Last Days of Winter
Eran los últimos días de invierno.
Aunque muchos no podían esperar a que finalmente se acabara, para él era complicado saber que su bella estación muy pronto llegaría a su fin por el año. Luego, tendría que sumergirse en su profundo sueño hasta que finalmente el Otoño le cediera la antorcha nuevamente dentro de un año.
Aspen se sentía muy melancólico esos días. Su mirada de hielo se apagaba, y él ya iba sintiendo las dulces caricias del mundo onírico llegar a él. De por sí, solía estar en soledad cumpliendo su labor, con pocas interacciones en el mundo mortal debido a su vida ahí como patinador de hielo profesional; pero ahora deseaba simplemente aislarse.
En esa tarde había ido a practicar sus rutinas de patinaje, a pesar de que ya no tenía más competencias a las que asistir en esa temporada, pero decidió acabar rápido. Antes de irse, quiso quedarse a ver la práctica de un equipo universitario que sí se preparaba para un evento especial de la ciudad de Moscú.
— Señor Aspen Winter, qué bueno encontrarlo por acá —se le acercó la entrenadora del equipo y lo saludó en voz baja.
— Profesora Novikova... Si, estaba ensayando hace un rato, y veo que también su equipo vino para practicar —miró hacia los patinadores—. Veo que han entrenado mucho su estabilidad desde la última vez.
— Los muchachos siempre se esfuerzan en mejorar —sonrió orgullosa de sus estudiantes.
Mientras observaba la práctica, no podía evitar volver a sentirse atraído por aquella joven pelinaranja que patinaba junto a sus compañeros, sin ser la protagonista en esta ocasión, como en sus hermosos recitales de ballet. Aspen observaba a la joven danzar sobre el hielo, y aunque a veces no se mostraba muy confiada sobre este, se notaba su esfuerzo.
— Perdone, ¿esa es la señorita Evelyn, no es así?
— Si señor, es ella, Evelyn Krylov. La estudiante del conservatorio de danza clásica. Es muy perseverante, y ha logrado mejorar su técnica en el patinaje, ¿no cree?
— Por supuesto. Recuerdo que la vez pasada sobresalió en la tutoría del equipo...
Evelyn seguía la melodía, como buena bailarina que era, y se coordinaba con sus compañeros en la rutina. Estaba concentrada solo en la pista, le era relajante en medio de la presión del evento; en medio de sus giros, cerraba a veces los ojos mientras mantenía el equilibrio, y luego volvía para patinar normalmente alrededor de sus compañeros. En una posición de descanso, sintió un leve escalofrío sobre ella, y al alzar la mirada, se encontró con los ojos cristalinos del zorro ártico que la observaba desde las primeras gradas.
Cuando Aspen notó que Evelyn conectaba su mirada a la suya, sintió algo distinto en sí mismo. No era igual que cuando cualquiera lo miraba a los ojos, de alguna forma, esa joven parecía tener algo diferente en su mirada. Algo místico.
Ella simplemente le sonrió por cortesía, y siguió en lo suyo.
Después de unos minutos, el equipo terminó la práctica y se tomó un descanso. Al igual que los demás, Evelyn patinó hasta el barandal de la pista y salió con cuidado hacia las gradas para buscar su botella de agua entre sus pertenencias. Fue así que notó nuevamente la presencia de Aspen.
— Buenas tardes, señorita Evelyn —se acercó a ella el zorro ártico, con un semblante tranquilo—. ¿Cómo le va?
— Buenas tardes —le sonrió—. Bien, si señor. Estoy con las últimas prácticas del equipo antes de la feria de la ciudad. Creo que ya está enterado —soltó una leve risa, y luego tomó un sorbo de agua.
— Sí, y veo que van muy bien. No le quito mucho tiempo, simplemente quería pasar a saludarla, y felicitarla por su progreso con el equipo.
Evelyn no pudo evitar apenarse ligeramente, ya que no consideraba que fuera para tanto como para recibir felicitaciones. Antes de agradecerle, notó que el joven parecía encogerse levemente en sí mismo, y le preguntó, preocupada:
— ¿Se encuentra bien?
