Olimpo

Olimpo es un planeta típico de los elegidos para sembrar. Había sido descubierto por una expedición de la casa de Zeus por lo que, según la ley vigente, se atribuyó la pertenencia y el derecho para sembrar humanoides.

Poseía una biosfera gruesa, homogénea y sostenida, con una gran actividad fotosintética, por lo que fue catalogado como un planeta clase IV.

Como casi todos los mundos elegidos, presentaba un único continente sólido de un relieve no excesivamente complejo. Tenía una gran llanura central rodeada de regiones montañosas, aunque pese a esto, el 70 % del territorio no superaba los 300 metros de altitud.

El protocolo de siembra estipula que debe instalarse una base de operaciones durante, como mínimo, cinco períodos de rotación alrededor de su propia estrella.

Para evitar mudanzas posteriores, esta base se instala en algún apéndice insular que, de prosperar la siembra, será camuflada para evitar que sea detectada por los futuros humanoides que habitarían el planeta.

La base posee los laboratorios de ADN pertinentes y durante el período de pruebas se ocupa de hacer la clasificación e inventario de todas las especies nativas encontradas.

Cuando todos los exámenes del caso han sido pasados, es el momento de dar luz verde y proceder al cultivo de los humanoides en laboratorio.

Basándose en el estudio de las especies nativas, puede elegirse alguna de ellas para proceder a la modificación del ADN o, la más común de las veces, se toma la base del ADN humano para implantar las modificaciones pertinentes más acordes con el ecosistema local que satisfagan, al mismo tiempo, la funcionalidad elegida en la que se especializará el grupo humanoide sembrado.

Cuando la primera camada está operativa se crea un pequeño poblado en el continente y se va monitoreando el desarrollo de la nueva sociedad.

Durante esta etapa y debido a mutaciones inestables o no deseadas, es posible que haya que hacer correcciones al ADN, pero dado el avance de la tecnología de la siembra, no suele ser lo más común.

La ciudadela comienza a crecer y puede que se creen otras poblaciones similares, el caso es que la nueva especie de humanoides evoluciona y aparece una civilización agrícola próspera.

Casi de forma invariable en todos los planetas sembrados, las ciudades crecen rodeadas de espacios irrigados, acequias y terrazas agrarias.

De todos los prototipos probados inicialmente, la sociedad agraria resultó ser mucho más estable que cualquier otra, por lo que es el modelo aceptado por todas las casas.

Damian corría agitado en dirección al par de mujeres que charlaban en el parque.

—¡Adara! ¡Adara!

Sin escuchar que la llamaban, caminaba apaciblemente por los jardines con Briseida, la encargada del almacén. No era fácil coordinar todas las tareas de la sociedad. Debía estar atenta a cualquier desbalance o cualquier uso inadecuado de los recursos que mantenían a su gente libre y próspera.

"Libre y próspera", era su eslogan. Las palabras que esgrimía una y otra vez en el concejo del pueblo. Unas palabras que tenían un impacto profundo en su gente y los mantenía motivados y enfocados en producir para el futuro.

Adara confiaba en que el tema de la prosperidad estuviera garantizado. Por otra parte, en lo referente al tema de la libertad, no podía dejar de inculparse por la hipocresía que encerraba su lema.

Saber que eran esclavos y no poder luchar por la libertad era algo que la atormentaba.

Estaba segura de que si pudiera decir a su gente lo que eran, darían la batalla necesaria hasta conseguir la libertad o morirían en el intento. Pero le habían advertido a todas las líderes que históricamente ostentaron el cargo, que dar a conocer la verdad masivamente era un error que difícilmente se podría solucionar.

Lo indicado era capacitar a varios grupos independientes provistos de un reducido grupo de civiles. Entrenarlos en el combate y esperar al momento propicio para un ataque que pudiera llegar al fondo de la cuestión y extirpara el mal para siempre.

Adara escuchó los gritos y vio por el rabillo del ojo como Damian se acercaba a la carrera.

Despidió a Briseida cogiéndola amablemente por un el brazo.

—Cuéntame mañana si has podido solucionarlo. Y no dudes en consultarme si necesitas volver a discutirlo —agregó con una sonrisa.

—Así lo haré Adara. Nunca me privaría de tu sabiduría.

Las dos inclinaron las cabezas en sendas reverencias.

