CAPÍTULO 27
—Buen día, bonita —saludó alegre, para continuar con una reverencia—. ¿Descansaste bien?
—Hola —le devolví el saludo —Si, la verdad es que he dormido como un tronco. La cama es comodísima.
Theo sonrió ante mi respuesta positiva y se colocó, en la cabeza el gorro, tipo vaquero, que traía colgado del cuello.
De hecho, su vestimenta insinuaba que él mismo había estado ayudando en la recolección de los frutos.
Vestía una bermuda de mezclilla con algunas manchas de tierra y una camisa sin botones, manga corta de lino.
Se lo veía cómodo y fresco, cien por ciento apto como para pasar cuatro horas debajo del sol cortando racimos.
—¿Ha estado duro el trabajo? —Indagué al ver que la frente le sudaba.
—Si que lo ha estado —resopló mientras limpiaba todo rastro de transpiración que amenazaba en resbalarle de las sienes—. No me ha quedado más opción que ayudar a los muchachos desde temprano. Todos sabemos que sin vino no hay ceremonia.
—Ni que fuera tan importante —desestimé el evento—. Podríamos tomar agua de la fuente que está en la plaza y aún así sería un evento inútil.
—No es tan inútil, Scarlett —resopló, sabiendo que tendría que explayarse—. Ya te he dicho que es un acto simbólico. Lo único que queremos es que la gente pueda conocer a nuestra figura modelo, la cual eres tú.
—Ya mucha gente me ha visto deambulando por la ciudad, Theo. Podría ser algo casual también.
Dio media vuelta y emprendió su marcha hacia el galpón que descansaba al fondo de la granja.
Hizo un ademán para que lo siguiera y así mismo hice, pisando sobre las piedras del sendero para no llenarme de lodo.
—Es muy simple —retomó la conversación, cuando lo alcancé—. Una vez estés preparada, te escoltaré hasta la plaza. Allí estarán todos reunidos esperándote. Asier te presentará, hará un ritual de renacimiento para darte a conocer cómo La Falla pero con una connotación positiva, luego beberemos vino de manera simbólica y luego beberemos aún más para emborracharnos y festejar tu llegada.
Parecía un plan absurdo si te lo presentaban de tal manera.
Theo solo parecía motivado en asistir por la parte en donde se bebía el alcohol, más que a la celebración en sí.
Se notaba que cooperaba y no le daba vueltas al asunto solo para apoyar y complacer a su hermano.
El no creía en mí como a una figura celestial, aquello ya me lo había dejado más que claro, pero me sorprendía que aún así él decidiera participar.
—¿Y a qué te refieres por ritual de renacimiento? —Pregunté, sin poder evitar la duda.
—Es una forma simbólica de decir que te dará la bienvenida —se encogió de hombros—. De seguro Asier dirá unas palabras en tu honor y tal.
Asentí y lo acompañé hasta el fondo, donde tres chicos se encargaban de tirar los racimos de uvas dentro de una gran máquina.
—¿Tienes ganas de darnos una mano o tienes otros planes, princesa? —Consultó conmigo antes de agarrar la carretilla repleta y volcar todo el contenido, dentro del aparato metalizado.
Sus ojos brillaban de un rojo reluciente, dejando en evidencia el uso de su súper fuerza.
—Tengo un rato libre —cedí ante su pedido.
(...)
Se veía un hermoso atardecer desde lo alto del edificio abandonado, donde me encontraba.
Con el cielo pintado de un naranja brillante, y uno que otro destello morado que brindaba armonía a la gama de colores.
Calculaba que debían faltar unos pocos minutos para que todo se sumiera en la oscuridad de la noche, por lo cual, debía buscar a Colin lo antes posible.
Me teletransporté a la primera planta y salí por lo que alguna vez fue una puerta de cristal funcional.
Troté los primeros metros y luego tuve que aminorar la marcha para no levantar sospechas ante mi apuro.
—¿Has visto a Colin? —Le pregunté a Luke, quien salía del elevador, acompañado de Katherine.
Ambos vestían nuestro clásico uniforme camuflado.
Parecía que la mayoría nos habíamos puesto de acuerdo para vestirlo, mágicamente.
—Está en nuestro cuarto —se le adelantó la rubia y les di paso para que desocuparan el ascensor—. Dijo que estaba esperándote.
—Genial, gracias Kate.
—¡Espera! —Me detuvo Luke—. ¿Qué es lo que traen entre manos?
—Es un secreto, rubio —le dije en voz baja, para que dejara de gritar—. Más tarde te lo cuento.
—¿Y si alguien nos pregunta dónde estás, qué le decimos? —Consultó nervioso.
