Capítulo 17
La biblioteca está casi vacía, como siempre. Deslizo un dedo por el lomo de los libros hasta que veo uno que me llama la atención.
No dice nada. Simplemente es un libro con la portada en negro. Lo tomo y enseguida me doy cuenta de que es el que Derek leía la última vez que había venido a la biblioteca. Me siento a una mesa para leerlo.
Es raro, parece que alguien tomó varios periódicos y los confeccionó en un libro. Tiene temas relacionados a la política, economía, y asuntos que no me interesan y no les presto mucha atención. Lo sigo ojeando hasta que veo un artículo que me hace detener el rumbo de las páginas.
Se titula: el listado.
Ajusto mis lentes para comenzar con la lectura. Creo que va a ser muy interesante.
Menciona que fue un método antiguo, utilizado hace varios siglos como una manera de corregir la actitud de los jóvenes. Sus creadores fueron llevados a la horca, después de haber asesinado a más de trecientos adolescentes inocentes.
Dice que hace unos veinte años el listado volvió a ponerse en práctica y que sancionaron a sus creadores.
También está el nombre de los profesores, los cuales no fueron sancionados por haber estado también bajo amenaza. Son tantos que se dividen en dos columnas. Dejo de respirar al leer Roweena Evehart.
Mi abuela, la mujer gracias a la cual estoy aquí.
Ella fue la que les sugirió a mis padres que me trajeran a este internado, habiendo sido profesora. Ella sabía lo que significa este internado, lo que supone el listado. Ella lo sabía todo a la perfección. Quería deshacerse del estorbo de la familia.
Respiro profundamente, aunque me cuesta un poco, para no romperme en este momento.
Debajo del suyo se encuentra Frederick Ravenscroft. El apellido de Elliot.
Puede que sea su padre o su abuelo, algún familiar cercano. Tendría sentido que él todo el tiempo hubiera estado enterado, porque insinuaba cosas que no hacían más que generarme sospechas, pero, ¿haberse internado voluntariamente? Puede que también se hayan querido deshacer de él, aunque no comprendo su disposición.
Debajo de este, el nombre del padre de Lara.
No comprendo nada. ¿Qué relación tiene ella con todo esto, o sus padres?
Cierro el libro de golpe y lo vuelvo a colocar en su lugar. Mis pulmones están cerrados, no puedo respirar. Me recargo en la estantería con el pulso desbocado, pero mi visión se está volviendo negra. Estoy mareada. Quiero vomitar. Me tambaleo hacia un lado, pero alguien impide que caiga al suelo.
Elliot me sostiene los brazos y evita mi caída. Me mira con los ojos llenos de preocupación. Me ayuda a sentarme de vuelta. Él está junto a mí, esperando a que me calme.
Pasan un par de minutos en los que vuelvo a ver a colores, ya no tengo náuseas y me he estabilizado. Ahora solo lloro inevitablemente. Y me odio a mí misma por permitir que él me vea en tal estado.
-Oye -me dice. Nunca había escuchado ese tono de voz viniendo de él. Toma mi mano y la acaricia con el pulgar-. ¿Qué te ocurre?
Aparto mi mano de inmediato y arrugo la nariz.
-Estoy bien. -Paso mis manos por mis mejillas con furia.
-Vamos a la enfermería -Se levanta-. Casi te desmayas, así que tienen que hacerte un chequeo.
Niego con la cabeza.
-Estoy bien, Elliot, no me pasa nada.
Él se vuelve a sentar.
-¿Qué te pasó entonces?
Me encojo de hombros.
-No almorcé bien, por lo visto.
Achica los ojos. No me cree, aunque yo tampoco me creería.
-Insisto.
-No seas pesado -le digo-. No quiero volver a repetirte que me encuentro fenomenal.
Me pongo de pie y camino hacia la salida de la biblioteca.
-Espera, Evehart, no te encuentras bien. -dice detrás de mí.
-Estoy perfectamente.
Al salir dejo de escuchar sus pasos siguiéndome.
