforada por aquellas agujas, el cómo su sangre apestaba por completo sus sentidos, de como sus extremidades dejaban de funcionar, de como aquel frio en su nuca le hacía hiperventilarse y sufrir una fatiga que le hacía perturbar su corazón. Pero todo eso se esfumó tras mirar la expresión de la chica que compartía piso, una que le hizo olvidar completamente lo que sucedía a su alrededor, ella estaba mirando con sumo miedo a la nada mientras sus sollozos se intensificaban al igual que sus lágrimas, algo que le hizo verse a si mismo en aquel día de caza... O peor aún, era su misma expresión con la cual recordaba a aquel niño que se le apareció al recoger su dije... Se vio a sí mismo.

—Ry... ¡Ryoko! — el pelirrojo gritó sin pensar mientras de forma temblorosa se ponía de pie —Po~¡¿Por qué haces esto?! — gritó con sumo miedo mientras se veía como todo su ser temblaba mientras trataba de alcanzar su anillo

—Siento mi rudeza, capitán... Pero debo reeducar al error que es mi estudiante— respondió con calma mientras agachaba la cabeza en señal de disculpas —Es el precio que debe pagar por desobedecer una orden y resultar ya no ser de utilidad para nosotros— sus ojos se desplazaron hasta dar con los del pelirrojo, infundiéndole en el ultimo un miedo intenso que le hizo contraer su corazón con mucha brusquedad

—¿U~utilidad?

—Si... Si ya no puede ser uno de nosotros, ¿qué otro uso podemos darle a un monstruo como ella? — con un simple movimiento desencajo el bisturí, dejando escapar una gran cantidad de sangre que esquivo al dar un desplante lateral, dejando sus ropas impolutas —Es el deber de las dagas acoger aquellos por sus pecados... Y hacerles pagar por ellos cuando rompan su juramento— con brusquedad lanzó la cabellera de la albina hacía el frente de si mismo, despidiendo su cuerpo de forma despreciable —Ella... No merece vivir... Esa es la sentencia por su simple pecado que es existir como un monstruo

La albina intentó levantarse; pero su torso ya no le respondía como antes. Su rostro ya no estaba plasmado en aquella impactada mueca, sino que ahora estaba tratando de contener el dolor que empezaba a plagar su cuerpo. Empezando así a arrastrarse lejos de aquel peliblanco, un gesto que a ojos del pelirrojo simplemente pudo tragar saliva mientras su cuerpo seguía sin responderle.

—¿Y quién eres como para decidir que es ella? — cuestionó con miedo mientras daba un paso temeroso hacía la chica

El pelirrojo atrajo la atención de la albina, dándole así una mirada completamente asombrada, ¿acaso el muchacho al que había intentado matar, ahora le defendía? No pudo dar con su respuesta, pues ella ya estaba empezando a ser cargada por un pelirrojo que incluso inflaba sus mejillas por el esfuerzo de levantar a la joven, se notaba que no poseía gran fuerza, de hecho, tenía la mínima.

Y eso no detuvo al pelirrojo, sino que en alrededor de unos 20 segundos logró colocar su brazo alrededor de su cuello con tal de cargar su peso con su cuerpo, notándose ligeramente vencido por este.

—¿Qu~qué haces? — preguntó una agonizante albina que usaba su mano libre como para hacer presión en su reciente herida — Ve~vete... É~él viene por mí... Solo vete— tras sus palabras, la chica pudo percatarse que había escuchado esas mismas palabras del propio chico que le cargaba en aquel momento que fue su temporada de caza —¿Por... Qué?

Ese cuestionamiento ni el propio pelirrojo se lo había hecho realmente, estaba considerando seriamente y sin objeciones el hecho de correr y salvar su ya accidentado pellejo; pero fue ese reflejo que vio en el miedo de la albina el que le hizo tener ese impulso, recordando bien su martirio del día a día.

—E~esto es... ¿Mi culpa? — el pelirrojo cuestionó por lo bajo mientras la albina se percataba de como su cuerpo empezaba a temblar

La albina se quedó sin palabras, realmente no sabía que decir tras todo lo que le había confesado en lo más profundo a su sentir.

