Investigador

Garret caminaba frente a la puerta del rectorado de la casa de su linaje. Hacia un lado y hacia el otro. Cualquiera podría haberlo confundido con un devoto guardia, protegiendo la entrada.

El pasillo no era tan estrecho como los que él frecuentaba de forma habitual y que poblaban el área de los laboratorios de la universidad.

Los techos eran bastante altos, aunque la impronta de altura y verticalidad que imponían, bien podía deberse a la sucesión de arcos ojivales que se sucedían de un extremo al otro.

Garret notó el lujo de la madera lustrada que enmarcaba al corredor y luchó por concentrarse. No era inmune a la belleza y, aunque este no era un momento para dejarse llevar por la estética, no pudo evitar pasar la mano por la moldura de un acabado exquisito.

Caminaba nervioso e incómodo, con un nudo en el estómago que hacía años que no sentía. quiso recordar la última vez que esa sensación lo embargó. No pudo en ese primer intento.

Como a cualquier persona perteneciente a su rango, le acompañaba una esfera plateada de 5 cm de diámetro, flotando sobre su hombro derecho.

Con sus manos alisó el largo abrigo negro que lo cubría. Un acto del todo innecesario, que no hacía más que evidenciar su nerviosismo.

Se preguntaba por qué estaba tan nervioso. Estaba impecablemente vestido. Traje negro, camisa blanca y el sobretodo negro que llegaba hasta sus rodillas. Zapatos negros acordonados, de un lustre casi perfecto, en los que casi se reflejaba su imagen.

Tanteó con una mano el rizo de pelo negro que se extendía desde la cien hasta debajo de su mandíbula. Nada en su aspecto iba en contra de los preceptos de su linaje, de la casa de Jehová. "¿Por qué tanta inseguridad, entonces?"

Con un gesto, le indicó a la pequeña bola flotante que desplegara su bloc de notas.

Repasó un breve texto introductorio en el panel holográfico. Nada técnico se encontraba en dichos párrafos. Garret conocía a la perfección su teoría y sabía cómo defenderla en cualquier discusión, sea coloquial o técnica.

El texto solo repasaba las tantas fórmulas de cortesía para dirigirse a un jerarca de grado superior. No quería que un error de forma invalidara la importante gestión que tenía por delante.

"¡Eso es!", pensó, "El mismo nudo en el estómago", recordó.

Fue durante la defensa de su tesis doctoral en la que, justamente, peligró la aprobación de su trabajo por una licencia espontánea y amigable que se tomó hacia uno de sus superiores. No volvería a pasarle.

Se prometió que podría repetirse la incomodidad que sentía, pero que no cometería el mismo error de perder las formas. De alguna manera, el recordar esa vivencia como el origen de la incomodidad, lo tranquilizó un poco.

Se jugaba el futuro de su carrera y, más importante aún, se jugaba su futuro, a secas.

Garret había comenzado sus investigaciones apoyándose en dos preguntas como disparadores de su tesis: ¿qué había hecho la casa de Lucifer antes de desaparecer? y ¿Por qué la casa de Pegasus había abandonado el planeta? De hecho, fueron sucesos casi simultáneos. Apostaba a que estaban relacionados.

Desde tiempos inmemoriales, el misterio de la desaparición de los miembros del linaje de Lucifer mantuvo a todas las casas investigando el motivo. Nada descubrieron.

Los dirigentes de la casa de Jehová, su propio linaje, fueron los que menos entusiasmo mostraron durante dichas pesquisas. Por supuesto, siempre se sospechó que esa falta de interés era debido a la existencia de un pacto previo entre las dos casas.

Los integrantes del Linaje de Jehová nunca habían reconocido tal acuerdo y, de hecho, aunque hoy se daba por sentado que el mismo había existido, ya a nadie le importaban ni los por qué, ni sus consecuencias.

"El tiempo apaga el interés", pensó Garret.

En definitiva, solo se tenían en claro algunos hechos indiscutibles. Los primeros, que todo el linaje de Lucifer había desaparecido y que el linaje de Pegasus consiguió la aprobación para separarse del resto de las casas, colonizando otro estrato dimensional.

Dos linajes fugitivos, solía pensar Garret, aunque la ubicación de uno de ellos era conocida por todos e, incluso, se utilizaba como destino de vacaciones. "¿Quien no había visitado los bosques de Crisaor alguna vez en su vida?"

