Cap. 23- La aprendiz de Dooku
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Tras liberar al planeta Cristophsis de la ocupación separatista, los jedi Obi-Wan Kenobi y Anakin Skywalker junto con sus padawan se dirigen a una nueva misión. El hijo de Jabba el Hutt, poderoso señor del crimen, ha sido secuestrado por una banda de cazarrecompensas. En un acto sin precedentes, Jabba manda una señal de auxilio a la Orden Jedi; como pago por la liberación de su heredero, ha prometido garantizar el apoyo de su imperio al bando republicano. Ventaja que el Senado Galáctico no está dispuesto a dejar pasar.
Cuando el líquido desinfectante entró en contacto con la piel de su pecho, Anakin apretó los dientes, aguantando una mueca de dolor.
―¿Quién te ha enseñado a tratar una herida? ―jadeó, aun con una semi sonrisa en los labios.
―Nadie. ―Seda respondió sin alzar la cabeza, concentrada en limpiar el corte que el jedi había recibido apenas un par de horas atrás, durante el combate en Cristophsis.
―Ya veo... ¡Ah! ―Un gemido escapó de su garganta. Se aferró los bordes de la camilla sobre la que estaba sentado, y trató de concentrarse en otra cosa; pero por desgracia, la salita médica de la lanzadera no contaba con nada lo suficientemente interesante como para distraer su atención. A excepción, por supuesto, de la propia Seda.
Los dedos de la joven le acariciaban la piel con sumo cuidado mientras se mordisqueaba el labio inferior en un gesto de concentración que él encontró adorable. Con este pensamiento en mente, casi se sintió agradecido con el droide que había logrado herirlo.
―Por la fuerza, Anakin, deja de quejarte. Solo es un rasguño. ―Ella chasqueó la lengua, restándole importancia―. Has recibido heridas mucho peores. ―Se echó hacia atrás―. Esto ya está.
―¿Segura? ―Anakin posó la mirada en su propio pecho. Justo bajo las costillas se adivinaba un considerable corte que, si bien no le restaría eficiencia, sí le resultaría bastante incómodo los próximos días―. No me fío de tus capacidades como enfermera, creo que deberías seguir practicando. Tienes suerte, me ofrezco voluntario como cobaya. ―Un brillo travieso iluminó sus iris azulados.
―Anda, vístete. ―Ella negó divertida, pero no apartó la vista del torneado pecho masculino mientras él volvía a ponerse la camisa negra de sus ropajes jedi.
Anakin lo notó y no pudo evitar sonreírle con cariño y cierta picardía.
―Ven aquí. ―La atrajo hacia él tomándola de la cintura. La estrechó entre sus brazos y luego ambos se fundieron en un prolongado beso, olvidando por unos segundos que Obi-Wan y Kai se encontraban a solo una puerta de distancia, en la cabina principal de la nave.
Cuando se separaron, Seda tomó aire.
―Deberíamos hablar de esto. ―Apoyó la espalda contra el torso de Anakin, todavía sentado en la camilla. Los brazos del chico la envolvieron desde atrás de manera protectora―. ¿Qué vamos a hacer? ―añadió con la mirada perdida en el estante de los suministros médicos.
―Esperaba que tú me lo dijeras ―confesó él, deslizando el mentón hasta dejarlo descansar sobre la coronilla de la chica. Le gustaba sentirla así, tan cerca―. Desde que te besé por primera vez en Geonosis no he querido presionarte, pero tú sabes lo que siento. Estoy dispuesto a esperar lo que haga falta, pero no a reprimirlo; te quiero Seda, te necesito. No podría evitarlo aunque quisiera.
Todavía entre sus brazos, ella se dio la vuelta para encararlo.
―Yo siento lo mismo. ―Su voz sonó segura, firme, muy diferente a como lo habría hecho meses atrás si tratase el mismo tema. Ahora que volvía a ser la Seda fuerte y decidida no quería dejarse nada en el tintero. Era hora de tomar las riendas de su vida.
Los ojos de Anakin brillaron en consonancia con su sonrisa. Tomó las manos de la chica entre las suyas y las apretó emocionado.
―¿Lo dices en serio?
―No bromearía con algo así. ―Ella compuso una expresión sincera―. Pero no quiero renunciar a ser una jedi, y sé que tú tampoco. Has nacido para esto.
Anakin esbozó una sonrisa de medio lado.