— Si... Solo fue un malestar pasajero, no se preocupe.
— ¿Quiere que le traiga agua? ¿O alguna bebida caliente?
— No, no. Solo necesito descanso...
Justo en ese momento, Evelyn notó que se acercaba otra mujer, una osa de 32 años según su físico, con pelaje beige y ojos negros iluminados por destellos, como estrellas. Era una mujer muy bonita, que tenía un abrigo de color celeste y un gorro para el invierno, además de finas gafas de plata.
— ¿Aspen? Ay, por fin te encuentro —comentó con una sonrisa, y luego saludó cordialmente a Evelyn— Buenas tardes. Qué pena, ¿interrumpo?
— Buenas tardes. No, para nada.
Cuando el peliblanco se terminó de erguir, se sorprendió por la presencia de aquella mujer, aunque trató de disimularlo frente a Evelyn, y la saludó también.
— Astra, hola. Uhm, mira, te presento a Evelyn, una de las estudiantes del equipo universitario de patinaje. Señorita Evelyn, ella es Astra, una amiga mía que viene de visita a Rusia.
— Mucho gusto —le sonríe la joven loba—. Espero que disfrute su estadía acá.
— Igualmente. Y tenga eso por seguro, es un país asombroso —le respondió también con voz amable y calmada, mientras la miraba con leve curiosidad con sus ojos que parecían emanar destellos.
— Si me disculpa, ya me voy a retirar, señorita. Voy a descansar. Espero verla pronto —se despidió Aspen, mientras se daba la vuelta, acompañado de la osa.
Ambos fueron dejando el recinto, y cuando la nieve volvió a estar en contacto con el rostro del zorro, pareció dar un respiro de alivio, como si antes se estuviese sofocando. Astra lo notó, y esperó pacientemente a que él se recuperara y volviera a caminar.
Ambos dieron un paseo por la capital, Moscú, mientras la nieve caía suavemente y ellos se dirigían hacia las partes donde naturalmente era más solitario.
— ¿Cómo me encontraste tan rápido?
— Las estrellas son muy claras, especialmente las tuyas. Dijiste que necesitabas hablar conmigo, y bueno, no perdí el tiempo en buscar tu ubicación exacta.
— A veces me asustas —sonrió él de forma amistosa—. Si... Me gustaría poder hablar en un lugar privado.
— Podemos ir a la casa donde me estoy hospedando, ¿te parece?
Una vez él aceptó, fueron hacia las afueras de la blanca ciudad hacia aquella casita alquilada. A pesar de que poco a poco el clima se volvía más fuerte a sus alrededores, con ellos era diferente. Astra se maravillaba cada vez que veía al invierno seguir a Aspen con la misma tranquilidad que él transmitía, a pesar de que no precisamente fuera el invierno muy clemente hacia los mortales. Era sin duda un contraste interesante.
— Por cierto, qué joven tan bonita la que me presentaste. Hace rato no te veía tan cercano con alguien —junta sus manos mientras andaba—. Es más bonita en persona. Y sin duda es especial.
— Te lo dije... —apartó su mirada en cuanto notó a la osa sonreír de más— Uhm, lo de que es especial. Veo que no soy el único que nota algo distinto en ella.
— Mhm, sí. Debo aceptar que es una mortal muy peculiar... Me pregunto si es consciente de su naturaleza.
— No lo creo. Y yo tampoco estoy muy seguro de su naturaleza. Solo sé que no es de los nuestros.
Cuando llegaron a la casita, Astra fue de primeras a la cocina para preparar té. Mientras lo hacía, notó que Aspen, sin más, había salido al jardín privado de atrás, en mitad de la nevada de aquella tarde. Era impresionante, ella se estaba congelando y pensaba conversar frente a la chimenea con su buena taza de té, pero parecía que él no pensaba igual. Estaba en constante comunión con la nieve y el viento helado, como quien sale a bañarse con la luz del sol, excepto que para él, era más reconfortante esa oscuridad del Invierno acompañada de sus vientos.
Claramente no podía esperar menos del Solsticio de Invierno en persona.