Pero Garret sumaba otro hecho a sus dos preguntas fundacionales. El último estrato dimensional descubierto previo a la desaparición de la casa de Lucifer seguía sin ser explotado, ni científica ni económicamente.

Un estrato dimensional virgen cuya finalidad nunca se había especificado. Y una ley, aún vigente, emitida por el Consejo de las Casas, que lo declaraba vedado para todos los linajes. Ni vacaciones, ni siembras, ni cosechas. Prohibido de toda forma de acceso posible.

Nada de eso tenía mucho sentido. Pero, para Garret, este último hecho sumado a la desaparición del linaje de Lucifer y el auto exilio del linaje de Pegasus, estaban relacionados de alguna forma que se perdía en el inicio de los tiempos de la paz eterna que ahora reinaba entre los distintos linajes y casas.

Quizás la medida más sospechosa, la que evidenciaba un pacto previo entre la casa de Lucifer y la de Jehová, era que su propio linaje fue nombrado por el Consejo de las Casas, como custodia y guardián del estrato vedado.

Un nivel dimensional inútil. Pero custodiado.Eso sumaba más misterio. ¿Para qué servía una dimensión en la que no se podía explotar económicamente, por ejemplo? Y, además, ¿Por qué habría que custodiarla?

Sucesos conflictivos que, cuando menos, despertaban la desconfianza. Garret estaba convencido de que el disparador de estos acontecimientos había sido la desaparición de la casa de Lucifer. Y quería averiguar y documentar el porqué.

—¿Dr. Garret? —preguntó una persona asomándose por la puerta — El rector Janus lo atenderá ahora.

—Gracias —dijo Garret con cortesía, mientras inclinaba su cabeza.

Indicó a la esfera que se acomodara en el receptáculo del pasillo, la sacó de línea y atravesó la puerta.

La rectoría de Janus era conocida por su amplitud y recargado mobiliario. No había ni un solo punto de comparación con ninguna otra habitación del ala de los laboratorios.

—Doctor Garret, pase, por favor —dijo el rector Janus desde su escritorio señalándole una silla.

El rector vestía un poco mas informal que Garret. La camisa blanca se encontraba remangada en sus dos brazos, aunque podia adivinarse un pequeño talit debajo de su chaleco negro. La cara de Janus estaba enmarcada por sendos rizos a ambos lados de la cara, tal y como era una vieja costumbre de su linaje.

Garret caminó despacio hasta el asiento indicado y empezó con su discurso ensayado.

—En este acto manifiesto mi sorpresa y agradecimiento ante la magnanimidad de su señoría en aceptar recibirme. La casa de Jehová se honra en tenerlo como rector y es la envidia de las demás casas gobernantes—. Sin levantar la vista agregó— Pretendo tomar parte de su tiempo para hacer una petición que...

El rector Janus levantó una mano.

—Sí, sí, claro. —dijo mientras dejaba los papeles que sostenía sobre una pila que estaba en su escritorio. — Su prestigio le precede, doctor Garret. También he oído sobre su idea y he aceptado su petición para escucharla de su boca. Siéntese, siéntese, por favor.

El rector Janus se levantó y caminó bordeando su escritorio. Su cuerpo se mantenía ágil y era evidente que los tratamientos para conservarlo en lo mejor de su funcionalidad biológica estaban teniendo éxito. Garret pensó que si investigaba en los archivos podría acotar su edad exacta.

La simpleza con la que vestía Janus contrastaba de forma notoria con la pompa en la decoración del ambiente. No podían ser más diferentes. La esfera de Janus descansaba sobre el escritorio. Era dorada y un par de centímetros más grande que la de Garret.

Por un momento, el joven se distrajo evaluando cuánto tiempo le llevaría poder acceder a una esfera de ese rango. "A qué cantidad de ficheros tendría acceso, ¿cuál sería su velocidad de transferencia?, ¿O su capacidad?, ¿Funcionará bajo el agua?". Garret sacudió mentalmente su cabeza en un intento por obligar a su mente a concentrarse en el momento y dejar de vagar de manera temeraria.

Janus se sentó frente a él y dijo.

—Doctor, he leído el borrador de su teoría sobre el ocaso de la casa de Lucifer y déjeme expresar que ¿cómo decirlo? tiene implicaciones complejas ¡no me malinterprete!—se apuró a decir levantando ambas manos— Sé que sabe de lo que hablo y presumo que ha sopesado todo esto pero, si voy a concederle autorización para que profundice, para que hurgue en nuestros archivos, debo estar seguro de que ha evaluado todo los riesgos y que su interés no es mezquino.

