Es una Cita / No es una Cita
Como si fuera un deja vu, Miya se miraba al espejo desesperado por verse perfecto para su salida con Reki. Desde una noche antes ya había decidido su atuendo y aún así en la mañana dudo y buscó algo nuevo. Intentó varios estilos de cabello ¡Incluso se puso gel!
Escuchó el timbre. Se apresuró a tomar una flor de origami que había hecho la noche anterior y corrió a la puerta
Al abrir se encontró con el pelirrojo; este se veía igual que siempre. Miya no negaría que se sentía ligeramente decepcionado, le hubiera gustado verlo nuevamente con su ombliguera.
–Ey ¿Qué tal enano?– le sonrió –¿Te bañaste?– se burló –Es broma ¿Nos vamos entonces?– le sacudió el cabello.
–Emm, te hice esto– le acercó la flor con un sonrojo.
–Oh gracias– la tomó algo incómodo.
–Reki– lo llamó Cherry –Cuídalo– frunció el ceño.
–Eso haré– forzó una sonrisa –Vámonos, Miya.
Decir que el pelinegro era el único emocionado por ese día se trataba de una triste realidad. La manera en que Reki había llegado a esa situación se trataba de un experimento de Adam.
–¿¡Qué quieren que haga qué!?– gritó el adolescente –¡No! No y cien veces más no.
–Estás exagerando, niño– respondió el peliazul.
–¿Exagerar? Me estás pidiendo que invite a una cita a Miya ¡Es incluso menor que mi hermana!
–Además de que yo salgo con él– dijo Langa con un puchero.
–Mira, puedo entender que te sientas solo en prisión, pero querer jalarme contigo es caer bajo ¡Llévate a Tadashi, no a mí!
–Third Wheel ¿Yo para qué te querría en prisión conmigo?
–Es lo mismo que me gustaría saber a mí.
–Chico, solo queremos ayudar a Miya– habló Joe –Ha estado muy deprimido últimamente y sabemos que tu relación con Langa es parte de la razón.
–Solo necesitamos que Miya se de cuenta de que las cosas no son cómo él las ilusiona– agregó Cherry.
–¿Entonces qué quieren que haga? ¿Qué lo trate mal?
–¡Nada de eso!– lo detuvo el pelirrosa –Solo compórtate como lo harías en una cita con Langa.
–¡No! Reki, no puedes besarlo– gritó el peli celeste.
–Obvio no haré eso, tiene trece– sintió la mirada molesta de su novio –Y por que eres mi novio– masculló –¿Y tú por qué tan callado?– miró a Tatsu.
–Oh, es divertido ver cómo reaccionas– rio el peli morado –Yo digo que aceptes.
–¿¡Perdón!?
–Mira, no es que esté de acuerdo, pero suena muy divertido y quiero espiarlos– sonrió.
Reki soltó un gruñido y se quedó callado unos segundos. Por un lado, él también quería ayudar a Miya, pero por el otro lo estaban metiendo a una situación incómoda a niveles que parecía que nadie podía entender.
–Ok, acepto– bufó –Pero lo trataré como siempre lo trato, no planeo llevarle flores y si me encuentro a alguien conocido y me pregunta qué está pasando, le diré que es mi primo.
Cherry y Joe se miraron y asintieron.
–Trato– dijeron al unísono.
Y ahí estaban. Ambos de la mano en una plaza comercial.
–Oye– hablo Miya –¿Y eso que Langa no vino?
–Oh, él está ocupado. Además, hace mucho que tú y yo no convivimos– le sonrió.
–Desde que empezaron a salir para ser exactos– hizo una mueca.
–Perdón por eso, es solo que... Cuando tengas pareja lo entenderás– murmuró –Pero basta de Langa ¿Cual película quieres ver?
–¡Oh, hay una que se ve buenísima de zombies, donde un sobreviviente debe ocultar la mordida que le hicieron o será echado de su grupo de protección! Creo que se llamaba 'Convirtiéndome en el enemigo'
–¡Quería ver esa desde hace mucho!– se emocionó el mayor –Pero mis hermanas preferían ver la princesa y el guisante. Enserio, eres como el hermano que siempre quise– rio.