―Bueno, seguir las normas nunca ha sido nuestro fuerte. ―Entrelazó sus dedos con los de la joven―. Podemos mantenerlo en secreto, no haríamos nada que no hayamos hecho ya.
Seda inspiró profundamente; en realidad, en su mente no había dudas. No compartía la filosofía de la Orden sobre el apego; para ella era algo fundamental. Nunca sería como los demás jedi en ese aspecto, por mucho que lo intentara. ¿Tan grave sería que se saltaran ese mínimo matiz del Código?
Las comisuras de sus labios se alzaron y, con un cabeceo convencido, respondió a la propuesta de Anakin. No, no creía que fuera tan grave.
Él no pudo evitar abrazarla con fuerza. Tal vez en la práctica no cambiase nada, pero la verbalización de sus sentimientos lo volvía todo más real. Como una especie de compromiso que solo ellos compartían y comprendían.
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Kai se giró sobre el asiento del copiloto cuando Seda y Anakin aparecieron al fin en la cabina principal.
―¿Es grave, maestro? ―Miró al jedi, que agitó una mano en respuesta.
―Nada de lo que preocuparse, yogurín. ―Anakin echó una ojeada a la pantalla de las coordenadas―. Estamos llegando al sistema Teth.
―Nuestros espías han informado de que el hijo de Jabba está retenido en un monasterio en el centro del planeta ―explicó Obi-Wan.
―¿Y los cazarrecompensas siguen por allí? ―cuestionó Anakin.
Kenobi negó con la cabeza.
―Yo creo que es obra de los separatistas ―comentó Kai―. Estoy seguro de que han amañado el secuestro para tendernos una trampa y ganarse el favor de Jabba.
Anakin le dirigió una mirada de admiración al más joven. Sin duda Kailen tenía un don para ponerse en la piel del enemigo y adivinar sus estrategias.
―Puede ser, pero de momento no tenemos verdaderas pruebas ―respondió―. Nos limitaremos a cumplir nuestra misión.
―Nunca pensé que te oiría decir eso ―intervino Obi-Wan en tono jocoso, al tiempo que reducía la velocidad para entrar en la atmósfera del planeta. Tras él, Seda permaneció en silencio, actitud poco habitual en ella―. No te atrae esta misión ―acertó.
Seda hundió los hombros. No tenía pensado decir nada, era su primera misión oficial como padawan y no quería empezar protestando, pero si su maestro se interesaba...
―No me gusta trabajar con los hutt ―confesó―. Son criminales, Jabba es un rey de la mafia, asesino y esclavista. Fue socio de Eclipse Blanco en más de una ocasión, y el Consejo lo sabe ―añadió con cierta amargura.
―Sí, Seda, lo sabemos. Pero estamos en guerra y a veces hay que tomar decisiones difíciles. Necesitamos el apoyo de Jabba para sacar ventaja a los separatistas ―Obi-Wan respondió con dureza, sin dejar lugar a réplicas. Comprendía las reticencias de su joven padawan, pero no podía permitir que la semilla de la duda creciese en ella. Seda debía aprender a confiar en el Consejo y a acatar sus sentencias―. Lo entenderás cuando seas una jedi.
Ella arrugó la nariz y frunció los labios cabreada. Abrió la boca para contestar, pero Anakin se adelantó.
―El hijo de Jabba no es más que un bebé, no es responsable de los crímenes de su padre. ―Le posó una mano en el hombro en un ademán conciliador, sin embargo, fue la mirada de auténtica comprensión que acompañó al gesto lo que logró apaciguar el carácter de la joven.
La nave tomó tierra en medio de un silencio un tanto incómodo, sobre todo para Kailen, que poco conocía del pasado de sus compañeros.
―Nos dividiremos ―ordenó Obi-Wan, usando unos prismáticos para reconocer el terreno. El monasterio se elevaba por encima de ellos sobre una escarpada montaña―. Parece que no hay hostiles, así que sin duda es una trampa.
―Pues la activaremos. ―Anakin se encogió de hombros―. Kailen y yo iremos por la entrada posterior. ―Posó la mirada en el considerable precipicio que tendrían que escalar―. Registraremos el edificio desde ese cuadrante, vosotros id por delante. Nos reuniremos en el centro, con suerte con el hutt ya con nosotros.
Kenobi asintió de acuerdo.