Damian las alcanzó y pudo incluirse en la reverencia de despedida.

—¿Por qué tanta prisa? —lo interrogó.

—Estamos en alerta amarilla.

Fue como un cachetazo. Sintió sus mejillas hincharse. Podía percibir perfectamente el calor que emitían y adivinaba el color rojizo que las cubriría.

Generaciones enteras esperando lo mismo, sin saber si algún día ocurriría.

El sueño de su madre y de todos sus ancestros parecía cristalizarse en sus propias manos.

—¿Están preparados los equipos de ataque?

—Sí, Adara. Ya he iniciado el protocolo de respuesta ¡Todo listo! Solo esperamos la orden del alto mando y que tú nos guíes. Nos esperan.

—Vamos —convino Adara.

Caminaron lo más rápido que pudieron sin correr. Tuvieron que deshacerse de civiles que los abordaban con preguntas triviales sobre el clima y la cosecha.

—¿Hay movimiento en la isla? —preguntó Adara.

—Nada que puedan medir nuestros instrumentos. No parece que estén esperando nada. Si realmente se produce la movilización hacia la isla será una sorpresa total. ¡No puedo prever mejor escenario! —dijo Damián entusiasmado.

Penetraron por la entrada disimulada en la arboleda y, una vez que los sensores biométricos los reconocieron, las puertas de acceso al ascensor les franquearon la entrada.

Se despojaron de sus ropas rápidamente y se vistieron con los uniformes de batalla.

Adara corrió hasta su asiento en el control central y activó la comunicación.

—Hola Daven ¿cómo estáis por ahí?

—Sumamente ansiosos. Quiero matarlos uno por uno. No sé si esperaré a que llegue la orden.

—Es mejor que lo hagamos —río Adara de buena gana— El objetivo está cerca viejo amigo. ¡Seremos libres!

—¿Sabes a cuánto abarca la convocatoria? Solo tengo los afirmativos de mi cuadrante.

—De nuestro lado es total.

—Entonces es verdad, ¡se están convocando a otros universos! ¡A todas las dimensiones!

—Sí. La alerta amarilla fue general.

El líder de Mitrhium apareció en la pantalla. Poco a poco la pantalla se fue llenando de caras conocidas. La mayoría sonrientes.

Comenzaron a discutir sobre estrategias de ataque. Cada uno contó los pros y los contras de sus posibilidades. Alguno adelantó lo que pensaban hacer cuando estuvieran en posesión de la isla.

Fue Adara la que pidió un minuto para decir unas palabras. Poco a poco las distintas conversaciones se fueron acallando.

—Gracias a todos. Es un día importante para todos nuestros pueblos. Pero también es un día triste para todos los que estamos en esta reunión. Como sabemos, en el momento que el ataque culmine, todos los estratos dimensionales quedaremos aislados. Una vez que activemos el cierre de cada cabina de transporte... bueno... el espacio se retorcerá y, aunque admito que no sé muy bien lo que significa esa expresión, sí sé que impedirá los viajes de los bastardos a sus respectivos puntos de origen, pero también evitará cualquier tipo de comunicación. Para siempre. El triunfo y la libertad de nuestros pueblos también nos aislará. Seremos mundos autónomos independientes, nos convertiremos en lo que nuestros pueblos piensan que somos. Y el conocimiento de que hay algo más morirá con nosotros. Así se ha pactado. Así se ha prometido por siempre. Y así se hará. Quiero que sepan que siempre os llevaré en mi corazón y que voy a echaros mucho de menos.

Adara se detuvo para carraspear y tomar un poco de agua.

—Fueron unas hermosas palabras, Adara —dijo una voz— Hola a todos. Lamento llegar tarde. Pero no podría haber dicho nada mejor que lo expresado por Adara.

—Hola, Uriel —dijo Adara— Esperamos tus órdenes.

—Quiero presentaros al general Azrael. Él estará a cargo del ataque. ¿General? adelante. Tiene la palabra.

La imagen de Azrael cubrió la totalidad de todas las pantallas.

—Es un honor saludaros. Me he informado de las virtudes de vuestros mundos y lamento no tener el tiempo suficiente para poder hablar con cada uno de vosotros. Pero los tiempos han llegado. Así que, por favor, pongámonos en marcha. Cambiamos de condición: alerta roja en 3, 2, 1. Ahora.

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