Capítulo 16
Cuando llegan las doce corro al patio, literalmente, para escuchar todo lo que Derek tiene que decirme. No le he contado a ninguno de mis amigos que él me había citado para, según, contarme todo lo que sabe.
No sé si seguirán sospechando de mí, si Nayara seguirá pensando que tuve algo que ver con el chico del baño. Tal vez necesite tiempo o tal vez nunca vuelva a creerme. Si eso pasa, me sentiré mal por el resto de mi vida. Ahora mismo han de pensar muy mal de mí. No me gustaría que los demás pensaran mal de mí, y mucho menos mis amigos.
Quiero hablar con ellos pero la curiosidad me mata y cualquier cosa que Derek tenga que decirme será un gran paso en la investigación.
Hay tantos cavos sueltos y tantas preguntas inconclusas…
¿Quién asesinó al chico del baño? ¿Qué hacía en el baño, para empezar? ¿Quién lo encontró y sacó de ese lugar? ¿Cómo Derek sabía que Pol había asesinado a Michelle? ¿Sería cierto? ¿Quién es Derek? ¿Quién es Johana? ¿Por qué la última no tiene un número aparente en el listado? ¿Quién asesinó a los tres chicos en la fiesta de la azotea? ¿Estaría todo relacionado? ¿De quién es la habitación del piso subterráneo? ¿Me faltaría alguna pregunta?
No me iré hasta responderlas todas.
Me lo encuentro caminando cerca de la cancha. Me acerco a él, impaciente, como si los minutos estuvieran contados y, si no me apresuro, la tierra se abrirá, me tragará y habré perdido la oportunidad de satisfacer gran parte de mis dudas.
Al final llego a él con la respiración entrecortada. Me recargo en mis rodillas pero no hay tiempo que perder.
—Cuéntame. —le digo en un suspiro.
Analiza su alrededor con una ceja enarcada.
—Debemos estar en este punto específico del patio —me dice—, porque aquí las cámaras de seguridad no captan nuestra voz. Sí nos ven, pero no nos escuchan, y es lo más importante, que no nos escuchen.
Asiento una vez.
—Habla.
—A ver, ¿por dónde empiezo? Mira, Jade, Johana es como una hermana para mí, nos criamos juntos y entramos juntos al internado.
Parpadeo.
—¿No era nueva?
—No lo es. Esa es su excusa. ¿Crees que alguien nuevo sabría entrar y salir de las mazmorras cada vez que rompe alguna regla? Pues no. Los dos estamos en cuarto año.
—¿En cuarto? —pregunto, sorprendida— Sois muy mayores. ¿Qué edad tenéis? ¿Veinte?
—Diecinueve. Todos comienzan el internado con quince o dieciséisaños.
Cierto. Yo había comenzado en segundo año con diecisiete.
—Cada vez que la encierran en las mazmorras, se escapa y vuelve con una nueva identidad.
—¿Se escapa?
—Del internado.
Abro los ojos como platos.
—¿¡Puede salir de la escuela!?
Me preocupo por si hablé demasiado alto. ¿Cómo es posible…?
—No puede, pero lo hace.
—Pero, ¿cómo? ¿Entonces sí es posible? —Sacudo la cabeza ante lo obvia que es mi pregunta. Está claro que es posible— ¿Por qué vuelve?
—Una pregunta a la vez, pirata.
—¿Qué número en el listado es? —pregunto.
—No es ninguno.
¿Cómo? ¿Cómo no va a ser ningún número?
—¿Eh? —es lo único que puedo expresar con cara de confusión.
—Entré a estudiar por ella, por Johana. Quiso estudiar aquí para investigar los casos de asesinatos y quiso tener a alguien que la respaldara para sacarla de los aprietos. Por eso se escapa y vuelve, porque quiere investigar. No la matarán porque no es ningún número.
Debe ser masoquista si le interesan crímenes que no tienen relación con ella.
—¿Y la directora y esas personas saben de eso?
—Claro que no. —dice, como si yo acabara de hacer una pregunta absurda.
—¿Entonces?
Se queda en silencio.
—No puedo decirte eso.