Astra no quería interrumpir esa mágica conexión, por lo que se tomó su bebida en la cocina, y después se armó de valor y se abrigó de nuevo para salir hacia donde estaba el peliblanco.
En ese momento, notó que su corto cabello de nieve ondeaba ligeramente. Sus rasgos faéricos empezaban a surgir libremente, su Glamour se iba desvaneciendo y revelando su bello abrigo negro con detalles blancos de escarcha. Astra entendió ese cambio. Con respeto, se fue acercando, sin llegar a ponerse de su lado.
— Yule...
Cuando el zorro ártico giró la cabeza, Astra notó sus ojos escarchados, y sintió que el frío la rodeaba. Sin embargo, pudo notar que esos ojos, a su vez, estaban apagándose, y el brillo que les quedaba era solo de nostalgia. Aquel Solsticio seguía manteniendo su majestuosidad, pero algo en él se marchitaba, y eso le preocupaba. Cuando él miró al frente, su fría y aun así serena voz se hizo presente.
— Vine por un tema muy importante, Astra... Otro invierno acaba, y yo sigo sin cumplir mi misión. Camino en círculos, sigo sin obtener respuestas. No sé qué hacer...
Y de inmediato lo entendió. Bajó la mirada mientras dejaba un suspiro escapar.
— La Diosa...
Aspen, o más bien, Yule en su verdadera forma, alzó levemente la cabeza hacia el cielo, manteniéndose de espaldas a la osa.
— Me temo que pase otro año sin frutos... Tú misma lo dijiste. Nuestras estrellas se apagan... Han pasado siglos. Temo que llegue otro invierno sin encontrar a Su Majestad, y entonces, sea demasiado tarde para nosotros, y para este mundo.
— Los Solsticios no pueden desvanecerse, lo sabes, Yule —mencionó Astra con leve tristeza al pensar en esa posibilidad—. Todos dependemos de ustedes. De lo contrario...
—... Necesito tu ayuda, Astra —se dio la vuelta, esta vez, con un gesto serio.
La osa frunció el ceño con confusión, y luego, dio un paso hacia él.
*****
En medio de la fría noche inclemente, Yule caminaba entre su nieve. Vio al cielo una vez más, y notó las estrellas de la zona titilar. Astra ya se había puesto a trabajar.
"Sabes que he pasado siglos intentando encontrarla mediante las estrellas, los planetas, las lunas..."
"Quiero que lo intentes de nuevo"
Muy en su interior, Yule no perdía la esperanza. O no quería perderla. Su Diosa seguía viva, o de lo contrario, su corazón no seguiría latiendo como lo hacía.
En esos pocos días de invierno que quedaban, Yule se propuso cuidar a Astra, hasta que ella encontrara en las estrellas la respuesta que necesitaban. El paradero de su divina Creadora.
De esa forma, reunió sus fuerzas y revivió el brillo de sus ojos de hielo. Su aura, hecha de los vientos del Norte, se fue manifestando y llamando a los espíritus del Invierno para terminar con su labor asignada, proteger y defender.
Debía hacer un último esfuerzo antes de tener que caer en su sueño profundo.
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Buenas. No, no me morí xd
Casi. PerooO- el lore apenas comienza :)
Me desaparecí por mucho tiempo, pero finalmente me iluminé y tenía que volver a escribir :3
Se supone que primero iba a actualizar algo para el cumple de Iyad xd pero aprovechando la ocasión, tuve que escribirles un poquito sobre un personaje que me falta presentarles, y ese es Aspen/Yule. Además de ir adelantando cositas sobre Astra 🌟💫, quien es otra chica que he venido creando hace mucho tiempo, y bueno... Ya se va concretando más y más >:3
Espero la próxima llegarles con lo de Iyad, y (ojalá xd) una presentación que tengo ahí en los borradores >:)
También les tengo un Q&A pendiente aa
Por el momento, vuelvo a ser una adulta responsable de la uni *iora*
Espero les haya gustado esto, no haya sido tan confuso xd y nos leemos pronto
Bye~ ^-^
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