13.- ¿Quién es ese niño?
Dos días de completa incertidumbre y angustia para el trío de hermanos pasaron, su pequeña, su niña de ojos almendrados, había despertado de nuevo y eso aliviaba su corazón...
Era medio día. El sol se encontraba en su punto más alto, fue entonces cuando ese par de tiernos ojitos, se abrieron de nuevo al mundo. Para desgracias de sus tíos, algo era completamente diferente en ella, ese pequeño brillo de esperanza que los iluminaban y acompañaban a diario, que los volvían únicos, en esos dos días en coma. Para desgracia de todos, se extinguió.
—¡oh Pucca!, ¡mi pequeña niña!— dijo el tío Dompling lleno de gozo, sorprendiendo de inmediato a su querida sobrina. Mientras él entraba por la puerta. —¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?— Empezó a bombardear a la pequeña con muchas preguntas —¿te duele algo? ¿Quieres comer? ¿Quieres un dulce?, ¡oh dios!, nos tenías tan preocupados— suspiro aliviado, mientras una lágrima de preocupación salía —¡Ho, Linguini! ¡Vengan rápido, ya despertó!!— grito llamando a sus hermanos.
Los otros dos hermanos entraron corriendo a la habitación; preocupados por pensar que algo malo le había pasado a su pequeña. Para alivio de ambos, al entrar la vieron sentada en su cama, con sus rodillas cerca de su pecho.
—¡buenos días, Pucca!— dijo el tío el Ho secundado de linguini, quien dejo una charola con gachas recién echas. Sobre la mesita de noche.
—¡buenos días!— contestó la pequeña; sin ánimos, pero aun sonriendo. Sin previo aviso se paró de la cama y presurosa corrió a abrazar a sus tíos. Un mareo repentino la detuvo, haciéndola encontrar su camino a la cama de nuevo.
—¿Qué sucede Pucca?. dompling y sus hermanos intercambiaron miradas preocupadas, mientras esperaban una respuesta a su recién formulada pregunta.
—no sé, me duele mi cabeza y sentí que el piso se movía— admitió Pucca, mientras se sobaba la sien, con ambas manos. Llenando su rostro de agobio ante lo que la aquejaba.
—iré por el doctor— exclamo linguini, rompiendo con la tensión del ambiente y sus hermanos asistieron.
—descuida pequeña... en un momento sabremos que tienes si— se acercó a ella sentándose en la orilla de la cama, mientras acariciaba la cabeza de pucca suavemente —mientras quédate sentada y come un poco— dicho esto es tío Ho le acercó la charola y la niña comenzó a comer desesperadamente.
Minutos después llego el doctor. Revisó a la pequeña y le hizo un par de preguntas, hasta que una en especial los dejó perplejos.
—dime Pucca ¿recuerdas cómo te golpeaste la cabeza?— la pequeña movió su cabeza negando lo pregunta.
—mm ya veo— exclamo el doctor —¿dime exactamente que es lo último que recuerdas?
—¡recuerdo!— pauso —recuerdo a...— apretó sus ojos, el dolor de cabeza comenzaba a empeorar.
—¿a quién recuerdas? Cambio su pregunta.
—a... a mi hermanito Tobe, yéndose de la aldea, con...— los tíos se quedaron viendo uno al otro, les preocupaba que sus emociones se desestabilizaran de nuevo.
—¿con quién?
—con gente muy mala...— un leve quejido salió de sus labios por el fuerte dolor de cabeza que está teniendo —él... El rey los mandó— abrió sus ojos de par en para intuitivamente.
—¿sabes por qué se fue?— la niña negó
—creo— la confusión en su cabeza, comenzaba a cansarla —fue para protegernos— pequeñas esmeraldas comenzaron formarse en sus ojos.
—¿recuerdas algo más?— volvió a preguntar el doctor
—no... yo... Es todo lo que recuerdo— suspiro agotada.