Decido no insistir. Puede que no tenga relación con el caso y dudo que, por más que insista, me proporcione lo que busco. Solo voy a preguntar con respecto a las muertes.
—Tú tampoco tienes número, ¿cierto? —le pregunto— Por eso no morirás.
—No, yo sí tengo un número. Soy el último lugar, pero no moriré porque escaparé antes de los diez meses que tarda el curso. Prefiero mantenerme al final para no llamar la atención.
Hace una pausa.
—Comparto habitación con tres chicos, no sé si los conozcas. Sus nombres son Mikel, Pol y Gregory.
Frunzo el ceño.
—¿Mikel es tu compañero de habitación?
—Desde siempre —me dice—. ¿Por qué? ¿Lo conoces?
—Es uno de los pocos amigos que tengo aquí.
Él frunce los labios en una dura línea.
No comprendo cómo Mikel conocía a Pol y nunca nos lo mencionó, ni cuando lo arrestaron ni cuando coincidíamos en clases. No comprendo.
—Déjame decirte que puede que Mikel haya sabido todo el tiempo lo del asesinato de Michelle.
Me quedo en silencio por unos segundos. Tiene lógica, pues compartían habitación, pero dudo muchísimo que no haya hecho nada al respecto. No parece de los que lastiman a los inocentes, además de no tener necesidad por estar entre los primeros números del listado.
—¿Qué dices? —Hago una mueca.
No puede ser cierto. Definitivamente Mikel no es el cómplice de Pol.
Recuerdo que Elliot me pidió que no hablara con Derek. Puede que pensara que estábamos cerca de descubrir el misterio.
—¿Y quién es el tal Gregory? —le pregunto.
—El 108 del listado —me responde él—. Aunque ahora no sé qué número será. El caso es que está desaparecido hace unos días, como si se lo hubiera tragado la tierra y ni Mikel ni Pol me quieren contar dónde está.
¡Detenedlo todo! ¿No fue él quien mencionó Ruth cuando fuimos al piso subterráneo? Sí, lo es, y Mikel conocía de su existencia. ¿Entonces por qué no me contó nada cuando escuchó a esos dos mencionarlo?
—¿Crees que lo sepan? —le pregunto.
—No estoy seguro pero tengo una teoría.
Levanto las cejas.
—¿Y…?
—Primero debo darte el contexto de todo lo demás. Verás, antes, al principio, Pol era el número 26. Con tantos asesinatos pasó a ser el 22. Creo que él, Mikel y Gregory se encargaron de asesinar a Michelle para que.el listado se moviera un número.
—Eso no tiene sentido. —digo y niego con la cabeza, poniendo las manos en las caderas.
Es muy ridículo pensar en Mikel matando a alguien, ¿verdad?
—Escuché a Pol y a Gregory planificar cómo lo harían —me dice—. No mencionaron a tu amigo, pero apuesto un riñón a que estaba implicado. Los tres son muy amigos y lo hicieron para que Pol quedara entre los primeros.
Así que es un hecho: Pol y Gregory la asesinaron, pero no hay pruebas contra Mikel. Lo está culpando injustamente.
—Me vas a terminar debiendo un riñón —le digo con mucha seguridad.
Derek no se cree lo que le digo y puede que yo tampoco. Debo repetírmelo muchas veces para estar segura.
Mikel es inocente, Mikel es inocente, Mikel es inocente.
—Los tres asesinaron a Michelle y dejaron su cuerpo en uno de los casilleros vacíos del internado. Dio la casualidad que ese fue el nuevo casillero de Johana, cuando se volvió a cambiar de identidad. Luego de que ella descubrió el cuerpo, se la llevaron y la encerraron. Ahí ya había desaparecido Gregory. Desde las mazmorras ella logró hablarme, no te diré como.
—Por los conductos de ventilación —Alzo las cejas y me cruzo de brazos, declarando la obviedad del asunto.
—¿Cómo sabes? —me pregunta. Agita la cabeza— Bueno, no importa. Me contó que te iba a poner a prueba para ver si podía confiar en ti, que te daría las llaves de su casillero para que me las entregaras. Lo hiciste y resultaste ser de confianza, por eso te estoy contando esto.
