epílogo

EL LLANTO DE ISAK

EPÍLOGO

Tiempo después.

—Ilya...

Nada.

El alfa bajó la mirada, sintió la pequeña mano de su Omega en su brazo. Sus orbes grises se levantaron y observaron los delicados ojos mieles de su compañero.

—Debes darle tiempo —murmuró. Sintió su ligero aroma vainilla por todas partes. El alfa cubrió su boca y lentamente notó la presencia de los otros dos cachorros detrás de su madre—. No sé qué pasó exactamente, la policía dijo que atacó al alfa mayor de los Kuznetsov, que...

—Pa, ¿Qué le pasa a Ilya? —interrumpió uno de los niños, la mirada gris del mayor chocó con unos ojos brillantes en lágrimas—. Tenía sangre, ¡Yo lo ví!

—Drozhin —advirtió el Omega cuando la mirada del alfa destelló, sintió sus manos cálidas sobre su rostro. Su mirada miel conectó con su alfa, su toque, su caricia calmó la desesperación de sentir la sangre de su primogénito a distancia—. Debes calmarte, Alfa.

—¿Qué haré? ¿Qué haré, qué le digo? ¿Crees que ya es tiempo... Que ya...? —murmuró y cerró los ojos, su corazón se sintió oprimido una vez más. Había llegado a casa aquella noche tormentosa con la intención de tener una cena tranquila con su familia. Y sin embargo, caía con la noticia de que su hijo había destrozado el rostro de un alfa adulto. Su cachorro, su pequeño niño... Se había manchado las manos con sangre—. Llévate a los cachorros, hace frío... Ve a nuestra habitación, ¿Sí?

El Omega asintió y tomó al más chiquito en brazos, el cachorro lo miró con grandes ojos, sin entender bien la situación. La pequeña espalda del Omega se presentó ante él.

—Xavier —lo llamó, y el otro se dió la vuelta—. Yo... Cierra la puerta con seguro.

Drozhin se volvió a la puerta una vez que el Omega se llevó a los dos cachorros. Sentía el aroma de la sangre de Ilya, sus feromonas pesadas, de repente su alfa se sintió amenazado cuando abrió la puerta. El golpe de aromas lo mareó, sentía ira, enojo, un ambiente corrosivo y terrible. La habitación estaba a oscuras, la luz de la luna se reflejaba a través de la ventana, había gotas de sangre por el suelo.

—Ilya —murmuró y avanzó con rapidez, destendió la cama, sintiendo su aroma más fuerte. La luz que se escapaba de la habitación del año hizo que su cuerpo avanzara sin pensarlo. Drozhin abrió la puerta con rapidez y cubrió su nariz por completo. El vapor del agua hirviente y la sangre se fundían con las feromonas de su hijo, el aroma putrefacto, amargo, tan agrio que las manchas de sangre sobre el suelo lo marearon por completo.

Y cuando lo vió, cuando observó su rostro enojado, su mirada filosa y las lágrimas sobre su rostro supo que algo malo había en él. Algo fuerte. El rostro de Ilya estaba rojo, sus pómulos altos, sus mejillas, los labios color sandía que siempre dejaban salir las más tranquilas palabras estaban reventados en sangre. El agua que caía sobre su pecho desnudo se volvía rosácea, entre la sangre, las gotas, notó las mordidas sobre su cuello, sobre su clavícula, los rasguños que había en su cintura lo horrorizaron. Las feromonas de Ilya se volvieron intensas cuando lo sacó del agua, el chico negó, lloró con fuerza y se abrazó a su cuerpo con desesperación.

—Yo me defendí, m-me defendí, y-yo... —Drozhin lo sacó del baño, la toalla blanca que cubrió su cuerpo se mojó en agua y sangre. Lentamente lo dejó sobre la cama y empezó a secarlo. Las lágrimas de Ilya caían con rapidez de su rostro, su mirada esmeralda estaba irritada, su pómulo derecho estaba tan rojo que temió que fuera un golpe. Drozhin empezó a liberar feromonas de tranquilidad—. Él creyó que era Omega, q-que querría, él me encerró... Me encerró y...