—Moco~so...— murmulló con cansancio mientras sentía como sus ojos querían cerrarse

—Esto no es culpa tuya... Esto es una bola de nieve de fracasos que finalmente han alcanzado a su creadora— el asesino habló mientras limpiaba su preciada arma con un pañuelo de color azul marino, denotando como sus ojos habían perdido ese mismo brillo antinatural —Pride... O como usted la conoce... Ryoko Yukimura... No es más que un asqueroso monstruo en piel de cordero— su voz suave se rompió en un pequeño arranque de furia pasiva con la cual miró con severidad a la chica —Se le perdonó un pecado atroz, se le entrenó, se le acogió como uno de nosotros... Pero todo cambió cuando desobedeció una orden directa y falló aun así... Su fracaso nos abrió los ojos que miembros patéticos como ella, deben morir

—Na~nadie merece morir por un fallo— el chico trató de hablar con más fuerza y levantar su mirada hacía él; pero no lo consiguió, por el contrario, solo esperaba que su endemoniado maestro finalmente hiciera algo bien y le salvara en dicho momento —Por qué de ser así yo ya habría muerto hace mucho... ¡E~ella no debe morir por culpa mía!

—Jo... ¿Enserio crees eso? — el hombre frente a ellos expresó una gracia enorme mientras ajustaba su cubrebocas —Entonces dime...— ajustó sus ojos sobre los del pelirrojo —¿Tienes siquiera idea alguna de su pecado?

—Wrath... Po~por favor— masculló con cierto miedo en sus palabras mientras trataba de avanzar hacía el peliblanco con tal de detener lo que diría

—Yukimura Ryoko es la única sobreviviente de una enorme familia de 12 niños, los niños del jardín del ciervo blanco... El resto fueron asesinados en un fatídico día de invierno— el albino prosiguió con su explicación mientras se acercaba con pasos lentos al par de chicos —La unión que había en esa familia era un vínculo que incluso les permitía sentir sus emociones en sincronía... Así todos compartirían sensaciones y vivencias con lo cual su empatía florecería hasta generar entre ellos un amor profundo por sus semejantes, una familia cuya felicidad se magnificaba cuando todos formaban parte de un momento extraordinario— tras su explicación, el peliblanco apuntó con su arma a la propia albina que ahora solo podía mirar el suelo con una mueca sumida en un horror profundo —Y cuando ocurría su contrario... El dolor... Este lo compartían como propio, sus miedos y enojos también eran parte de su vínculo, por lo que, si uno sufría, el resto lo harían... Un mecanismo que se supuso que fundiría una responsabilidad de preservación de la propia familia entre ellos, un sentimiento fraternal que les ayudaría a sobrepasar cualquier obstáculo, todo con tal que el resto no sufriera... Pero uno de ellos... Destruyó ese vinculo eliminando uno por uno a sus semejantes... Las heridas, los golpes mortales, la desesperación producida de ser asesinado por tu familiar, el último aliento... Fue una carnicería en la cual solo se pudo salvar un cadáver, mientras que el resto tuvieron que ser enterrados al recoger sus partes desmembradas en varias partes de ese monasterio... ¿Te imaginas el olor a hierro inundando un recinto donde niños inocentes solían reír y jugar?, ¿y que esa sangre sea de esos mismos?

El pelirrojo que se mantuvo callado durante toda aquella explicación pasó saliva con brusquedad mientras sentía nauseas tras imaginarse la escena. Solo para después dejar volar su miedo a la típica forma en la que la brisa paralizante del peligro erizaba su piel.

—¿E~eso que tiene que ver con esto?

—Jo... Vaya que no comprende. Es muy inocente, capitán— el peliblanco bufó con gracia mientras lanzaba el bisturí al suelo y lo clavaba de una manera fina a este —Déjeme expresárselo... Todos los niños habían nacido con tres características notables, un gesto físico que remarcaba aun más su unión, casi como un marcador de este... Esto se trataba de una piel notablemente pálida... Un cabello con un color uniforme como la blanca nieve que descendía una época del año en dicho lugar... Y unos ojos zafiro que reflejaban la más pura de las vidas— el pelirrojo abrió los ojos con miedo mientras su razonamiento entraba en conflicto por la conjetura que se estaba haciendo —Y ese traidor... Corrijo... Traidora...— el asesino apuntó con su dedo índice a la chica que se encontraba con un rostro alterado del cual contenía sus ganas de liberar lagrimas —Es Ryoko Yukimura, rebautizada como Pride... Y cuyo pecado fue el tener el orgullo suficiente como para cargar con las vidas de sus semejantes como si de una medalla se tratara, pues cuando se le encontró, confesó todo mientras aun sujetaba el cuerpo sin vida de la que se creyó su mejor amiga... Tirando el cadáver como mera basura mientras que con un semblante apagado reclamaba el puesto en "las dagas capitales" ... A esa niña nunca le vaciló el pulso en cuanto a matar a sus semejantes se trató. Incluso si tuvo que hacerles sentir como sus brazos eran despegados y su vida se sofocaba en un estrangulamiento, nada de eso le importó a ese monstruo