―Tened cuidado. Creo que Kailen estaba en lo cierto, percibo la mano de Dooku en todo esto.
―Descuida. ―Anakin sonrió y le hizo un gesto con la cabeza a su alumno―. ¿Una carrera, yogurín?
―Te doy ventaja, maestro ―respondió Kai, ufano.
―Craso error. ―El jedi sonrió burlón y echó a correr delante de su padawan. En pocos segundos ambos habían desaparecido en medio de la niebla.
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Tras revisar los planos de la estructura, Seda desconectó el ordenador general situado a la entrada del monasterio y se volvió hacia su maestro.
―Las mazmorras están en los niveles inferiores, pero también hay un par de celdas de aislamiento en la zona oeste ―informó.
―Buen trabajo. ―Obi-Wan pasó delante de ella sin decir nada más, internándose en la oscuridad de los corredores.
―Ha sido demasiado fácil de hackear ―insistió Seda―. Esto no me gusta, parece como si quisieran que encontráramos al hutt.
―Porque eso es exactamente lo que quieren ―respondió Kenobi. Luego bajó la voz:― ¿No has visto los droides espía en la entrada? Apuesto a que en el interior hay unos cuantos más.
―¿Y nos vamos a meter en la boca del lobo? ―Ella avanzó hasta colocarse a la altura de su maestro.
―Confía en mí, sé lo que hago.
―Quieres que confíe en ti, que confíe en el Consejo, pero no me explicas nada. ―Seda puso los ojos en blanco.
―Sigues enfadada ―Obi-Wan suspiró.
―No te preocupes, seguro que lo entenderé cuando sea una jedi. ―Ella respondió imitando el mismo tono que él le había dirigido en la nave, y luego lo adelantó. No tenía ganas de discutir.
En el semblante de su maestro se formó una expresión preocupada. Tal vez se había equivocado; las advertencias de Mace Windu todavía estaban frescas en su mente, por eso había creído conveniente inculcarle a la joven una obediencia casi ciega hacia la Orden... Pero era demasiado tarde, Seda ya no era tan dúctil como los jóvenes iniciados.
Un par de disparos a su espalda lo devolvieron a la realidad inmediata. Los droides que hasta el momento los habían ignorado acababan de pasar al ataque, obligándolos a avanzar hasta una de las salas centrales, una enorme estancia sin apenas mobiliario.
―¿Esto forma parte de tu plan? ―Quiso saber Seda, mientras devolvía una descarga con el filo de sus sables láser.
―Está todo controlado ―aseguró el jedi, colocándose a la espalda de su alumna―. Tenemos que ganar tiempo para Anakin y Kailen. Mientras nos ataquen a nosotros, los dejarán en paz a ellos.
Seda asintió, acatando la orden sin protestar. Mantuvo la posición y acabó con varios droides durante algunos minutos, hasta que una presencia nueva captó su atención. Desde el extremo opuesto de la sala una silueta encapuchada avanzaba hacia ellos; todo en ella desprendía elegancia, poder y oscuridad.
―Maestro Kenobi. ―Una voz femenina y algo áspera asomó bajo los pliegues de la capa―. De nuevo tras los pasos de Skywalker ―añadió con un deje cínico.
―Ventress, siempre es un placer verte ―Obi-Wan respondió con cierto galanteo.
Seda reconoció el nombre. Asajj Ventress, comandante separatista y aprendiz del Conde Dooku. Según había oído, era una mujer dathomiriana, hábil espadachina y altamente sensible a la fuerza. Toda una asesina al servicio del lado oscuro.
―¿Y qué tenemos aquí? ―La separatista se bajó la capucha, dejando a la vista una tez completamente nívea que se extendía hasta el cuero cabelludo lampiño. Dio un par de pasos, acercándose a la pareja de jedi, todavía rodeados de droides a sus órdenes―. ¿Tu nuevo juguete? ―preguntó, dirigiéndole a Seda una mirada arrogante.
La sangre se acumuló en las mejillas de la joven y los labios se le contrajeron en una expresión de auténtico enfado. Ella no era el juguete de nadie.
―No deberías haber dicho eso. ―Sin prestar atención a las indicaciones de su maestro encendió sus sables láser y se lanzó hacia delante.
―¡Matadlos! ―ordenó Ventress a sus droides, que reiniciaron el fuego contra los jedi.