—Ya... Ya, estás aquí, ya nada te pasará, yo me encargaré —susurró, buscando más toallas dentro de un mueble. Drozhin secó el cabello castaño del muchacho. Sus hombros, su pecho, la ropa interior de Ilya estaba empapada al igual que su pantalón. El alfa suspiró y lo miró con suavidad, lentamente llevó una mano a su mejilla y apartó el primer rizo que cayó sobre su mirada esmeralda.

Mijaíl Ilya Drozhin apenas había cumplido los quince años de edad cuando lo dejó ir a su primera fiesta lejos de casa. Drozhin bajó la mirada, secó sus brazos, su muñeca marcada, los hematomas que se formaron con rapidez en su piel hicieron que se molestara. A decir verdad Ilya tenía ya muchos problemas para integrarse entre los chicos de su edad, para ir a la escuela incluso. Drozhin había hecho todo lo posible para que tuviera una infancia normal, que pudiera integrarse en la sociedad, que tuviera amigos, todo lo posible para que olvidara sus traumas de cachorro. Y sin embargo... Ilya se había vuelto de cierta forma un poco extraño a lo que pensó que sería.

—Todo estará bien —murmuró, y terminó de secar su cuerpo, le dió ropa seca e Ilya se cambió con lentitud. El llanto, todo empezó a cesar una vez Drozhin empezó a cubrir sus heridas—. ¿Puedes... Contarme cómo pasó exactamente?

—Él dijo... —murmuró, su mirada filosa se perdió en la luz de la lámpara, Drozhin prestó atención a sus movimientos, a su respiración, la manera en que se dilató su pupila. Drozhin prestó atención incluso al cambio de feromonas que empezó a liberar. El aroma agrio se instauró por las sábanas, las frazadas—. Él dijo... Que quería preñarme —murmuró, Drozhin sintió que su garganta se secaba—. Que quería tomarme de las piernas y...

—Ya, no debes recordar... Todas las palabras —murmuró, sintió el nudo sobre su garganta. Acarició los hombros pequeños de Ilya, las mordidas sobre su cuello estaban rosáceas. Tenía marcas por toda la garganta. Drozhin mordió su lengua—. Yo me encargaré de aquél alfa, no te preocupes.

—Quiero que... —murmuró, las mejillas de Ilya se tiñeron de un suave carmín. Drozhin apenas retrocedió un poco cuando notó el parecido con Ezra—. Quiero que... Le hagas mal. Mal. Mal. Quiero... Yo no quiero volver a ver aquellos ojos rojos sobre mí. No quiero sentir las manos de un alfa sobre mi cuerpo... Con aquellas intenciones.

—No lo sentirás más, quédate en casa, aquí, con nuestra familia —murmuró y acarició sus manos, Ilya lo miró—. Estarás bien aquí, con tus hermanos, con Xavier y conmigo. Ellos te quieren y están preocupados por ti.

—Sí —murmuró, su mirada esmeralda estaba apagada, Drozhin sonrió suavemente—. ¿Es... Es verdad que parezco Omega?

El alfa se quedó callado por un momento. El rostro de Ilya había vuelto a su color natural, la palidez de su piel aún seguía teniendo el rojizo del golpe en su mejilla. Sus pómulos altos, sus labios color sandía estaban mordidos. Su mirada esmeralda era lo que más le gustaba de su hijo, a medida que pasaba el tiempo los cambios en su físico fueron favoreciendo su belleza de forma tranquila. A decir verdad, Ilya era un chico hermoso, tanto como lo era Ezra en su juventud. Las pocas personas que conocieron al Omega en su juventud... Dirían que Ilya es la viva imagen de toda su belleza. Sus rizos castaños se estaban secando.

—Piensan que eres un Omega porque tienes una belleza extraordinaria. Eres muy hermoso, Cachorro. Pero no eres un Omega... No lo eres —murmuró y bajó la mirada, Drozhin sintió que su corazón se oprimía—. Y sé que no permitirás que ningún alfa te tome de aquella forma. No lo permitas.

Ilya asintió, sus mejillas se tiñeron de un suave rojo cuando su padre besó su frente. El alfa se levantó y tomó las gasas ensangrentadas. El chico lo miró.

—Papá —lo llamó, Drozhin se volvió. Ilya se puso de pie y su pijama blanca dejó marcado sus hombros pálidos. El alfa lo miró con tranquilidad—. ¿Puedo abrazarte?