Ante aquel relato, el pelirrojo solo se mantuvo con su vista con ambos ojos abiertos de una manera exagerada por el horror que su cabeza estaba retratándole, sintiéndose de poco a poco más alterado por aquella chica que llevaba cargando, cuestionándose de manera temerosa sobre: "¿Quién era el verdadero monstruo?". Pero ese mismo pensamiento lo ahogó tras mirar a la albina cuyo pasado había sido destapado, y sus vestigios manchaban con sangre un papel como si fuera tinta escribiendo su vida, una vida que tuvo que tomar las de los demás sin importar la naturaleza de sus vínculos. Lo que miró fue a una Ryoko completamente rota, que ahogaba sus sollozos mientras las lágrimas caían como riachuelos desde sus ojos, finalmente lo habían logrado...

—Lo siento...

Después de tantas humillaciones y fracasos.

—En serio...

Su pasado al que se negaba constantemente, al que creyó enterrado, al que selló en una caja fuerte y perdió la llave.

—Yo no...

Toda la frialdad que había sostenido bajo su fina mascara de indiferencia.

—Perdónenme... Por favor... ¡Yo no quería esto!

Se había roto.

—Pride... Esto se acabó... Ojalá puedas verlos desde el infierno

Ryoko estalló en un gran número de sollozos mientras sus lágrimas salían a flote con aun más recurrencia. Todo mientras tomaba bocanadas de aire amplias con las cuales trataba de regular el volumen de sus quejidos.

Todo a su alrededor se tornó frio mientras las imágenes de aquella masacre pasaban una y otra vez por su cabeza. Recobrando en su cuerpo aquellas sensaciones agonizantes que experimento con cada víctima que se cruzó en su camino esa noche. Sentía como sus brazos se separaban, cortadas inmensas recorrían su cuerpo, su cuello era desgarrado, un ojo se salía de su cuenca, su cráneo se abría... Cada herida le traía un desgarrador momento de aquella pesadilla a la que había sido juez, jurado y verdugo. Todo ese dolor al cual solo podía responder con la simple acción de retorcerse y aguantarse el dolor que se tornaban en agonizantes jaquecas a las cuales ya no les encontraba salida.

Nyron se mantuvo completamente paralizado mientras contemplaba a la chica a su lado, dejando a flote un gran número de conjeturas que no iban a ningún lado, partiendo de un solo pensamiento: "¿Acaso ella está arrepentida?... ¿Ese es el rostro de un asesino a sangre fría?". Dos cuestionamientos que le ponían en conflicto desde aquella primera impresión que tuvo de ella, una presencia helada que solo venía a traerle muerto sin remordimiento alguno... Todo un nuevo modo de verla... De verla finalmente como una persona, olvidando casi por completo su pecado capital.

Todo un festival de imágenes nuevas que terminó con una brisa nocturna a la espalda del chico, una brisa que le trajo una sensación extremadamente curiosa. Una corriente eléctrica le paralizó la columna mientras toda su piel se erizaba con mucha brusquedad, a la par que su anillo se iluminaba como si de un flash de cámara se tratara. Algo que le hizo perder la mirada en la nada mientras en su cabeza solo presentía como todo a su alrededor le brindaba distintos calores y vibraciones, casi como si notara que el ambiente que le rodeaba estuviera vivo.

Tras esas sensaciones, sus ojos curiosamente se clavaron hacía la arboleda que se encontraba iluminada tenuemente por las farolas del camino, logrando dar con un gran numero de hojas que se mecían mientras un cuerpo oscuro empezaba a ser bañado por aquella tenue luz, siendo revelado de una manera completa, dejando ver así sus colores morados y blancos. Aquella figura se reveló siendo de esos mismos payasos que se habían estado apareciendo en toda la ciudad a lo largo de dicho día.

Sus ropas de bufón notablemente medievales a modo de mameluco con notables listones brillantes en una paleta de colores de blancos y morado, sin mostrar signo alguno de sus facciones al ser completamente cubiertos por su disfraz, incluyendo el cabello por un gorro de dos cuernos circulares con cascabeles a los lados como los payasos de carnaval. Siendo su mascara una sonrisa con ambos ojos cerrados con cierto delineado de color morado, una máscara que cubría por completo el rostro y no tenía orifico alguno.

Dicho payaso caminó hacía la luz hasta que Nyron finalmente dio con su cuerpo completo, algo que el payaso pudo percatarse y reaccionar de una manera curiosa. A través de la máscara, sus ojos artificiales y los ojos escarlata del chico se encontraron de manera fija sin tregua alguna, era una sonrisa infantil y una mirada perdida las que se encontraban en contacto; pero todo empezó a distorsionarse cuando un eco resonó en la cabeza del chico.

