Destino: Pegasus
A diferencia de los otros estratos que había visitado Garret, el área de transporte de la Casa de Pegasus se encontraba apartada del centro urbano.
Una zona árida y rodeada de un relieve significativo que evitaba la penetración de masas de aire húmedo provenientes de la costa. La vegetación parecía degradada y lo único que se destacaba a simple vista eran espinales y espartales.
Garret salió de la cabina escoltado por Sibila y caminó hacia una suerte de estación de trasbordo.
Se saludó con la persona que lo atendía.
—Buenos días.
—Los dispositivos de comunicación intra estratos están prohibidos. Tendrán que dejarlos aquí. Los recogerán al marcharse.
Solo Garret portaba la esfera debido a su rango. Aceptó entregarla y la depositó sobre la plataforma que estaba diseñada a esos efectos. La esfera perdió su tenue brillo en cuanto se apoyó en la superficie. Apenas un segundo después desapareció de su vista.
Aunque sabía que estaría reservada en un pliegue del espacio-tiempo, a la espera de que Garret se presentara en cualquiera de las tres cabinas de transporte disponibles, no pudo evitar tragar con fuerza cuando dejó de verla.
—Dado su rango, podrá reclamar la entrega de un dispositivo que, de forma temporal, cumpla con la misma función. Tendrá que formalizar el pedido en el hotel elegido para alojarse
—Gracias. ¿Dónde podemos coger un vehículo para acceder a la ciudad?
—No hay vehículos. Queremos que viva la experiencia Pegasus desde el primer momento. Podrán acceder a la ciudad montando a caballo o esperando que los vengan a recoger. De todas formas, no llegará ningún vehículo automatizado. Si llaman al hotel, con todo gusto le enviarán un carro tirado por tracción a sangre, provisto de dos bellos ejemplares equinos de carga.
Garret percibió por el rabillo del ojo como Sibila negaba con la cabeza.
—¿Son caballos mansos? —preguntó a su interlocutor.
—Totalmente, caballero. ¿Saben montar?
—Solo hemos montado en simuladores —dijo Sibila incorporándose a la charla.
—Es muy similar, señora —acotó el muchacho— Podrá montar los ejemplares vivos sin ningún problema. La experiencia es edificante. Se la recomiendo. Los equinos han sido entrenados para llevar pasajeros que tengan poca experiencia. No hay nada que temer.
Garret interpretó que la sonrisa de Sibila era un signo de que estaba de acuerdo, por lo que decidió aceptar el ofrecimiento.
Salieron de la estación y dos personas acudieron a su encuentro con sendos corceles. Apenas con un metro y medio de altura a Garret le parecieron más bien bajos. Lo agradeció. El cuerpo era compacto y musculoso y las patas le parecieron extremadamente fuertes. Tenían ojos brillantes y expresivos. Y los dos especímenes eran de pelaje castaño.
Les ayudaron a subir a los caballos y no pudieron evitar reír por lo toscos que les parecían sus movimientos. Garret se convenció de que la idea de venir con Sibila había sido acertada. Les permitía salir de lo normal, romper la rutina y eso siempre resultaba positivo para una pareja. En el fondo se culpaba por las horas que se encontraba en el laboratorio, sabiendo que eran momentos que le robaba a la pareja. Confiaba en que el viaje reforzaría los lazos.
—No se preocupen —dijo uno de los muchachos que los asistía— Son caballos de paso.
—¿Y eso qué significa? —se apresuró a preguntar Sibila.
—Que andan a un paso suave de cuatro tiempos isócronos.
Sibila y Garret cruzaron las miradas y lanzaron una carcajada.
—Perdone, no se ofenda, pero no tenemos idea de caballos. No sabemos de lo que nos estás hablando —dijo ella entre risas— Perdone nuestra ignorancia.
El muchacho parecía estar acostumbrado a los turistas por lo que no acusó ninguna reacción negativa en su rostro.
—Significa que tendrán, la mayor parte del tiempo, tres miembros apoyados en las secuencias de andadura, con lo que el centro de gravedad del animal será más estable y la silla apenas reflejará el andar.
—¡Ah! —dijeron casi al unísono.
El joven examinó sus caras y tuvo la certeza de que seguían sin entender.
—El resto de las razas se mueven miembro a miembro cuando van al paso, pero fallan en la sincronía, por lo que deben pasar al trote si el jinete pretende aumentar la velocidad. Este tipo de caballos, los de paso, quiero decir, permiten ir más rápido sin empezar a trotar. Sus espaldas lo agradecerán. ¡Créanmelo! Disfruten del viaje.
