Garret y Sibila

Garret golpeó suavemente su almohada para que ganara en espesor y se recostó suspirando. Sibila aún seguía desvistiéndose.

—Avo tiene un buen punto —dijo de forma retórica mientras pasaba un brazo detrás de su cabeza.

—¿A qué te refieres?

—A que somos dioses para cualquier estrato sembrado y que los humanoides que cosechamos no dejan de ser esclavos.

—¿Como las bestias de carga para hacer los trabajos que se utilizaban hace eones? Incluso antes de las guerras de las casas. Es lo mismo ¿no?

—Bueno, más o menos, no es exactamente lo mismo.

—¿Y por qué no?

—Las bestias de carga eran animales que utilizamos hasta que se extinguieron... y no eran humanoides. Después utilizamos esclavos modificados genéticamente y la siembra fue diseñada a partir de nuestro ADN, incluso, algunas especies creadas son compatibles con nosotros, quiero decir, que podríamos procrear.

—Eso nunca lo he terminado de entender, ¿cuál es la necesidad de crearlos con ADN compatible? Me parece ridículo, la verdad.

—Quizás para que puedan ser utilizados como reserva de ADN básico... O para trasplantes, no lo sé, en esa época la casa de Lucifer estaba aliada con la casa de Pegasus —arriesgó Garret—. Espero que en la documentación también se encuentre el porqué.

—Dicen que nuestro linaje no existía. ¿Sabías que se dice que el linaje de Jehová está basado en el ADN de los esclavos liberados cuando se instauró la siembra?

—Sé lo que se dice, pero también sé que no es verdad. En esa época había casas mayores y menores. Nuestra casa era una de las menores y siempre estuvo asociada a la de Lucifer que era una casa mayor. Hay constancia documental incluso antes de la guerra de las casas. ¿Hasta qué período estudiaste historia de la siembra?

—Lo básico. Era una asignatura de primer año. No tenía nada que ver con mi carrera de ciencias de la organización, ya sabes —dijo de forma desinteresada, y completó más animada— Bueno, como el análisis diferencial, que también me lo tuve que comer enterito. Son las asignaturas que compartimos con los que estudiaban ciencias económicas.

Sibila se metió en la cama y recostó su cabeza en el pecho de Garret mientras este le preguntaba.

—¿Sabes cómo se estructuraba el mundo antes de que se implantara la siembra?

—Por supuesto, historia de tercero ¿no?. Fuimos un planeta agrícola, pesquero, agotamos el suelo, los ecosistemas costeros y marinos. Empezaron las guerras, etc. ¿A qué te refieres?

—A lo social, quiero decir, a lo que pasó con los esclavos que estaban conectados a la matriz dimensional.

—Solo sé que se abolió la esclavitud. Y todos fuimos felices —dijo Sibila incorporándose para acomodar las mantas, sin prestar mucha atención a su pareja.

Garret se rio.

—¿Sabías que los esclavos tenían una vida útil de unos 20 años en la matriz dimensional y luego volvían al servicio normal?

—¡Ah! No lo recordaba. ¿Es verdad que no podían tener pareja? Debe haber sido terrible para los habitantes de esa época. Creo que leí que solo la casa de Pegasus dejaba que se contrajera nupcias entre esclavos.

—E incluso en Pegasus tenían prohibido procrear —aclaró Garret queriendo llegar al punto conflictivo.

—Eso no me parece tan drástico. El hecho de que pudieras tener una pareja y compartir el resto de la vida con alguien es un logro superador. Y no creo que a la prohibición de procrear lo vieran como una gran pérdida.

—No, amor. Lo dices porque eres de esta época, pero, uno de los motivos para tener una pareja, era procrear. Aunque no te lo creas, en esos tiempos esclavistas, se consideraba normal tener descendencia, era muy buscado por las parejas de aquel entonces.

—¡No! Te estás quedando conmigo. Eso no puede ser verdad. ¿Qué tiene que ver la pareja con la procreación?

—Creeme, lo he estudiado. Era una forma de perdurar. La gente quería tener hijos, eran todos tan excéntricos como Vanesa —dijo Garret entre risas, no pudiendo evitar la chicana.

—¡No te metas con Vanesa! —se quejó Sibila acompañándolo en las risas— Sabes que quería un hijo para mantener la tradición. Quiere que la recuerden como la madre de un representante de los comandantes.

—Eso no lo tengo tan claro —en un tono del que se arrepintió en el mismo instante de terminar la oración.

—¿Qué quieres decir? Acaso nuestro linaje no honra la tradición del niño comandante.

—Sí y no.

Sibila volvió a sentarse en la cama y se volvió para mirarlo seriamente.

—A ver, ¿dónde quieres llegar?

Garret carraspeó y se incorporó un poco sobre la almohada.

—Así fue en el pasado, pero hay estadísticas más recientes que dicen que la tradición ha muerto... y quienes hoy luchan por tener hijos, lo hacen solo por un motivo personal. —Se excusó levantando las manos— No estoy hablando mal de Vanesa. Solo digo que el deseo de tener a Avo fue solo eso: el deseo de tener un hijo, una excentricidad. Mencionar la tradición es una buena forma de argumentar, de justificar. Además, sabes que el resto de las casas no permiten los nacimientos y siempre nos han menospreciado por el hecho que nuestra casa lo sigue haciendo. Tenemos que parar con esto del niño comandante.

—Pues yo creo que no deberíamos renunciar a nuestras tradiciones. Es lo que sostiene nuestra identidad.

