NUESTRO DESEO

En aquel momento la desesperación y la tristeza era lo único que reinaba en el corazón de aquel pequeño esqueleto, para él su hermano, su confidente, su mejor amigo no hacía más que fallarle una y otra vez. Aunque quizás él exageraba, después de todo Papyrus solo quería lo mejor para Sans pero ¿Realmente limitar su vida era darle lo mejor?

— Solo volvamos a casa —Dijo el esqueleto más alto entre ambos mientras poco a poco se acercaba también hacia aquel prado de rosas en medio del claro— El gran Papyrus puede ayudarte hermano, solo deja de hacer esto y podremos volver a nuestra vida normal. El gran Papyr-

— No puedo Paps ¿Qué no lo ves hermano? ¿Qué no ves todo lo que he estado pasando, todo... lo que he estado sufriendo? —Preguntó, él realmente no soportaba más la situación precaria en la que estaba viviendo. Ya no planeaba seguir de brazos cruzados simplemente siendo discriminado por todos, ya no más.

— ¡Solo lo hacemos para ayudarte! ¿¡Porque no puedes solo entenderlo, Sans!? —Gritó el menor quien ya se encontraba en un estado de frustración bastante alto, él solo quería cuidar de su hermano... solo quería protegerlo así como Sans lo protegió tantas veces.

— Si esa es su estúpida forma de ayudarme ¡No la quiero! —Respondió— ¡Si su forma de ayudarme y protegerme es excluyéndome de todo entonces prefiero estar muert-

— ¡Ni se te ocurra decirlo, Sans...! —El silencio reino en el lugar por unos segundos para luego escucharse el suspiro del esqueleto mayor.

— ¡Yo... solo desearía que tu pudieras entenderlo, que tu pudieras entender que la razón por la que estoy haciendo todo esto es porque no me han dejado otra opción hermano! Pero, incluso estando aquí me siento tonto ¿Qué tal si no funciona? ¿Qué tal si solo vinimos aquí y arriesgamos nuestras vidas subiendo esta colina por una mentira? —Dijo Sans, este había comenzado a llorar ante la desesperación que se apoderaba de su alma, ya simplemente no sabía que hacer. Él solo quería volver atrás, cambiar el rumbo de las cosas para que nadie lo supiera— Yo solo quiero poder ser más, más de mí mismo, más para mí, para ti, para todos. Más para ser capaz de protegerte como lo he hecho durante todo este tiempo sin que tú te sientas culpable...más para que todo vuela a la normalidad y entonces así yo también poder ser libre, hermano.

El ligero roció que antes descendía por las mejillas del esqueleto mayor se había vuelto un diluvio. Nuevamente sin importar cuando intentara explicarlo nadie era capaz de colocarse en sus zapatos y entender su situación. En aquel lugar sin realmente haberlo notado la lluvia había vuelto a hacerse presente, mojando todo a su paso, pero aquellas gotas eran diferentes y Sans podía sentirlo. Podía sentir su tristeza y dolor no solo ahora dentro de su alma sino estampando contra sus huesos también ¿Acaso aquella lenta lluvia eran sus lágrimas cayendo desde el cielo? ¿O es que las nubes a diferencia de su familia habían sabido entender su dolor?

Pero no fue sino hasta que el mayor entre ambos subió su rostro para ver las nubes que una de las gotas cayó sobre su rostro, mezclándose dulcemente con las lágrimas que desprendían de sus agotadas y ojerosas cuencas. Al sentir el impacto del agua sobre su cara por un segundo se sintió consumido, dolido, traicionado y herido, bajo su rostro para ver a la pequeña pero dulce rosa blanca que descansaba a sus pies olvidándose de todo. Más entonces, algo bastante extraño llamó su atención, de la nada habían comenzado a caer gotas rojas sobre aquella rosa, manchándola.

Él consternado levanto una de sus manos y espero a que cayera una gota del cielo, pero nada cambió. Entonces acerco esa mano a su rostro y limpiando una de las lágrimas que por allí descendían la alejó, para observar como ahora los huesos de su mano se encontraban tintados de un rojo sangre pero ¿Cómo? ¿Había una explicación lógica para aquello o no era más que fantasía y dolor mezclados en una sinfonía hermosa pero triste a la vez?