—¡Por favor, rector!—se ofendió Garret— ¡Nunca traicionaría a nuestra casa!

Garret buscó en su cabeza una manera formal de expresar su enfado sin quebrar las normas del protocolo.

—Quizás me haya equivocado en la forma de plantearlo, doctor. No hablo de traición. Tampoco he usado esa palabra. ¿O si? No, de verdad que no. Me refiero a los supuestos que envuelven la desaparición del linaje de Lucifer.

—¿Se refiere a una posible participación de nuestra casa en los sucesos? —arriesgó Garret— Solo son sospechas.

—Justamente doctor Garret, si se demostrara que tuvimos que ver con la desaparición de la casa de Lucifer y que lo ocultamos al Consejo... bueno, esto podría ser considerado traición. No suya, sino de todo nuestro linaje.

—¡Más razones para profundizar en mi investigación! ¡Quiero averiguar la verdad! ¡Quiero correr cualquier velo que opaque nuestro accionar, cualquier supuesto contrario a la honorabilidad de nuestra casa debe ser despejado!

Janus meditó un momento. El joven le agradaba. ¿Cuántos años tendría? Las edades rara vez aparecían en los expedientes, a nadie le importaba cuantificar el paso del tiempo. Tal vez rondara los 300 o 400 años, pero desde luego, era joven ¿Se podía confiar en el criterio de un investigador de tal juventud?

—Déjeme aventurar algo. ¿Y si encontrara que tuvimos alguna responsabilidad? O peor aún, ¿si encontrara pruebas fehacientes de que sabíamos que la casa de Lucifer desaparecería?

La frase se apagó en el aire. Garret sopesó la pregunta.

—Si confirmara ese supuesto, seguramente también encontraría las razones que motivaron dicho accionar. ¡Podríamos defendernos! ¡Pudo haber sido un pacto justificado! Tal vez, se lo ocultamos al Consejo por una necesidad imperiosa, tal vez...

Janus levantó una mano sonriendo.

—Por su vehemencia sospecho que ya tiene una posición tomada.

—No entiendo —titubeó Garret.

Janus sonrió.

—Creo adivinar que usted alimenta esa teoría. Que los linajes de Jehová y Lucifer organizaron juntos la desaparición de una casa completa. ¿Eso es lo que me quiere decir?

—No sé. Tal vez. Espero que mi investigación arroje luz...

— ¿Eso es lo que quiere contar al mundo? ¡Dígalo! —lo interrumpió Janus— Quiere encontrar la razón por la que ocultamos al mundo que sabíamos que la casa de Lucifer desaparecería.

Garret dudó. Sabía de la confidencialidad de esa reunión, pero estaba discutiendo un tema tabú en términos que se escapaban a cualquier protocolo. Se removió en su silla e inspiró profundamente antes de hablar.

—Sí. rector Janus, lo creo.

—Continúe.

—Y también creo que eso ya lo sabe todo el mundo, incluido el Consejo. Y además creo que nadie nos castigará aunque yo encontrara la documentación que demostrara, de forma explícita y sin lugar a dudas, que ese pacto existió y fue ocultado de manera premeditada al Consejo de aquella época. Quiero descubrir por qué ese acuerdo fue necesario y por qué tuvo que mantenerse oculto.

Garret suspiró de forma notoria. Las cartas estaban echadas. Sobre la mesa y boca arriba. Después de todo, pensó entre triste y divertido, no le había llevado tanto tiempo echar por la borda un par de siglos de investigación.

No había fórmula de cortesía que pudiera salvarlo de lo que Janus tuviera que decir.

Este se demoró más de lo normal en contestar y dijo pensativo.

—¡Ah! Me temía que las cosas iban por ahí. Bueno, a ver, cuénteme cómo espera relacionarlo con nuestra obligación histórica.

—Perdone, rector, no lo entiendo —dudó Garret.

—Pongámoslo de esta manera. ¿Cuál es la finalidad de nuestra casa?

—Continuar con las investigaciones sobre ADN humanoide, perfeccionar todas las herramientas que nos legó la casa de Lucifer antes de desaparecer.