—No tendrías que pedirlo... —murmuró Drozhin y abrazó al muchacho con fuerza. Sintió los brazos de Ilya sobre su espalda, la calidez de su cuerpo hizo que su corazón latiera con rapidez. Sintió sus rizos por su barbilla. Ilya estaba creciendo muy rápido—. ¿Ya está todo bien?

—Todo... —susurró—. Eres un buen papá, sé que te esfuerzas por darme todo lo mejor... Yo te quiero mucho, te quiero, y me gusta que seas feliz.

—Está bien, ya —murmuró Drozhin y una suave sonrisa apareció en sus labios—. No me dices estas cosas desde que tenías ocho años así que... ¿Qué quieres?

El silencio se hizo en la habitación. El alfa fruncio el ceño, y quiso alejarse para ver qué pasaba. Los brazos de Ilya volvieron a apretarse sobre su espalda y no lo soltó. Drozhin acarició con suavidad su espalda, el ambiente empezó a ponerse más agrio, y el aroma de Ilya se volvió pesado. El alfa cerró los ojos.

—Sé que me ocultas algo —murmuró el chico, Drozhin sintió que su corazón se aceleraba—. Me ocultas algo. Algo importante.

Lentamente Drozhin sintió que los brazos de Ilya se aflojaban, su cuerpo se  tensó y el ambiente empezó a ponerse más pesado. Cuando se separó por completo de Ilya notó su mirada vacía, su piel pálida y sus rizos castaños desordenados. La belleza que poseía era tan monstruosa como la de su madre. Drozhin no contestó.

Su alfa se sintió amenazado una vez más.

Sabía que su cachorro tenía algo especial que lo diferenciaba de todo chico normal. De sus otros hijos, de su Omega. Lo supo desde el instante que Ilya tomó conciencia de todo lo que había pasado aquél fatídico día que Ezra se marchó de la casa. De Isak, de toda teoría e hipótesis que armó en su cabeza. Su mirada filosa se pegó a sus ojos, Drozhin se puso rígido cuando el joven empezó a caminar con lentitud alrededor suyo. La actitud de Ilya había cambiado una vez entendió las palabras de aquella carta, aquella que guardó, que escondió y que siempre siguió tras sus instintos.

Y es que Ilya tenía algo raro en su personalidad que aún no terminaba de descifrar. Pero lo presentía, lo presentía desde sus más fuerte instinto que era tan fuerte de mente como Ezra y tan malditamente inteligente y calculador como lo era él en su juventud. Drozhin sintió un ligero escalofrío cuando Ilya se detuvo detrás suyo.

—¿Qué es? Dímelo —cuestionó. El alfa cerró los ojos.

—No lo sé.

—Tú lo sabes, lo sabes, papá —la voz de Ilya tembló—. ¿Mamá lo sabía, mamá lo sabía no es así? Es por eso que se fue. Por tu culpa. Por mi culpa. Nos desechó a ambos.

—No, no es así Ilya —Drozhin se volvió, la mirada filosa del chico chocó con la suya. Ilya apenas tenía quince años, y su actitud, su fuerza, era tan fuerte y explosiva como la suya—. No es así, él no te desechó, no fue tu culpa. Estaba enamorado de otro hombre, eso es todo.

—No... —murmuró y su rostro enrojeció con furia. La mirada esmeralda del chico se llenó de lágrimas—. No, no me tomes de estúpido. Lo sé, yo lo sé, me doy cuenta. Lo percibí incluso cuando aquél hombre intentó matarme.

—Ilya... Ya hablamos de esto, por favor.

—¡Me lo gritó! ¡Él me lo gritó! —rugió y Drozhin retrocedió con rapidez—. Mi madre lo sabía. Lo sabía, tú lo sabías. Aquél monstruo lo sabía. Y siendo así como soy —murmuró, su voz se volvió más profunda, más grabe. Su rostro empezó a temblar, el ambiente se volvió espeso, terrible, Drozhin sintió el gusto agrio de las feromonas de Ilya—. ¿Cómo un asqueroso alfa se atrevió a tocarme el cuerpo?

—Debes detenerte, Ilya...

