CAPÍTULO 28

—La familia es lo más importante que tenemos —expresó Arthur Sigma, mientras me miraba fijamente—. No tiene sentido huir de ella porque tarde o temprano terminarás necesitándolos.

Que dolor de cabeza que me producía tener que oír cada palabra que salía de su boca.
Cada sílaba que pronunciaba, explotaba como una bomba en mis tímpanos y me hacía apretar los dientes para aguantar las ganas que tenía de soltarle un puñetazo.

Estiró su impecable bata blanca, quitándole hasta la última arruga, y se me acercó con cautela.

—¿Qué es lo que estás maquinando en aquella increíble mente que tienes? —Consultó con entusiasmo y me miró fijamente, esperando mi respuesta.

—No maquino nada, simplemente me estoy aguantando las ganas que tengo de clavarte mi daga en el cuello —dije con tanta frialdad, que hasta un escalofrío me causó al terminar.

¿De dónde había salido toda esa rabia acumulada?

—Usa tu cabeza para otra cosa porque ya estoy muerto, querida —chasqueó la lengua como si fuese un tema más que obvio—. ¿Serías capaz de matarme, nuevamente, si tuvieras la oportunidad?

—Si —afirmé, con el pecho inflado del coraje que me provocaba responder a estas preguntas estúpidas que Sigma formulaba—. Te mataría una y mil veces más sin pensármelo ni un segundo.

Y juraba por mi difunta madre que lo haría.
Tan perturbada me había dejado aquel hombre, que verlo muerto era lo único que me animaba a dormir tranquila.

Luego de mi respuesta, debía de haberle quedado más que claro lo que opinaba sobre él, dentro de mi círculo familiar.
Sigma no tenía participación dentro del mismo.

—Es muy triste que le digas eso a tu padre —simuló dolor, poniendo su mano derecha sobre su pecho—. Sin embargo, espero que no pienses así de tu hermano.

Alcé la cabeza al oír algo que por fin me generaba interés.

—No lo juzgues sin antes conocerlo —me advirtió dando un paso hacia atrás—. Killian vale la pena, Scarlett. No olvides esto que te estoy contando, al fin y al cabo es parte de tu familia y debemos permanecer juntos, hija.

Su imagen desapareció, sin darme la chance de expresar las mil y un preguntas que me habían surgido respecto a mi hermano.

Apenas pude distinguir dos siluetas agachadas a mi lado, cuando fui capaz de abrir los ojos.
Estaba todo aún muy borroso y la cabeza me daba vueltas sin parar.

—Hey, Scarl —susurró Colin, quien se aproximó para quitarme los cabellos del rostro y asegurarse de que estuviera bien—. Te has ido unos largos cinco minutos.

—Killian —fue lo poco que pude formular. Aún sentía la boca y las facciones de mi rostro adormecidas.

Este otro se aproximó y apoyó su mano sobre mi rodilla.
Una ola de calor trepó por mi muslo apenas se generó el contacto de nuestros cuerpos.

Al parecer, él también lo había sentido, puesto a que la retiró velozmente.
Ninguno de los dos dijo palabra alguna al respecto.

—¿Puedes explicarme qué demonios haces aquí? —dije con pesadez.

Me estaba costando muchísimo hablar.
Era como si tuviera la lengua hinchada y los labios anestesiados.

—¿Tú qué crees? —Preguntó con una sonrisa amarga—. Estoy aquí pagando el precio por todo el mal que ha causado mi padre.

Que fuerte haber llegado a pensar que Killian sería la versión 2.0 de Arthur Sigma.
Su imagen había sido pintada como la de un hombre cruel, despiadado y horrible.
Se nos dijo que su plan era continuar con el legado y así mismo seguir generando el caos sobre estas tierras pero este chico que tenía enfrente no podía ser el tan nombrado Killian Sigma. Simplemente no cuadraba su descripción con lo que estaba viendo.

