Besos de Fuegos Artificiales
Cherry gruñó apenas los vio en la puerta.
–Estoy ocupado ¿Qué quieren?
–¡Hola, chicos!– saludó Joe desde el interior.
–Joven Kyan, joven Hasegawa, me alegra verlos– se asomó Tadashi –Estamos organizando una visita al señor Ainosuke en prisión la próxima semana.
–Hola, Reki– habló Miya.
–Con que aquí estabas, enano. Fui a buscarte a la escuela y no estabas– le hizo cerillito.
–Lo siento, es que Cherry se había ofrecido a recogerme y se me olvidó avisar– miró hacia otro lado –Además, tú sabes... Podía venir tu hermana y eso.
–Viejo, enserio ¿Qué le hiciste para que estuviera tan molesta contigo?
–Prefiero no hablar de eso– murmuró.
–Venimos para ver si podían prestarnos yukatas– dijo Langa.
–Tengo un par en el closet– respondió el pelirrosa –Iré por ellos– se fue.
–¿Y por qué de repente necesitan yukatas?– preguntó Joe.
–Iremos a la feria de hoy– se sentó Reki en el sillón de la sala.
–Claro, ponte cómodo, como si fuera tu casa– se cruzó Miya de brazos.
El mayor miró a su alrededor, había varias cosas del chico regadas por la habitación –Parece que alguien me ganó.
–¿La feria? Es la cita más romántica que he escuchado de ustedes dos– se burló Joe.
–No es una cita, un amigo me invitó– corrigió el pelirrojo.
Ambos alzaron las cejas sorprendidos.
–¿Ya tan rápido te lo van a quitar?– le lanzó Miya una mirada burlona a Langa –Espera ¿Tienes más amigos fuera de nosotros?– miró al otro.
–Se fue a Estados Unidos un tiempo y acaba de regresar. Se llama Tatsu, es asombroso– explicó.
–Oh un extranjero con raíces japonesas, muy tu tipo ¿Tú qué opinas Langa?– siguió el menor burlándose.
El mencionado tragó saliva.
–Deja de atormentarlo– sostuvo Joe al peli celeste por los hombros –Nosotros también queríamos ir, pero tenemos que quedarnos a esperar a una abogada.
–¿Una abogada para qué?– preguntó Reki.
–Nada que les importe– apareció Cherry antes que Joe o Miya pudiera responder –Aquí tengo estas dos– les dio la ropa –¿Sí saben ponersela?– se cruzó de brazos.
–Pero claro– sonrió el de ojos ámbar –Y yo le ayudo a Langa.
–Ya veo– hizo una mueca –¿Tienen condones?
–¿¡PERO QUÉ CREES QUE VAMOS A HACER!?– gritó con un sonrojo.
–Entonces no– murmuró –Kojiro, trae unos de la habitación, por favor.
–No creo que les queden– mencionó el peliverde.
–Hablo de los de repuesto– gruñó.
–Oh, claro– sonrió.
–No es necesario– se apresuró a decir Langa –Ni Reki ni yo planeamos...
–Más vale prevenir– interrumpió –Como si esas cosas se planearan; ustedes dos deben entender que si van a iniciar una vida sexual deben hacerlo con responsabilidad. Nada de no estar informados sobre las consecuencias que esto les puede traer; ya sean las enfermedades, embarazos no deseados y tantas situaciones que pueden llevar hacia la misma muerte– lo sostuvo por los brazos.
–Deja de meterles miedo– regresó Joe con un paquete –Es algo muy lindo de hecho– abrazó a su esposo por los hombros –Pero sí, involucra mucha responsabilidad.
–¡De todas maneras no haremos nada!– insistió Reki.
–Solo guárdalos o no los dejarán en paz– bufó Miya.
–De acuerdo– accedió de mala gana y los puso en sus bolsillos –Por cierto ¿Aún te gusto?– miró al niño.
–¿Tienes que preguntarme eso cada vez que me ves?– gruñó.
–Quiero saber cuando puedo dejar de sentirme culpable– sonrió.
Giró los ojos –Sí, slime, aún me gustas. Ya deja de molestar– devolvió su atención al videojuego.
–Tal vez mañana entonces– se encogió de hombros –¡Vámonos, Langa!– pero el peli celeste no aparecía. Soltó un pesado suspiro y fue a sacarlo de la cocina casi a rastras –¿Los vemos mañana en S?
–Ahí estaremos, chico– dijo Joe mientras atraía a Cherry hacia él.
Los adolescentes asintieron y fueron hacia la puerta de entrada.
Al abrirla, se encontraron con una mujer de unos cuarenta años. Su cabello estaba recogido en una cola de caballo baja y estaba vestida de una manera bastante formal como para ser una visita amistosa.
La mujer bajó la mirada y miró a ambos a través de sus redondos y estrictos anteojos.
–¿Alguno de ustedes es Miya Chinen?– preguntó; incluso su voz era severa.
–Emm no– masculló Reki con algo de miedo.
–Señorita Watanabe– se apresuró Kaoru a interrumpir –Sakurayashiki Kaoru, un placer– le tendió la mano.
La contraria correspondió el gesto.
–Luce más joven de lo que esperaba– dijo.
El adulto menor formó una sonrisa incómoda.
–¿Quién es ella?– preguntó Langa de repente.
El pelirrosa les mandó una mirada asesina –Nada que les incumba– forzó una sonrisa e intentó ser lo más cordial posible –Puede pasar– le indicó a la mujer.
Apenas ella entró, les cerró la puerta en la cara.
–Eso fue raro– soltó el pelirrojo.
–Ellos son raros en general– dijo su novio para después soltar un pesado suspiro –¿Estás listo para esta noche?