***
Soy la única en la habitación. Ha de ser medianoche y las chicas han ido a una fiesta en la azotea. Después de lo ocurrido, no entiendo cómo tienen valor para hacer otra. Yo decidí no ir y permanecer hecha un ovillo en la cama, viendo los capítulo finales de una serie policiaca que había descargado hace mucho en casa. No me había animado a verla, pero ahora no puedo dejar de hacerlo.
Salgo de la habitación para dirigirme al baño, pero algo me detiene. Más bien, alguien.
Johana acaba de salir de una de las habitaciones del pasillo. Al verme deja de caminar. Yo me acerco a ella con una sonrisa.
-¡Hola! -le digo- Qué bueno verte de nuevo.
Ella abre mucho los ojos.
-Disculpa -me dice-, ¿nos conocemos?
Frunzo el ceño. Ella me está enviando una mirada que sé identificar muy bien.
Las cámaras, Jade, solo actúa.
-Oh, lo siento -le digo-. Qué tonta soy -Sonrío-. Pensé que eras otra persona.
Asiente con la cabeza, muy despacio y sin dejar de mirarme.
-No te preocupes.
Da media vuelta y vuelve a entrar a la habitación.
¿Por qué no quiere que la directora sepa que nos conocemos?
Me dirijo al baño, hasta que una mano me sostiene el brazo e impide que continúe caminando. Giro la cabeza. Elliot, otra vez. Agito el brazo para que me suelte y eso hace.
-¿Qué quieres? -le pregunto.
-Necesito que me acompañes.
Achico los ojos.
-¿A dónde? -le pregunto.
-A mi habitación.
Abro mucho los ojos y me echo a reír.
-Sí, claro, ¿te piensas que soy tonta? -le pregunto, con las manos en las caderas.
-¿Olvidas que compartía habitación con Nicholas? -me pregunta- Antes de morir, él me pidió que te mostrara algo. Solo necesito que me acompañes, un minuto.
Hablar de la muerte de Nicholas es un tema que sigue pareciéndome surreal.
Lo pienso por unos segundos. Sospecho de él, sospecho que Elliot pueda ser uno de los asesinos o el cómplice de Pol o que tenga algo que ver con todo lo ocurrido, pero por algún motivo su forma de hablar conmigo me obliga a confiar en él. Todo es tan... contradictorio.
Al final asiento con la cabeza y lo sigo.
La habitación es un piso más arriba. Es como las demás, con dos literas pero solo hay un colchón. Solo dormían dos y, cuando Nicholas murió, pasó a dormir solo uno. Está bastante desordenado, con ropa desparramada por el suelo, cajones abiertos y la cama sin hacer. Lo miro todo con el ceño fruncido.
-No te fijes en el desorden. -me dice.
Toma un cuadro en la pared, sobre una mesita de noche, y lo retira. Deja ver un botón verde. Lo presiona y un sonido metálico me hace buscar por todos los rincones de la habitación su procedencia, pero no la encuentro.
-Sígueme. -me dice Elliot, mientras vuelve a esconder el botón con el cuadro.
-¿A dónde? -le pregunto.
Rueda por el suelo debajo de la cama de la derecha y desaparece. Pongo mi mejilla sobre el suelo frío y noto que una parte de la pared debajo de la cama desapareció. Solo hay un agujero en forma rectangular a través del cual veo los zapatos de Elliot. Es del tamaño perfecto para que lo pueda atravesar, así que eso hago.
Él me ayuda a ponerme de pie cuando llego al otro lado y presiona otro botón desde adentro. Una placa de metal desciende y cubre el agujero por el que ambos habíamos entrado.
Esta es una habitación como otra cualquiera, solo que sin camas u otro tipo de muebles. En lugar de esto, en la pared hay fotos de cada persona relacionada con la investigación. Los que han muerto tienen una cruz encima que tuvieron que haber trazado con tinta roja. Hay flechas y mapas conceptuales entre cada foto, con nombres y referencias.
Johana sostiene un plumón negro y anota algo debajo del nombre de Pol, sentada en una silla de metal como las de la cafetería. Se voltea y me sonríe.
Yo lo miro todo con los ojos tan grandes como dos planetas.
-Jade, qué bueno que llegaste. -me dice.
-¿Qué es todo esto? -pregunto.
