2.- aparecen los celos
La chica de traje rojo, cayó rendida en los brazos de Tobe, por la herida infligida en su costado. Sabía que aquel ataque había sido muy rastrero hasta para él, pero necesitaba respuestas y saciar su molestia con la chica.
—creo haberte dicho que si te ganaba. Yo ¡te haría mía!— Tobe sonrió burlonamente.
Mientras la kunoichi presionaba con su mano la herida.
—N-no... pe-pensá... Pensaste que...— se quejó de dolor —te lo de-dejaría tan-tan... ¿Fácil o sí?? Además, tú-tú eres novio de mi amiga.
—¡¡¡Shss! No te canses innecesariamente. Ahora solo quiero saber ¿quién eres? — Tobe extendió su mano, para retirar la máscara de su contrincante.
—ja, ja, ja— La kunoichi comenzó a reír —te lo dije ¿no? No será tan fácil— Dicho esto, el cuerpo de la kunoichi se desvaneció en una nube de humo.
El cuerpo que Tobe mantenía entre sus brazos, era nada más y nada menos que un simple clon, con el que su contrincante lo había engañado.
—¡¡maldición!!— Gritó molesto. Y algo sorprendido porque, si un clon era tan poderoso, como para emanar un aura acecina tan grande, soportar una herida y aguantar la pequeña batalla que sostuvieron, le dio a entender que su rival era alguien con una fuerza descomunal igual o mayor a la de él.
No solo él se había quedado sin palabras, al quedarse hay solos, los demás ninjas no lo podían creer, ni dar crédito a lo que sus ojos y cuerpo sintieron, quedando así con una impresión muy fuerte por lo sucedido.
—amo Tobe... ¿Cuáles son sus órdenes?— Pregunto el líder de los ninjas y mano derecha de Tobe.
—¡¡Tch!!— Tobe chasqueo su lengua —todos, retirada, nuestra misión falló. ¡¡Ha!!, por cierto, ustedes 3 lleven el cuerpo del bastardo al Palacio de Muji, de algo le podría servir y también... quemen este lugar— Los 3 ninjas a los que escogió, desaparecieron en un parpadeo, mientras Tobe y el resto de sus subordinados se retiraban de aquel lugar...
A la mañana siguiente un ninja despertó muy temprano, un poco pensativo por lo ocurrido la noche anterior, (-tú eres novio de mi amiga-). Ese pensamiento surcaba su mente
—¿acaso Pucca y ella se conocen?— Acomodo sus ideas, mientras en las entrañas del bosque, cerca de una cascada, él entrenaba y meditaba.
Cuando se sintió satisfecho, regreso a su guarida.
Ya estando ahí, encontró a sus subordinados entrenando, viendo esto sonrió y paso de largo sin decirles nada, era bueno que entrenaran motivados. Camino hasta su habitación y entro al baño para tomar una merecida ducha. Salió y se vistió, poniéndose un yukata tradicional negro con rojo, amarrando así una catana a su cintura. Una prenda, que le da una madures y elegancia absoluta a su apariencia, que lo denota como un maestro y formidable guerrero.
Recogió su largo y sedoso cabello en su típica cola de caballo, que tanto lo caracteriza y salió de su guarida, seguida de su gran número de subordinados.
Mientras Tobe se encuentra en la aldea, optó por no utiliza su traje ninja, volviendo innecesaria su máscara, cosas que solo usa para hacer sus misiones.
Una hora después, el grupo de Tobe abrió las puertas del Go-riong de par en par y caminaron lentamente hasta una de las mesas del lugar.
—¡hola Tobe!— dijo Dada extendiéndole el menú
—¡hola dada!— respondió Tobe, dándole una sonrisa mientras extendía su mano, para tomar el menú.
—y dime ¿Cómo van las cosas con ring-rin?— abrió el menú y le echo un vistazo.
—pues muy bien, gracias a Pucca y a ti, que nos ayudaron— contesto dada muy contento, con una cálida sonrisa, mientras agachaba su cabeza en señal de agradecimiento—
—me alegra mucho escuchar eso y cierto don...— Tobe fue interrumpido por una eufórica chica, de cabellos negros, amarrados en un par de pequeños chongos y dos moños rojos. Que salió corriendo de la cocina, al momento de escuchar la voz de su amado, se puso sumamente feliz.
Tobe pudo sentir las intenciones de la azabache, por lo cual, en un ágil movimiento de muñeca, aventó el menú por los aires y echo su silla en un rápido desliz hacia atrás, permitiendo que la chica cayera encima de su regazo.
