🌹 Girl's Party 🌹
🌹 Los hombres, mayormente, son como los cielos; pero las mujeres, entre otras cosas, son como los cielos y el Infierno 🌹
🌺 Si vives pendiente de la opinión de los demás, entonces no te molestes en dar la tuya 🌺
🌻La libertad no es hacer lo que se te canta el trasero, es asumir las responsabilidades de nuestras acciones 🌻
🌷 Ser amable no significa ser hipócrita, sino ser lo suficientemente maduro para entender que no todos somos iguales 🌷
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— ¿Cómo que no hay contacto con el buque? ¡Debió llegar hace 6 horas al puerto Lido-San Nicolò!
— ¡Perdonami, Ms. Olivia! ¡He enviado a mis hombres al lugar!
— ¡Más les vale que-! -interferencia- ¡¿ALONZO?! ¡¿CIAO?!
Se había cortado la comunicación de repente, dejando a la vanidosa mujer con sus ojos abiertos de par en par. Después de todo, sólo habían rumores... ¿Sólo eran eso, no es cierto? Bajo su inmenso tapado de plumas, se dispuso a bajar las escaleras de marfil de la lujosa mansión donde momentos antes, esperaba con tranquilidad y unos tentempié de caviar, a su octavo esposo.
Sin embargo, en vistas de un sabotaje hacia sus negocios, por lo pronto decidió abandonar el sitio. Subió a toda prisa en su limousine, con la respiración agitada y la mente nublada por las terribles suposiciones de que los oficiales estén pisando sus talones.
— ¡Directo a Dolfin Manin! -
Ordenó, mientras el vehículo se ponía en marcha, dejando atrás la imponente estructura para dar paso a calles con ánimo festivo, donde bailes y disfraces inundaban el paso por completo
— ¡Demonios, rota y ve por otro lado! ¡Necesito llegar a resguardo! -
— Miss, dicen las serpientes que la preocupación es sólo el temor a que ciertas cosas ocurran. . . -
Unos profundos orbes verdes se reflejaron en el retrovisor, los cuales parecían perforarle la frente a la asustada pasajera. Cabellos oscuros y ondulados, labios perfectamente maquillados. . . élla no era su chofer. La joven, con una landina sonrisa, volvió a hablar
— Descuide, no le comerán la lengua. Aunque le aconsejo que se quede tranquila en su lugar -
La mujer abrió la puerta de un tirón, tratando de huir entre una multitud colorida y errática, desorientándola y provocando que elija un callejón muy oscuro y diferente al ajetreado lugar donde se encontraba momentos antes. Observándola correr torpemente, la joven soltó una leve risa
— Quien avisa no traiciona -carraspeó y levantó un poco su hombro derecho- Calli Della Chiesa, recoge ahí el paquete -
***
Tenía la planta de los pies raspada y algo ampollada por la carrera, encontrándose perdida en el bajo fondo de la ciudad, con los zapatos rojos de largo tacón colgando de las manos. Vagaba tan ensismada en sus temores, que por poco no se cae en las oscuras aguas del famoso canal, llegando al final del camino. La respiración agitada hacia eco en sus oídos, mirando raudamente hacia todas direcciones, incapaz de ubicarse. Dio algunos pasos hacia la calle a su izquierda, topándose para su buena suerte con una turista de cabellos rojizos y enrulados, quien parecía algo borracha por sus movimientos atontados y sonrisa burlona en su pecoso rostro.
— ¡Aiutare! ¡Giovane donna! -la detuvo tomando sus brazos- ¡Necesito llegar al centro, prego! -
Trataría de aparentar un robo, o algo similar, para despistar a la joven y dispararle con el arma que traía escondida bajo el abrigo. Pero, la desconocida parecía estar ignorándola, aún con ésa expresión burlesca. Iba a repetir sus palabras, cuando algo en su mente pareció accionar un interruptor: uno que la impulsó a escapar lo más lejos posible de ella. No obstante, un objeto alargado se interpuso en su corrida, haciéndola caer pesadamente en la calle de adoquín, lastimándose la cara en el abrupto.
