Cap.24
Ya han pasado varias semanas, y Ruby cada vez se ve peor, siento que me está ocultando algo.
-Ten.-la pongo un plato de filetes de pollo en su mesita de estudio.
-Gracias.-susurra.
Veo lo pálida que está, se levanta sin ganas de la cama y se sienta en frente de la mesa.
-Oh venga cariño, dime que te pasa.
-Pregúntaselo a Warren.-responde.
-Es imposible encontrar su maldita casa.-rechisto.
-Pensaba que eras más listo-me responde sin apartar la vista del plato.- ¿No pensaste en seguir el rastro que dejó Rob al llevarme? O... ¿Por qué no aprovechas y le dices que te diga el camino de la que viene a visitarme?
Eso nunca lo pensé, además, hace mucho tiempo nos enteramos de que había hecho un ejército... Hoy le toca visita si quiere verla, osea que aprovecharé a preguntarle.
-Te echo de menos.-susurra.-se que no puedo estar cerca de nadie porque si no me entran unas ganas tremendas de chupar su deliciosa... Digo matarlo.
-¿Qué acabas de decir?-la pregunto con el ceño fruncido.
-Piensa, soy hija de un vampiro y de una mujer lobo, he sobrevivido al parto. He tenido sueños, sueños en los que una bruja hechizaba mi lado vampírico simplemente ocultándolo para solo ser sangre de lobo.-me dice, yo la miro preocupado.- supuestamente mi lado vampiro nunca iba a despertar, que nunca iba a ser híbrida, pero mi padre hizo algo, hizo algo para ser como el mundo tenía planeado para mí. Y si estoy así es porque necesito...
-Sangre.-respondo por ella, asiente.
¿Sabéis cual es el mayor temor de un hombre lobo? Que alguien de su manada sea híbrido, nuestra naturaleza nos hace odiar a los vampiros, imaginaros ser mitad de ellos, os odiaríais a vosotros mismos.
-No quiero beberla, es repugnante, asquerosa y viscosa, prefiero que se quede en el cuerpo de quien sea.-se queja.
-Pues por mucho que te repugne o no quieras tomarla... Vas a tener que hacerlo.
-O puedes acudir a una bruja y que mantenga por mí calmadito al vampirito-sonríe falsamente.
-No confío en las brujas. -digo serio.
Hace medio siglo pedí ayuda a una bruja, era muy poderosa, pero me traicionó. Era muy simple lo que la pedí, que salvara a mi hermana pequeña de la muerte, ella todavía no se había transformado, lo cual la hacía mortal; un día estábamos paseando por el bosque, ella estaba muy feliz y dando saltitos agarrada de mi mano...
Saltaba de alegría hundiéndose en la blanda nieve que coloreaba todo de un blanco brillante agarrada de mi mano, su risa me contagió y no pude evitar reír como idiota.
-¿Qué te pasa hoy?-pregunté divertido.
-¡Los reyes magos vendrán esta noche!-chilló de felicidad.
-No esperes tu regalo, te has portado mal-digo riendo, ella para y pone sus brazos en jarras y me mira fingiendo enfado.
-El único que se portó mal aquí fuiste tu-me señala con dedo acusador.
-¿Yo?-pongo mi mano en el pecho fingiendo estar dolido.-dame tres razones para ser un chico malo.
-Una-enseña el dedo índice- cuando me robaste las golosinas, dos -levanta el segundo dedo- cuando en luna llena me rompiste a señor oso...
-¡No fue mi culpa! ¡Ya sabes que no me puedo controlar- la verdad, fue mi juguete de la noche, y por la mañana el oso no estaba.
-¡Calla!-me mira fingiendo enfado- tres- levanta su tercer dedito- cuando te disfrazaste de payaso y me encerraste en mi cuarto.-me reí, eso fue divertido, intenté que no tuviera miedo a los payasos pero era imposible, y ¡cómo no! Solo se me ocurre a mi asustarla, claro, después mis padres me castigaron.
-¿Y que quieres que te traigan los reyes.-su mirada cambió a una llena de brillo y felicidad, también me regaló una sonrisa, se veía muy entusiasmada.
-¡Quiero un caballo!-gritó feliz.
-¿Y dónde lo meterás? Yo no lo pienso cuidar.
-En el jardín tonto.-me da un golpe en el brazo, fingí que me hizo daño y ella solo rió y se adelantó a mi dando saltitos de alegría hasta que la perdí de vista.
-¿Amy?-la llamé aún sonriendo, al ver que no respondía mi rostro se tornó preocupado- ¿¡Amelie!? ¡Amelie!- grité su nombre seguidas veces esperando su respuesta, esperando que su dulce vocecita me hablara. -¡Amelie! ¿¡Donde estás!?
-¡Hermanito! ¡Ayuda!-oigo que grita, ese momento fue cuando escuché un chillido de su parte.
-¡Aguanta, Amelie! ¡Voy a por ti!- me transformo en lobo y corro lo más rápido que mis patas me dejaban siguiendo su rastro, el problema es que, no solo estaba su rastro, también era el de dos personas más.
Cazadores
¿Qué quieren de ella? ¡Todavía no se ha transformado! ¡Todavía su loba no se había rebelado! ¿Qué buscan de una niña de tan solo cinco años?
Llego hasta ella corriendo, asustado, veo a los cazadores apuntándome con una ballesta, yo solo gruño y me acerco cauteloso.
-Oh mira Josebas, el cachorrito quiere salvar a la niñita... Que tierno-se ríe uno de ellos, al parecer, el más alto, yo solo gruño y planeo una escapatoria, pero las probabilidades de poder escapar son nulas, encima Amy se ha caído en lo que parece ser un hoyo.
Solo se me ocurrió gruñir y acercarme amenazante hacia esas bestias.
-Oh, el cachorro negro se nos pone malote... James dame la ballesta... -ordena el bajo que al parecer se llama Josebas.
El alto le pasa el arma al enano y me apunta.
-A ti no te haremos nada... Además, matarte ahora sería desperdiciar esa piel tan bonita, quedará perfecta como alfombra.-chasquea la lengua y hace una seña a su idiota amigo.
Éste sin rechistar coge lo que parece unas redes de plata que al entrar en contacto con mi piel hizo que cayera desplomado al suelo permitiendo que quemara rápido mi piel. ¿Qué podría hacer?
Me retuerzo salvájemente intentando liberarme, pero solo consigo enredarme más, mi hermanita sigue ahí metida y el enano le apunta con el arma y dispara sin previo aviso dejando escuchar un agudo grito.
-Valla pena, el cachorro va a perder a su hermana...-gruño-Que pena, esa era nuestra última flecha... Y no la mató.
-Ajá, pero tampoco va a sobrevivir, ni tu tampoco-me señala- tu, disfruta el nuevo acónito.
Dicho esto se van a paso rápido de el bosque.
Lo demás son recuerdos vagos que no quiero recordar, recuerdo que conseguí escaparme de esas redes y recuerdo que la saqué de ahí, ella estaba muy débil, recuerdo como susurraba mi nombre cuando podía, después a la bruja.
-Debes dejarme un día con ella -decía con su tenebrosa voz- a solas.
Yo me negaba, pero sin saber cómo, cedí y la deje sola ante el peligro; la bruja y yo quedamos al día siguiente en el lago, pero nunca vino, ahí me di cuenta de que nunca la volvería a ver.
-No quiero perderte a ti también.-digo con la voz rota.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top