Ella lo abrazo muy sorprendida por su rápido actuar, depositando un dulce beso en su mejilla y agarro el menú justo antes de que esta callera al piso.
—¡¡Ey!! Pequeña, ¿me extrañaste mucho cierto?— La chica asintió con su cabeza.
—¡¡ja, ja, ja!!— Tobe rio ante la sorpresa. —sabes... justo le estaba preguntando a dada por ti— La chica lo miro con unos ojos llenos de amor, alegría y de dulzura. —¡¡ho Pucca!! No pongas esa cara o moriré de ternura, de ver tu hermoso rostro profesándome tanto amor— poniendo al ninja un poco sonrojado y, ya que no traía su típica mascara ninja, pudo notarse su sonrojo, echo que no pasó desapercibido, frente a sus subordinados, los cuales, no podían contener sus risas de felicidad por sus amos.
Los comensales presentes en el restaurante, habían dejado sus fideos a un lado, para ver aquella romántica escena que el ex-chico malo y la dulce Pucca protagonizaban. Un amor que, ni en sus sueños más bizarros, concibieron fuese posible, pero gracias a que ese amor estaba presente, la aldea de sooga se hallaba llena de paz y alegría.
Ya que si no fuera por la pequeña Pucca, un héroe de guerra tan grande no viviría en ella y esto era un beneficio muy grande, puesto a que ninguno mercenario y grupos de ladrones se atreven a pisarla. Todo esto se debía a miedos y rumores bien fundamentados.
Por miedo a ser descuartizados en el acto, mientras sus pedazos eran dados como comida a los puercos. Si es que el ninja se compadecía de ellos o en el peor de los casos, serían detenidos y torturados por un mes sin descanso, hasta desfallecer a causa de las heridas echas por diversas herramientas o por el puño del ninja, la pérdida de sangre y las múltiples infecciones de las heridas infligidas. Mientras las moscas depositaban sus huevos en la carne infectada, siendo devorados muy lentamente por estas. Una escena muy grotesca y difícil de imaginar. Es por esa poderosa razón, que absolutamente nadie, se atrevía a saquear esa próspera aldea.
A pesar de todos estos beneficios, no todos mostraban cara de felicidad, en una esquina del restaurante, se encontraba un ninja de negro, con un par de coletas, renegando de lo que veían sus ojos. Una escena que mortificaba su corazón y su mente, algo que lo ponía extremadamente celoso y nunca le cruzó por su cabeza y que provocó un enorme dolor en su corazón. No podía negar, que extrañaba a aquella chica acosadora, la misma que cambio el amor que le profesaba solo a él, día y noche durante 8 largos años, solo por entregárselo a su enemigo jurado o mejor dicho ex enemigo jurado.
Garu se culpaba así mismo, al haberse dado cuenta muy tarde, de lo que en verdad había poseído entre sus manos, la hermosa flor de loto, que lo amaba y que el mismo, trato como una simple hierba mala. Pero que al final, Esa clase de lamentaciones, no cambiarían absolutamente nada. Apretó fuertemente los palillos con sus manos hasta que estos se partieron.
—¿¡que sucede Pucca!?— preguntaron los tíos de Pucca al unísono, saliendo de la cocina, mientras se acercaban a donde se encontraba su sobrina.
—¡¡Oh!!— Tobe se levantó rápidamente de su silla con Pucca en brazos y agachaba su cabeza - buenos días, tío Ho, tío linguini y tío Dompling— exclamo el ninja sumamente feliz, estar junto a ellos, lo ponía de muy buen humor.
—¡buenos días, Tobe!, así que eras tú la razón por la que Pucca dejo de ayudarnos en la cocina— los tíos sonreían por qué al fin su amada niña, tenía el amor que se merecía.
—lamento importunar— intento sonar lo más arrepentido posible, era su culpa extrañar tanto a la azabache.
—ja, ja, ja... pero que dices muchacho, tú no importunas— rieron los tres tíos.
—no se preocupen, me aseguraré de que esta niña traviesa, comience a actuar como una mujer y no como una niña mimada— dicho esto. Tobe bajo a Pucca al suelo, la miro a los ojos, tomándola desprevenidamente por la cintura y la pego a su pecho, pegando su rostro lo más cerca posible del oído de Pucca y con la voz más seductora posible le hablo. —¡dime Pucca! ¿Tienes alguna idea... de lo que te are, para que empiece a actuar como toda una mujer y dejes de ser esa niña caprichosa?— Pucca no sabía que hacer su rostro se puso extremadamente rojo, por lo que acababa de escuchar, mientras el ninja se reía de la cara puesta por su amada...
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