—Por lo menos tienes mejor pinta de lo que se rumoreaba —señaló Colin, tratando de romper el silencio que se había formado—. No eres tan feo.

—¿Se dice que soy feo? —Indagó este otro, con sorpresa en su rostro.

Solo bastaba con mirar a Killian por unos cortos segundos para notar lo lindo que era.
Aún así todo sucio y con el cabello largo, seguía siendo atractivo.

—Se han dicho tantas cosas sobre ti —exhaló Colin con pesadez.

Dejó de lado a mi hermano y me extendió el brazo, para ayudarme a ponerme de pie.
Así mismo lo hice y recargué mi peso sobre la pared rocosa para no perder el equilibrio.
Ya me estaba empezando a sentir mejor.

—¿Hace cuánto tiempo estás aquí? —Retomé la conversación.

Necesitaba recaudar toda la información posible antes del evento de esta noche.
La hora de ir a alistarse se estaba acercando y Asier no tardaría en notar mi ausencia.

—Menos de dos semanas, probablemente —dijo pensativo y le creí luego de ver el estado de su ropa.

Vestía una remera gris oscura, con la tela manchada con tierra y sangre seca. Apenas rasgada en la manga del brazo.
Sus piernas estaban cubiertas por un pantalón militar, similar al nuestro y unos borcegos negros iguales a los míos, solo que varios talles más grande.

—¿Y cómo es que has terminado aquí? —Continué de manera impaciente—. ¿No deberías de estar en tu lujoso laboratorio para seguir con todos los planes de Sigma?

Esa información era la última que nos habían dado sobre su paradero.
Incluso me habían ordenado la búsqueda y captura suya, con la ayuda de Victoria.

¿Acaso Autumn siquiera sabía la realidad que estaba viviendo Killian?

—¿Si eres consciente que ya han pasado tres años desde que se filtró aquel video de mi padre haciéndome responsable de su plan, verdad? —Inició sin ninguna gracia en su voz—. La segunda base científica que tenía mi padre ha sido destruída hace tiempo ya. Me la he pasado viviendo en una pequeña granja al sur del país, escondiéndome de todo o por lo menos eso pensé hasta que las estúpidas Deidades me encontraron.

—¿Entonces nunca has tenido la intención de seguir con los planes de Sigma? —Dije intentando ser lo más directa posible.

—¡Claro que no, Scarlett! —Expresó con obviedad mientras caminaba en círculos alrededor de la celda—. He sido usado durante toda mi adolescencia por ese hombre, que decía ser mi padre, para experimentar. ¿Cómo crees que he terminado con un ojo colorido y otro ciego? Fui su primer experimento, o como él solía catalogarme, 001.

Había un montón de cabos sueltos que no terminaban de cerrarme.
¿No se suponía que Asier había sido su primer experimento? ¿Por qué nadie mencionaba a Killian Sigma?

—¿Y cómo es posible que hayas salido con ojos fugaces? —Intervino Colin, quien de seguro tenía mil preguntas más para hacerle.

—¿Con que así los llaman ahora? Fugaces —Se sorprendió el otro—. En mis tiempos ni siquiera tenían nombre. Simplemente era un defecto que Arthur prefirió ocultar y es por ello que nunca nadie supo de mi existencia.

—¿Pero cómo es que te han tocado a ti? —Insistió el mayor de los Hard—. Según era sabido, solo Scarlett y su madre han sido las únicas dos personas en tener esta cualidad.

—Insisto, eso es lo que les han hecho creer —se encogió de hombros y tomó asiento, apoyado contra los barrotes—. He estudiado la composición del ADN en mi cuerpo, luego de haber sido intervenido por mi padre. A mi me han tocado estos ojos debido a un cromosoma defectuoso con el cual nací.

—Eso es imposible —lo interrumpí y luego de reorganizar mis pensamientos continué—. Se suponía que mi madre había sido la razón por la que mi material genético había salido defectuoso. Nosotros no compartimos la misma madre.