El menor no pudo hacer más que forzar una sonrisa. Si había algo peor que caer en la zona de amigos era hacerlo en la zona de hermanos.
Al llegar al cine, Reki pagó ambas entradas y Miya las palomitas.
La película podría clasificarse como algo bastante promedio, pero ambos se estaban divirtiendo con ella. En cierto punto, Miya intentó recargarse sobre el hombro del pelirrojo, pero este siempre encontraba maneras de esquivarlo; aunque no siempre fueran las más discretas.
Sin embargo, no eran la única "pareja" conocida en ese lugar, pues un peli celeste y un peli morado los miraban desde las últimas filas.
–Miya es un aprovechado, no me aparezco un día y ya me lo quiere quitar– gruñó Langa.
–Amigo, solo quiere cumplir una fantasía, déjalo en paz– respondió Tatsu mientras comía palomitas del bote del candiénse.
–¡Oye!
–¿Qué? Las compraste para los dos ¿No?
–¡No!
Alguien los calló.
–Esta película es muy aburrida– bufó Langa –Ni siquiera entiendo qué está pasando.
–Eso es porque no has dejado de quejarte, pero siendo sincero tampoco le estoy prestando atención– sacó su celular y empezó a grabar a Reki y Miya.
–Te van a regañar.
–¡No harán eso! Literalmente al lado están en pleno faje y no les han dicho nada.
–Oh, entonces era eso lo que hacían– los volteó a ver.
–No hagas eso– lo jaló –Viejo, enserio ¿Nunca has tenido acercamiento sexual con nadie?
El peli celeste se quedó pensando, aunque había llegado a excitarse estando con Reki, realmente nunca pasaba nada más allá de eso. Sobre todo porque ambos entraban en pánico y se separaban de inmediato.
–Creo que no ¿Es importante?
–No exactamente, pero... Ay mejor ve la película– siguió grabando.
Al acabar, la "pareja" menor salió primero. A diferencia de Langa y Tatsu, a ellos les había encantado lo que vieron; incluso se podría decir que salieron con bastante adrenalina.
–La mejor parte fue cuando el líder del grupo lo enfrenta y el principal tiene que controlar el dolor de estarse transformando poco a poco– dijo Miya.
–¡Claro que no! Lo mejor fue el final cuando a media transformación empieza a pelear contra él mismo en un desesperado intento de salvarse– contestó Reki.
Pasaron por varias tiendas y siguieron charlando hasta que cayó la tarde. Ninguno negaría que disfrutaba pasar el tiempo de esa manera, por un momento era como si siguieran en los viejos tiempos y eso les gustaba.
Pararon en una heladería donde Miya insistió en pagar y Reki terminó aceptando de mala gana. El problema fue al salir, donde se encontraron con Koyomi con un grupo de amigas.
Los menores cruzaron miradas y de inmediato Miya soltó la mano de Reki.
–Hola, Koyo– la saludó nerviosa.
–Chinen– lo pasó de largo –Y hola Reki– gruñó.
Se fue tan rápido como pudo.
El niño soltó un pesado suspiro y bajó la mirada.
–¿Qué fue eso?– le preguntó Reki.
–Nada importante– respondió.
–Ok, ya me estoy cansando de ese jueguito que se traen tú y mi hermana ¿Qué pasó?
–¡Nada!
–Miya– insistió.
–Entonces tú explícame primero por que me invitaste a salir si no querías– gritó.
El mayor se sobresaltó –¿Qué?
–No soy idiota, al principio apenas y me mirabas y te veías de mal humor. Te obligaron a hacer esto ¿O qué?– no obtuvo respuesta –Dios santo, sí lo hicieron ¿Fueron Cherry y Joe?– se cruzó de brazos.
–No lo hicieron en mal plan, solo estaban preocupados por ti– contestó con rapidez.
–¡No es posible!– chilló –Es que yo sabía que era demasiado bueno para ser verdad– se dejó caer contra una pared.