—Inventa algo, aprovecha esa imaginación que tienes —palmeé su hombro y me adentré en el elevador.
—¡Diré que estás constipada en el baño! —gritó para hacerse oír, a medida que las puertas iban cerrándose—. A mi me han caído mal las tostadas, diré que a ti también.
Ni le respondí.
Si aquella excusa lo hacía feliz, entonces a mi me dejaba tranquila.
Atravesé la puerta de mi habitación y allí estaba, el mayor de los hermanos Hard, esperándome de brazos cruzados.
—Ya era hora de que fueras llegando —le dio golpecitos al reloj negro que descansaba en su muñeca.
Aquel objeto había resultado un regalo, por parte de Autumn, que le entregó el día que regresó de su primera misión aérea en helicóptero.
—Por lo menos has tenido tiempo de cambiarte —bromeé al ver que íbamos a juego.
—Si, que diferente me sentía con aquellas pintas de niño rico —se tocó la frente avergonzado y negó con la cabeza rechazando la idea—. Detesto las camisas.
—Esperemos que esta noche sea la última vez que toque usarlas.
Bajamos por las escaleras para no levantar sospechas, solo que no nos detuvimos en el lobby principal.
Dejamos atrás varios escalones más hasta encontrarnos dentro de la cochera subterránea de los Uselay.
—¡Santo cielo, que vehículos! —Exclamó mi acompañante—. ¿Habrán sido conducidos alguna vez?
—Pregúntaselo esta noche a Asier —sugerí y me sentí mal de quitarle la oportunidad de tocar aquel auto anaranjado que no paraba de mirar—. Terminemos con esto y ya luego ves los vehículos de más cerca.
—¿Se supone que este es el túnel? —Señaló el espacio donde nos encontrábamos.
—No, bobo. El tunel está debajo, solo que este es el subsuelo más cercano.
—¿Y la puertita de ingreso?
—¿Pero es al vicio que tienes esos dos ojos amarillos? —Inquirí con sarcasmo y le di un golpecito en el hombro—. Tienes que usar más la cabeza, Colin.
—Puedo jurarte qué hay veces donde olvido lo anormal que soy —admitió y esperó mis próximas órdenes—. Cuando tú digas, jefa.
Le agarré la mano y al abrir los ojos ya estábamos bajo tierra.
Tiré de él para que reaccionara y me siguiera a través del túnel principal.
Colin estaba asombrado con la infraestructura y sorprendido del excelente sistema de iluminación que tenían.
¿Sistema de iluminación?...
—Las luces no deberían estar encendidas... —frené de golpe para largar aquellas palabras en un susurro apenas audible—. Tiene que haber alguien más aquí abajo.
—Intenta usar tus ojos morados para ver a través de las paredes —sugirió, mientras avanzábamos pegados al muro, intentando no exhibirnos por completo.
—Estoy demasiado lejos aun —respondí, lamentando que la vista de rayos x tuviera un cierto alcance—. Tu sígueme, ven.
Nos topamos con los tres caminos que había visto la vez anterior.
Aún así llamó mi atención ver que la mano sangrienta, estampada contra la pared de granito, ya no estaba.
—Aquella es la entrada, solo que han limpiado la sangre —gruñí entre dientes y avancé con cautela.
El rastro rojizo ya no estaba, pero sabía que si continuábamos, en algún momento íbamos a topar con lo que buscábamos.
Recorrimos unos metros hasta que llegamos a un sector más amplio.
Las paredes eran de ladrillo rojizo y a los lados parecían haber...
—Celdas —dijo Colin asustado—. ¿A quién se supone que han metido aquí dentro?
—No lo sé —confesé, sintiendo un escalofrío bajar por mi nuca—. Esto no me está gustando nada.
La habitación estaba demasiado oscura como para ver con nitidez.
Si se alcanzaban a notar los barrotes oxidados y cadenas adornando el techo. Las celdas tenían un banco y un tacho blanco dentro, nada más.
Algo extraño tuvo que haber ocurrido aquí abajo.
—Y el pasillo continúa —señaló Colin— Ven, estemos juntos.
Se oyó un grito más adelante, seguido por dos voces masculinas que discutían.
—Agarra uno de mis cuchillos por las dudas esto se ponga feo —le avisé.
Desenvainé mi daga de diamante y la mantuve por lo bajo, lista para afrontar algún ataque inesperado.
Mi cerebro imaginó mil situaciones posibles pero nunca me preparó para lo que me tocó presenciar.
Allí estaba Theo, parado frente a una de las celdas, hablando de manera agresiva con quien fuera que estuviera dentro.
Parecía estar herido, con un pequeño corte en la ceja, ya que no dejaba de sobarse la zona.