—Sí,sí. También eso... pero piense un poco más allá. ¿Qué hace la casa de Jehová desde que la casa de Lucifer desapareció? ¿Cuál fue la petición que hizo la casa de Lucifer antes de desaparecer, petición que, como todos saben, fue aprobada por ley por aquel Consejo?

—Perdone, rector, pensé que se refería a mi área de especialización. Cito formalmente: El linaje de Jehová es el custodio del último estrato sembrado por el linaje de Lucifer. Es nuestra misión ordenada por el Consejo.

—¡Muy bien! Y también sabe que hace un par de siglos que se está tratando de revertir esa decisión. Sabe que se está tratando de permitir que todas las casas cosechen ADN en ese estrato.

—La verdad es que no sigo las vicisitudes políticas muy de cerca.

—Pues debería, joven amigo, debería. Si usted encontrara pruebas, me refiero a documentación explícita, de que nuestro linaje acordó previamente con el Linaje de Lucifer erigirse en custodio de ese estrato...

El rector Janus se detuvo para fruncir su boca en un rictus terrorífico exagerado y continuó.

—Espero se dé cuenta: estaríamos dando argumentos a nuestros enemigos para que declaren aquella decisión, contraria al derecho general de las casas y podría ser revocada. Y, créame, ¡no queremos a las casas hurgando y cosechando en ese estrato!

—Pero ¿por qué?

—¿Por qué?—se sorprendió el rector Janus. Y Garret empezó antes de que el rector pudiera seguir hablando.

—Sí, ¿Por qué no queremos que las casas restantes tengan acceso a ese estrato?

—¡Porque así se determinó hace eones a petición de la casa de Lucifer! Petición que el Consejo aprobó. ¡Es una ley! ¿Qué es lo que no entiende joven? Petición de una casa, aprobación del Consejo. Punto. No hay nada más que hablar

—No quiero ofenderle, rector. Apelo a su magnanimidad, pero...

—Déjese de fórmulas—lo interrumpió Janus—Diga lo que tenga que decir. Vamos, hable de una vez.

Garret inclinó ligeramente la cabeza antes de empezar a hablar.

—No parece lógica la prohibición de cosechar allí. Quiero decir que, lo que quizás tuvo una lógica aplastante en aquella lejana época, hoy ya no la tiene. O puede no tenerla. Nadie cosecha, ni nosotros ni otra casa. Un estrato lleno de humanoides, posiblemente compatibles con la matriz dimensional, sin usufructo de ningún tipo. Y nosotros somos los garantes de que así suceda. —Garret inspiró profundamente para juntar valor— ¡Pero no sabemos por qué lo hacemos! No hablo de tratados, ni de documentos, ni de formalidades ¡Estoy buscando la razón de por qué se prohibió cosechar en ese estrato! Presumo que el motivo se encuentra en la explicación de la desaparición de la casa de Lucifer.

—¡Ah! La documentación —dijo retóricamente el rector Janus mientras asentía repetidamente con la cabeza.

Garret se quedó callado. Era el punto débil de toda su argumentación. Documentación inconclusa o de referencia indirecta.

Janus se incorporó en silencio.

—¿Desea algo de beber, doctor Garret? —le preguntó el rector mientras se dirigía al lujoso bargueño que se encontraba a su espalda.

—No, gracias, rector —atinó a contestar escuetamente.

—Déjeme resumirlo —dijo el rector Janus— Partiendo de la documentación, digamos... dudosa... usted quiere argumentar que debe levantarse la prohibición de cosechar humanoides en el estrato creado por la casa de Lucifer, y pretende encontrar documentos que avalen que la prohibición de cosechar ha perdido toda lógica que pudiera haber tenido en otros tiempos.

Garret intentó decir algo.

—¡No!. Déjeme terminar. Y además, que la lógica era tan aplastante en aquella época, que justifica el porqué nuestra casa se confabuló con la de Lucifer para engañar al Consejo. ¿He olvidado algo?

Janus terminó de servirse una bebida que Garret no pudo identificar.

—Asumo que su silencio es porque acabo de describir el núcleo de su petición. Bien, tengo otra pregunta: ¿cómo pretende que todo eso no nos explote en la cara?

Garret intentó normalizar su respiración. Era obvio que el rector Janus sabía de lo que hablaba.

—¿Puedo hablar con toda franqueza, rector?

—Garret, es lo que estoy esperando desde que se sentó en esa silla.

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