—¿Debo sentirme afortunada?
—Esas llaves eran para que dentro de su casillero yo tomara el collar de Michelle. Johana lo robó porque yo había escuchado ya que iban a asesinarla e inculpar a un inocente. Todo fue muy casual porque fue ella misma. Dejé el collar en la mochila de Pol y lo encontraron, lo culparon y listo. Como es un cobarde acusará a todos los cómplices y problema resuelto. Si no es que lo matan antes.
Bato mis pestañas muy rápido.
—Demasiada información para mi preciada cabecita.
—También creo que asesinó, junto con Mikel, a los de la azotea. Si te fijas, tu amigo fue el único que no murió. Murió el número 1, el 3 y el 4, pero no Mikel.
—Porque había huido.
—Jade, es demasiada casualidad. ¿Sabes quién era el 4? —me pregunta— Jared. ¿Conoces a Jared? El capitán del equipo contrario de Mikel.
—¿Y nunca te has planteado que puede ser el ahora número 5?
Derek frunce el ceño.
—¿Elliot Ravenscroft? —me pregunta. Al parecer se sabe la mayoría de los nombres de memoria— ¿Por qué habría sido él? ¿Qué motivos tiene?
—Lo vi hablando con Pol el día de la azotea —confieso—. Además, él sabía que el listado iba a ser impuesto mucho antes.
Él niega con la cabeza.
—No es suficiente —me dice—. Mikel es un potencial sospechoso.
Puede que esté dejando pasar al verdadero culpable solo por inculpar a otros.
—Mataron a Gregory y no sé quién fue —me dice—, pero imagino que fue el mismo Mikel para eliminar pruebas. Como Gregory es un número muy alejado al 10, no tiene salvación. El único que podía librarse era Pol.
—No quiero seguir escuchando. —le digo.
—Ahora lo harás —dice, ya con cara de irritación—. Es muy de ese estilo, de eliminar gente para que no queden cabos sueltos. Sabes que es muy, muy, muy inteligente, inteligentísimo. Recemos porque Pol quede vivo para que los delate.
No quiero aceptarlo, pero todo tiene sentido. Todo encaja a la perfección. Tal vez Mikel es el cómplice de Pol, puede que sea el asesino buscado por todos nosotros.
Después de unos segundos de silencio, pregunto:
—Derek, ¿sabes que estás acusando a… posiblemente mi mejor amigo con toda la calma del mundo y ahora no sabré cómo enfrentarlo?
—No lo hagas —dice con simpleza—. Solo deja que los días y meses corran. Si fue él, saldrá a la luz.
***
Estuve el resto del día pensando en lo que me contó Derek. ¿Puedo confiar en él? ¿Debo confiar en alguien que no conozco y pensar que Mikel es el culpable?
No, no lo puedo creer.
Casi no lo conozco, pero su personalidad nunca me ha hecho sospechar que puede estar ocultando algo tan grave como un asesinato. Estuvo investigando con nosotras todo el tiempo, a nuestro lado, enterándose de cada paso que dábamos.
Aunque sería lo más lógico desde el punto de vista de un criminal. Estaría cerca de los que investigan para enterarse de cada uno de sus movimientos, puede que para evitar que descubriéramos la verdad.
Sin embargo también en el fondo, muy en el fondo, es comprensible su actitud. Si Pol era su amigo, lo comprendo. Por un amigo lo daría todo, si es por salvar su vida incluso llegaría a sacrificarme por un amigo de verdad. De todos modos, es raro que nunca haya mencionado ni a Pol ni a Gregory.
Tal vez guardar las apariencias y fingir que no los conoce eliminaría cualquier indicio de sospecha. Eso me lleva a pensar que no lo conozco, que es mucho más frío y calculador de lo que creo.
No coincido en ninguna clase del resto del día con alguien conocido, así que solo reflexiono en silencio. No les presto atención a las lecciones y mucho menos a la última, que incluye un examen sorpresa. Examen sorpresa de Física, mi peor pesadilla. Normalmente no lo sería, pero en un internado donde de tus notas depende tu vida, sí lo es.