Seda maldijo por lo bajo, tres droides comando le acababan de cerrar el paso hacia la separatista, obligándola a centrar su atención en ellos mientras Obi-Wan se le adelantaba a por Ventress.
―Puedes hacerlo mejor, amiga mía ―se burló el jedi, tras responder con relativa facilidad a la primera envestida de la mujer.
Por el rabillo del ojo Seda podía captar el brillo de las espadas carmesí de Ventress entrechocando sin descanso con el azul del sable de su maestro. Ambos seguían un ritmo frenético que habría agotado a cualquiera por debajo de su nivel.
En un fugaz descuido del jedi, provocado en parte por la intervención de otro droide, la separatista logró asestar un golpe que lo forzó a soltar su espada, quedando desarmado por unos instantes.
―Ahora sí que estoy sorprendido ―reconoció Kenobi chasqueando la lengua.
―Muere ―siseó la mujer, cruzando sus sables para asestar un golpe mortal.
De un salto, Seda se colocó delante de su maestro e interpuso sus espadas en medio de ambos, deteniendo el ataque.
―Vaya, vaya, la cría quiere jugar. ―Ventress dio otra estocada, que Seda paró sin dificultad―. Pues juguemos.
Blanco contra rojo en medio de la penumbra. Los ojos de la separatista destilaban desprecio. Seda sabía que era peligrosa, ella era la causante de la cicatriz en la mejilla de Anakin, pero no le tenía miedo.
―Deja de intentarlo, niña. No estás a mi nivel. ―Ventress se agachó para realizar una finta baja, pero de nuevo Seda la detuvo―. Ríndete y tu muerte será rápida.
―No tengo intención de morir hoy. ―Seda giró sobre sí misma, esquivando un ataque de su contrincante.
La separatista apretó la mandíbula, esa niña la estaba sacando de quicio. Esperaba un combate en condiciones por parte de Kenobi o Skywalker, pero no con una padawan sin apenas experiencia. Le asqueaba reconocerlo, pero era cierto, la niña era buena luchadora.
―¡Seda, déjamela a mí! ―Obi-Wan corrió hacia ambas, ya con su sable en mano.
―¡No! ―La padawan lo ignoró. Ese era su duelo.
Kenobi gruñó por lo bajo, pero no pudo reprender a su alumna, pues otra horda de droides irrumpió de golpe en la estancia, siguiendo a ¿Anakin y Kailen?
―Ah, estáis aquí. ―Skywalker saludó a su maestro sin dejar de devolver descargas a los separatistas. A su espalda cargaba una mochila donde habían envuelto al bebé hutt, que berreaba a pleno pulmón.
―Maestro Kenobi, teníamos razón, el conde Dooku lo ha planeado todo. Esos droides nos han grabado recogiendo al hutt y le han enviado la grabación a Jabba. ―Kai resollaba mientras asestaba mandobles sin descanso―. Han hecho que parezca que nosotros somos los secuestradores.
Obi-Wan frunció el ceño. Eso no les beneficiaba en absoluto, si el hutt se creía las mentiras de los separatistas, perderían un sector clave para su bando.
―No podemos dejar que Dooku ponga a Jabba de su parte.
Los tres jedi terminaron con esa primera cuadrilla de droides bastante rápido, por lo que una efímera calma se instauró a su alrededor. Fue en ese instante cuando Anakin y Kai repararon en la presencia de Seda y Ventress, cuyo duelo las había llevado hasta la terraza adyacente.
Kai reprimió una mueca de asombro ante la destreza de su compañera, capaz de mantenerse a la altura de la comandante separatista, mientras que Anakin quiso acudir a echarle una mano a la joven, pero Kenobi lo detuvo.
―Seda y yo entretendremos a Ventress y a los droides, vosotros tenéis que salir de aquí ―ordenó Obi-Wan―. Debéis llevar al hutt con su padre cuanto antes. Explicadle la situación. Jabba tiene que saber que la República ha rescatado a su hijo.
―Está bien. ―Anakin afirmó con la cabeza. No le hacía la menor gracia abandonar a Seda en pleno combate con una de sus enemigas más poderosas, pero la misión era lo primero, y Obi-Wan no permitiría que le sucediera nada. Al igual que su padawan, se dio la vuelta para echar a correr hacia la nave, pero no pudo evitar volverse una última vez―. Protégela ―pidió.
Obi-Wan asintió.
