CAPÍTULO 10
El recorrido transcurrió de la mejor manera, entre charlas amistosas y malos chistes de Aarón.
—¿Dónde se supone que dejaremos el vehículo? —pregunté analizando el panorama.
Iba a parecer sospechoso ingresar al pequeño pueblo en semejantes móviles. Sobretodo percibiendo lo tranquilo que se veía el ambiente.
—Tenemos un garaje a la vuelta de esa esquina —respondió Aarón señalando una calle unos metros más adelante—. Allí lo guardaremos y empezaremos a movernos a pie.
El lugar parecía estar casi vacío. Era la perfecta descripción de un pueblo fantasma.
Había varios automóviles parqueados en las calles y las casas estaban en perfecto estado. Un puente que había a lo lejos permanecía en las mejores condiciones. Los árboles saludables y el césped bien cortado, entonces, ¿dónde estaba todo el mundo?
Seguí observando y de un momento a otro, me topé con los ojos de una niña que nos miraba desde la ventana de su casa. Al notar que la había visto, cerró rápidamente la tela corrediza y desapareció.
—Hay gente en la zona, no podemos dejar que nos vean —advertí señalando la casa de la niña.
—Ellos saben que somos parte de los experimentos —señaló Mila—. Pero no tienen idea de que nosotros somos de los buenos. Esa gente teme de aquellos que tienen el control mental activo.
—¿Y cómo son los otros? ¿A caso son como robots controlados, o como? —pregunté queriendo realmente saberlo.
—No. Ellos son capaces de hablar bien y demás, solo que el suero los controla de manera motriz —me explicó Colin—. Ellos atacan a todo aquello que parezca una amenaza ante el suero. Por eso debemos mezclarnos y evitar armar grandes líos.
—También debemos intentar mezclarnos —acotó Victoria, mirándome mientras hablaba —No me mal entiendas linda, tus ojos me encantan solo que llaman demasiado la atención.
Estas eran cosas sabidas. Mis amigos y todos sabíamos que no iba a andar con ojos fugaces entre esta gente. Era fácil cambiarlos al color que deseara escoger, así que Victoria no debía de preocuparse por nada.
—Escoge un color que te guste —alcé las cejas esperando su respuesta.
Victoria parecía estar intentando adivinar uno que me gustara a mi en vez de a ella. O eso parecía por la forma en la que me observaba mientras con su lengua rozaba la argolla de su labio.
—Verdes —sonrió con satisfacción.
¿Cómo lo hacía? ¿A caso podía leer mi mente?
Había muchísimas otras opciones y justo acertaba a mi color de ojos favorito, verdes, como los de Ares.
Al ver como sonreía asumí que ya estaban allí.
(...)
Nos desmontamos de los vehículos y fuimos a reunirnos en una casa que Colin aseguraba estaba vacía.
Celeste, prolija y en las mejores condiciones.
Entramos y el lugar parecía recién aseado.
Con una sala de estar enorme con sillones desplegados al rededor en los cuales nos sentamos para debatir.
Era pleno medio día. Sería muy arriesgado salir a resetear experimentos con tanta visibilidad.
—Okey. Los experimentos tienen reuniones dos veces por semana, donde debaten temas relacionados con la seguridad —comenzó Colin—. Nunca antes habíamos podido infiltrarnos a una así que tres de nosotros irán a la de esta noche y reuniremos toda la información necesaria.
—Está de más aclarar que tendrán que ser discretos y saber mezclarse con los demás —agregó Jade—. Por lo tanto irán Caleb, Colin y Mila. Los demás pónganse cómodos en la casa y bajo ningún punto de vista salgan. Hay dos habitaciones abajo y cuatro en la planta superior así que descansen un poco.
—Ya que no me envían a mi por razones obvias déjenme ir a preparar algo de comer —Dijo Luke quien hacía un bailecito de felicidad yendo a la cocina.
Katherine y Matthew se le unieron mientras que el resto debatía estrategias en la sala de estar.
Decidí hacer oídos sordos a lo que acotaban y se me ocurrió la posibilidad de ir a rescostarme un rato.
Estaba agotada. Despertar temprano no era mi actividad favorita y luego sentía el cansancio como si hubiese estado corriendo un maratón. Quizá era algo psicológico, no lo sé, pero sentía esa necesidad de besar la almohada durante unas horas.
Subí a la segunda planta, buscando un poco privacidad y doblé en el primer pasillo. Abrí la primera puerta que se interpuso y dentro había una comodísima cama de dos plazas tendida y ordenada, esperando a ser utilizada.
El cuarto era precioso en su totalidad, con un escritorio vacío, una mesa de noche con su velador y una enorme alfombra roja en el centro.
Hacia tanto tiempo que no veía una habitación civilizada como esta. Por lo menos no desde que mi antigua habitación en Portland.
Me tiré sin pensarlo sobre ella y cuando menos me di cuenta, ya estaba profundamente dormida.
De repente comencé a soñar.
Estaba dentro de una caja de cristal enorme, de pie.
Las paredes blancas a mi alrededor no me daban un indicio para saber dónde me encontraba.
Me acerqué a uno de los vidrios e inútilmente lo golpeé esperando a que tuviera alguna reacción que me facilitara salir de allí.
Pero nada.
Observé mis manos. Estaba pálida, blanca como la leche. La cabeza me dio una puntada y sentía como me bajaba la presión.