-Es la forma en la que nos hemos podido organizar. -me responde Elliot.
Frunzo el entrecejo.
-¿Nos? -pregunto.
-Elliot ha sido de gran ayuda en la investigación. -me dice Johana, mientras hace una cruz roja sobre la foto de Pol.
Me duelen los ojos de tanto abrirlos.
-¿¡Pol está muerto!?
-Lo mataron. -me corrige Elliot.
Levanto las manos, con las palmas apuntándolos.
-A ver, a ver, ¿alguien me explica lo que pasa?
La pared paralela por la que habíamos entrado, hecha de metal, se levanta completamente como el maletero de un auto. Johana se pone de pie y se separa para que la pared no la empuje. Derek entra con su habitual rostro serio y presiona el mismo botón que había presionado Elliot hace rato, por lo que la pared vuelve a su estado original.
-Te lo resumiré -me dice Johana-. Has resultado ser de confianza y pensamos que sería genial que te unieras a nosotros para averiguar quién es el culpable de todo. No quise que se nos grabara en las cámaras hablando, porque es mejor que no nos asocien.
Enarco una ceja.
-Estuve investigando hace un par de años el listado -me dice-. No sé si estabas enterada, pero hace dos años volvieron a imponer el listado, donde murieron muchas personas. Este dato fue secreto y se supone que nadie lo conoce.
-¿Y qué tiene que ver todo eso con ustedes?
Ella respira profundamente para continuar.
-Que una de las que murió fue mi hermana. -me confiesa.
No sé qué decir. Separo los labios y los vuelvo a cerrar, sin saber qué palabras serían las correctas. Sabía que debía tener otro motivo para estar aquí, en lugar de tener una pasión por el peligro.
-Quiero vengarme de todos -me dice-. De Galilea, de Ruth, de todos que formaron parte de esta abominación.
-¿Y por qué no le dices a la policía dónde nos tienen? -le pregunto- Si lo piensas bien, estás poniéndonos a todos en riesgo en lugar de salvarnos y luego encontrar una manera de...
Me muestra la palma de la mano para que haga silencio.
-Resulta que estamos demasiado cerca de desentrañar el misterio, de descubrir quién es el culpable, así que no renunciaré a todo esto ahora.
Si quisiera, ya todos estaríamos libres.
-La policía es incompetente. -farfulla Derek.
-¿Este sitio no tiene cámaras? -pregunto.
-Era la habitación de los difuntos número 3 y 4 -me dice él-, así que, cuando murieron, la desamueblaron, bloquearon la puerta y eliminaron las cámaras.
Me fijo en que no hay puerta, que ese lugar fue sellado con ladrillos.
-Nicholas creó un sistema mediante el cual podíamos acceder a esta habitación -me explica Elliot-. Era un genio.
-¿Y qué pintas tú en todo esto? -le pregunto.
-Quería investigar -Se encoge de hombros-. Un día Johana me quiso interrogar con respecto a... -Se corta a sí mismo-. Nada importante. No le funcionó. La seguí cuando se fue y escuché lo que hablaba con Derek, entonces les dije que les podría ser de ayuda. Tenían esa opción o si no, los delataba.
Levanto las cejas.
-Brindas mucha confianza.
-No se trata de confianza, Evehart, sino de quién te es más útil.
-¿Pol está muerto? -pregunto, ignorándolo.
Johana asiente.
-Me enteré que lo encontraron muerto dentro de las mazmorras -me dice-, pero no lo dirán. Estimamos que uno de sus cómplices, o el principal asesino, lo mató para no dejar cavos sueltos.
-Mikel. -dice Derek despreocupadamente.
Johana ladea la cabeza.
-Creemos que puede ser él. -me dice con delicadeza.
Aprieto los labios en una dura línea.
-Lo sé.
-Lo cual nos resta ventajas -dice Elliot-. Con Pol muerto, no podrá confesar.
Esto explica por qué había visto a Elliot hablando con Pol el día de la azotea. Estaba intentando interrogarlo. Entonces todo esto lo convierte en inocente, supongo.
-Entonces -dice Johana, poniéndose de pie-, ¿nos ayudarás?
Sonrío.
-Por supuesto.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top