Capítulo 16
Narra Dareck
Me encontré extraño que Adriá no discutiera la decisión de que yo la llevara a su trabajo. Aunque puede ser que al tocarle el tema sobre el desgraciado de su amor platónico le quitara cualquier defensa. Me molesta que justamente sea ese tipejo que lo hayan puesto como el líder de nuestros guardias, a pesar de que comprendo que el rey demonio quiere cuidar a su hija, sin embargo, yo soy más que capaz de poder defenderla.
Porque seamos conscientes de algo, puede que haya entrado seguro de lo que iba a hacer en este territorio. Pero cada día tengo que buscar razones por la que estoy haciendo esto. Se que lo hago por mi familia, sin embargo, sigue sintiéndose mal. Porque quiera admitirlo o no, Adriá es mi alma gemela.
Sumidos en un tenso silencio me parqueo donde Adriá me señaló. Impido que baje del auto, colocando el seguro.
—¿Qué rayos pasa ahora? —Suspira enojada, mientras me mira tratando de decidir como matarme.
—Antes de salir del auto, debemos hablar sobre las reglas que debes de seguir. —menciono.
—¿Reglas? ¿Quién te crees para mandarme?
—Sí, reglas. Tu segunda pregunta como que esta de más, porque bien sabes que soy tu esposo. —no puedo evitar burlarme un poco de la situación— Ahora bien, estas reglas son para salvarte la vida princesita.
—¿Para salvarme la vida? ¿De qué hablas?
—No hay mucho tiempo, muy pronto vendrá tu amor a interrumpirnos. Te contare cuando estemos solos. Pero de ahora en adelante, no saldrás del auto hasta que te abra la puerta y te diga que puedes salir.
—¿No crees que estas siendo un machista?
—Princesita, solo imagina que por salir presurosa del auto y no tener nadie cuidando tus espaldas un francotirador te vuele tu linda cabecita, simplemente porque sientes que puedes abrir tu puerta. En este caso no tiene que ver sobre machismo, y mas bien sobre protección.
Mis palabras la dejan analizando la situación, y asiente. De modo, que tomo esto como señal para bajarme e ir a abrir su puerta. Desde la otra camioneta, Duncan me fulmina con la mirada y antes de que se apresure a nuestro lado, le doy luz verde para salir a Adriá.
—Aquí viene tu romeo—le susurro en su oído de modo que solo ella puede escuchar mis palabras.
—Estas equivocado de historia y de protagonista. Duncan solo es mi amigo, no siento nada por él...
—Ja, no te creo.
—Adriá. Es mejor que nos movamos de este lugar. —Duncan nos interrumpe, y solo imagino que será las primeras de muchas interrupciones.
—Por supuesto que nos vamos a mover. Mientras este con mi esposa, te voy a pedir que nos de nuestro espacio. —Le sonrío socarronamente, tomando de la mano a Adriá.
Los demás guardias nos rodean mientras avanzamos en el parqueo subterráneo, a pesar de que el acceso es limitado ninguna precaución es exagerada, mientras no sepamos quienes están de nuestro lado. Porque si de algo estoy seguro es que mientras este aquí, nada malo le sucederá a mi princesa de fuego.
Cuando las puertas del ascensor están abiertas guio a Adriá atrás, y tres de los guardias junto con Duncan se suben con nosotros. Cuando subimos al ultimo piso que es donde esta la oficina de la princesa dejó que los guardias hagan su trabajo detectando alguna amenaza. Una vez que han revisado todo nos dan el visto bueno.
Según el rey comento, en este piso solo están tres empleados, los cuales han sido depurados y dos de ellos son humanos. De modo, que la princesa debe de estar segura en este lugar. El protocolo no es extraño para los que están en sus lugares.
—Buenos días, señorita Leclerd. —Saluda una humana pelirroja, quien es su secretaria.
—Buenos días, Loren. —le sonríe. —¿Dónde está Aura?
—Aún no ha llegado.
—Ok, cuando llegue podrías decirle que necesito hablar urgentemente con ella.
—Por supuesto, señorita.
Abro la puerta de su oficina y verifico que los ventanales sean seguros. Cuando estoy satisfecho le permito ingresar a la misma.
—Por favor, dime que esto no será así todos los días.
—Es tu seguridad que esta en riesgo. —solo agrego, mientras niega.
—¿Por qué han movido mi escritorio de lugar? —cuestiona enojada.
—Porq...—me interrumpe.
—Detente, ya sé. Por mi maldita seguridad.
—Ya nos estamos entendiendo.
—Ahora que estamos solos me podrías decir, ¿cuál es el motivo de todo este sequito de guardias? —Interroga mientras me escudriña con intensidad.
—Te lo diré porque es mejor que estes informada. Hay un enemigo de tu padre que accedió al territorio, lo cual es sumamente delicado ya que en cualquier momento podría llegar a uno de ustedes. —prefiero no ahondar mucho en el asunto y es mejor que sepa más o menos la gravedad de todo a que ande inocente por ahí.
—¡Oh, diosa!, no sabia que esto era tan serio. —Su reacción no era la que esperaba, se lo tomo bastante bien para ser algo tan delicado. Sin embargo, es la futura reina de los demonios ¿qué me esperaba?
Antes de que pueda decir algo, Duncan entra como pedro por su casa.