—¡Él dijo que quería preñarme, que quería abrirme de piernas y destrozarme el cuerpo! ¡¿Cómo diablos querían que reaccionara?! ¡No soy un Omega! ¡No soy un maldito Omega! —Ilya gritó entre el llanto, su cuerpo cayó de rodillas al suelo, Drozhin se sintió desesperado—. ¡¿Qué mierda cruzaba por su mente?! ¡Él...! Él... —sollozó—. Le rompí la mandíbula, y-yo... Le rompí la boca, lo golpeé, lo golpeé. Lo destrocé por completo, papá yo... Soy terrible, soy malo, malo, algo malo pasa conmigo.

—Ilya... —murmuró Drozhin atónito. Ilya se abrazó el cuerpo con fuerza, más lágrimas resbalaban con rapidez por su mejilla, su rostro, su mirada asustada. El alfa lo tomó en brazos e Ilya lloró con debilidad. Estaba tan cansado, tan triste y enojado.

—Yo... Yo me vi... Me vi, papá —murmuró olisqueando el cuello de su padre, las feromonas de tranquilidad que Drozhin empezó a liberar calmaron a Ilya—. Yo era como él. Como mamá, estaba ido, lleno de ira, con la ropa desgarrada y con las mordidas frescas en el cuello... Yo... El carmesí brillaba con fuerza en mis ojos.




—Soy yo —murmuró y la puerta se abrió frente a él. El Omega de claros ojos miel lo atrajo hacia la habitación. El aroma a vainilla del ambiente lo calmó un poco Drozhin se volvió y Xavier cubrió su nariz cuando notó el aroma fuerte sobre su cuerpo. Las mejillas del Omega se tiñeron en sonrojo—. Disculpa...

—Su olor... Es muy fuerte —jadeó y Drozhin lo tomó con cuidado, caminaron hasta la cama y lentamente sentó al menor sobre el colchón. La mirada gris de Drozhin se posó en los dos cachorros durmiendo entre decenas de almohadones y animales de peluche. El cabello negro de ambos estaba despeinado, sus mejillas regordetas, lentamente recordó aquellas épocas donde sólo eran Ilya y él en aquella gran casa—. Alfa.

Drozhin bajó la mirada, el Omega lo miró y tranquilamente acarició su mejilla. Había pasado tantas cosas durante once años que siquiera pensó en la posibilidad de volver a verlo.

—Está bien.

—¿Te contó cómo fue? —preguntó el Omega, el alfa observó la pijama holgada que traía, la piel aperlada, tersa y suave se presentó bajo aquella tela. Drozhin trató de distraer su mente—. Hey.

—No quiero hablar de eso... ¿Sí? Estoy cansado —Xavier lo miró con grandes ojos, el Omega se levantó de la cama y caminó hacia el mueble de ropa donde guardaba la pijama del alfa. Cuando regresó Drozhin estaba sentado en la cama, frotando sus ojos.

—Sé que no quieres, pero me preocupa —murmuró, quitándole la remera al alfa, Drozhin lo miró. Xavier empezó a acomodarle la pijama—. Lo conocí de muy chico, tal vez... No tengamos parentesco sanguíneo, pero es mi familia. Y es el hermano de mis cachorros.

—Ya, perdóname —habló Drozhin cuando observó las mejillas rojas del Omega. Lo tomó de la cintura y lo acercó con cuidado, la mirada brillante de Xavier se conectó con la suya—. A veces digo cosas sin pensar.

—Lo haces —murmuró. Ambos se quedaron en silencio. Xavier era mucho más joven que él, más explosivo, un poco inquieto y nervioso. Drozhin recorrió su rostro con cariño, se había integrado con facilidad a su pequeña familia cuando se reencontraron. Era un poco torpe y eso le había gustado a Ilya, además de su comida—. ¿Porqué me miras así? —preguntó con las mejillas rojas.

—Eres demasiado joven para un alfa viejo como yo —murmuró y Xavier dejó escapar una risita. El Omega se quedó callado tiempo después—. ¿Estás bien?

—Yo tuve mucho miedo, cuando ví a Ilya lleno de sangre y la policía... —murmuró, sus manos se hicieron puños sobre los hombros del alfa—. Él entró corriendo y rápidamente se encerró en su habitación. No pude hacer nada hasta que viniste yo... Me sentí mal. Me sentí inútil.