–Eso debería preguntarte yo a ti– lo miró –Langa te vas a divertir; prometo que en ningún momento me separaré de tu lado ¡Nos divertiremos muchísimo!
–Cuento con eso– sonrió mientras tomaba su mano.
Al caer la noche, ambos llegaron juntos. Reki lucía una yukata amarilla con degradados anaranjados arremangada ; mientras que Langa llevaba una azul con detalles turquesa, su apariencia estaba intacta como de costumbre.
–¡Chicos! Por acá– se acercó Tatsu a ellos –Al fin llegan, de saber que vendrían juntos te hubiera preguntado para llegar a tu casa antes, Kyan– hicieron un saludo de puño.
–Venimos del trabajo, de todas maneras no hubiera servido mucho– respondió el menor –Además, no te hubieras divertido, tenía que ayudar a Langa a ponerse la yukata.
El peli morado alzó una ceja confundido.
–Claro– dijo no muy seguro –Amigo, cuidado con lo que dices, se puede malinterpretar– le susurró a Reki.
–¿Uh?
–Emm, olvídalo. Entonces ¿Eres extranjero o por qué no sabes de las yukatas?– miró a Langa.
–Soy de Canadá– respondió sin mucho interés.
–Oh, fuí allá hace dos años.
–¡Nosotros el año pasado!– se emocionó juntos –Langa me invitó a mí y a mi familia– se enganchó al brazo de su novio.
–Parecen bastante cercanos– ladeó la cabeza –Emm ¿Les parece si paseamos?
Los otros dos asintieron.
Empezaron a caminar por los puestos; mientras que Reki y Tatsu se entretuvieron más que nada compitiendo en los juegos viendo quién podía conseguir más premios, Langa tenía casi toda su atención en la comida.
El pelirrojo odiaba darse cuenta de cómo varias encargadas y otras chicas le coqueteaban de vez en cuando a su novio, aunque este nunca parecía darse cuenta de nada. Debía admitir que quería tomar su mano, pero el temor a cómo podría reaccionar su antiguo amigo lo preocupaba más de lo que había sospechado en un principio.
–Oye, Langa es popular ¿No es así?– habló el peli morado –Pero bueno, es un extranjero guapo, el tipo preferido de las chicas. Aunque es bastante raro ¿No crees? Apenas habla y casi siempre para estar desconectado de este mundo– rio.
–Te equivocas– lo miró Reki.
–¿Uh?
–Langa es asombroso– esbozó una sonrisa inconsciente.
–Entiendo que es tu amigo, viejo, pero...
–Tal vez no sea muy social y puede que la comida valga más para él qué otras cosas. Aun así, poseé uno de los corazones más bellos y puros que conozco, es apasionado y cuando le importas sabe como hacerte sentir mejor. Es difícil acercarse a él; de hecho aún no estoy muy seguro de cómo fue que me acerqué tanto a él, pero es el mejor amigo que he tenido en mi vida– hizo una pausa –Oh, sin ofender, tú también eres asombroso.
–No te preocupes–murmuró algo confundido –Reki ¿Ya tienes novia?
Se sonrojó –¿Por qué la pregunta de repente?
–Estás cursi, en chicos eso suele pasar si tienes novia o... ¿Estás enamorado de alguien?– lo miró coqueto.
–No sé de qué hablas– desvió la mirada.
–Oh vamos– lo abrazó por los hombros –Fui a una escuela de chicos en América, sé cómo se ve un hombre enamorado– canturreó –¿La chicas es linda? ¿Pero qué digo? Seguro a tus ojos será divina ¿Está en tu clase? Si lo está, quiero conocerla apenas me integre a tu escuela ¿Te doy consejos de ligue?
–No es necesario– se alejó un poco.
–Debes acercarte a ella confiado. Si encuentras la oportunidad, sostenla por la cintura– pasó su brazo por la cintura del menor –Atraela hacia ti y susurrale cosas lindas al oído. Cursilería como "Eres hermosa" "Ni los ángeles se comparan con tu belleza". Debes recordar humectar tus labios, no vaya a ser que quiera besarte– alargó sus labios hacia Reki.
–No seas asqueroso– lo empujó.
Soltó una carcajada –Sigues siendo bastante impresionable.
Un carraspeo interrumpió su conversación.
–Ey, hola otra vez, Langa ¿Ya probaste todos los bocadillos que hay?– bromeó Tatsu.
El mayor frunció ligeramente el ceño y se acercó a su novio.
–Te compré un helado, Reki– formó una sonrisa tierna.
–Gracias– lo tomó –Oigan, los fuegos artificiales ya van a empezar, vamos.
Sin decir alguna palabra más, los tres avanzaron detrás de la multitud para poder encontrar un buen lugar. Cosa que en realidad no lograron, estaban casi en el fondo; de igual manera no les importaba mucho, después de todo, un fuego artificial se apreciaría con solo mirar al cielo.
El espectáculo era bellísimo, casi mágico a los ojos de los más jóvenes. Cada explosión de color hacia latir el corazón de Langa al recordarle a su novio, mientras que este no podía evitar sonreír al ver algo tan hipnotizante.
El peli celeste tomó la mano de Reki y lo jaló con discreción hacia él.
Miró a su alrededor; estaban atrás de todos y la única otra persona, Tatsu, estaba absorto en el show que el cielo estaba albergando. Tomó al pelirrojo por la barbilla e hizo que sus labios se juntaran.
El beso fue aceptado gustoso por el menor.
–Gracias por acompañarme, chicos. La verdad es que necesitaba esto– dijo Tatsu mientras una lágrima resbalaba por su mejilla.
Para su desgracia, no fue escuchado dado al ruido.
Volteó la mirada tan solo para encontrarse con aquel beso.
Sus ojos se abrieron como platos y de su boca solo pudo escapar un sonido.
–Ah.
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