Observé que vestía la ropa militar del Laboratorio Delta Sigma. Remera negra, pantalón camuflado verde y mis borceguíes negros ensangrentados.
¿Sangre?
Aparté mis pies y divisé una válvula en el suelo, por la cual brotaba un líquido rojizo. Sangre definitivamente.
"No otra vez la sangre artificial de Sigma"—pensé.
Tomé un segundo para entrar una gran bocanada de aire y pensar. Mi daga, por supuesto. Gracias a ella había podido librarme la última vez que esto ocurrió.
Mi mano se deslizó directamente al bolsillo doble fondo de mis borcegos pero nada. Mi cuchilla de diamante no estaba allí.
Mi pecho empezó a subir y bajar velozmente. Parecía estar teniendo un ataque de pánico. Hacia mucho tiempo que esto no me ocurría, creía tenerlo dominado pero me equivocaba.
La sangre comenzó a brotar con mayor intensidad. Ya casi la tenía a la altura de mi cadera, dificultándome la movilidad por el espesor de su composición.
Un gran calor trepó por mi cuerpo y juré a que mis mejillas enrojecieron cuando escuché aquella voz.
Su figura apareció frente a mi, enseñándome una sonrisa sin sentimiento.
Allí estaba el, con su cabello marrón y despeinado, observándome con aquellos cínicos ojos azules.
Casi que parecía un fantasma con la blancura de su piel y aquella bata de laboratorio que le daba un aspecto a doctor malvado de película.
Killian estaba allí mismo.
No sabía si su cara era así realmente. La gente me lo proyectaba como un monstruo pero mi cerebro hacía libre interpretación de ello.
—Está vez no podrás escapar hermanita —Me dijo a través de su sonrisa. Parecía no estar moviendo la boca, pero se lo escuchaba hablar—. Muy pronto caerás sola en la trampa. Yo solo estoy dejando que tu vengas solita a mi puerta.
—¿Qué es lo que ganas conmigo? —pregunté nerviosa al ver cómo la sangre ya estaba a la altura de mis hombros.
Hubo un segundo de silencio en donde solo se escuchaban dos cosas. Mi respiración agitada y el fuerte latido de mi corazón desesperado.
Killian permanecía estático. Aun con la misma postura y la misma mueca sonriente plasmada en su rostro. Parecía un muñeco de cera con caja de voz a cordón.
—¡Respóndeme! —le grité completamente enfadada.
—Yo solo quiero que estemos juntos hermanita —Anunció sin desviar la mirada—. Solo que no te dejaré decidir si te quedas conmigo por las buenas o por las malas...
Abrí los ojos súbitamente y aspiré la mayor cantidad de aire que pude al despertar.
Ya no era de día. Solía oscurecer muy temprano en esta época del año.
—Quisiera conocer tu secreto para dormir tan profundamente por horas —Dijo Victoria, quien apareció de la nada acostada a mi lado.
Me sobresalté pero mi cuerpo no atinó a una reacción violenta como solía hacer. Estaba convencida de que aun seguía asustada luego de aquel sueño tan horrible.
—¿Qué carajos haces tú aquí? —Inquirí de muy mala gana.
—Nada más te observaba dormir —Se encogió de hombros como si fuese algo de todos los días—. Te ves bonita cuando duermes.
Sus palabras me descolocaron por completo y de seguro se notó en mi cara al escuchar la carcajada que salió de su boca.
—¿A caso soy tu crush o algo parecido, Victoria? —Le pregunté verdaderamente confundida.
Es que esta chica era tan extraña. Aparecía mágicamente en donde fuera que yo pisara, siempre tenía algún comentario para hacer sobre mi y lo más notorio era la forma en la que sonreía cada vez que me miraba.
—¿A caso te molestaría serlo? —mordió su labio inferior en medio de una sonrisa juguetona.
—Lo que me molesta es que me veas dormir y no respetes mi privacidad —Bufé sin gracia alguna.
Ella se aproximó un poco más a mi y apoyó su cabeza contra el respaldo de la cama.
Que mal momento para sentirme acalorada.
—¿No te gusto Scarl? —Acercó su mano a mi rostro y enrolló uno de mis cabellos en sus dedos.
—Tengo novio y lo amo —Detuve el recorrido de su mano y apreté su muñeca con fuerza.
A ella pareció divertirle mi reacción.
—Suelta mi muñeca porque estás calentándome —se sinceró y se pegó más a mi—. ¿No te prendo ni siquiera un poquito?
Estaba seca de palabras y de pensamientos.
Victoria me agarró en un momento de poca lucidez y para encima intentar seducirme.
—¿A caso no te gustan las mujeres Scarl? —susurró pegando sus labios a mi oreja izquierda.
—Yo nunca dije eso — Intenté responder pese a mi respiración agitada—. Apártate que tengo novio, por favor.
Le di una leve empujada por los hombros y me levanté rápidamente de la cama. Agarré mis borcegos y salí de aquella habitación. Sin saber si estaba colorada por la impotencia o por la vergüenza que me había hecho sentir aquel momento con Victoria.
Ay Jesús santísimo jajajajaja
De casualidad andaba inspirada hoy y vine con este capitulito para ustedes mis bellas fallitas 😍
Déjenme saber qué opinan de toda esta escena por favor!!!
¿Alguien se esperaba semejante actuar de Victoria?👀 los leo bebés hermoso❤️
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