—Y por estas razones es que estás aquí metido —dijo este, agarrando los barrotes, enfurecido—. Todos ustedes tienen el mismo carácter. Parece ser herencia familiar.
—Yo no quiero tu ayuda, niño —respondió una voz desconocida, que nunca había oído con anterioridad—. Vete y déjame solo.
Theo no pronunció ni una palabra más.
Dio media vuelta y sus pasos empezaron a aproximarse.
—Mierda —resoplé.
Actuar por instinto era mi especialidad. No disfrutaba los nervios del momento ni el bombeo de mi sangre explotándome los tímpanos, pero resultaba muy efectiva al momento de aplicarlo.
Tomé la mano de Colin y nos teletransportamos.
Tuve un mal cálculo de visualización, respecto a nuestro nuevo destino y aquello casi nos cuesta nuestra discreción.
—¿¡Que carajo!? —Se sobresaltó aquel chico que discutía con Theo.
Colin atinó a dar un paso al frente para taparle la boca antes de que pudiera delatarnos. Sostuvo un cuchillo sobre su garganta para que permaneciera en silencio.
—¿Todo bien allí dentro, Killian? —Consultó Theo, alzando la voz para hacerse oír.
—No ha sido nada, ya vete —contestó apenas le permitimos hablar.
Todo rastro del rubio desapareció.
—¿Killian? —Inquirí con el corazón latiéndome a mil por hora—. ¿Killian Sigma?
Colin lo dejó ir y regresó a mi lado.
El desconocido dio un paso hacia el frente y con la poco luz que entraba por el pasillo, lo vi.
Era un chico alto y de contextura media. De cabello castaño claro y lacio, solo que desarreglado ante el abandono. Con la barba un poco crecida pero que daba lugar a reconocer sus finos labios y aquella nariz respingada.
Piel blanca, con algunas manchas de sangre, pero lo que más llamaba mi atención eran sus ojos...
—Tienes ojos fugaces...— balbuceé sin poder creer lo que estaba presenciando.
—Querrás decir un ojo fugaz —río con amargura pero al instante se quedó estático para mirarme con detenimiento—. Tu tienes dos ojos fugaces.
Me acerqué sin poder evitarlo y le agarré el rostro sin siquiera pedir permiso.
El ni se inmutó y a pesar de sacarme más de una cabeza de alto, lo obligué a rebajarse.
Si era cierto, él tenía solo un ojo fugaz. El otro parecía estar entre un color celeste blanquecino que no terminaba de descifrar.
—Ese otro ojo está ciego, Scarlett —habló con cautela para no espantarme.
Retrocedí un paso debido al desequilibrio emocional que estaba comenzando a experimentar.
Sentía mi pecho a punto de explotar.
—¿Sabes quién soy? —Fui capaz de formular aquello antes de experimentar cómo se nublaba la vista de a poco.
No era el momento de tener un ataque.
Hacía mucho que no me desvanecía ante la presión.
Ambos chicos reaccionaron y consiguieron sostenerme antes de que mis rodillas tocaran el suelo.
Me acomodaron, sentada, en una esquina y esperaron a que me recompusiera.
Debía de estar pálida cuál fantasma y no me quedaron dudas luego de ver el rostro de preocupación de Colin.
—Tómatelo con calma, Scarl —sugirió este último y se agachó en cuclillas a mi lado—. El no te hará daño.
—Nunca tendría la intención de lastimarla —insistió Killian. El fruncía el rostro como si aquel comentario lo hubiera lastimado—. Ella es mi hermana.
Colin se levantó de un solo salto y lo agarró por el cuello. Sus cuerpos chocaron contra la pared de manera brusca pero Killian no ejerció resistencia en absoluto.
—Ella no tiene nada que ver contigo, basura —masculló con odio, el mayor de los Hard—. Ella no está relacionada a tu familia de psicópatas.
—Que bueno, porque yo hace tiempo que no pertenezco a aquella familia que tanto mencionas —refutó este otro y se zafó de su agarre.
Oía que intercambiaban más palabras entre ellos pero la cabeza me daba tantas vueltas que se me hacía imposible enfocarme por completo.
—Tengo tantas preguntas que hacerte...
Aquello fue lo último que pude formular antes de perder la conciencia.
AYYYYYYYYYYYYYY QUE EMOCIONNNNNNNNNNNNNN AHHHHHHHHHHHHHH
NO TUVE TIEMPO A REVISAR LA ORTOGRAFÍA ASÍ QUE MAÑANA LO HARÉ PERO NO QUERÍA DORMIRME SIN ANTES SUBIRLES ESTE CAPÍTULO ❤️❤️❤️
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