—No... Ya, tal vez no quería que los niños lo vieran así. Tal vez no quería que lo vieras así —habló, el Omega asintió. Drozhin se volvió y observó a los cachorros—. Fue mucho para él... Cuando era más chiquito, él siempre corría hacia mí. Siempre que se asustaba, o le pasaba algo malo, siempre venía hacia mí. Es... Costumbre, Omega. Sólo es eso.

—¿Qué le pasó? ¿Porqué atacó a un alfa?

—Un alfa quiso abusar de él —murmuró, la mirada de Xavier se alarmó—. Quiso y... Se defendió.

—¿Él ya está bien? —preguntó. Drozhin dejó caer su frente en el pecho del Omega, asintió con pesadez—. Mañana le prepararé su comida favorita para que sane más rápido.

—Destruiré a ese alfa... —el Omega escuchó la voz del alfa. Sus manos acariciaron el cabello negro, apenas salpicado por algunas canas. Levantó el rostro del mayor y el alfa lo miró con cansancio. Lentamente se recostaron en la cama. Xavier apoyó su cabeza sobre el pecho del alfa—. Lo perseguiré por la noche y no pararé hasta ver que se haya cagado los pantalones del miedo. Después lo acabaré económicamente, y más tarde... Tal vez lo haga desaparecer del país.

—No digas eso... —murmuró el Omega—. Podría pasarle a cualquiera de nuestros hijos.

—¿Entonces qué quieres que haga? ¿Denunciarlo? Es un alfa. Los alfas siempre tenemos beneficios en la ley.

—No cuando la víctima es un Drozhin, es el peso de tu palabra contra un alfa promedio —habló e hizo una mueca—. Pero si no funciona... Haz todo lo que dijiste.

—De todas formas iba a hacerlo —Drozhin habló, su cabeza se ladeó y su mano se estiró para tomar un mechón de cabello azabache de su cachorro más chiquito. El alfa aflojó la mirada cuando la mano pálida de Xavier trepó por la suya—. Ilya me pidió un favor.

—¿Qué cosa? —preguntó en un susurro el Omega, sintió su respiración en el pecho. La mirada de Drozhin se opacó. Sus dedos se detuvieron y el silencio se hizo en la habitación. El aroma a vainilla, el cabello despeinado de su Omega se hizo evidente cuando volvió la mirada, Xavier se había acurrucado sobre su cuerpo con comodidad y la marca relucía sobre su cuello con fuerza. Sintió la pesadez de su respiración y rápidamente supo que se estaba durmiendo.

—Ilya quiere que lo busque —habló, acariciando el pecho del menor. Drozhin se perdió en la luz de la noche cuando recordó unos ojos esmeraldas—. Quiere que busque a Ezra.

No volvió a escuchar la voz de Xavier esa noche. Drozhin se quedó despierto, pensando, hacia tantos años no lo veía... Tanto tiempo. Desde el día en que se fue Ilya jamás le había pedido aquello ni tampoco Ezra apareció. Siquiera sabía si estaba vivo o qué había pasado con él. Pocas veces le había entrado las ganas de buscarlo, de mandarle una carta o algo para contactar. Muchas veces quiso compartir los logros de Ilya con Ezra cuando sólo eran ellos dos. Sin embargo... La tristeza, el enojo y las dudas de Ilya hacia su verdadera madre empezaron a desaparecer cuando su familia se amplió. Había intentado que no perdiera la conección con Ezra, sus recuerdos, todo. Pero supuso que jamás habían sido suficientes para cubrir el vacío que había dejado.

Supuso que eran tantos los sentimientos en su cachorro por aquél entonces... Que creyó muchas cosas. Había soportado su llanto por días, su culpa innecesaria y sus dudas ante todo. Ezra había roto su corazón e Ilya no comprendía siquiera lo que significaba eso. Esperó a que ordenara sus sentimientos, su enojo, su miedo, esperó que le pidiera que buscara a Ezra por aquél entonces y sin embargo jamás oyó aquellas palabras de su boca.

