CAPÍTULO 25

La primera parte del túnel parecía ser un vacío infinito. Completamente oscuro, a excepción de la Luz de la linterna.
Definitivamente prefería dormir en la plaza antes que caminar a través de esto sola.

—Aquí, déjame encender las luces —dijo a medida en la que exhibía un tablero eléctrico en la pared.

Al instante se encendieron unos focos amarillentos.

Caminamos muy poco y doblamos a la izquierda, donde se veía un pasillo sin salida y una escalera que trepaba a una compuerta de acero.

—¿Este túnel recorre la ciudad entera? —consulté, viendo qué más adelante continuaba.

—Si, solo lo que está dentro de nuestros paredones. Es por cuestiones de seguridad en caso de que nos toque desalojar el lugar sin ser vistos —explicó y se giró para abrir la compuerta.

Ingresó un código de tres dígitos: 583

—Después de usted, mi señora —fingió elegancia a modo de broma y me cedió el paso.

Estaba por subir pero de pronto me invadió una inmensa curiosidad por continuar con el resto del trayecto.
¿Qué apuro tenía en irme a dormir? Mejor era poder recaudar la mayor cantidad de información posible.

—Déjame ver velozmente el resto y nos vamos —dije con una sonrisa inocente y me largué a correr por el túnel.

El sonido de mis tacones, contra el suelo de concreto, producía un eco que se mezclaba con los pedidos de Theo para que me detuviera.

Finjí reírme mientras seguía sin mirar atrás, sabiendo que el me seguía.
Pretender que estaba bromeando era la única excusa que se me ocurría y sabía que el rubio no se molestaría.

Pasé unos cinco pasillos, todos iguales, con escaleras y compuertas que subían a la superficie.
No me detuve hasta que me topé con aquel callejón de múltiples opciones.

Un foco amarillento iluminaba las tres posibles rutas que podía tomar. Eran exactamente iguales, o eso pensé, hasta que me acerqué a examinarlos con mayor detenimiento.

Las paredes de cemento gris eran idénticas pero mi ojo detallista logró captar una mano ensangrentada en el túnel de la izquierda. Cómo si hubiese sido de alguien que fue arrastrado a la fuerza por ese hueco e hizo un intento por agarrarse de los muros.

Me dio un pequeño espasmo en el pecho y debí de agarramelo para que se me pasara. Fue un cosquilleo que me pedía a gritos ir y averiguar de quién era aquella mano marcada.

Sentí las pisadas del rubio con mayor intensidad así que corrí por el pasillo principal causando el choque de nuestros cuerpos.

Colisiónanos levemente y Theo me miró desconcertado mientras que yo fingía la risa de una niña que buscaba jugar a las atrapadas.

—Te dije que te detuvieras —expresó con una leve falta de aire. El pecho visible, a través de su camisa, le subía y bajaba sin parar.

—No debe haber sido fácil correr con esos pantalones ajustados, ¿verdad? —seguí molestándolo para disuadirlo de darme un sermón.

—Nunca tuve en mente tener correr detrás de ti —me miró con el ceño fruncido y se recargó contra la pared para recuperar el aliento—. Puedes perderte en este lugar y es lo último que necesito.

—Solo estaba bromeando contigo, tranquilo —golpeé su hombro con suavidad y emprendí marcha hacia la salida que nos dejaría en el lobby del edificio.

Subí por las escaleras y aparecí en lo que parecía ser una playa de estacionamiento subterráneamente o eso pude notar con la poca luz que emanaba de los túneles.
Theo se asomó con la linterna en mano y si, definitivamente no estaba errada.

Volteé para ojear bien el panorama y quedé sorprendida al ver varios vehículos llamativos en excelente estado.
Fue sorprendente ser consciente de que hacía años no veía vehículos coloridos y diversos como estos.

—Es la colección vintage de mi hermano —me explicó mientras encendía las luces de la cochera—. Tiene un gran amor por los autos de colección.

Realmente eran tan perfectos y de colores vibrantes que parecían de juguetes.

—Imagino que no te deja ponerles un solo dedo encima —asumí, al ver que Theo los miraba desde lejos.

Chasqueó la lengua restándole importancia y caminó unos metros, pidiéndome que lo siguiera.

—Estas son mis bebés —señaló, con el pecho inflado del orgullo, a sus dos vehículos.

El primero era una limusina negra, la misma que había visto aquella noche en la fiesta nocturna. La única diferencia era que, allí guardada, lucía impecable a diferencia del otro día.
El segundo era una moto color vino, enorme, que parecía estar solamente para exhibición. Tenía los asientos de cuero color caoba y sus partes útiles eran de un plateado pulido y brillante.

—¿Son bellísimas verdad? —sonrió sin poder evitar una verdadera felicidad al verlas—. Cualquiera de estos días te llevaré a pasear en una.

—Me encantaría —le seguí el entusiasmo para no quitarle la ilusión.

—Tu debes de estar cansada y yo aquí mostrándote autos, discúlpame, Scarlett —se excusó Theo, haciendo un ademán para que lo siguiera hasta los elevadores.

Por lo menos los ascensores funcionaban a la perfección.

—No pasa nada, fue una linda noche —respondí con sinceridad ya que la había pasado verdaderamente bien con él.

—Al final resultaste mucho más simpática de lo que pensé —comentó si poder evitarlo. Soltó una risita nerviosa y apretó el botón de mi piso—. En las grabaciones que he visto casi siempre parecías estar...

—¿Enojada? ¿Triste? —Sugerí al verlo batallar por encontrar la palabra adecuada—. Claro que lo estuve.

—Todos hemos pasado un mal momento dentro del Laboratorio Delta Sigma. Es una lástima que no nos haya tocado en la misma camada de experimentos —sonrió y se dejó caer contra la pared del elevador—. Hubiésemos sido buenos amigos en una realidad alternativa.

—Estoy segura de hubieras encajado a la perfección en nuestro grupo —suspiré, siendo honesta—. Sólo que hubieses tenido que soportar los chistes de Luke y eso no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

Una carcajada se escapó de entre sus labios y de alguna manera logró contagiarmela.
Que gran chico resultó ser Theo.

—Tu tienes cara de que cuentas buenos chistes.

—Cualquier persona que me conociera a fondo sabría que no —sonreí —. Mi papel en el grupo no es el de payaso, por lo menos hasta ahora.

Las puertas de metal se abrieron así que puse pie en mi piso, ya sin poder sentir los pies culpa de los tacones.

—Ha sido un gusto, Theo —le dije —. Te veré mañana entonces.

—Ten bonita noche, Scarlett La Falla Mayer —respondió seguido de una reverencia—. Espero puedas descansar, bonita.

Las puertas se cerraron a mis espaldas.
Abrí la puerta de mi habitación y debí quitarme los tacones ya que al parecer todo el mundo estaba durmiendo.

Disculpen lo cortito del capítulo amores, es que sino queda mal visualmente saltar de un día para el otro jaja. Próximamente nuevo capítulo bellezas❤️

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