— ¿Sans? —Dijo Papyrus quien lentamente se había acercado hasta su hermano, este depositó una mano sobre el hombro de él haciendo que subiera la mirada quedando impactado con el resultado en su rostro— ¿Qu-qué está pasando hermano? ¿Por qué tu... —Él rápidamente acerco una de sus manos al rostro de Sans y con ayuda de su guante comenzó a secar las lágrimas... pero era imposible, no paraban de brotar una tras otra.

Entonces un pequeño pero brillante resplandor comenzó a crecer a sus pies, ambos extrañados y un poco asustados bajaron la mirada para encontrarse con que aquella rosa que en un principio era blanca ahora se encontraba completamente teñida de rojo al igual que las demás gracias a las lágrimas del esqueleto de menor estatura, quien en pocas palabras la había despertado.

"Lágrimas de sangre a la rosa roja lloraras" Dijo el mayor de ambos en voz baja y con ahora una gigantesca sonrisa en su rostro, aquello que tanto se había esforzado en conseguir al fin había funcionado.

Aquel brillo amarillento no paraba de crecer y empezar a envolverlos lentamente, las caras de ambos se encontraron luego de aquello. Papyrus parecía no creer lo que estaba ocurriendo mientras Sans... bueno, el simplemente no podía ocultar su felicidad ante la situación. Pero, no fue sino hasta que aquellos brillos comenzaron a tornarse verdosos y violentos que Sans decidió reaccionar, colocó rápidamente sus manos sobre el pecho de su hermano y con fuerza le empujo sacándolo del pequeño remolino verdoso que había comenzado a formarme desde hace unos segundos. Si algo iba a pasarle, Papyrus no tendría por qué pagar las consecuencias de sus irresponsables actos.

Fue entonces cuando aquel esqueleto quedo en completa soledad rodeado de aquella magia en forma de llama que esta se detuvo explotando en pequeñas esporas brillantes de tonos verdes que revoloteaban en el aire. Ambos esqueletos sentían una combinación de entre curiosidad y emoción ¿Qué era esa magia que recorría el aire? Ellos a diferencia de todos aquellos que habían cumplido con el ritual, al ser entidades creadas a base de magia podían sentir aquello que fácilmente lograba ser confundido con una sobrecarga de adrenalina.

Sus almas latían con fuerza rozando con sus costillas, se encontraban intrigados, asustados y expectantes ante aquella escena. De un momento a otro la luz se había hecho tan brillante que siquiera quedaba rastro de luna o cielo oscuro alguno, mágicamente el techo nublado y lleno de penumbra que antes de cernía sobre ellos se había convertido en un cielo azul despejado y una brisa fresca y primaveral había comenzado a golpear.

— Sans... dime que tú también ves las bolitas verdes como pequeños humanos con alas.

— ¿Qué? —Dijo el esqueleto mayor que aún permanecía de pie sobre el campo de rosas. Él simplemente no lo había notado ya que todo ante sus ojos ocurría realmente muy rápido, más rápido de lo que él desearía.

Fue allí cuando un montón de esporas se acercaron a él por la espalda, se sujetaron a su sudadera y comenzaron a jalar de ella hacia atrás haciéndolo caminar en retroceso y sacándolo de encima de aquella cama de flores. Este incluso podía asegurar que las escuchaba reír a sus espaldas ¿Qué rayos era todo eso? Y entonces fijo su mirada en aquel gran cambio, lo que antes era un campo de rosas rojas había cambiado por completo invirtiendo sus colores. Todas las flores que antes poseían un deslumbrante tono rojizo se habían vuelto de color blanco e incluso parecían brillar con una tenue aura a su alrededor, por otra parte la única rosa que era blanca había... ¿Desaparecido?

Aquellas pequeñas esporas verdosas comenzaron a rodearlo sujetando a Sans por su sudadera y comenzando a jalarla ¿Qué estaban haciendo? ¿Estaban jugando con él? Poco a poco comenzaron a tirar con tanta fuerza que comenzaban a desprender la sudadera de este de su propio cuerpo. Ellas revoloteaban a su alrededor y al verlas de cerca fue cuando pudo notar que aquello que le había dicho su hermano era cierto. Ellas parecían formar parte de aquella raza de monstruos que se había extinto hace años del subsuelo... Hadas.