Ilya prefirió recordarlo por los relatos que le contaba, por lo maravilloso y bello que hacía parecer a su madre. Drozhin le había contado de todo, e Ilya había idolatrado a Ezra de cierta forma. Después de todo, Ilya recordaba a Ezra de la manera que Drozhin llegó a amarlo. Pero jamás perdonó todo lo que su alfa había hecho.

Tardó alrededor de cuatro semanas cuando finalmente pudo contactar con él. Y ahí estaba, apoyado en el costado de su auto frente a un parque que apenas era concurrido.

El día era pésimo. El cielo gris traía las peores nubes y el viento dejaba a todos los pobres árboles sin hojas. Drozhin miró a lo lejos a Ilya, sentado en una vieja hamaca rojiza que chirriaba con cada movimiento. El alfa se miró las manos, finalmente Ilya recordaría la voz de su madre.

Realmente no sabía cómo presentarse una vez lo viera de frente, había pasado mucho tiempo, mucho. Incluso la conversación telefónica había sido lo suficientemente incómoda para él. No sabía qué hacer, no sabía siquiera si era apropiado preguntarle porqué había desaparecido tanto tiempo. Porqué no había contactado siquiera una vez para preguntar cómo estaba su cachorro.

De repente Drozhin se sintió enfermo, ¿Era aquello lo correcto? Su alfa se puso inquieto, necesitaba salir de ahí. Necesitaba estar en su casa, con su Omega y sus tres hijos. De repente la idea de volver a ver a Ezra revolvió su estómago, siquiera sabia cómo debía sentirse Ilya en aquellos momentos.

Drozhin se movió un poco, tal vez volver a casa sería lo mejor. Sentía el aroma intenso de Ilya desde ahí, ¿Cómo mierda iba a reaccionar Ezra cuando lo viera? ¿Qué iba a hacer Ilya? ¿Se iba a enojar? ¿Iba a ponerse alegre, llorar? Su cachorro estuvo dañado por mucho tiempo, había costado mucho volver a verlo sonreír. Drozhin apretó su pecho, debían volver. Ilya se había vuelto tan impulsivo y agresivo cuando se enojaba que temía la reacción de Ezra. ¿Qué diablos iba a hacer?

Drozhin caminó unos pasos, dispuesto a buscar a Ilya y salir de ahí. El viento sopló con fuerza y el aroma agrio de su hijo se sintió con fuerza, su mirada gris lo observó con preocupación, estaba quieto, pequeño, aún podía notar las marquitas blancas de la mordida de aquél alfa. De repente su alfa se puso a la defensiva, sintió el calor de otra presencia y rápidamente se volvió como un loco. Su mirada gris se dilató y su rostro se puso pálido como una hoja cuando observó aquellos ojos marrones llenos de sorpresa.

—Isak —habló y el hombre frente a él sonrió con simpleza. Drozhin se quedó quieto y su corazón latió con fuerza cuando no sintió su aroma picante. Aún seguía grabado en su memoria—. Isak estás... Muy grande.

—Tú no has cambiado mucho que digamos —habló, Drozhin lo miró disimuladamente. Era ya bastante distinto a cómo lo recordaba, tenía grandes brazos y un rostro bien marcado. Su cabello castaño oscuro estaba cortado y su expresión se había vuelto bondadosa y llena de tranquilidad. Ilya le había dicho que Isak había cambiado aquella vez que acabó con su alfa. Pero no pensó qué tan podrido era su alfa de su lado racional—. Te ves bien, incluso diría que no estás tan mal para tu edad.

—Ya, chico —habló, su alfa empezó a calmarse. A pesar de que Isak no tuviera más aroma sentía un ligero tono agrio a su alrededor—. ¿Dónde...?

—Oh, ya tendría que haberse preparado —Isak se volvió, Drozhin observó su espalda, su altura, una parte suya realmente extrañaba ser un alfa joven—. Ahí viene. Dijo que me adelantara.

Empezó a sentirse inquieto, su mirada gris viajó de Isak a Ilya. Este seguía de espaldas, apenas moviendo la hamaca del parque. El aroma de Ilya empezaba a sentirse con fuerza cuando sintió su presencia. El alfa de Drozhin despertó, su rostro se volvió y su mirada se dilató por completo cuando observó los rizos cortos de Ezra. Su mirada esmeralda estaba brillante, linda. Su rostro, sus pómulos, seguía tan joven, tan raro, tan extraño. Drozhin sintió el peso de los años sobre sus hombros cuando notó su aroma dulce. Ezra seguía igual, estaba igual a como lo había visto la última vez. Traía ropa holgada y suelta, su boca se secó cuando prestó atención a sus feromonas.