–Miya– se sentó junto a él –Perdón, nadie quería que te ilusionaras, pero...
–¿Tú por qué aceptaste? Sabes que me gustas.
–Sí– suspiró –Es sólo que me dijeron que estabas muy deprimido y me preocupé. Y me siento culpable al pensar que parte de eso es porque estoy saliendo con Langa.
–¿Qué?– arqueó una ceja –Eso no me importa.
–¿De verdad?
–Reki, estoy feliz por ti; sé que quieres a Langa y esperaste mucho tiempo por esto– explicó.
–¿Entonces no es mi culpa que estés mal?
El menor se mordió el labio –Creo que tampoco podría decir eso– murmuró –Reki ¿Te puedo contar un secreto?
–Claro.
–Pero debes prometer no decírselo a nadie. Ni siquiera a Langa.
–Tranquilo, no lo haré.
Tomó un poco de aire –Koyomi se me declaró– escupió.
–¿¡QUÉ!?
–No grites– lo regañó –Pero sí, me confesó que le gustaba.
–¿Y qué pasó?
Sus ojos se humedecieron.
–Me fui corriendo.
–¿¡Hiciste qué!?
–Sé que fue estúpido, pero entré en pánico ¿Ok? Ella tenía un bonito vestido y se veía muy linda– se sonrojó –No sabía que responder, estaba muy confundido y solo huí como un idiota.
Reki tragó saliva y se quedó callado durante un largo rato.
–¿Te gusta mi hermana?
–No lo sé, creo que sí– confesó –Pero tú también me gustas y estoy muy confundido con todo. Sabes que adoro a Koyo y no quiero lastimarla– se hizo bolita –Me encantaría ir con ella y decirle lo que siento, pero de alguna maldita manera estás en medio y tampoco es como que quiera que desaparezcas ¿Es tonto?
–No creo que lo sea– le acercó una servilleta para que pudiera secar sus lágrimas –Oye, eres muy joven para preocuparte por estas cosas– rio.
–Ya me lo han dicho antes– suspiró –¿No estás molesto?
–¿Por cómo trataste a mi hermana? Un poco, pero yo también fui un desastre con las primeras chicas que me gustaron.
–¿Alguna vez se te hizo con una?
–Nop– sonrió –Pero ahora tengo a Langa, y cuando miró atrás y pienso en todas las veces que lo arruiné antes no hago más que reírme.
–Para ti es fácil, todo es pasado.
–Lo sé– lo abrazó por los hombros –Perdón por invitarte por que Cherry y Joe me lo pidieron, nunca quise ilusionarte, pero creo que debo dejarte en claro que nunca te veré como algo más que un hermanito.
–Gracias, ahora me siento incestuoso– gruñó.
Reki soltó una carcajada.
Se levantó y ayudó al niño a hacerlo también.
–¿Quieres mi consejo? Deja de preocuparte por si te gusto yo o mi hermana o ambos; disfruta tu juventud, Miya. Las cosas ya se resolverán tarde o temprano.
–¿Cómo lo sabes?
–Por que tengo bajones depresivos más seguido de lo que me gustaría admitir y sigo aquí– revolvió sus cabellos –¿Quieres ir al parque de skate?
–De acuerdo– sonrió.
–Por cierto, creo que nunca me disculpé por empujarte en el hospital cuando Adam golpeó a Cherry.
–No, no lo hiciste.
–Ah, pues perdón.
–¡Ya no vale!
El pelirrojo soltó una carcajada.
Fueron hacia la salida. Entonces Tatsu y Langa pudieron salir de su escondite.
–Creo que esa fue una conversación que no debíamos escuchar– dijo Langa.
–Tal vez, pero que buen chisme– se emocionó Tatsu –Y creí que Japón sería aburrido– sacó su celular.
–¿No dejaste de grabar en todo este tiempo?
–Obvio no, cuando pase algo de tiempo molestaré a Reki y a Miya con esto. Como sea ¿Quieres ir al parque de skate y fingir que nos los encontramos por casualidad?
El canadiénse se lo pensó un rato.
–De acuerdo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top