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Cada mandoble le costaba más que el anterior. Sus músculos comenzaban a resentirse a causa de la tensión acumulada y la concentración, que nunca había sido su fuerte, empezaba a fallarle. Ventress le estaba ganando terreno, y ambas lo sabían.
Seda supo leer la victoria en la expresión perversa de su contrincante. Tragó saliva, y trató de mantener la mente en el duelo, cada vez más arduo. Por un momento recordó las palabras de Dooku en Geonosis, recordó la oferta para convertirse en su aprendiz y se vio reflejada en los ojos de la separatista.
¿Así habría sido ella si hubiese aceptado?
Ventress destilaba poder por cada uno de sus poros; no dudaba que hubiera recibido entrenamiento previo, pero las enseñanzas del Conde Dooku eran las que la habían llevado a convertirse en un ser tan pulidamente letal.
―¿Ya te has dado cuenta, niña? ―La mujer dejó escapar una sonrisa cínica―. No puedes ganarme. Soy mejor que tú.
Seda dio un salto para esquivar un peligroso mandoble.
―Tu maestro no pensó lo mismo cuando quiso reclutarme. No eres más que una pobre sustituta ―respondió en un alarde de altanería en el que ni ella misma se reconoció... sin embargo, el regusto de sus propias palabras fue dulce. Estaba tan harta de que la menospreciaran, de que la subestimaran o que no contaran con ella...
Una expresión de duda asomó al semblante de la separatista. No, no podía ser verdad. Dooku había acudido a ella siete meses atrás, casi al inicio de la guerra, era imposible que hubiera tanteado a otros posibles aprendices antes, no habría tenido tiempo.
―Ya me he hartado de ti. ―Ventress alzó una mano y usó la fuerza para empujar a la joven, que voló varios metros por el aire, hasta que su espalda colisionó contra una de las columnas de la terraza.
El rostro de Seda se contrajo en una expresión de dolor. La cabeza le daba vueltas y la vista se le nubló momentáneamente. Cuando fue capaz de enfocar la mirada, lo primero que captó fue el carmesí de los sables de la separatista a punto de asestarle un golpe mortal.
Pero la espada de Obi-Wan se interpuso en medio, como aparecida de la nada.
―A mi padawan no la toques. ―La voz del jedi sonó firme y amenazante.
―Como quieras, Kenobi. ―La mujer se colocó en posición de ataque―. Primero te mataré a ti, y luego a ella. ―Se lanzó contra el jedi, que la esquivó de un salto, aprovechando el movimiento para alejarla unos metros de una aturdida Seda.
―Conocemos el complot de Dooku para enfrentarnos a los hutt, y no tendrá éxito ―dijo Obi-Wan.
Ventress apretó la mandíbula.
―Lo tendrá cuando la verdad muera con vosotros. ―Arremetió contra el hombre, que se vio obligado a efectuar una peligrosa finta para pararla.
La forma de lucha de Kenobi era impoluta, manejaba la defensa a la perfección, impidiendo que los ataques de Ventress llegaran si quiera a molestarlo.
Las posibilidades de la separatista descendieron drásticamente cuando Seda se reincorporó al combate, ya casi recuperada de su reciente golpe. La mujer maldijo por lo bajo; en otras circunstancias podría haberle hecho frente a ambos, pero en ese momento las fuerzas empezaban a fallarle, el duelo anterior también la había agotado.
Obi-Wan le sonrió a su padawan una vez que esta se colocó a su lado.
―Esta vez lo haremos juntos ―dijo en tono solemne, dirigiéndole una mirada de confianza a la joven.
Seda asintió, convencida. Esperó la señal de su maestro, y ambos embistieron contra Ventress en un movimiento combinado.
En pocos segundos lograron que la mujer perdiera uno de sus sables láser.
―Tu maestro no estaría nada orgulloso ―se burló Kenobi.
Ventress dejó escapar un grito de rabia y volvió a atacarlos, incluso con mayor fiereza. En medio de mandobles y fintas, los tres pudieron observar como una nave pasaba volando por encima de ellos antes de saltar al hiperespacio.
―El hutt está a salvo, Anakin lo está llevando con su padre. ―Obi-Wan se volvió hacia Ventress―. No sirve de nada seguir luchando. Tira el arma.
―¡Jamás! ―La mujer se lanzó al vacío desde la terraza, cayendo sobre su speeder y escapando a toda velocidad.
