Crisis de Sueño

Entonces, de nuevo estamos aquí– dijo Reki vestido con la ombliguera del otro día.

–Pero que patético, Chinen– escuchó a Koyomi a su lado izquierda –Ya decídete ¿Quieres?

Los tres estaban recostados en una cama con Miya en medio.

–¿Pueden callarse?– gruñó el niño.

–Ni siquiera debería ser tan difícil, tengo novio ¿Recuerdas?– habló el pelirrojo.

–¿Y? Yo lo odio en estos momentos– se encogió la chica de hombros.

–Oye, amigo, enserio, supongo que eres lindo, pero no te veo de esa manera– murmuró –Y es raro que sueñes seguido conmigo.

–Con ambos, de hecho ¿No se supone que era tu mejor amiga? Tus últimos sueños han sido algo… bueno, no muy amistosos– rio.

–¡Cállense los dos!– gritó el chico.

–Miya ¿Enserio prefieres a mi hermano que a mí?– se enganchó Koyomi a su brazo.

–¿Y puedes culparlo? Soy un galán– fanfarroneó el pelirrojo.

–¡YA BASTA!

Despertó de golpe con respiración acelerada, soltó un gruñido y se incorporó ligeramente para tallarse los ojos.

Revisó su teléfono, apenas marcaba las cinco de la mañana.

Sintió una ligera humedad en sus partes bajas. Frunció el ceño y se asomó.

–¡Mierda, no otra vez!– soltó.

Después de darse una rápida ducha y ponerse otro cambio fue a la lavandería de la casa para poder lavar su ropa interior.

Abrió la llave y empezó a tallar con cierto enojo.

–Yo usaría el agua fría si estuviera en su lugar.

El menor dio un brinco del susto e intentó ocultar la prenda.

–¡Tadashi, no vuelvas a hacer eso!– lo miró.

–Una disculpa, pero el señor Sakurayashiki se pone de mal humor cuando su ropa recién lavada se enfría– sacó un montón de prendas de la secadora –Es bastante molesto escuchar sus quejas, así que me encargó de recogerla en el momento justo y luego ponerlas bajo sábanas.

–¿Es eso? ¿O solo no te has quitado tus costumbres de sirviente?

–Era un mayordomo– corrigió.

–¿Y la diferencia es?– arqueó una ceja.

–Yo organizo sus tiempos; manejo sus agenda, agendo y cancelo citas y organizo a la servidumbre– explicó.

–¿Y entonces por qué siempre atendías a Adam como si fuera un bebé?

–Eso era más porque quería hacerlo– se sonrojó –Como sea, hablo enserio, use el agua fría– tomó el cesto y se dispuso a irse.

–¿Podrías por favor no decirle esto a Joe y Chery sobre esto?

Soltó una ligera risa –No lo haré, pero no debería asustarse tanto. Vive en una casa llena de hombres; le aseguro que todos hemos pasado por algo así.

–Pero no creo que sean tan pervertidos como yo– cambió al agua fría –Bueno, tal vez Adam.

Carcajada –Joven Chinen, le aseguro que sus sueños no son tan malos como usted cree– se apoyó contra la pared.

–¡No! Tú no entiendes, son muy vergonzosos ¿Cómo se supone que voy a ver a la persona que apareció ahora?

–¿La joven Kyan?

Las mejillas de Miya tomaron un muy notorio tono carmesí –No te creas tan listo– se cruzó de brazos -No es solo ella– susurró.

El mayor abrió los ojos a modo de sorpresa, pero solo tragó saliva.

–Bueno, si eso es lo que le gusta no tengo derecho a juzgar– dijo finalmente.

–¡No es que me guste! O bueno, tal vez sí ¡No lo sé! Y tampoco es como que quiera saberlo justo ahora– confesó mientras se dejaba resbalar contra la lavadora.

–Entiendo– se sentó Tadashi a su lado con una ligera sonrisa –Está en una edad complicada, joven Chinen.

–Estoy en una edad asquerosa ¡No puedo hacer nada! Y mis amigos sí por qué son mayores– gruñó.

–¿Y Takashi?

–Él no cuenta, piensa más con la cabeza de abajo que la de arriba en estos momentos. Apenas ve una chica linda y va tras de ella.

Rio –Bueno, que aproveche el tiempo que tiene para hacerlo antes de parecer un raro.

–Es molesto– se cruzó de brazos.

–Usted también lo es en ocasiones– respondió; esto causó una mirada confundida de Miya –Oh vamos, siguiendo al joven Kyan esperando que algún día se fije en ti– murmuró –Miya, si gustas mi recomendación, no gastes tu juventud en eso que no vale la pena. Reki y Langa están pensando en cosas muy distantes de las que tú. Ellos tal vez ya están viendo un futuro juntos.

–¿Y quién dice que yo no?– lo interrumpió –Lo hago seguido, creo que seríamos una buena pareja.

–Ellos piensan en entrar a universidad, están analizando qué estudiar, si su relación podría soportar la primera pelea, cosas más por ese estilo.

–Pues yo también podría pensar en eso– contestó molesto.

–Pero no lo vale– insistió.

–¿Entonces qué quieres que haga?

Tadashi se lo pensó unos segundos.

–Busque a alguien de su edad ¡O mejor! Ni siquiera se preocupe por conseguir pareja en estos momentos. Ya tendrá tiempo para sufrir por amor más adelante.

Antes de que pudiera responder, una tercera persona entró a la lavandería.

–¿Qué hacen aquí?– preguntó Joe.

–¿Y usted?– arqueó el mayordomo una ceja.

–Kaoru no dejaba de quejarse que las sábanas están sucias– las metió a la lavadora. Pudo ver de reojo la ropa interior del niño –Oye ¿Sí usaste agua fría?

–Dios santo– ocultó su rostro sonrojado.

–Kojiro, tengo frío, ven a la cama– apareció Kaoru en solo una bata mal amarrada que dejaba ver gran parte de su pecho desnudo –Prometo ya no quejarme– hizo un puchero.

El peliverde carraspeó y señaló a Miya con la mirada.

–¡Miya!– se cubrió con rapidez –¿Qué haces despierto tan temprano?

–Está limpiando su ropa interior– dijo Kojiro.

–¡No le digas!– gritó el niño.

–Está teniendo algunos problemas con eso– agregó el mayordomo.

–¡Tadashi!

–Oh, cariño ¿Ya intentaste con agua fría?– preguntó el pelirrosa.

–¡Ya basta con eso!

Al final, fue una mañana extremadamente incómoda para puberto. Hecho por el que ya se había resignado a que tendría un viernes horrible.

Volvió a recostarse y revisó su celular.

Sintió quedarse sin aire al ver un mensaje de Reki.

Reki: Ey ¿Te parece salir mañana? Podríamos ir al cine y luego pasear

–Me está invitando a una cita– murmuró para sí mismo.

Ni siquiera se dio cuenta del momento en que su mueca se transformó en una sonrisa.

Miya: ¡Claro!

Después volvió a dormir.

–Entonces ¿Esta fue tu decisión?– lo miró Reki.

–Es tu culpa, me invitaste a salir– contestó Miya con una sonrisa.

–¿Sabes? Puedes estar confundiendo las cosas.

–Es mi sueño, debes hacer lo que quiero.

–Pero…

Chasqueó los dedos.

Soltó un pesado suspiro –Eres encantador, Miya.

–Y tú eres hermoso, Reki– lo abrazó.

Para su desgracia, la alarma sonó antes de poder besarlo.

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