—Pero si el mismo padre —señaló y me observó fijamente—. ¿Tú crees que Sigma sería capaz de admitir que el primer gen defectuoso, el cual desencadenó todo esto, fue el suyo? Él nunca habría hecho pública esa información.

Mi mente estaba haciendo un gran esfuerzo por seguirle el paso a las explicaciones que estaba escuchando.
Si mal no había entendido, el culpable de todo esto había sido el mismísimo Arthur Sigma.
Este supo desde un principio que los ojos fugaces de su hijo habían sido un desperfecto de nacimiento, ¿entonces por qué decidió arruinarle la vida a dos personas más?

—¿Cómo es que mi madre ha podido portar ojos fugaces? Ella no era pariente directo —expuse.

—Debe de haber sufrido alguna alteración en su material genético durante el intercambio sexual con Arthur o quizá durante su embarazo, contigo en su vientre —explicó seguro de sus palabras—. Esas siempre fueron mis hipótesis pero nunca pudimos ponerlas a prueba, ya que mi madre murió sin haber sido intervenida. Lamentablemente Patricia tuvo que ser la desafortunada.

Que impactante era estar escuchando todo esto salir de la boca de un completo desconocido.
Killian hablaba de mi madre como si la hubiese conocido durante toda su vida.

—¿Has podido conocerla? —Inquirí con un nudo en la garganta—. A mi madre, digo.

Una parte de mí no quería oír nada relacionado a ella en estos momentos.
Era demasiado doloroso.

—Si —se sinceró y de inmediato agachó la cabeza, como si sintiera vergüenza—. De hecho ella ha sido como una madre para mí durante un largo tiempo, hasta que Arthur...bueno, ya sabemos el resto de la historia.

—Que fuerte todo esto —admití.

Inhalé y exhalé dos veces para lograr calmar la ansiedad que estaba trepándome por la espalda.
No me caía nada bien ser bombardeada con tanta información que atentaba contra mi vulnerabilidad.

—Yo sigo sin poder creer que te tengo enfrente —confesó mi hermano—. He querido contactarte hace mucho tiempo, Scarlett.

—¿Y por qué no lo has hecho antes?

—Todo el mundo quiere mi cabeza en una estaca, hermanita. No podía contactarte y arriesgarme a que algo me sucediera —se sinceró.

Hermanita...
Sonaba tan distinto oír otra voz llamándome así.

—No te ha funcionado muy bien lo de esconderte —señaló Colin y le dio una palmada en el hombro—. ¿Por lo menos tienes alguna idea de qué quieren conseguir contigo aquí dentro?

—No tengo idea —confesó cabizbajo—. Solo sé que Asier dijo que me preparara para esta noche. Su hermano ha bajado a avisarme que más tarde pasarían por mi.

Así que esa era la razón por la que Theo había aparecido en los túneles. Ambos hermanos eran cómplices de este hecho espantoso.

—¿Theo te ha dejado el ojo morado? —Consulté, mientras me acercaba a él.

Pasé los dedos sobre su pálida piel y toqué la zona afectada.
Parpadeé más de una vez, sintiendo como mis ojos cambiaban de color al volverse a celestes.
Levanté la mano y listo, no quedaban rastros del maltrato que había sufrido el rostro de Killian.

—Yo podía curarme a mí mismo antes —dijo con melancolía. Pasó por alto mi pregunta anterior—. Todo era mejor teniendo dos ojos fugaces.

—¿Y qué te ha sucedido en el ojo ciego? —Intervino Colin y así logró quitar la tensión que se sentía en el ambiente.

—Mi padre intentó revertir lo que había causado y fue mi ojo el que tuvo que pagar el precio. Prácticamente me lo quemó, dejándome ciego del lado izquierdo.

—¿Y no puedes usar tus poderes si no tienes los dos? —Pregunté sin poder creerlo.

—No —se lamentó—. Desde ese entonces nunca más he podido controlarlos.

Próximamente subo el siguiente mis amoresssssss❤️❤️❤️

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top