Tuve la suerte de que no trataba de lo dado en la clase de hoy, sino de lo de ayer, aunque tampoco había estudiado nada respecto a eso. Logré concentrarme al cien por cien y extraer los conocimientos de lo más profundo de mi cerebro. Terminé el examen y salí del salón al entregarlo. No voy a recoger mi calificación, como he hecho con los últimos exámenes. No quiero saber que reprobé aunque me haya esforzado.
***
—Mhm… Hoy los cocineros sí se esmeraron. —dice Chelsea, probando la cena.
—Después de varias quejas por la comida sin una pizca de sal, ¿cómo no? —pregunta Mikel.
Me inquieta tanto su presencia en este momento. Siento que es una especie de espía que finge tener una imagen completamente falsa. Y así es, en realidad. Y yo lo sé, conozco su secreto y no soy capaz de revelarlo. Ni de aceptarlo. También estoy siendo falsa con mis amigas, estoy traicionándolas de algún modo por no confesar lo que sé.
Soplo mi café y el vapor provoca que mis anteojos se empañen. Me los quito para limpiarlos con mi ropa y los vuelvo a colocar para así continuar leyendo mi libro.
—¿Cuánto obtuvieron en el examen de Física? —nos pregunta Nayara.
—9.5. —dice Chelsea, muy orgullosa.
—Qué bien —festeja Ruby—. ¿Qué número eres ya?
—El 19. —dice y aplaude con una sonrisa de oreja a oreja.
—Fenomenal, rubita, felicidades —le dice Mikel—. No dudo ni un poco en que sobrevivirás a esta masacre.
—Antes del examen era el 21 y me moví dos números.
¿El 21? Un número antes que Pol. Es raro que no hubiera sido amenazada nunca por él, aunque imagino que Mikel hubiera impedido eso.
—¿Veis que no ha hecho falta matar a nadie? —pregunta Ruby— Sois todos unos trágicos. El plan de Nayara funciona al final.
Me fijo en la cara de Mikel para ver si la cambia o da indicios de culpabilidad, pero se mantiene exactamente igual. O él es muy buen actor o Derek está mintiendo, y la última es poco probable. Sé identificar cuando la gente me está mintiendo.
—Jade. —me dicevMikel.
—¿Mhm? —inquiero lo más tranquila posible.
—No has hablado en toda la conversación —me dice Nayara—. ¿Tiene relación con lo que comenté hoy sobre… ya sabes qué?
Se refiere a cuando insinuó que era culpable. No parece que nadie desconfíe de mí ahora, así que me da igual.
Niego con la cabeza.
—¿Te sientes bien? —me pregunta Mikel.
—Estoy perfecta. —digo, tratando de usar un tono de voz neutro que se nota que es forzado.
—Bueno, chicos —dice Nayara, sonriendo—. Yo obtuve 10.
Todos la miran con sonrisas en sus labios y los ojos muy abiertos.
—Era de esperarse. —le dice Ruby.
—Siempre sacas la mejor calificación, Ara. —dice Chelsea.
—Física es muy difícil —comenta Mikel—. Ni yo pude obtener un 10.
Nayara suelta una risita tímida. Se vuelve hacia mí, que he estado en silencio.
—¿Y tú, Jade? —me pregunta.
Me encojo de hombros.
—¿Cómo no vas a saber? —me pregunta Chelsea.
—Déjala, Chelsea —le dice Nayara, muy seria—, puede que no haya obtenido una buena calificación y no quiera decírnoslo. Tienes que respetar su decisión.
Chelsea baja la cabeza.
—Ah, ah —dice Mikel—. Jade, ¿ya hablaste con…? —deja la pregunta en el aire.
¿Él sabe que Derek sabe? Si es así, no puede saber que yo sé lo que él, porque si lo hace me encontraría en problemas. Además de que no puedo acusarlo frente todos y con cámaras de seguridad, pues queremos descubrir lo más profundo de este misterio. Mejor que no sospeche para nada de mí.
—No me dijo nada —contesto casi de inmediato para no generar dudas—. Ese chico no me dijo ni una palabra y nada de lo que intenté funcionó.
—Es una pena —dice Nayara—. Deberemos seguir investigando nosotros mismos sin ayuda de nadie más.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top