—¡bien!, es todo Pucca— le regalo una sonrisa, para que ella se tranquilizará, noto la confusión en su mirada y el dolor en sus gestos faciales. No podía seguir sometiéndola a preguntas extenuantes —¡gracias por responder a las preguntas que te hice!— el doctor salió del cuarto, seguido del tío Ho y linguini.
— y... ¿Díganos doctor, Pucca se encuentra bien?— pregunto Ho, la preocupación en su voz era muy notable.
—aparentemente, todo está bien— respondió el doctor, formulando en su cabeza lo que acababa de pasar —pero, el hecho de que allá olvidado algunas cosas, me lleva a pensar que puede padecer un leve cuadro de pérdida de memoria a corto plazo. A causa del golpe en su cabeza— callo reflexionando en lo que diría —pero por sus movimientos faciales, me atrevería a decir que lo que ella tiene, puede ser psicológico.
— ¿¡Psicológico!?— preguntaron al unísono los tres.
—Sí, puede que el dolor que ella sintió en su momento, la sobrepaso. El dolor emocional puede llegar a ser tan intenso, que instintivamente es bloqueado de la memoria, para protegerse a sí misma.
—¡Ya veo!— hablo Ho
—si es perdida a corto plazo, en unos días recordará todo lo sucedido. Si es a largo aplazó, deberán averiguar que más detalles olvidó, pero sinceramente yo me inclinaría más por una tercera razón— Concluido esto, el doctor se despidió y les dejo alguna hiervas medicinales de alta calidad, para ayudar a la pequeña con su dolor de cabeza y bajar la inflamación...
Después de casi un mes de caminata, Tobe y sus ninjas llegaron al campamento base, donde todos los reclutas eran recibidos de todas partes del reino, registrados y entrenados en todas las modalidades básicas de ataque y defensa.
—Nombre y registro— dijo un hombre tras una mesa, pidiendo sus datos, quien lo miro extraño por la fina ceda con la que estaba vestido y no solo fue eso, también por su modo tan diferente de vestir.
Tobe lo quedo viendo con mala cara, no quería revelar su identidad real, después de todo se había sacrificado y enviado al matadero, nada más para que la aldea y sobre todo, su pequeña señora, estuviese segura, lejos de las garras del imperio. No daría su nombre real, no era tan tonto, pero una repentina y maliciosa sonrisa apareció en su rostro, ¿por qué no hacer ver que estaba dispuesto a todo?. Como una señal de que no dejaría que intentaran lo que les diera en gana con su destino y el de la pequeña.
Era de su entendimiento que no carecía de la fuerza necesaria para mantenerla a salvo, pero el valor y la determinación, le sobraban. Esta oportunidad de salir de Soga, le callo como anillo al dedo, si permanecía en ese lugar, nunca adquiriría la experiencia necesaria en batalla, recursos y sobre todo, gente leal a su servicio. Se arrepentía de irse del lado de Pucca, pero no tendrían oportunidades en el futuro si él seguía pensando egoístamente. Sin más respondió, orgullosos de la sangre que corría por sus venas.
—¡Yong Ji Tobe!, hijo de Yong Ji kwon general de primera división, número de registro 1.9.9.3.— saco una tablilla de jade con su nombre y los datos recientemente dichos grabados en ella.
Nombre— Yong Ji Tobe
Nacido en— 1943
Aldea— Guanlu
Clan— dragón
Estatus— primogénito
El hombre, que al principio se mostró altivó, ahora actuó sumiso, quedando estupefacto en el acto al leer la tablilla y de inmediato mostró sus respetos
—Sr., el general lee, lo está esperando— el hombre se sintió raro al llamar Sr. a un chico de 13 años, pero no podía hacer nada al respecto, estando en la presencia del dragón demonio. Una leyenda que muchos creen una vil mentira, un cuento que los generales cuentan a sus hijos antes de dormir. Una macabra historia donde un ser sediento de sangre humana, que por defender a sus seres queridos, acabó con un vasto ejército que había llegado montando las aguas del mar directo de Japón. Un portentoso guerrero nacido en cuna de oro, tan solo por llevar sangre imperial corriendo entre sus venas. Un ser digno de temor y respeto.