—Bueno, la identidad también fue uno de los motivos por lo que las guerras se mantuvieron durante tantos siglos —dijo mientras le daba un beso en la frente y bajaba de la cama.— ¡Venga! No quiero discutir más. Voy al baño.

Sibila se quedó mirando el techo cavilando sobre lo hablado.

Cuando Garret volvió a cruzar la puerta, Sibila preguntó:

—¿Dices que los esclavos sufrían por la prohibición de tener hijos?

—Créeme, era común tener hijos. Y los esclavos tomaban esa prohibición muy, pero muy mal.

—Y el detonante fue lo que pasó en la casa de Pegasus —concluyó Sibila.

—Exacto, de forma no permitida por la ley, un par de esclavos con el genoma alterado artificialmente, justamente adaptados como modificadores del espacio dimensional y destinados como transportadores, se conocieron luego de su vida útil y tuvieron un hijo. Un esclavo normal. O eso se pensaban.

—¡Lo recuerdo! ¿Cómo era su nombre? Lo tengo en la punta de la lengua...

—Hermes, que por puro azar fue seleccionado para ser reclutado como modificador, adaptándose su genoma y conectado a una celda de transporte... y ya sabes lo que siguió después.

—Sí, cuando realizó el primer salto de su cabina, aparecieron en un planeta extraño. ¿Te imaginas la sorpresa?

A Garret se le iluminó el rostro con solo pensar en los tiempos de los aventureros que exploraban nuevos mundos ubicados en dimensiones recién descubiertas.

—Sí, el primer estrato colonizado —enunció retóricamente— Tienen que haber sido tiempos emocionantes. Estudiar el ADN de Hermes, descubrir las primeras variaciones que hacían resonar la matriz dimensional con otras dimensiones. Modificar a otros esclavos y confirmar que se podía viajar hacia nuevos niveles.

—Los pioneros —convino Sibila pensativa— Lo importante es que se terminó con las guerras... lo que me lleva a tu investigación ¿El rector Janus estuvo de acuerdo, entonces?

Garret suspiró de forma sonora y se encogió de hombros antes de entrar en la cama.

—No lo sé. Aceptó permitirme el acceso a la documentación, pero creo que él piensa que no hay relación entre la desaparición de la casa de Lucifer y el estancamiento de nuestra economía. En el fondo sospecho hacia donde apunta.

—¿Qué quieres decir?

—Nuestro estancamiento económico nos ha paralizado. Buscar nuevos estratos para sembrar no es seguro que aporte ninguna rentabilidad significativa. Ya sabes, los costes del descubrimiento, adecuación de la flora silvestre, montar el asentamiento base, las pruebas del ADN, estabilizar el genoma, etc. Y después, el tiempo necesario para que una civilización agropecuaria se consolide y, además, la espera para que los humanoides se reproduzcan y nazcan especímenes compatibles con la matriz dimensional, etc. Quiero decir, la inversión es inmensa. Creo que nuestra civilización atraviesa un momento de esos de "miedo a innovar" porque nadie sabe hacia dónde ir. Mi sospecha es que la historia del ADN y los supuestos que destronaron al paradigma de la guerra de las casas son la base para encontrar una salida al estancamiento.

Sibila festejó la declaración de su pareja aplaudiendo.

—Y tú, mi amor, eres el investigador más grande que nos queda ¡La última frontera! Tu investigación volverá a la vida a toda nuestra civilización. Serás como una patada al avispero. ¿Dónde empezarás a buscar? —dijo con genuino entusiasmo y orgullo.

—En los anales de la casa de Lucifer. El transportador Hermes fue fruto de muchas investigaciones por parte de la casa de Pegasus y le pidió ayuda a la casa de Lucifer, su aliado natural en las guerras.

—Bueno, los de Pegasus y Lucifer tuvieron la visión de un nuevo futuro. Nuestro presente.

—No sé si ellos vieron este futuro, pero está claro que vieron el potencial de lo que tenían entre manos.

—Siento admiración por esos pioneros. Sentaron las bases de todo lo que es nuestra civilización

—Pero está la mancha de la desaparición de toda la casa de Lucifer. Y yo pretendo descubrir los cuándo, los cómo y los por qué. Y qué tuvo que ver nuestro linaje con todo eso.

—Gran tarea te queda por delante, mi amor —dijo ella besándolo cariñosamente en la mejilla.

Sibila tocó una cápsula que se encontraba en la cabecera de la cama y cuatro pequeños botones metálicos aparecieron en su mano. Se los colocó en sus sienes y ofreció los otros dos a su pareja.

—¿Quieres que nos sumerjamos en alguna historia? ¿drama? ¿comedia? ¿algo de sexo? —lo invitó.

—Sí, lo que quieras —dijo Garret aceptando los dispositivos, pero sin colocárselos—. Hablar contigo es salir al desierto sin brújula. Empezaste preguntándome si descendemos de esclavos y terminamos en cualquier sitio.

Sibila rio.

—¡Es verdad! Ese rumor nunca me gustó, ya sabes. Era envidia, solo para opacar el hecho de que fuimos aliados de Pegasus y Lucifer. Y que estuvimos implicados y acompañando en la génesis del nuevo paradigma: crear humanoides de manera masiva, para utilizarlos como esclavos. ¡Una genialidad!

—No, mi amor. La verdadera genialidad fue la idea de evitar, a toda costa, que los humanoides sepan que son esclavos. Sin el conocimiento de serlo: nunca lucharán por la libertad. Y eso se lo debemos, en su totalidad, a la casa de Lucifer.

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