"¿Él es el que pidió el deseo? ¿Él liberó a la rosa? ¿Ella viene por él? ¿Es acaso otro humano? ¿Ella cumplirá su deseo? ¡Volveremos a verla! ¡Nashira!" Susurraban aquellas hadas que revoloteaban alrededor del esqueleto mayor quien sentía como una llama comenzaba a crecer en su interior.

"¡Están cantando, Sans!" Pudo escuchar la voz de su hermano quien se encontraba justo frente a él, separados únicamente por aquel campo de rosas, sonriéndole. Papyrus estaba emocionado después de todo, aquellas hadas también lo rodeaban y ayudaban a acomodar su bufanda y traje.

Y entonces él pudo escucharlas, entres sus parloteos y susurros ellas parecían estar cantando al ritmo de las notas de los pájaros que se escondían entre los árboles que rodeaban aquel claro. Incluso podía ver grupos de ellas que danzaban al ritmo de la música pero, de un momento a otro el cántico de los pájaros seso dando paso a que la lírica de aquellas hadas en idioma rúnico fuera lo único que se escuchara.

Un brillo un tanto cegador comenzó a emerger de entre el centro del campo florido frente a ambos esqueletos y la flor que antes había desaparecido resurgió del suelo brillando como nunca lo había hecho, disparando un gran rayo luminoso hacía el cielo y creando dentro de aquella luz una silueta femenina de no tan alta estatura.

"¿Es ella?" Pensaron ambos esqueletos, mientras presenciaban la escena impactados. Al ver como poco a poco el brillo iba disminuyendo dejando en libertad a una joven que no aparentaba más de dieciocho años reposar sobre aquellas ahora blancas rosas.

Ella lentamente comenzó a levantarse, llevaba una vestimenta un tanto extraña para la época. Portaba botas de color marrón las cuales poseían pequeños detalles en tonos amarillos y dorados, estas llegaban hasta poco más arriba de sus rodillas pero eran cubiertas por un lindo y delicado vestido rojo con falda sencilla. El corsé de aquel vestido era adornado con pequeños diseños de hojas brillantes como si de oro mismo se tratase. Y cubriendo su espalda y cabeza se encontraba una capucha y capa grisácea que sin mucho detalle solo servía para cubrir su rostro.

Al colocarse de pie aquella muchacha simplemente giró su cabeza para ver a Papyrus por unos segundos y entonces el mayor de ambos hermanos se sintió temblar ¿Ella acaso iba a atacar a Papyrus por estar allí? Pero sin previo aviso ella solo retiro aquella capucha del velo gris que cubría su rostro y le regalo una sonrisa al menor de ambos. Él al mirarla solo pudo atinar a sorprenderse, ella se veía... muy hermosa y es que las leyendas sobre ella quedaban pequeñas ahora.

Sin esperar demasiado aquella chica se giró sobre sus talones y a paso lento camino en dirección hacia el esqueleto de menor estatura: Sans. Al estar justo frente a él terminó de retirar por completo aquel incomodo trozo de tela gris, dejándolo caer gentilmente sobre el suelo... y es que por alguna razón todos los movimientos de ella parecían ser dulces y delicados como si de una refrescante brisa se tratase.

Ella se acercó aún más a él y colocando lentamente una mano en la mejilla de este le sonrió, al parecer su tacto era la cosa más suave que el esqueleto había presenciado jamás. La chica se acercó a su rostro y juntando sus frentes sonrió haciendo que el esqueleto frente a ella solo atinara a comenzar a sonrojarse levemente por las acciones de aquella chica.

— Sans... ¿Cierto? —Preguntó ella sin despegar su frente de la de él y manteniendo sus ojos cerrados.

— S-si —Respondió él

— No te asustes, no voy a hacerte daño. He venido aquí para cumplir tu deseo... tu más preciado sueño ahora no es solo tuyo... Sans —Habló ella con aquella tranquila y dulce voz que le caracterizaba, capaz de calmar hasta la marea más hostil— Ahora tu deseo... es de ambos, ahora tu deseo... es nuestro, esqueleto.

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