—Estás en estado —murmuró débilmente, Ezra sonrió apenas.

—Y tú tienes dos cachorros más —contestó el Omega. Drozhin no podía despegar los ojos de su vientre.

—Yo... Pudimos haber elegido otro día. Hace mucho frío, ¿Estás bien? —preguntó, escuchó la risa de Isak y Ezra asintió con la cabeza.

—¿Dónde está... Ilya? —preguntó, Drozhin apartó la mirada, se volvió y su corazón se aceleró cuando observó a Ezra caminar hacia su hijo. De repente el día no pareció ser tan malo, su alfa se llenó de felicidad cuando observó a lo lejos el rostro de su cachorro. Ezra era tan bajito, tan pequeño a como lo recordaba que Ilya tuvo que agacharse para poder abrazarlo. El alfa retrocedió unos pasos, no estaba bien espiar ni tampoco quería incomodar a Ilya. Drozhin se quedó a un costado de su auto, quieto, más tarde sintió la presencia de Isak cerca suyo.

—No pensé que se convertiría en una copia exacta de Ezra —murmuró Isak, se apoyó contra su camioneta y miró el cielo—. Es un chico bastante atractivo.

—Lo es.

—No sabía que tenías otros cachorros, felicidades —Drozhin finalmente lo miró a los ojos, realmente le extrañaba conversar con Isak. Parecía tan agradable a simple vista que los recuerdos de su alfa revolvían todo pensamiento.

—Felicidades a ti también —murmuró un poco aturdido, la última vez que había charlado con Isak a solas casi se estaban matando. Se sintió un poco mal, y enfermo, realmente le habían hecho mucho mal y no entendía muy bien cómo era que seguía ahí, sin problema alguno hablando como si fuera lo más normal de todo. Es decir, Ezra había convertido a su alfa en el peor monstruo y él lo había matado. Y lo peor de todo es que su último proyecto llevaba su nombre. Drozhin bajó la mirada, tal vez quemar aquellos papeles iba a ser lo mejor para todos. Después de todo no le iba a servir a nadie.

—¿Sabes...? —empezó Isak—. ¿Crees que Ezra sería así como Ilya... si hubiera sido Alfa?

Drozhin se quedó callado unos segundos.

—Ilya no es un alfa.

—¿No? Está demasiado grande para su edad, ¿No le llegó el celo aún? —el alfa mayor miró a su hijo a lo lejos, Ilya estaba sentado en la hamaca, junto a Ezra, parecían charlar de algo interesante. ¿Demasiado grande para su edad? El alfa frunció el ceño, él lo veía pequeño y delgado, incluso aún seguía llamándolo cachorro cuando se le escapaba. Su ceño se frunció y lentamente rascó su nuca. Tal vez se negaba a creer el crecimiento de su primer hijo—. Creí que sería un alfa puro, después de todo, tú lo eres... Y bueno, Ezra él...

El alfa a su lado se inquietó.

—No... Él... No es un alfa —murmuró frunciendo el ceño—. Creo que Ezra ya notó lo que pasa con Ilya.

—¿De qué estás hablando? —Isak miró a su Omega. Ezra estaba conversando con su hijo, incluso tuvo que acercarse un poco para divisar cuál de los dos era su pareja. Ilya se había vuelto tan parecido al Omega... Que le sorprendió de cierta forma. Se volvió hacia el alfa, este tenía la vista cansada—. ¿Qué pasa con Ilya?

—Tu alfa fue el primero en notarlo —murmuró Drozhin, Isak enrojeció—. Fue el primero de todos, supongo que era algo de instintos, no lo sé. Yo creí que era por marcar territorio, por odio. Pero luego entendí.

—Yo... No comprendo bien —Isak frunció el ceño, lentamente se alejó del alfa.

—Ilya no es... Normal —habló Drozhin, la expresión del menor se volvió extraña—. No es... Como nadie... Que hubiera existido en los últimos millones de años —el alfa cerró los ojos unos segundos—. No se lo dije aún, no lo sabe, él... Sé que es consciente de su estado pero no me atrevo a decirle. No puedo yo...