Seda exhaló un suspiro de disgusto.
―La hemos perdido.
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Desde el asiento del piloto, Obi-Wan vio como su padawan se llevaba una mano a la cabeza, claramente algo mareada tras la batalla contra Ventress. Una mueca condescendiente asomó a sus labios; programó las coordenadas de Coruscant en el ordenador de navegación de la nave y dejó los mandos en modo automático antes de levantarse para acercarse a la joven.
―¿Cómo estás? ―Se dejó caer en el banco de pared a su lado.
―Bien, no es nada. ―Seda se encogió de hombros y acto seguido exhaló un suspiro:― Lo siento ―dijo―. Hoy me he portado como una cría. ―No se sentía orgullosa de su resolución durante la misión.
―Sí. ―El jedi esbozó una expresión cansada―. Me has desobedecido deliberadamente, te has enfrentado a Ventress tú sola y casi haces que te maten ―recapituló.
Seda tragó saliva. Se sentía fatal, ser reprendida por Obi-Wan no era nada agradable.
―No sé qué me pasó, estaba tan enfadada... ―explicó―. Me dejé llevar por el orgullo, y, no sé... Creo que solo quería demostrar que yo también estoy aquí.
Obi-Wan la detuvo posándole una mano en el hombro en un gesto conciliador.
―Tú no has sido la única que ha fallado hoy ―reconoció―. Yo tampoco estuve acertado; al fin y al cabo, fui yo el que te preguntó, sé que tú no pensabas poner pegas sobre la misión. Debería haber sido más comprensivo; quiero que sepas que de verdad entiendo tus reticencias con esta misión. ―Exhaló un suspiro. Aunque en ocasiones se pareciesen demasiado, Seda no era Anakin, no podía juzgarlos por el mismo patrón ni entrenarlos bajo premisas semejantes―. Sé que lo de hoy no volverá a suceder, un momento de debilidad lo tiene cualquiera. ―Sonrió, y le arrancó una sonrisa a ella―. A partir de ahora, cuando algo nos disguste o no nos parezca bien lo hablaremos, ¿vale?
Seda asintió y Kenobi alzó las comisuras de los labios en una sonrisa sincera.
―Somos un equipo, tú y yo, para lo bueno y para lo malo. ―El jedi levantó un puño, esperando que ella lo chocara.
La expresión de Seda se suavizó; al final, Obi-Wan siempre conseguía insuflarle confianza.
―Somos un equipo. ―Alzó su propio puño, chocándolo con el del jedi.
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Hola!
Me moría de ganas de volver a subir un capítulo. Creo que ha estado bastante intenso y con muchos momentos tanto Sedakin como Senobi jajajaja (ya cada uno que elija el que más le guste). Seda y Obi han tenido sus primeros problemas maestro-padawan, obvio que su relación no iba a ser perfecta, aunque Obi sea un amor, ambos tienen mucho caracter, y no será la última vez que rocen... xD ¿qué os parece cómo va su relación?, ¿y con Anakin? Yo amé la primera escena también ^_^
Por cierto, al fin pude ver The last jedi, y necesito preguntaros que os pareció. Yo tengo el corazón dividido jajaja AVISO DE SPOILERS DE LA PELI A ver, es que la muerte de Snoke me pareció tan ridícula, y Kylo como malo no me pega, no sé, lo sigo viendo como un adolescente rebelde más que como un señor del mal a lo Darth Vader o lord Sidious, por eso, que se deshagan de Snoke me pareció muy poco acertado (aunque mantengo la esperanza de que no esté muerto en realidad y reaparezca en la 9 y nos expliquen quién era en realidad, de dónde salió y cómo surgió la Primera Orden). Que los padres de Rey no fueran nadie importante también me pareció un buen detalle, aunque yo quería que fuera la reencarnación del elegido jajaja o una Kenobi. Luego me encantó toda la trama de Poe, creo que es un personaje muy bien desarrollado (y muy guapo xD) y me da, por el diálogo final, que va a tener algo con Rey en la última peli, ¿vosotros qué pensáis? Bueno, no me enrrollo más, amé ver a Leia usando la fuerza, y el desenlace de Luke convirtiéndose en fantasma de la fuerza, creo que fueron detallazos.
En fin, de verdad me encantaría saber qué os pareció a vosotros :)
Besos y FELIZ NAVIDAD ^_^
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