Fue así como el pelirrojo pudo jactarse del como aquella mascara cambiaba su aspecto de una manera tétrica. La sonrisa del payaso empezó a abrirse mientras su sonrisa se ensanchaba de forma exagerada y delineaba sus labios en un color rojo intenso mientras sus dientes se podían apreciar, hileras de filosos incisivos se dejaron ver como si la máscara estuviera viva, sin mencionar que en su ojo izquierdo se podía ver una cortada de color morado que atravesaba de forma vertical aquel ojo.

El payaso siguió caminando con aquellas nuevas características mientras su cuerpo también se distorsionaba de una manera surrealista. Sus colores blancos (a excepción de la máscara) desaparecieron y se tornaron negros como la noche.

Te ENcOnTrE— una voz profunda y distorsionada fue audible al pelirrojo mientras las luces empezaban a atenuar su intensidad, casi dejando en penumbras aquel tramo

Tras ello, el payaso desapareció como si se tornara cenizas llevadas por el viento. Algo que el pelirrojo pudo notar de inmediato mientras las vibraciones a su alrededor volvían y esta vez sentían como hasta le provocaban un cosquilleo incomodo en la espalda. Pero el chico no se encontró desconcertado; sino que actuó con una reacción casi inmediata por sus sentidos, notando así una curiosa línea brillante que se acercaba con velocidad a su rostro, casi si buscara impactar; pero eso no sucedió.

En un acto sumamente veloz, Ryoko invirtió el agarre al que estaba sometida y logró tomar las piernas del chico como si se tratase de una posición nupcial, usando todas sus fuerzas para desplazarse de un gran salto y varios pasos hacía el lugar donde estaba el asesino llamado Wrath. Y ya estando a una nueva distancia, Ryoko bajó a Nyron y esta se posicionó al frente de este mientras desplazaba varias agujas en ambas manos y posaba una enfrente del chico como si se tratase de una forma de impedir el paso a él. Algo que el chico miró completamente cohibido mientras notaba como la herida de la chica aun no paraba de derramar sangre, incluso con esa herida, ella fue capaz de realizar ello.

Pero no fue la única, pues Wrath ya no se encontraba donde estaba; sino que ahora estaba parado enfrente de ellos con dos bisturís en ambas manos como cuchillos en una postura muy similar a la guardia que se suele entrenar en la milicia para el combate con armas punzocortantes. Notando como el ambiente había cambiado nuevamente, y la presión que les rodeaba, había desaparecido y remplazada por un aire inquietante que procedía desde direcciones aleatorias. Pero ¿qué generaba ese cambio?... Esto fue sencillo de responder cuando notó una presencia frente a Wrath.

Se trataba de ese mismo payaso, solo que esta vez estaba siendo acompañado por un gran número de partículas oscuras que le rodeaban como si fueran humo proveniente de una bomba, con su cuerpo ligeramente mecido hacía un lado mientras con ambas manos sujetaba lo que era una oz de color negro cuyo filo prominente podía irradiar un reflejo por las farolas que aun funcionaban; pero no era cualquier oz, pues esta misma tenía doble filo, casi siendo un pico de minería, aunque este no se encontraba completamente simétrico, dándole un aspecto agresivo y errático.

El pelirrojo miró la oz que el payaso portaba y bajo hasta tocar el suelo mientras la sujetaba con ambas manos. Fue así como él se llevó una mano al cuello donde había presentido un aire que amenazaba con cortarle la cabeza, a lo cual su alterado rostro finalmente se rompió y miró al payaso con inmenso terror, le habían intentado decapitar.

CaPITán— el payaso emitió sus palabras como si se tratara de un echo que era audible para todos en aquel sitio —FInalMenTE— ladeo la cabeza con brusquedad mientras daba un paso al frente, y con ese simple paso, aquel ente había desaparecido

—Pride— el peliblanco habló con severidad mientras lanzaba los bisturís en dirección al pelirrojo

—Lo tengo— contestó la ya mencionada mientras tomaba la mano del pelirrojo y lo tiraba hacía atrás de ella

Fue así como los bisturís fueron repelidos por el aire mismo mientras chispas fueron emitidas y un sonido metálico se podía escuchar. Tras eso, una bruma negra fue visible por la zona del choque y la albina al notarlo fue la primera en actuar tras disparar todas sus agujas en distintas direcciones, casi rodeando la bruma.