Con algo de sangre corriendo por su mejilla, se dió la vuelta y trató de retroceder aún en el suelo, arrastrándose, para sentir de golpe el frio filo de un arma larga posándose en su cuello, el cual con sólo el tacto, había hecho un fino corte. Mientras una gota de ese líquido rojo bajaba por su torso, los iris marrones de la mujer se deslizaron lentamente hacia su izquierda, encontrando unas piernas largas, enfundadas en botas de un cuero negro que parecía reconocer de otro sitio. Una fotografía de mala calidad, ahora que hacía memoria. Junto a varias advertencias, por parte de su círculo financiero.
— N-No me hagas nada. . . no sé nada. . . -
El filo golpeó levemente su mentón, haciendo otro corte y ordenando silencio. Entonces, con las extremidades temblorosas, se armó de valor para ver el rostro de su atacante y encontrarse de frente con algo de lo cual se había burlado, aluciendo a cuentos fantásticos y leyendas antiguas.
Con una mirada carmesí, profunda y brillante. Una expresión neutra, y asesino semblante.
— ¡Éso dicen todos! -una voz frente a ella le hizo dar un sobresalto. Era la colorada que ahora tenía una expresión de molestia
— La lengua no es necesaria para delatar la verdad -quien se había hecho pasar por su chofer, una muchacha morena, había llegado también - Líder, la primera misión fue demasiado sencilla -
La joven de mirada intimidante sólo dirigió sus orbes hacia la derecha, donde otra muchacha, pequeña y de tez clara, observaba con algo de resquemor la escena.
— Que no te engañen las apariencias, Fiore -su voz se oía profunda, y dictatorial. Estaban perfectamente a la altura de su amenazante mirar- Si vas a acompañarnos, ésto y peores cosas verás a menudo-
Viendo que la última parecía más frágil y susceptible, la descarada señora aprovechó para intentar manipularla, y hacerse con un rehén para poder escapar.
— ¡Ayúdame, por favor! ¡Quieren matarme, son unas criminales! ¡Si me tienes piedad, por favor-!
— ¿Quién mencionó algo sobre piedad? -la dueña de esa voz dulce e inocente, le había insertado una aguja en el cuello, interrumpiéndola y provocando que se desplome- Crímenes de tráfico infantil, venta de órganos y prostitución de menores. Revolcándote en dinero y lujos que están bañados en sangre inocente ¿Qué clase de compasión reclamas ante tanta crueldad? -
Las jóvenes tenían una gran expresión de asco ante la mujer que ahora estaba tendida en el suelo, incapaz de moverse pero sí consciente de lo que ocurría a su alrededor. Respirando con desesperación, al miedo lo sentía correr por su sangre cuando la arrastraron hasta un viejo sótano, cerca de allí. Presa de suposiciones, no podía razonar, ante las mil y una anécdotas y testimonios de colegas fallecidos que hablaban sobre lo mismo:
un equipo que era capaz de desmantelar las mejores organizaciones ilícitas, implacable ante quiénes cometían crímenes de lesa humanidad. Aún siendo ella, Peterson Olivia, con su custodia de 500 hombres armados hasta los dientes, y la mejor seguridad tecnológica del momento, consiguieron capturarla sólo reemplazando a su chofer privado. Incluso sin importar que grandes figuras políticas y religiosas estuvieran involucradas, habían acabado con cada uno de los objetivos que se cruzaban en su camino.
Por ello, sólo existían rumores, imágenes difusas y mil nombres. Se encargaban de limpiar todo rastro firme de la identidad de cada uno de los miembros, de la manera más minuciosa posible.
Pero sólo una cosa era cierta; había comprobado por sí misma, que nadie sobrevivía luego de observar la profunda mirada carmesí de su líder.
La Muerte estaba presente en ésa joven de inminente vacío.
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