—Princesa, tendrás que darnos tu agenda del día. Para estar preparado cuando vayas a salir.
Me quedó observándolo y pensando cual será la mejor forma de deshacerme de este sujeto. Está buscando la mínima excusa para sacarle conversación a mi princesa de fuego. Siento que algo sucedió con ellos, porque hay una tensión cada vez que tienen que intercambiar palabras.
—Cuando llegue mi asistente le pediré que los mantengan informado respecto a mi rutina. Pero hoy no tengo reuniones fuera de la empresa.
—Muy bien, esperare afuera.
Cuando sale de la oficina no aguanto la risa.
—¿De qué te ríes?
—De los tortolos. De como se mueren por abrazarse y como el mal tercio de tu esposo lo impide.
—No hemos tenido, tenemos, ni tendremos algo. —dice exasperada.
—Ja, no te creo. Me vas a decir que ni siquiera se han dado un beso.
—Por supuesto que no. Puede ser que me haya interesado antes, pero todo eso quedó en el pasado. Ahora estoy casada y soy fiel a mis principios, nunca te engañaría, aunque te lo merecieras. —como disfruto llevarla hasta el límite.
—Sigo sin creerte, Princesita.
—¿Qué hago entonces para convencerte? —Indaga mientras sus ojos echan chispas.
—Bésame delante de Duncan. —La reto.
—Degenerado.
—No me digas que eres una cobarde.
—Por supuesto que no soy una cobarde. Está bien, te haré tragarte tus palabras.
—Eso espero. —Respondo mientras sonrío.
Narra Adriá
Luego de la discusión con Dareck, me sumergí en mi trabajo para no pensar en él y su presencia atosigante. Es de esas personas que solo su presencia llena la estancia. Una vez que llegó mi asistente iniciamos las reuniones que tenía programada, solo eran tres reuniones, luego de terminar decidí retirarme de la empresa.
Cuando me estaba despidiendo de Loren, y dándole el resto del día libre. Recibo una llamada de mi amiga.
—Hola Patty, ¿Cómo estás?
—Hola querida, oye te llamo para recordarte mi fiesta de cumpleaños. Hoy estaremos en el club Darkness a las siete, no puedes faltar.
—Si mal no recuerdo, cumples años mañana.
—Sí, lo sé. Pero este año decidí celebrar un día antes, durante y después de mi cumpleaños. Es decir, tomare tres días para mí.
—Según, he escuchado no sé puede celebrar un día antes tu cumpleaños que es de mala suerte.
—Eso es simplemente una cábala. Por favor, Adriá, te quiero en mi fiesta. Sabes que eres la persona más cercana a mí y solo seremos unos pocos. Puedes traer a tu esposo.
—Ok, hablaré con Duncan para que se prepare.
—Espera, ¿Duncan?
Mi padre lo coloco como el líder de mis guardias.
—Tenemos mucho que hablar, no faltes por favor.
—Ok, trataré de asistir. Adiós.
—Nos vemos. —Es lo ultimo que le escucho decir antes de colgar.
Como si fuese una señal después de la llamada Duncan aparece junto a sus guardias pulsando el botón del ascensor. Mientras siento a Dareck detrás de mí, quien me dio la privacidad para hablar con mi amiga. Todavía sigo dándole vueltas a su reto, mientras subimos en el ascensor y tomamos las mismas posiciones de antes. No soy tonta y sé percibir el ambiente hostil que hay entre Duncan y Dareck, es como si una sola mirada quisiese calcinarse el uno a otro.
Sigo el protocolo de seguridad siendo rodeada por el equipo, y con cada paso una extraña valentía se apodera de mí, de modo que acepto el reto en silencio. Sin embargo, lo hare a mi manera.
Cuando llegamos a mi auto, me escoltan hasta el lado del copiloto y antes de que Duncan se retire le comunico mi próxima salida.
—Disculpa, dije que hoy no habría salida, pero me surgió una cita con Patty. —Se gira y asiente.
—¿A qué hora y lugar? —Como extraño a mi viejo amigo, este que esta frente a mi es muy frio.
—A las siete, en el bar Darkness.
—Entendido. —Es lo único que dice para darse la vuelta y dirigirse hacia su auto.
Antes de entrar en mi lado no puedo evitar mirar a Dareck y notar su mirada perspicaz, además de su sonrisa petulante. Decidida a borrarle esa estúpida sonrisa me armo de valor tomándolo desprevenido sosteniendo sus hombros para alzarme y conectar nuestros labios, su primera reacción fue de sorpresa. Sin embargo, antes de que pudiera apartarme tomo el control del mismo, sus manos rodearon mi cuerpo amoldándome a su pecho. Sentí como mi corazón comenzó a latir desenfrenado, en un principio inicie el beso tratando de hacerle ver que no soy una cobarde, pero ya en este tramo me doy cuenta de que simplemente quería sentir sus labios profanando los míos una vez más.
Mi pulso se disparo y los temblores recorrieron su camino a través de mi sangre. No pude evitar que un gemido hiciera eco entre nosotros. Su lengua se introdujo en mi boca, saboreándome y llegando a una intensidad que sobrepasaba lo que es la pasión y la pura necesidad. Al parecer yo estaba mas sumergida en la lujuria y el deseo, puesto que quien corto abruptamente nuestro beso fue él, trayéndome a tierra estrepitosamente.
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