O eso es lo que muchos piensan y cuentan. Por lo general, la gente común, ante una gran impresión y algún hecho difícil de describir, suele relatar mal los hechos. Y generan seres fantásticos bajados del cielo, hijos de dioses entre los mortales, con grandes poderes celestiales. O inventan demonios sanguinarios, de ojos rojos, llenos de ira y sed de venganza, que apaciguan su hambre deleitándose con la carne de sus enemigos, sacian la sed con su sangre y tienen un trono con los huesos de los mismos. Entre pilas de cadáveres, con un olor a muerte, fuego y destrucción, capaces de crear un infierno en la tierra y doblegar a cualquiera que este ante su presencia.
Pero con Tobe, era todo lo contrario, solo es un chico normal con un oscuro, terrible y doloroso pasado, simplemente eso. No había nada más que un chico simple preocupado por su seguridad. No era un santo en absoluto, pero tampoco un sanguinario asesino porque quisieran y estando en su situación, cualquiera hubiera actuado del modo en el que él lo hizo o eso es lo que Tobe continuamente se Dice, la realidad es que nadie hubiese podido hacer la hazaña que por azares del destino él realizó.
El joven Tobe, se rascó la cabeza y suspiro con pesadez por la actuación del hombre con el que estaba. Aparte de que los ninjas estaban extrañados de lo que estaba sucediendo, pero de cierto modo estaban felices, de que por primera vez a su queridísimo jefesito lo trataban con tanto respeto y admiración. No podían evitar sentirse de igual manera, si su amo Tobe se veía genial, vestido tan elegante y su modo tan recto de caminar entre aquellos hombres más altos que él.
Después de seguir al hombre del registro, llegaron a una carpa decorada con el emblema imperial y custodiada por dos guardias.
—¡hemos llegado general Yong!— Dijo el hombre
—Tobe por favor— añadió con hastío en su voz.
—perdón, Sr. ¿¡que dijo!?— la confusión del hombre era evidente.
—solo llámame Tobe— pidió sin esperanzas de poder corregir aquello. Jamás se acostumbraría a tales tratos, no después de casi ocho años en soledad.
—discúlpeme, pero... yo no podría hacer eso— dudo ante tal petición.
Tobe se frotó la sien con su mano derecha y suspiró —no le diré a nadie y es una orden, solo llámame Tobe— su tono vocal, demando que así se hiciera.
—e... está bien Sr. Tobe.
—no... no me digas Sr., ni general, solo Tobe-
—muy bi... bien Tobe, el general Lee está a dentro-
—gracias... mmm— lo señalo
—¡oh me disculpo!. ¡Cheng, mi nombre es Cheng!— no podía calmar lo nervioso que se sentía por aquel chico.
—bien, Cheng gracias de nuevo— le sonrió.
—de nada y si necesitan algo hágamelo saber.
Tobe asintió y le regalo una sonrisa. Cheng agacho su cabeza mostrando sus respetos y se fue, una vez en la seguridad de su tienda se desplomó sobre su silla, la presencia del chico y su dominante tono de voz, lo hicieron temblar...
El chico se dispuso a entrar en la tienda. Pero un cuchicheo referente a él, lo regresaron a su realidad, ya que no podía dejar de pensar en estar lo más calmado posible, de solamente concebir lo que le esperaba al salir del resguardo de la aldea de Sooga y de sus tres grandes cuidadores los chefs. Aunque ya tenía una resolución clara, una parte de él, aún dudaba y lo hacía sentir que solo era un joven sin posibilidades.
De nuevo suspiró, tenía que dejar de autocompadecerse —!! Ey!! Ustedes... esperen aquí y dejen de hacer chismes de mi persona— regaño a sus subordinados
tristemente, se alejaron acatando la orden de su amo, desgraciadamente eso es lo que Tobe creyó...
Saludos y nos seguimos leyendo
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