La bruma en cuestión se desplazó hacía la albina y el pelirrojo; pero su avanzar fue frenado de improvisto, dejando ver que en realidad se encontraba siendo retenida por un muro de hilos sujetados por aquellas agujas, un muro que fue reducido a nada con un tajo de viento que sacudió con fuerza el lugar, denotando cierta furia antinatural que buscaba alcanzar a los jóvenes. Tras ello, la albina notó un objeto filoso de color rojo acercándose desde la espalda de la bruma y con mucha concentración notó como la bruma lo esquivaba tras hacerse a un lado, y con eso mismo Ryoko tuvo camino libre para atrapar dicho objeto, siendo esta una aguja de color rojo que rasgo levemente la mano de la chica por la velocidad que poseía. Ya con el arma, la albina giró su torso con tal de aprovechar la fuerza centrifuga e intentó propinarle una apuñalada al viento que estaba corriendo a lado del pelirrojo y ella, estando del lado contrario a la bruma. Había fallado estrepitosamente.

Pero esto mismo resultó ser completamente asertivo, pues la aguja se quebró en dos mientras se veía rebotar con el aire mismo, imitando ese mismo sonido metálico. Algo que hizo que la albina perdiera el equilibrio y fuera arrojada al suelo por la contundencia del choque. Viendo con un rostro frustrado y adolorido como aquella presencia que le daba el viento, se acercaba, más a ese pelirrojo que solo podía ver todo como un mero espectador asustado.

El pelirrojo sintió nuevamente ese aire acercándose a su cuello mientras todo a su alrededor vibraba como si algo hiciera mucha fuerza al caminar, denotando una impresión imaginaria de alguien corriendo hacía él. Y si se imaginaba lo que era, ya podía estar haciendo sus plegarías. Sin embargo, esas vibraciones empezaron a ir en sentido contrario de manera abrupta mientras dos bisturís eran lanzados al suelo y rebotaban en este con tal de rodear aquella presencia, la cual en dicho momento de parálisis recibió un impacto de lleno de cinco agujas que se encajaron en el aire en una zona cercana al suelo. Ryoko las había disparado incluso derribada.

Fue con eso con lo que Wrath descendió de una altura considerablemientras con dos bisturís daba un tajo con forma de "X", con eso mismo aquellapresencia fue despedida hacía atrás mientras los bisturís denotaban una telafina de colores purpura y negro. Había dado en el blanco. Algo que hizo quedicha presencia se apartara de golpe de ellos. Mientras que en sus pies eranvisibles esas agujas que la albina pudo encajarle en un disparo certero.

LaS DAGaS... ¿Qué HaCEn? — el aire se distorsionó y los colores se oscurecieron, dejando ver gradualmente al payaso, en cual tenía su traje desgarrado en una forma exacta al corte que hizo el asesino, dejando ver un ropaje oscuro que impedía ver más de su piel —¿FUeRon RecLUTAdOS? — cuestionó con esa tétrica voz mientras plantaba su oz en el suelo y lo abrazaba a modo infantil

Fue así como la albina y el albino se plantaron juntos frente al pelirrojo, claramente uno más estable que otro. Con ello, Wrath empujó con gentileza a Ryoko hacía Nyron, lo que provocó que esta se tambaleara y fuera recibida en brazos del chico que no podía controlar su cuerpo tembloroso.

—Se esta equivocando... Las dagas nunca se verán envueltas en una batalla representativa por el mundo, de hecho, venimos a asesinar a uno de nosotros que rompió dicho juramento— contestó con frialdad mientras arreglaba los tirantes que ajustaban su camisa desde los pantalones

ENtonceS No HaBRá PRoblemA en REVELAr EsTO— la emitió una notable burla en la cual los sentidos de todos los presentes se alarmaran significativamente —CaDA MiembBRO registrado ya FUE LocaliZaDO... Y Tú, CAPITÁn de ASiA...— apuntó su oz al pelirrojo —DeBERás REConoceR LoS CadÁVERes— su voz se tornó aún más ansiosa mientras su risa aumentaba aún más

Fue ahí donde Nyron agrando sus ojos mientras recordaba las palabras de su maestro: "no vuelvan solos". Su maestro lo sabía... Y el resto podría estar en una peor situación que él, imaginándose lo peor, todos ellos decapitados por un payaso similar, muriendo por su culpa.

—¿Q~qué? — preguntó con miedo mientras sentía como su corazón se aceleraba y casi le impedía la respiración adecuada

El enemigo ha hecho su movimiento, dos frentes impactan sobre el disperso equipo de Asia, un miembro está herido. Mientras que la sed de sangre de una figura tétrica no podía ser ocultada, y se encontraba viéndolo todo abrazando su arma con la cual buscaría su objetivo. Hacer al capitán de Asia sangrar.

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