—¿Q...Qué tiene?

—Ilya no tiene Jerarquía. Al menos no... De la que todos conocemos —Isak lo miró sorprendido, de repente se mirada viajó de Drozhin al chico frente a su Omega—. Hice muchos estudios de su comportamiento, de su sangre, sus reacciones. Ilya es... Es un niño muy inteligente, es muy callado a veces, tiene problemas para socializar. Él... Suele ser muy impulsivo, yo pensé que era por mi sangre, por mi descendencia pura. Pero más tarde comprendí lo que realmente pasaba, comprendí sus primeros miedos, sus reacciones de niño. A comparación de mis otros cachorros Ilya tuvo un aprendizaje bastante acelerado. Le aterraban los alfas, le aterraban como no tienes idea y cuando llegaste tú, acabaste con todo. Ilya posee un rencor especial a esa jerarquía... Que podría reventarse los puños con solo darse el gusto de verlos abajo.

—¿Q...Qué intentas decir?

—Para Ilya... —habló el alfa, su mirada se aflojó y un escalofrío recorrió su cuerpo—. Ver a un alfa sufrir es su maldito orgullo.

Drozhin se acercó apenas a Isak, este estaba perplejo, quieto, tratando de asimilar las palabras del alfa a su lado. Su vista no podía despegarse de su Omega, y del chico a su lado—. Hace mucho tiempo existían más jerarquías de las que conocemos, existían más, mucho más. Habían seres más fuertes que los alfas y otros más delicados que los omegas. El mundo se regía de forma distinta... Había cierta jerarquía que poseía las peores características de todas, eran agresivos, tan corrosivos, violentos. Su odio y rencor hacia los alfas terminó con su exterminio en todo el planeta. Los cazaron como animales para establecer un orden natural en las cosas. Tenían feromonas podridas, agrias... Un aroma tan putrefacto que mareaba a cualquier Omega y espantaba a todo alfa. Eran estériles, agresivos y dispuestos a hacer cualquier cosa para protegerse del peligro.

Isak miró a Ezra, su Omega estaba de espaldas, pequeño, cuidadoso. Las palabras de Drozhin helaron su sangre cuando empezó a dar pasos hacia delante. Isak sintió que su corazón se aceleraba, su pecho, no sabía si su Omega estaba seguro al lado de aquél niño.

—¿Qué es... Qué diablos es Ilya?

Habló y sintió que el viento soplaba su piel, un aroma agrio y terrible hizo que su ceño se frunciera, Isak cubrió su nariz, la mirada filosa, esmeralda de un rostro joven se pegó en él.

Tragó saliva.

—Ilya es un Delta.















El llanto de Isak. Experimento 2T.

Ilya




¡Gracias por leer!











Realmente agradezco a todo lector que estuvo desde el comienzo. ¡Esta historia la empecé en el 2017! La abandoné por lo menos dos veces y finalmente el año pasado terminé por encariñarme con los personajes. La mayoría de temas que toca fueron de mi agrado. Es el primer omegaverse que escribo, y por si no lo notaron, me emocioné mucho con eso.

Sé que a muchos les dejé un gusto amargo en la boca, suelo causar esa impresión en muchos. Y aunque me vale agradezco a todos los valientes que siguen leyendo mis historias agrias y llenas de malos sentimientos por todas partes.

Sé que hay algún que otro resentido que quería que Drozhin muriera, que lo chocara un camión o algo. Pero bueno.

Estuve pensando muchas veces en continuar una segunda parte ya con Ilya de adolescente. Y es que, mi mente cochina sólo quería relatar lo hermoso que se vería desnudo bajo alguien. Lo siento.

Bueno umm creo que va a ser la última obra extensa que voy a publicar. Ya muchos saben que sólo escribo para liberar mis penas, experiencias, incluso el odio que siento por las cosas. No la estoy pasando tan mal este año, y puedo notarlo en esta historia.

En fin. Agradezco cada palabra bonita, cada insulto, cada lágrima que le dedicaron a los problemas de esta desastrosa historia.

Gracias.


- HUNTER. 14.7.19

SIN EDITAR.

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