Comenzaron la marcha, primero tímidamente y con recelos, pero después de los primeros metros, pudieron acostumbrarse al paso suave, ligero y ágil de las distintas marchas que adoptaban los caballos.
El trayecto a la ciudad duró unas dos horas, aunque cada 15 o veinte minutos de marcha se encontraban con una especie de posada o taberna donde podía parar con el objeto de refrescarse y estirar las piernas.
Era evidente que todo estaba pensado para que el turismo disfrutara de la experiencia Pegasus desde el principio. Y, aunque la naturaleza era agreste, el sabor de estar viviendo una aventura convertía al momento en algo bastante agradable.
Sibila estaba muy animada y si bien no era el viaje de sus sueños, se la veía feliz de tener a Garret para ella sola en un ambiente fuera de lo normal.
Conocía a su pareja y sabía que no era propenso a salir de su área de confort, por lo que la invitación la tomó totalmente por sorpresa.
Cuando hicieron la tercera parada, Garret estaba estirando la espalda y Sibila aprovechó para preguntarle.
—Bueno, ya estamos aquí ¿cuáles son los planes? ¿Qué pasa cuando llegamos a la ciudad?
—Nada en particular. Nos registramos y tenemos nuestra cena prometida —dijo mientras se acercaba para abrazarla y besarla.
—Venga, algo te traes entre manos. Sabes que te conozco —enunció sin perder el tono tierno.
—Pues no. Hoy no, por lo menos. Eso será mañana. Ya te he contado que iré a la universidad y pediré una entrevista con el rector de la casa de Pegasus para que me autorice a revisar unos documentos.
—¿Documentos?
—Sí, documentos de la época de la guerra de las casas.
—¿Por tus estudios sobre la desaparición de la casa de Lucifer y el tema del ADN?
—Exacto.
—¿Y Pegasus sabe algo? ¿Piensas que avanzarás en tu investigación?
—Estoy casi seguro. Las dos casas tomaron la misma decisión: desaparecer. Y pretendo descubrir qué las impulsó a ello.
—Pero Pegasus no desapareció.
—¿Eso crees? —preguntó Garret esbozando una sonrisa— Por ejemplo, ¿Dónde está mi esfera?
—La dejaste a la salida de la cabina de transporte ¿no?
—Claro, estoy aislado. No puedo comunicarme con nuestro estrato ni con ningún otro. Y para llegar aquí solo hay tres cabinas en todo el universo de nuestro espacio dimensional.
—¿Solo tres? —se sorprendió Sibila.
—Sí, solo tres —reforzó Garret agitando tres dedos de una mano.
—Eso sí que de verdad es extraño —aceptó Sibila.
Garret continuó.
—Estamos en Pegasus, pero a los efectos, para nuestra gente, para nuestro hogar, estamos lisa y llanamente: desaparecidos. ¿Qué diferencia hay, entonces, con lo que sucedió a todo el linaje de Lucifer?
—Pues, sí —volvió a aceptar Sibila manteniendo su cuerpo en contacto con Garret— Debo admitir que es parecido ¿crees que la casa de Lucifer estará escondida también en un estrato desconocido? ¿Crees que se esconden aquí?
Sibila lo besó suavemente y agregó.
—¿Y cuál sospechas que es el motivo?
—No lo sé. La verdad es que no sé si se esconden ni cuál sería el motivo para hacerlo. Pero para eso he venido aquí. Como te he dicho, mañana pediré una cita con el rector de la casa de Pegasus y veré si esa entrevista arroja algo de luz.
Garret rompió el abrazo y tomándola de la mano se dirigió a los caballos.
—¡Sigamos! —dijo mientras la invitaba a subir a su montura.
La cabalgata hasta la ciudad estuvo muy cercana a ser idílica. Sibila podía decir que disfrutaron de cada paso de sus caballos.
Garret compartía esa sensación y volvió a felicitarse de nuevo por la idea. Entraron al hotel y comenzaron los trámites de registro. El conserje le acercó un sobre a Garret.
—¿Y esto? —se sorprendió mientras aceptaba el papel.
El joven lo miró de forma extraña.
—Es para que lo incorpore a su agenda. Mañana por la mañana tiene una cita con el rector Bastian. Le está esperando. ¿Necesita una esfera?
Garret cruzó una fugaz mirada con Sibila.
—Sí, gracias.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top